CNC. Enfrentar la ideología de
la impotencia y reconstruir la fuerza organizada de la clase obrera
INSURGENTE.ORG / 21.09.2023
Informe
político de la Coordinación de Núcleos Comunistas. Septiembre 2023
Introducción.
Ahora que la burguesía
y el imperialismo se preparan para llevar a cabo las mayores embestidas contra
la clase obrera con un nivel de destrucción de sus condiciones de vida y de
trabajo correspondiente a las dimensiones de la gigantesca crisis capitalista,
el grado de conciencia y organización del proletariado se sitúa en los niveles
más bajos de hace décadas.
La derrota de las
revoluciones socialistas que jalonaron el siglo XX – salvando la excepción
cubana y en parte la revolucion china – cuyo paradigma es el hundimiento de la
URSS a principio de la década de los noventa, culmina el ya avanzado
desmantelamiento ideológico, político y organizativo de los principales
partidos comunistas. Esta derrota es una enorme losa que las organizaciones
marxistas revolucionarias aún no hemos conseguido superar.
Sus consecuencias en el
plano político han permitido el surgimiento de fuerzas nacidas al calor del
malestar social ante los ataques contra la clase obrera con los que la
burguesía hacía frente a los diferentes estallidos de las crisis. Estas
organizaciones cuyos ejemplos más significativos han sido Izquierda Unida,
Syriza, Podemos y Sumar, incluyendo también a las izquierdas independentistas
institucionales, pretendían ofrecer “soluciones” sin confrontar, ni con el
capitalismo, ni con sus estructuras políticas, culturales y militares: la UE,
la OTAN, la OMS y la UNESCO.
Sus efímeros éxitos
electorales, canalizando hacia las instituciones el descontento popular y
utilizando un lenguaje aparentemente radical, al tiempo que han desmantelado
movimientos que tenían algún atisbo de confrontación con la UE – como las
Marchas de la Dignidad – han dejado tras de sí un profundo sentimiento de
derrota e impotencia.
Este largo proceso tuvo
su punto de inflexión en el Estado español con la entrega del PCE a los
aparatos de poder durante la Transición, que se puede calificar de traición sin
paliativos a la lucha de la clase obrera y del pueblo durante los años de la
dictadura, traición profundizada con los pactos de la Moncloa. Este largo
proceso tuvo como consecuencia la destrucción o el aislamiento de los
diferentes movimientos de lucha, así como la desaparición de las organizaciones
que la cuestionaron y que se consumó con la derrota del MLNV.
El movimiento obrero, a
pesar de la fuerza con que sacudió las estructuras políticas de la Dictadura y
de las importantes y heroicas huelgas posteriores, se ha ido desmoronando ante
la sistemática traición de los aparatos sindicales de CC.OO y UGT. Por otra
parte, el llamado sindicalismo alternativo no ha sido capaz de revertir esta
situación debido a su dispersión y, sobre todo, por la falta de una
organización sindical de clase que asumiera una dirección política e ideológica
de clara confrontación con el sistema. En consecuencia, la asunción del
sentimiento de derrota e impotencia se ha extendido como un cáncer, alimentado
con el borrado sistemático de la memoria histórica y la correspondiente ruptura
del hilo rojo de la continuidad de las luchas obreras. El resultado ha sido la
desarticulación, el aislamiento de cada confrontación con la patronal y la
pérdida de la conciencia de clase del proletariado, que se expresa en la
sensación de inutilidad de la lucha y la pérdida de conceptos básicos de
solidaridad, internacionalismo y resistencia.
El
discurso político de la vieja-nueva izquierda, sustentado sobre ideas
pretendidamente rompedoras como “Somos el 99%”, la sociedad se
divide en “la casta y los de abajo”, “los ricos y la pobreza energética,
habitacional, educativa, sanitaria, cultural, etc”, “no hay poder, sino
poderes”, ha favorecido que cada movimiento social quedase
aislado en sus reivindicaciones, pretendiendo conseguirlas de los gobiernos
mediante reformas institucionales. Es el resultado de la instauración de un
pensamiento débil, que bloquea la capacidad de los explotados de entender las
raíces de la opresión, y por tanto de organizarse para extirparlas.
En los momentos
actuales, la presión de los aparatos mediáticos e ideológicos de la burguesía
ha aumentado enormemente su eficacia para implantar de forma generalizada su
filosofía individualista e insolidaria y, sobre todo, de inocular en las mentes
de la clase obrera la imposibilidad de construir una alternativa al
capitalismo.
La enorme violencia
cotidiana del capitalismo sobre las trabajadoras y los trabajadores y del
imperialismo sobre los pueblos, es la que corresponde al ataque general de la
burguesía contra la clase obrera para implementar sus soluciones a la crisis y
conjurar posibles estallidos de rebelión.
El experimento de
control social que supuso la pandemia Covid, ha permitido comprobar a la
oligarquía la eficacia de la instauración del terror y de mecanismos de
excepción que, sin tener que recurrir a un golpe fascista o a una situación de
guerra, transcurrió sin apenas respuesta, en la medida en que su discurso fue
aceptado sin reservas por todo tipo de organizaciones, incluidas las de la
“izquierda”. Una vez comprobada la eficacia del control social impuesto desde
las instituciones y los medios de comunicación, cualquier discurso implantado
desde el poder tenía garantizado el éxito.
Esta violencia se
impone mediante la ideología – la ideología dominante es la ideología de las
clases dominantes – y si fracasa, con la represión o la guerra.
Probablemente el mejor
ejemplo de las dimensiones de la derrota ideológica y política de las
posiciones de clase es la enorme debilidad de la respuesta popular frente al
imperialismo y el fascismo. La guerra de la OTAN, ahora contra Rusia y la que
se prepara contra China, apoyando y armando a fuerzas fascistas, utilizando
mecanismos de censura y de represión probados durante la pandemia Covid y
propios del fascismo, desmantelando industrias y producciones agrícolas y
ganaderas con el dogma del “cambio climático”, imponiendo gastos militares
desmesurados mientras la pobreza se extiende entre la clase obrera, está
llevándose a cabo sin que, por ahora, haya movimientos que correspondan, ni de
lejos, a las dimensiones de la dictadura de la burguesía.
La confusión entre las
organizaciones de izquierda, la penetración de análisis que, como en ataques
imperialistas anteriores (Iraq, Yugoslavia, Afganistán, Libia o Siria)
equiparan al agresor con el agredido o, como ahora, califican la guerra de la
OTAN contra Rusia de “guerra interimperialista”, contribuyen decisivamente a
debilitar la respuesta antiimperialista.
La fragmentación del
análisis de la realidad, es decir, la incomprensión de la unidad general de la
ofensiva del capital contra la clase obrera y las clases populares en sus
diferentes manifestaciones y ropajes justificatorios (Deuda, pandemias, cambio
climático, guerra, etc), impide entender el capitalismo como realidad histórica
y articulada de relaciones sociales y es la legitimación de la impotencia política.
La ausencia de la
fuerza efectiva de la clase obrera, la inexistencia del partido comunista, y de
su capacidad para identificar la ofensiva general del capitalismo y del
imperialismo contra el proletariado y los pueblos, impide comprender la unidad
orgánica en todas sus manifestaciones ideológicas, políticas, culturales,
económicas y militares. La construcción del partido comunista, de su potencia
ideológica y política para infundir en la clase obrera y en el movimiento
popular la necesidad ineludible de enfrentar la barbarie que el capitalismo y
el imperialismo supone, es determinante para evitar una derrota de dimensiones
semejantes a las que pudo representar el nazismo y que fue conjurada
fundamentalmente por el comunismo. En este camino está la recuperación de la
dignidad y del orgullo de clase, así como la reconstrucción de la cultura
proletaria.
La lucha, hoy como
entonces es internacional, pero las tareas primarias nos conciernen a cada
destacamento entre nuestra clase y en nuestros pueblos.
I. El
imprescindible análisis global de la ofensiva capitalista sobre la clase
obrera.
Esa ofensiva ideológica
latente, insidiosa y cotidiana en situaciones de relativa calma, estalla y se
impone con fuerza brutal en momentos de crisis.
Al
objetivo de realizar el estallido controlado de la gigantesca crisis del
capitalismo y de comprobar hasta dónde le fue posible llevar a cabo medidas
represivas de control de las poblaciones a gran escala, respondió la gestión de
la pandemia Covid. El ataque puesto en escena de forma inaugural y con toda su
crudeza a partir de marzo de 2020i fue llevado a cabo mediante el terror,
auténticamente terrorismo de Estado, y aceptado pasiva y dócilmente por una
clase que había perdido hacía tiempo su identidad y su independencia frente a
la burguesía y a sus representantes políticos.
Muy pocas
organizaciones revolucionarias nos atrevimos a levantar la voz, arrostrando, no
sólo la descalificación desde el poder, sino también la de quienes – desde la
izquierda – se erigieron en “martillo de herejes”.
La pandemia pasó, por
ahora, pero todos los mecanismos de control persisten y están bien engrasados.
Porque el objetivo no era el Covid, era la clase obrera; era dominar la
capacidad de respuesta popular cuando las consecuencias de la destrucción y de
la guerra se hicieran insoportables y se produjeran rebeliones.
La
concentración y centralización de poder en el imperialismo, no es sólo
económica o militar. Incluye el control de los aparatos ideológicos,
culturales, educativos y sanitarios, y especialmente de los medios de
comunicación. Esa base material, bien engrasada con los sobornos
correspondientes y que había ido gestándose durante décadas, permite instaurar
el más férreo control global sobre la información y la implantación general de
la censura (el Foro contra la Desinformación presidido por el general
Ballesterosii, la Ley de Servicios Digitales de la UEiii, ya en vigor, o la Ley de Seguridad
Ciudadana Nacionaliv, en tramitación parlamentaria).
Hoy el hundimiento de
la economía, sobre todo en la UE es una realidad inocultable. Las ingentes
cantidades de dinero inyectadas a las grandes empresas y a los bancos, que, una
vez más, tendremos que pagar nosotros, han tenido el mismo efecto que poner una
transfusión de sangre a un agonizante, un cambio de color transitorio.
A los
elementos estructurales de la crisis que Marx describió y que determinan, tanto
que las crisis sean cada vez de mayores proporcionesv, como la naturaleza terminal, finita, del
capitalismo, se han añadido decisiones políticas que han acelerado y
profundizado la recesión en la UE.
Hoy es evidente que la
práctica totalidad de los gobiernos de la UE y, desde luego, la Comisión
Europea, han tomado y están tomando medidas que responden a los intereses y a
los dictados de EE.UU y que están hundiendo la economía productiva europea, con
la correspondiente destrucción de puestos de trabajo y de las condiciones de
vida de la clase obrera. Entre ellas destacamos: las sanciones-boomerang a
Rusia y a China que han estrangulado las relaciones económicas y comerciales de
la UE con sus principales socios, el déficit de determinados insumos
industriales o agrícolas, la voladura del Nord Stream 2 y la obligatoriedad de
comprar el gas a EE.UU un 40% más caro, el reconocimiento de la soberanía de
Marruecos sobre el Sahara y el encarecimiento en un 70% del gas argelino, el
aumento espectacular de los gastos militares impuesto por la OTAN y aplicado
dócilmente por los gobiernos, etc.
A estas medidas hay que
añadir la subida, ya sin precedentes, de los tipos de interés aplicados por la
UE, “para controlar la inflación”.
Una inflación que ha disparado los precios de productos de primera necesidad, reduciendo drásticamente la capacidad adquisitiva de salarios y pensiones, y que, según el FMI, se debe casi exclusivamente al aumento de los beneficios empresariales, como muestra el siguiente gráfico.
La gigantesca subida de
los tipos de interés decidida por el BCE, representante directo de los
intereses de la oligarquía europea, ha tenido como consecuencia:
§ Decenas
de miles de familias desahuciadas por sus acreedores, los bancos, apoyados por
jueces y policías, al no poder pagar sus hipotecas.
§ La
ruina de muchas pequeñas y medianas empresas, así como de autónomos, que
lograron sobrevivir a la enorme destrucción de la pandemia, y que ahora no
pueden pagar sus créditos.
§ El
aumento espectacular de los beneficios de los grandes bancos, que tras incrementos
récord en los años 2021 y 2022, han tenido un crecimiento del 20% en el primer
semestre de 2023. Bancos rescatados en 2011 con decenas de miles de millones de
dinero público, de los que no devolvieron ni un euro, y que siguen recibiendo
Fondos europeos, también dinero público que no devolverán, y que pagaremos como
Deuda.
Medidas
ampliamente publicitadas como el abaratamiento de los transportes, la
limitación al precio de los alquileres, al coste del gas natural o la ayuda de
200 euros a las familias con menos recursos, que permiten dar la imagen de un
gobierno benefactor con los sectores de la población más pobres, no llegan a
ocultar una realidad sangrante: alrededor de 9.676.000 personas viven en
pobreza, con ingresos inferiores a 10.088 € anuales por unidad de consumo (841
€ al mes)vi
II. La
guerra y la militarización de la sociedad.
En un
escenario de profunda crisis del imperialismo anglosajón, la única victoria que
puede exhibir es su dominación de la Unión Europea con un auge generalizado del
fascismo. Siguiendo la línea ininterrumpida desde el final de la II Guerra
Mundial de la colaboración directa de la CIA y de la OTAN con los restos del
nazismo en países europeos, sobre todo del Este, en asesinatos y atentados
terroristas, el ascenso del fascismo en Europa está íntimamente relacionado y
depende del apoyo del imperialismo, con mención especial a los gobiernos
europeosvii.
El blanqueo y la
normalización del nazismo en Europa, con la impronta incluida de la rusofobia,
está siendo ejecutada por unos estados europeos que se han sometido sin
resistencia – al igual que en la II Guerra Mundial – a la potencia imperial, arrumbando
rápidamente en el basurero de la historia todos sus discursos sobre democracia,
derechos y libertades.
La dominación económica
y militar de Europa por EE.UU sustentada sobre la OTAN – la UE no tiene
ejército propio – es una pieza fundamental para la consecución del control de
Eurasia, su objetivo estratégico central, es decir, primero Rusia, y después
China.
Independientemente de
cuándo y cómo se produzca el final de la guerra en Ucrania, el imperialismo ha
emprendido una guerra larga cuyo objetivo fundamental es China. Corea del Sur y
Taiwan jugarán entonces el mismo papel que Ucrania ahora.
El imperialismo
anglosajón que representa, hoy por hoy sin oposición relevante, los intereses
de la oligarquía euro-estadounidense, tiene ante sí dos grandes retos:
§ Afrontar
la destrucción de capital y de mano de obra, con los recursos
científico-técnicos que le proporciona la cuarta revolución industrial, sin
provocar rebeliones obreras y populares en cascada.
§ Impedir
que China desbanque a EE.UU como primera potencia mundial.
La estrategia que el
Foro Económico Mundial definió de forma grandilocuente como “el Gran Reseteo”,
consiste fundamentalmente en cambiar las reglas del juego para dar respuesta a
ambos problemas.
El control de los
medios de comunicación mundiales les permite crear situaciones de pánico
masivo, por una pandemia, por el clima, por las migraciones masivas, etc. que
podrían desencadenar situaciones de desestabilización – masas de gente
enloquecida exigiendo a sus gobiernos, por ejemplo, vacunas para salvar sus
vidas – que dejarían pálidas a las “revoluciones de colores”.
El nivel de control mundial del discurso y de las acciones de los gobiernos y
el grado de disciplina impuesta durante la pandemia Covid, sobre todo en las
grandes potencias mundiales, por los centros de poder al servicio del
imperialismo euro-estadounidense (OMS, ONU, Iniciativa de Alerta Temprana –
control de la información, Agencias del Medicamento, etc.) les hicieron
concebir la idea de que controlaban el mundo.
El
segundo as en la manga es el de la agenda climática. La creación del discurso
del cambio climático y del calentamiento global, impuesto también – como el del
Covid – a golpe de censura, soborno, y de subordinación de agencias de la ONU
como el IPCC (Panel del Cambio Climático Internacional), sirve para cambiar las
reglas de la competencia y del crecimiento económico mundial. Las peripecias
sufridas por el autor de estos artículosviii, incluidas la censura y la descalificación
sin repuesta científica alternativa, dan cuenta de la repetición con el cambio
climático de los mismos mecanismos utilizados en la desacreditación de quien
cuestionaba el dogma oficial en la pandemia Covid.
La imposición, desde
los propios estados de las grandes potencias imperialistas y con dinero
público, de un capitalismo “verde” (eliminación de vehículos diesel o gasolina,
impuesto por emisiones de CO2) cambia las condiciones de producción, crea
nuevos mercados y disminuye su dependencia del gas y del petróleo de una OPEP
que no controlan, especialmente tras la integración en los BRICS+ de los
principales países productores. Al mismo tiempo, restringir la circulación por
las ciudades a quienes no contaminan, según sus parámetros, favorece la
instauración de guetos en los barrios obreros.
La utilización del
pánico junto a los actuales medios de propaganda y control social nos exige
intensificar ahora la formación política e ideológica entre los sectores más
conscientes de la clase obrera para romper el miedo inducido con la pandemia,
la propaganda de guerra y otros que ya se están utilizando como las catástrofes
climáticas, etc. Nos corresponde la tarea de desenmascarar el objetivo al que
responden: anestesiar la respuesta social frente a los ataques, bien reales,
que perpetran contra la población.
En el tablero del
imperialismo cada ficha juega su papel hacia la consecución del objetivo final
en el campo de batalla marcado por la crisis. Su alianza cada vez más visible
con el fascismo, no sólo en Ucrania, evidencia la íntima e inevitable conexión entre
la guerra y la lucha de clases en el interior de cada país. Sus máscaras se
desmoronan cuando la clase obrera comprueba quién pone los muertos y quién paga
los gastos militares, mientras se derrumban sus condiciones de vida. En ese
momento, la complejidad de la geopolítica se hace transparente para cada
trabajador y trabajadora, y la guerra imperialista se transforma en guerra de
clases abierta.
III. El
bloque multipolar.
El cambio en las reglas
del juego del imperialismo – Covid, agenda climática, militarización y guerra –
no sólo obedece a la instauración de poderosos mecanismo de control social en
los países del centro. Responde también al intento de hacer frente a alianzas
que socavan su poder económico y, cada vez más, militar.
La Nueva Ruta de la Seda,
la Organización de Cooperación de Shangai y otras alianzas, construidas sin
grandes alharacas, fueron configurando un cambio progresivo pero radical en la
política de alianzas políticas, económicas, militares, culturales, deportivas,
etc. Rusia junto a China son las columnas vertebrales de un frente multipolar,
que no hace más que ampliarse sobre la base del respeto a la soberanía y la
independencia de los países, frente a un imperialismo que sólo ofrece la
política de las cañoneras.
Tras la decisión de
Rusia de responder a la petición de ayuda del gobierno sirio, la intervención
en Ucrania, asumiendo que se trata de una guerra contra la OTAN, marca un
camino sin retorno tanto para el pueblo ruso como para el resto de los pueblos
del mundo.
A pesar de las
profundas contradicciones internas que se dan en las estructuras de poder del
Kremlin, y que han sido analizadas recientemente9, Rusia ha mostrado que:
§ Se
trata de una guerra existencial para ella en la que sólo puede vencer.
§ Al
igual que hace ochenta años las potencias europeas vuelven a utilizar el
fascismo como ariete.
§ Ha
podido reorganizar su economía a pesar de las sanciones, mientras que la UE se
hunde.
§ Está
dispuesta a apoyar, en la medida de sus posibilidades, la lucha por la
soberanía y contra el imperialismo de otros pueblos.
El frente multipolar no
es el socialismo, pero desencadena nuevos potenciales de lucha, de resistencia
y de victoria.
IV. El
Eje de la Resistencia y los golpes de estado antineocoloniales en África.
El Ejede la Resistencia
es un movimiento clave en Oriente Próximo integrado por la Resistencia
Palestina, la República islámica de Irán, el Movimiento Libanés Hezbolá, el
gobierno Sirio, el Movimiento Yemení Ansarolá y otros grupos de la región
aliados en la lucha contra la entidad sionista y la injerencia imperialista.
Este Eje tiene como centro a Palestina y representa la voluntad de superar los
enfrentamientos religiosos, étnicos, políticos o nacionales que han permitido
al sionismo y al imperialismo imponer su dominación, destruyendo países para
apropiarse de sus recursos.
Este movimiento, que
tiene la voluntad decidida de ampliarse, tiene su génesis en el primer triunfo
árabe sobre Israel en su intento de invadir el Líbano en julio de 2006.
Hezbolá, fue el artífice fundamental de la derrota sionista, mostrando su
capacidad de aglutinar a organizaciones cristianas, nacionalistas y comunistas
en una lucha común. Su participación en la defensa de Siria y de las fronteras
del Líbano tras las agresiones imperialistas y sionistas en marzo de 2011 y su
apoyo decido a la causa palestina, favoreciendo procesos de unidad entre las
diversas organizaciones de la Resistencia, es la piedra angular de este
movimiento. La firmeza en la resistencia, en la unidad, no confesional, sino
política, antisionista y antiimperialista y, sobre todo, en la voluntad
innegociable de desterrar cualquier idea de rendición ante el enemigo,
constituyen las bases de un poderoso movimiento en desarrollo.
Sobre esta base
confluye la decisión de Rusia de apoyar militarmente al gobierno sirio y que
marca una inflexión fundamental en el papel internacional de los gobiernos ruso
y chino que a partir de entonces, bloquean en el Consejo de Seguridad de la ONU
los intentos del imperialismo estadounidense y sionista de continuar en Siria
los mismos planes de destrucción y saqueo que llevaron a cabo, sin oposición,
en Iraq, Yugoslavia y Libia.
El Eje de la
Resistencia combate frontalmente a organizaciones como el Daesh, Al-Qaeda o
Estado islámico, que funcionan como delegaciones del imperialismo y del
sionismo en la región, y que representan, salvando las distancias, el mismo
papel que las organizaciones nazis.
La destrucción de Libia por la OTAN y el salvaje asesinato de Gadafi, impulsado por Francia y Gran Bretañaix – potencias con una larga historia de dominación colonial en Oriente Próximo y África – pretendieron dar el golpe de gracia a un importante proyecto de construcción de la soberanía africana basada en la construcción de un banco africano, de un satélite de comunicaciones propio, del agua, del petróleo, y sobre todo de un proceso político antineocolonial.
El saqueo
de recursos naturales africanos por parte de las potencias coloniales vino
acompañado en la última década de un reforzamiento de la presencia militar de
los países de la UE y de EEUU. La estrategia del imperialismo occidental fue
sembrar los países del África subsahariana con los mismos yihadistas
sucontratados que habían arrasado Libia, con su cortejo de caos, robos,
violaciones y masacres. Sus débiles gobiernos eran inducidos a “pedir ayuda” a
las ex-potencias coloniales que reforzaron su presencia militar sin exterminar,
obviamente, a sus criaturasx.
Libia fue destruida
pero la historia no se detiene.
El proceso de
construcción del eje multipolar, y en especial la presencia militar de Rusia en
África está abriendo posibilidades nuevas en el difícil y contradictorio camino
hacia la soberanía de los pueblos de África, que pueden abrir nuevas
perspectivas anticoloniales. Los golpes de estado que se están sucediendo en el
Sahel parecen expresar la determinación de la juventud africana de poner fin a
la subordinación neocolonial basada en “ayudas al desarrollo” o a las migajas
de las ONGs de las mismas potencias que se apropian de sus riquezas a precio de
saldo y que les obligan a un éxodo que acaba con las vidas de decenas de miles
de ellos en el intento de buscar un futuro atravesando el desierto, en pateras
que naufragan o asesinados por la policía marroquí al servicio del gobierno
español en las vallas de Melilla.
Los golpes de estado de
Mali, Burkina Faso, Guinea y Níger, ampliamente respaldados por sus pueblos
están haciendo temblar a la UE y a potencias coloniales que, a pesar de sus
amenazas de intervención militar, no se han atrevido – por ahora – a llevarlas
a cabo por miedo a una desestabilización en cadena que pudiera tener para ellos
aún peores consecuencias.
Los pueblos han
aprendido a desenmascarar el “divide y vencerás” que tan provechosamente han
venido utilizando las metrópolis contra ellos para asentar su dominación. La
interminable sucesión de golpes de estado promovidos por el imperialismo y el
asesinato de sus líderes como el de Patricio Lumumba (Congo 1961)), Amílcar
Cabral ( Cabo Verde y Guinea 1973) o Thomas Sankara (Burkina Faso 1987), les
está permitiendo ahora identificar con claridad a sus enemigos y aprovechar
coyunturas internacionales, como la que ofrece la multipolaridad. Estos nuevos
procesos que sin suponer revoluciones socialistas, las únicas capaces de
garantizar una soberanía popular real, sí pueden servir, y de hecho sirven,
para abrir espacios políticos sin que la omnipotencia criminal impune del
imperialismo se imponga sobre sus ansias de soberanía.
A los trabajadores y
trabajadoras de aquí nos toca la responsabilidad internacionalista de hacer
visible cómo ese saqueo es la mano criminal que construye la desesperación de
quienes arriesgan su vida por llegar a una Europa que les trata como
delincuentes, que devuelve “en caliente” a los que lograron no morir ahogados,
que sobreexplota a quienes consiguen trabajo y que, además, nutre el racismo
para enfrentar a los trabajadores de aquí con ellos.
El internacionalismo
proletario no es sólo una hermosa idea. No hay posibilidad alguna de
reconstruir la independencia de clase sin la clase obrera inmigrante. Además,
nos concierne con el discurso y con los hechos, confrontar los planteamientos
chovinistas que el fascismo trata de inocular entre los trabajadores.
Los emigrantes llegan a
nuestro país huyendo del saqueo de sus países perpetrado por las
multinacionales, incluidas las de aquí, y nuestra lucha, anticapitalista y
antiimperialista, es la misma. La clase obrera es única y nuestra tarea es
incorporar al combate precisamente a quienes con mayor dureza están sufriendo
la explotación. En este camino, la recuperación de la dignidad y del orgullo de
clase, así como la reconstrucción de la cultura proletaria, en la que el
internacionalismo es un pilar fundamental, son herramientas de la lucha
cotidiana de la clase obrera.
V.
Nuestro trabajo aquí y ahora.
Partimos, sin
arrogancia pero con firmeza, de la voluntad insobornable de destruir el
capitalismo y de construir el socialismo y el comunismo. Y sabemos que para
ello es imprescindible forjar la fuerza de la clase obrera de la única manera
con que esta es capaz de enfrentar las colosales fuerzas que se le oponen: el
partido comunista.
La batalla de ideas que
nos espera tiene que saber enfrentar el control masivo a escala inédita de
todos los aparatos culturales, educativos, científicos e informativos, por
parte de la burguesía. La herramienta más poderosa en nuestras manos es la
teoría marxista y su formidable capacidad para desarticular y derribar los
mitos y los dogmas, diversos en cada época, sobre los que se construye la idea
de que el orden capitalista es eterno e inmutable, y que sólo cabe
“reformarlo”.
Lenin
sentenció con rotundidad esos intentos de erigir nuevas vías: “El problema de
la ideología se plantea solamente así: ideología burguesa o ideología
socialista. No hay término medio, pues la sociedad no ha elaborado ninguna
“tercera” ideología; además en la sociedad desgarrada por las contradicciones
de clase nunca puede existir una ideología al margen de las clases, ni por
encima de las clases. Por eso todo lo que sea rebajar la ideología socialista,
todo lo que sea alejarse de ella, equivale a fortalecer la ideología burguesa”xi
Somos muy conscientes
de que la victoria no está asegurada, pero también de que en esa confrontación
se juega el porvenir de la dignidad humana, el futuro de la humanidad.
Tres líneas de trabajo
son las que marcan el camino:
1.
Extender la constitución de Núcleos Comunistas.
CNC es de las
poquísimas organizaciones comunistas que ha comprendido en su totalidad las
nuevas dimensiones del reto que tenemos que enfrentar. La mayoría,
desgraciadamente, no han asimilado los cambios cualitativos que la nueva
situación presenta y creen que la crisis sólo supone un incremento de la
explotación de la clase obrera. Como la historia demuestra, comprender lo nuevo
en la estrategia de la oligarquía capitalista es condición para que la línea
política comunista entre la clase obrera identifique y responda a la ofensiva
de la burguesía, en todas sus dimensiones, y a sus nuevos instrumentos de
dominación.
Hoy más que nunca la
ofensiva es total y no podemos permitirnos dejar ningún resquicio por el que su
aparato ideológico debilite la conciencia proletaria.
El trabajo en el
movimiento obrero, identificando a aquellos compañeros y compañeras que con
mayor lucidez y compromiso sean capaces de comprender la situación y asumir las
tareas que nos esperan, es nuestro trabajo prioritario.
Tras los Informes
Políticos que han ido jalonando el breve espacio de existencia de CNC, el
trabajo en torno a la construcción y distribución de la nueva revista, marcará
su desarrollo en la perspectiva de la celebración del primer Congreso de CNC.
2. Avanzar en la construcción de la independencia de la clase obrera.
Un primer paso que
contiene grandes posibilidades de abrir un camino nuevo en esa dirección es el
Encuentro de Movimiento Obrero que inició su andadura el pasado mes de junio.
Reunió a medio centenar de hombres y mujeres, dirigentes obreros, que fueron
convocados por su combatividad y compromiso. Son compañeros y compañeras
afiliados a diferentes sindicatos, o no afiliados, de diversos sectores de la
producción, protagonistas de luchas recientes y de experiencias importantes
como las “plataformas de trabajadores del metal”.
Acudieron con el
objetivo de “dar un paso firme para abordar el objetivo sin el cual toda lucha
continúa sin servir para la acumulación de fuerzas: la construcción de la
conciencia y la independencia de clase. Y (…) si el movimiento obrero no se
articula en una perspectiva revolucionaria, que ocurra cuando ocurra, lleve a
la clase obrera a la conquista del poder político”.
La
Resolución del I Encuentro define así sus tareasxii.
Nos
proponemos:
1º
Construir un instrumento de coordinación independiente de la afiliación
sindical, que sirva para el apoyo, la comunicación y divulgación de las luchas
obreras que se produzcan en cada territorio o sector.
2º
Luchar por imponer en cada empresa el poder decisorio de la asamblea de
trabajadores, por encima incluso de los propios comités de empresa.
3º
Trabajar para constituir con los compañeros y compañeras más conscientes y más
comprometidos, comités o consejos cuyas funciones, más políticas que
sindicales, sean: analizar los errores y los éxitos de cada lucha, garantizando
su continuidad; elevar el nivel de conciencia y de organización para preparar
la siguiente; informar a los compañeros de las luchas en otros lugares y
reforzar la solidaridad con ellas.
Y sobre
todo, trabajar por que los compañeros y compañeras sean conscientes de los
límites inevitables de la lucha sindical y que vean la necesidad insoslayable
de organizarse para la toma del poder político por la clase obrera.
Pasados apenas tres
meses desde su constitución su potencialidad empieza a desarrollarse. Las
reuniones en cada territorio se reproducen a la vuelta del verano, e incluso en
alguna comunidad autónoma se prepara una Conferencia de Movimiento Obrero,
creando ya el embrión de organización e invitando a nuevos compañeros y
compañeras.
La capacidad de este
Encuentro de responder a las necesidades de desarrollo del movimiento obrero
actual se definirá en torno a los siguientes ejes:
§ Infundir
en las luchas concretas la perspectiva de la toma del poder político de la
clase obrera y llevar a cabo las tareas de formación política necesarias.
§ Asumir
la unidad de la clase obrera con la incorporación de la clase obrera
inmigrante.
§ Definir
con claridad, en sus documentos, y sobre todo en su práctica, su naturaleza
internacionalista; es decir, la búsqueda desde el primer momento la alianza y la
solidaridad más estrecha con las luchas de la clase obrera de otros países.
El internacionalismo,
hacia adentro y hacia afuera de las fronteras nacionales, ha sido y debe seguir
siendo uno de los pilares del movimiento obrero que asume sus tareas revolucionarias,
el internacionalismo proletario es especialmente vital en los países del centro
del imperialismo, donde el chauvinismo o el racismo es el instrumento de la
burguesía para dividir a la clase obrera y fomentar el fascismo.
3. Fortalecer el
movimiento antiimperialista dentro del Estado español, en la UE y a escala
mundial.
Los años venideros van
a estar marcados por un escenario de crisis capitalista cada vez más profunda,
por la guerra imperialista y por la militarización de la sociedad, con el objetivo
de evitar que el previsible escenario de lucha de clases abierta se transforme
en revolución socialista.
El internacionalismo,
que hemos identificado como vital para el movimiento obrero, tiene que –
hundiendo sus raíces en la lucha de clases – conformar un amplio movimiento
antiimperialista. Este movimiento debe tener principios firmes porque su
recorrido será largo, como la guerra que tiene que enfrentar. No tiene nada que
ver con planteamientos pacifistas ingenuos o calculados. Hay guerras legítimas
y necesarias, en las que la clase obrera y los pueblos defienden sus derechos
frente a los opresores. El pacifismo profundamente inoculado en los cerebros de
la clase obrera, y que supone la asunción del más absurdo y suicida desarme
frente al más poderoso y criminal enemigo, es uno de los cánceres contra los
que debemos de luchar.
Además, el movimiento
antiimperialista deberá llevar a cabo una batalla intransigente contra quienes
han venido equiparando el imperialismo euro-estadounidense – el único existente
– con todos y cada uno de los gobiernos de los países agredidos.
El internacionalismo
proletario debe incorporar la más coherente y firme lucha antiimperialista. La
victoria será internacional o no será.
A modo
de conclusión.
El
resurgimiento de la clase obrera como sujeto político, el único capaz de
enfrentar la monstruosa barbarie con la que el capitalismo en crisis pretende
conjurar su desaparición, no será el resultado de buenas intenciones o de
acuerdos de “unidad” entre cúpulas de organizaciones, aunque asumimos la
importancia del trabajo conjunto desde la base del movimiento obrero y
antiimperialista.
Los
tiempos están cambiando y lo que nos espera no es precisamente fácil.
Ese
renacimiento exige, como ha sucedido en los prolegómenos de todo proceso
revolucionario:
§ La
recreación, aquí y ahora, de toda la herencia teórica, política y cultural que
nos han legado revoluciones anteriores.
§ Afilar
las armas de la crítica y barrer del pensamiento la podredumbre y la impotencia
que, cual droga paralizante, inunda los cerebros de la clase obrera.
§ Comprender
en su integralidad y en sus conexiones la ofensiva de la burguesía contra la
clase obrera. Hacer fructificar la teoría política y el análisis de la realidad
concreta insertándola en las luchas del movimiento obrero y popular.
§ Fundir
el internacionalismo proletario con la lucha antiimperialista.
En
definitiva, asumir con todas las consecuencias, que nos preparamos para
construir la fuerza necesaria para vencer.
Septiembre,de 2023
iEl análisis
pormenorizado de la gestión de la pandemia Covid puede consultarse en el enlace
a este documento, que además da origen a la creación de la Coordinación de
Núcleos Comunistas en marzo de 2022.
Haz clic para acceder a
el-covid-como-pretexto-organizaciones-revolucionarias_web-1.pdf
ii https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2022-9965
iiihttps://administracionelectronica.gob.es/pae_Home/pae_Actualidad/pae_Noticias/Anio2023/Agosto/Noticia-2023-08-28-La-Ley-de-Servicios-Digitales-entra-en-vigor-para-las-grandes-plataformas-en-linea.html
ivhttps://www.congreso.es/public_oficiales/L14/CONG/BOCG/A/BOCG-14-A-91-1.PDF
vPara la clase
obrera es imprescindible entender la naturaleza de las crisis del capitalismo.
Un análisis resumido puede encontrarse en anteriores informes políticos de CNC
que, entre otros, se basan en los trabajos de Andrés Piqueras que citamos
oportunamente. . https://cnc2022.wordpress.com/
vihttps://www.coceder.org/wp-content/uploads/2023/05/1682509715_el-estado-de-la-pobreza.-primer-avance-resultados-abril-2023-corregido.pdf
viihttps://cnc2022.wordpress.com/2022/04/01/la-relacion-de-la-otan-con-organizaciones-fascistas-mas-alla-de-ucrania/
viiiLas
peripecias sufridas por el autor de estos artículos, incluida la censura y la
descalificación sin repuesta científica alternativa, da cuenta de la
reproducción con el cambio climático de los mismo mecanismos utilizados en la
desacreditación de quien cuestionaba el dogma oficial en la pandemia
Covid. https://entrevisttas.com/2023/05/26/la-geologia-versus-el-dogma-climatico-secuela/
ixDoménico
Losurdo (2011) Orwell, la OTAN y la guerra contra Libia https://www.voltairenet.org/article169346.html
xhttps://contraotanybases.org/index.php?view=article&id=525:en-defensa-del-derecho-a-la-soberania-e-independencia-de-los-pueblos-de-africa&catid=73
xihttps://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1900s/quehacer/qh2.htm
xiihttps://cnc2022.wordpress.com/2023/06/27/resolucion-comunicado-i-encuentro-estatal-de-movimiento-obrero/
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