sábado, 25 de noviembre de 2023

Sobre la ley de amnistía y sus objetivos (II)

 

Publicamos aquí este artículo, cuya primera parte apareció en esta página el 21 de noviembre. Su contenido refleja el sentimiento de buena parte de la sociedad catalana, desamparada ante las acciones tomadas por sus representantes políticos.


Sobre la ley de amnistía y sus objetivos (II)


Salvador López Arnal

El Viejo Topo

25 noviembre, 2023 


No es seguro que el panorama que se abrirá en el país si sale adelante la ley de amnistía llegue a mejorar las cosas, porque las creencias de cariz religioso, basadas en la fe y no en la razón, suelen ser más poderosas que todo análisis lógico de una situación. Pero siempre será un atentado contra la democracia que un país considere legítimas unas opiniones que van en un sentido, e ilegítimas o despreciables las que van en sentido contrario. No hace falta ser un nacionalista español para creer que el nacionalismo catalán ha ido por un mal camino. Eso sí: a pesar del clima que se ha creado, haremos como Salvador Espriu: no iremos “Norte allá” ni cambiaremos de lengua o de paisaje.

Jordi Llovet (2023)

Por San Alberto fue, por San Alberto, cuando oí algunos aceptar la amnistía como un mal menor ante la posibilidad de un gobierno del PP y Vox. Será que, a fuerza de frecuentar la tertulia de la Tahona, me he convertido en un descreído, pero a mí me da igual quien gobierne, nada bueno espero de unos ni de otros. En política, en España, no existe el mal menor, todos nuestros males son mayores. Si estoy contra la amnistía no es por criterios políticos, ni por razones jurídicas, ni por motivos de estado ni por ningún otro elevado fundamento. Simplemente estoy en contra porque no la merecen. Así de sencillo…Por San Alberto fue, por San Alberto, que tras otra ronda de cañas apareció en la tele de la Tahona la intervención de Pedro Sánchez, asegurando sin vergüenza ni pudor que pactando con los lacistas había hecho «de la necesidad virtud». No sé si sería por el ruido del bar o por la cerveza ingerida, pero lo que entendimos todos fue que había hecho de la necedad servidumbre.

Albert Soler (2023)

La herida profunda no está en la relación Cataluña-España sino en el cuerpo de la sociedad catalana misma, entre nosotros, los que aquí hemos estado siempre y aquí seguimos aunque la clase política haya sacudido la convivencia hasta límites peligrosos para la cohesión de una población compleja y diversa. Yo no volveré a ser la misma que antes del procés porque de repente descubrí una parte del catalanismo cuyas ideas podía compartir más o menos (protección y defensa de la lengua y la cultura) erigida en guardiana de esencialismos que creía desterrados. Me di de bruces con un nacionalismo supremacista que a los nuevos catalanes ya no solo nos pedía que habláramos la lengua y valoráramos los elementos culturales particulares sino que además para considerarnos integrados teníamos que ser independentistas. Esto es, que la ideología se convertía en identidad y si no defendíamos los valores del secesionismo caíamos automáticamente del lado de los extranjeros. Esto se difundió desde la derecha pero también la supuesta izquierda desempolvó el viejo cliché del charnego ejemplar, ahora partidario de la Cataluña libre (y ahí sigue Rufián) y quiso ensanchar la base con una deriva comunitarista en la que no le hacía ascos a imanes salafistas y fichaba a mujeres con velo que predicaban en las mezquitas, con hombres y mujeres separados por sexos, las bondades de un país que, a diferencia de la malvada España, trataría mucho mejor a los inmigrantes.

Najat El Hachmi (2023)


Repitamos lo sabido: discutimos sobre la ley de amnistía porque los siete votos de Junts han sido imprescindibles para la formación del gobierno y la formación de Puigdemont-Vivales (con sombras de corrupción), parte interesada, impuso esa condición. Muchas personas y colectivos que afirman que la ley es constitucional, justa y necesaria para avanzar en la resolución de lo que llaman “conflicto político catalán”, nada dirían si esos votos no hubieran sido necesarios o, de decir, sostendrían seguramente que la ley es inconstitucional, injusta y nada virtuosa, un inadmisible sendero de claudicación ante el chantaje independentista. Lo que ahora es posible y justo sería imposible e injusto.

Sobre la primera cita: por la verdad que contiene y para recomendarles los artículos, todos y sin excepción, que el profesor Jordi Llovet publica en El País-Quadern[1]. ¡Un  regalo semanal!

Sobre la segunda: pueden pensar que el argumento que esgrime Albert Soler en su artículo (Diari de Girona, 17/11/2023) es pueril, elemental, tontín, simple y para simples. A mí no me lo parece. En absoluto. Y, efectivamente, pienso con Soler y como él que los afectados no merecen ningún tipo de amnistía.

Sobre la tercera: les doy en nota la referencia completa del artículo[2] ¡que no deben perderse! Recoge el pensar y sentir de muchísimos ciudadanos, de muchos de nosotros.

Los énfasis de las citas, todos ellos, son míos.


¿Dónde estamos a día de hoy? Con un nuevo gobierno no muy nuevo, casi igual o muy parecido en las carteras centrales, con la cartera de igualdad en manos del PSOE, con las figuras en alza de Bolaños (uno de los muñidores de los acuerdos con ERC y Junts), Óscar Puente y Pilar Alegría, con la presencia de SUMAR (el ministro de Cultura es sobrino de un gran filósofo republicano español: Antoni Domènech (1952-2017)) y sin la presencia de Podemos, lo que causará problemas (crónica de una situación anunciada) en el flanco izquierdo (que no ha apuntado crítica alguna al asunto de la amnistía y los acuerdos; coincidencia plena). ¿Cuál será el alcance de esas más que probables (seguras más bien) disidencias? Lo veremos pronto. De entrada es altamente probable que Podemos se presente por su cuenta, y no integrado en Sumar, en las elecciones europeas de junio de 2024 (Dicho sea entre paréntesis: no puede haber duda, visto lo visto, que la lucha política, o algunas luchas políticas cuanto menos, tienen pocos miramientos (y menos entrañas) y que el agradecimiento no es virtud practicada. Pedro Sánchez, como es sabido, fue presidente de gobierno (y lo es ahora) no solo por los votos de Unidas Podemos sino por su iniciativa en promover una moción de censura exitosa por la que nadie daba un duro en su momento. El olvido reina).

Por lo demás, y aunque se disminuya el número de leyes presentadas o se siga abusando del decreto ley, el gobierno va a necesitar en muchas ocasiones el acuerdo de cinco fuerzas políticas nacionalistas (BNG, PNV, Bildu, Junts y ERC), dos de ellas marcadamente conservadoras y de derechas (Junts, PNV), partidos todos ellos que aspiran, como es notorio, a construir muros-Estados de separación, y vaciar mientras tanto todo lo que sea posible la presencia del Estado en sus comunidades respectivas. Quizá pueda hablarse de un gobierno con aristas progresistas, pero no, en absoluto, de una coalición progresista.

(Dicho sea entre paréntesis: Más allá de coaliciones, pueden ver una crítica aguda y concreta a los acuerdos de gobierno PSOE-SUMAR en A. Delage/ R. Jiménez Aybar/ F. Prieto/ M. Rivera Ferre/ A. Turiel/ F. Valladares, “El capitalismo verde ibérico pudre la democracia” Los límites planetarios y la participación ciudadana permanente deben estar en el centro del programa de los gobiernos de izquierda. Les copio el primer compás del artículo en nota[3].)

En la mesa de billar[4] hay tres grandes bolas (y otras menores que no debemos olvidar[5]): la ley de la amnistía y los acuerdos ERC-PSOE y Junts-PSOE que,  como sabemos, no se reducen a la ley. Ni muchos menos.

Un ejemplo. En las primeras líneas del apartado “Antecedentes” del acuerdo PSOE con Puigdemont-Vivales y sus próximos se afirma, sin disidencia alguna por parte del PSOE, que “con la aprobación de un nuevo Estatut, la sociedad catalana, que lo refrendó, buscaba tanto el reconocimiento de Catalunya como nación como la solución a las limitaciones del autogobierno y a los déficits acumulados”. Observen que se identifica sociedad catalana con la parte nacionalista. Por otra parte, si tienen ocasión, busquen los datos de participación en la aprobación de aquel Estatuto, uno de los grandes errores de Pasqual Maragall y del sector del PSC que representaba. También de Rodríguez Zapatero.

Vuelvo al acuerdo. Reivindicaciones y demandas “con un profundo recorrido histórico y que han adoptado diferentes formas desde que los Decretos de Nueva Planta abolieron las constituciones e instituciones seculares de Catalunya. Unas reivindicaciones donde las cuestiones lingüísticas, culturales e institucionales han tenido un papel destacado, especialmente en periodos en los que estas fueron objeto de una limitación legal severa e incluso de una prohibición o persecución activa. La complejidad histórica y política de estas cuestiones ha conllevado que una parte relevante de la sociedad catalana no se haya sentido identificada con el sistema político vigente en España. “

Sin poder entrar en la totalidad del párrafo, que merecería comentario detallado,  dos apuntes históricos para situarnos relacionados con el relato nacionalista (firmado por el PSOE):

A. De la Asociació d’historiadors de Cataluya Antoni de Capmany:

  1. La guerra de Sucesión (no de Secesión, aunque a veces suelten la píldora) española fue un conflicto civil y dinástico.
  2. El rey borbónico Felipe V juró y respetó las instituciones y leyes catalanas de 1702.
  3. El pacto firmado por Felipe V y las Cortes Catalanas fue roto unilateralmente por los últimos con las armas en 1706. La rebelión fue derrotada en 1714.
  4. Digan lo que digan, los Decretos de Nueva Planta [DNP] no abolieron el catalán.
  5. Las leyes sustituidas por el DNP de 1716 no solo eran leyes feudales y oligárquicas sino también racistas como se recoge en el capítulo XVI de las leyes de 1706 donde se ordenaba la expulsión de los gitanos de Cataluña con penas de diez años de galeras para los valores adultos y de cien latigazos para mujeres y niños.
  6. En contra de lo que suele afirmarse en la historiografía nacionalista, la administración borbónica y su nueva legislación establecieron las bases para el crecimiento económico y demográfico en Cataluña tras dos siglos de decadencia. Nada de “España versus Cataluña (1714-2014)”. La nueva dinastía borbónica mejoró la economía en general y el comercio con América en particular, beneficiando las manufacturas textiles y el puerto de Barcelona, y, por supuesto y sobre todo, las clases sociales que sacaron beneficios y acumularon poder de la situación[6].

B. Una observación del profesor Miguel Candel sobre el siglo XIX que enlaza con el punto anterior

“Se trataba de proteger, a base de aranceles, el textil autóctono (centrado en Cataluña) contra el británico, más competitivo. La réplica británica consistió, creo, en gravar a su vez con aranceles las importaciones de trigo castellano. Aconsejo la lectura (¡courage!, son 900 páginas) del libro de Joan Lluís Marfany Nacionalisme espanyol i catalanitat.Yo me lo tragué enterito y descubrí, ¡oh maravilla!, que una de las principales fuerzas impulsoras de la creación de una conciencia nacional española en el XIX fue la burguesía industrial catalana, muchos de cuyos portavoces se referían al castellano como «nuestra lengua nacional» y al catalán como «lengua regional», cuyo prestigio social (Marfany cita frases demoledoramente despectivas de Buenaventura Aribau) había caído bajo mínimos a finales del siglo XVIII, quedando convertido en lengua de payeses y curas de pueblo.”

No les canso más por el momento, sigo mañana.

Notas

[1] La referencia del artículo: L’asfíxia intel·lectual https://elpais.com/quadern/2023-11-18/lasfixia-intellectual.html.

[2] “Lo que no nos devolverá la amnistía”  El País, 17/XI/2023. https://elpais.com/opinion/2023-11-17/lo-que-no-nos-devolvera-la-amnistia.html.

[3] “Que las cosas continúen así, eso es la catástrofe”, escribió Walter Benjamin. De hecho, el continuismo en una transición ecológica insuficiente e injusta es la forma de catástrofe que prepara el Gobierno de coalición de Pedro Sánchez, según dejó entrever el acuerdo programático entre el PSOE y Sumar, publicado justo antes del proceso de investidura. Aunque bien sabemos que los programas de gobierno no obligan, este documento es muy relevante porque previsiblemente anuncia la tonalidad y la ambición del Ejecutivo de los próximos cuatro años, con una derecha que apuesta peligrosamente por una crisis de Estado. Por eso, es responsabilidad de todos los actores del ecologismo y de la comunidad científica alertar ahora de manera muy clara: este programa de gobierno no está a la altura de los objetivos que marca la ciencia para la transición ecológica y representa una injustificable regresión política, social y ambiental en un contexto de máxima emergencia climática y de riesgos globales. https://ctxt.es/es/20231101/.

[4] Tomo la expresión del último libro de Gregorio Morán: Felipe González. El jugador de billar, Barcelona: Roca Editorial, 2023. Pueden ver esta entrevista con el autor: Jayro Sánchez entrevista a Gregorio Morán. «En política, hay que apelar a la frase de El Padrino: «No es nada personal, solo negocios».» https://www.elsaltodiario.com/politica/entrevista-gregorio-moran-libro-felipe-gonzalez.

[5] Un ejemplo de esas bolas menores (que no son tan pequeñas): 1. Déficit vasco de la seguridad social en 2022: 3.100 millones: 2. Déficit hasta septiembre de 2023: más de 3.600 millones (en términos de su PIB, su déficit contributivo es del 4%). 3. Cupo negociado en 2022: 1.472 millones. 4. Diferencia entre el déficit vasco de la seguridad social en 2022 y el cupo de ese mismo año: 1.628 millones.

[6] Por si fuera de su interés: Miguel Candel y Salvador López Arnal, Derechos torcidos, Barcelona: El Viejo Topo, 2018.

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