El gigante danés Orsted registra pérdidas multimillonarias y pone en
cuestión el futuro de la eólica marina a nivel internacional
Tercerainformacion / 09.10.2023
Los altos
costes, la variabilidad política y regulatoria y el impacto ecosocial están siendo
factores determinantes en la crisis en el sector de los proyectos offshore /
Ian Paterson
La empresa
acumula en 2023 históricas mermas que rozan el 40% con una importante
corrección a la baja de sus previsiones de beneficios debido a las dudas sobre
la rentabilidad de algunos de sus proyectos offshore en unos hechos que apuntan
al pinchazo de la burbuja especulativa de este tipo de renovables. Tan solo en
Estados Unidos, la multinacional ha perdido 2.000 millones de dólares.
La principal
instaladora de parques eólicos marinos del mundo experimenta serios problemas y
hace entrever que esta tecnología no es todo lo rentable que algunos esperaban. Los inversores tienen su parte de responsabilidad, pues una de las principales
razones por las que los proyectos de energía eólica marina resultan poco
atractivos es su alto costo inicial de desarrollo dado que este tipo de planes
industriales implican una serie de desafíos de carácter técnico-logístico que
hacen que los costos sean significativamente más altos que los proyectos
terrestres (onshore). En cualquier caso, los problemas con la cadena de
suministro y la subida de los tipos de interés han inflado los costes en un 30%
tomando como referencia los niveles de 2019.
Otro factor que está contribuyendo a
las multimillonarias pérdidas económicas de Orsted y otras empresas del sector
son los problemas técnicos y de mantenimiento porque las
turbinas eólicas marinas están expuestas a condiciones ambientales extremas
como fuertes vientos, salinidad y corrosión, todos ellos condicionantes que
limitan la eficiencia y la vida útil de los aerogeneradores, que requieren un
mantenimiento y reemplazo frecuentes en comparación con los terrestres, lo que
también requiere una mayor cantidad de recursos disponibles.
Según los datos aportados por la
consultora Wood Mackenzie, y que recoge el portal
Energías Renovables el problema radica, ante todo, en la
inversión, ya que a nivel mundial la posibilidad de alcanzar la instalación
anual de 80 gigavatios de eólica marina requeriría más de 100.000 millones de
dólares por ejercicio, lo que directamente se antoja como «imposible» teniendo
en cuenta los bajos márgenes existentes y la incertidumbre sobre el calendario
de proyectos.
Porque de hecho, la
incertidumbre regulatoria y política también es otra de las claves, sobre todo
valorando que las políticas energéticas y las regulaciones varían de un país a
otro, lo que puede afectar a los incentivos financieros y a los márgenes
derivados de la generación de energía renovable. Además, los cambios puntuales
y repentinos en las políticas y los subsidios pueden afectar a la rentabilidad
de los proyectos y dificultar su planificación a largo plazo, con procesos de
permisos y licencias que pueden complicarse y alargarse en el tiempo, lo que
agrega un coste adicional a este tipo de iniciativas empresariales.
Por último, los factores
geográficos, climáticos y de manera especial los socioambientales también
influyen sobremanera en la rentabilidad de los planes de eólica marina. Por
supuesto, no todos los lugares son adecuados para la instalación de proyectos
offshore pues algunas zonas pueden tener vientos inconsistentes o condiciones
marinas demasiado adversas, lo que afecta a la eficiencia y producción del
recurso energético. Pero más allá de su rentabilidad está el impacto ambiental
y social de los mismos.
En este sentido, el Tribunal
de Cuentas Europeo (TCE) ha advertido en su último informe que «no se han
evaluado adecuadamente los efectos medioambientales y socioeconómicos de la
rápida expansión prevista» de estos sistemas de generación eléctrica .
Para el TCE el auge de las
renovables marinas y especialmente de la eólica, que es que se está instalando
a nivel mayoritario, plantea un «dilema ecológico» pues, de una parte,
esta fuente es importante para la transición ecológica de la UE, pero su
desarrollo «puede dañar el medio marino». Por eso, «aunque la estrategia de la
UE trata de reconciliarla con la biodiversidad», consideran que la Comisión «no
ha valorado sus posibles consecuencias medioambientales», tales como el desplazamiento
de especies y los cambios estructurales de las poblaciones, la disponibilidad
de alimentos o los patrones de migración, por citar solo algunos ejemplos. En
general, alerta el Tribunal, «los auditores temen que la expansión por Europa
de la energía renovable marina sea perjudicial para el medio marino, tanto por
debajo como por encima del nivel del mar».
En la misma línea ha llegado la
advertencia de la comunidad científica o de instituciones de referencia como la
Fundación Cousteau. Un reciente estudio científico realizado por un
equipo interdisciplinar de cuatro universidades y el ICM-CSIC apela al
Principio de Precaución y recomienda
excluir la eólica marina de la Red Natura y las áreas protegidas.
La Fundación
Cousteau también ha alertado que este tipo de proyectos no están exentos de
tener impactos negativos sobre el medioambiente apuntando a diferentes estudios que alertan, entre otros factores, de
«la posible pérdida de biodiversidad, la destrucción de los hábitats, el
aumento de contaminantes y la proliferación de especies invasoras en los
ecosistemas marinos durante las fases de construcción, operación y
desmantelamiento de los parques eólicos».
Luego, por supuesto, están las
comunidades afectadas, pues la eólica marina ha desatado un rechazo
social sin precedentes en áreas litorales de todo el mundo. A nivel
estatal, entidades como la Plataforma Stop Macroparc Eòlic Marí o
Salvem l’Empordà, que luchan contra la instalación de megaproyectos en la Costa
de Girona, o grupos como Stop Parque
Eólico Mar de Ágata en Almería, o en el noroeste la
Sociedade Galega de Historia Natural, la Asociación de
Defensa Ambiental Salvemos Cabana o la Federación
Ecoloxista Galega también han alzado la voz contra este tipo de instalaciones
industriales. «No se puede pretender solucionar un problema como el cambio
climático provocando otros a la misma escala, con impactos inasumibles sobre
los ecosistemas marinos y las actividades económicas con una industria que por
otra parte necesita de los combustibles fósiles y materiales no reciclables
para su funcionamiento y construcción» -critican-.
Para los miles
de familias que dependen de la actividad pesquera tradicional en la zona
cantábrica, el Mediterráneo, Andalucía o Canarias, por su parte, la lucha contra
la eólica marina es una batalla por la supervivencia al considerar que los proyectos offshore en las zonas planteadas por
el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) «no
con compatibles con los usos existentes» ni, en casos como el del norte de la
península ibérica, «con la escasa plataforma continental» que «difiere
totalmente» de otras zonas donde se ha implantado la eólica marina como el Mar
del Morte o el Mar Báltico. A su juicio, la implantación de este tipo de
proyectos tal como se ha diseñado en los Planes de Ordenación del Espacio
Marítimo (POEM) «puede afectar muy negativamente a la riqueza biológica de una
zona privilegiada que sostiene la actividad pesquera sostenible y decenas de
miles de puestos de trabajo directos e indirectos, proporcionando además
alimento de calidad a la población», razón por la que han elevado el caso al
Tribunal Supremo con el respaldo de expertos en ordenación marina de la
Universidade da Coruña (UDC).
En conclusión, son muchos
los factores que desafían la rentabilidad y por ende la viabilidad de los
proyectos de eólica marina, aquejados de un alto coste de inversión,
problemas técnicos y de mantenimiento, alto nivel de incertidumbre política y
otros parámetros de índole ecosocial lo que apunta a que la burbuja de los proyectos
offshore a nivel internacional podría estar tocando a su fin.
Fuente: rebeldes.info
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