Doñana se muere
ELPORTALDEANDALUCIA.ORG.
20 junio, 2023
Doñana viene sufriendo una larga y lenta agonía , propiciada por políticas
que, en el mejor de los casos, han sido parches para ir tirando, intentos de
curar una grave enfermedad con una tirita. Por eso quizás no sea tiempo ya de
esgrimir solo el argumento de la ilegalidad de pozos y regadíos para revertir
la situación, ni llamar al boicot de determinados productos para hacer
recapacitar a una ciudadanía distraída y a una clase política, colaboradora
activa durante décadas de las políticas extractivistas, de expolio y despojo
del pueblo andaluz. Por eso mismo, tampoco es tiempo de buscar o demandar en
exclusiva soluciones a esa misma clase política, que viene vendiendo nuestro
patrimonio natural al mejor postor, con la coartada inaceptable de lo que en su
marketing político llaman desarrollo sostenible.
Doñana se muere, sí, pero es tiempo de analizar el problema de Doñana y de
procurar las soluciones de una manera más global. Porque Doñana no es sino una
parte, importante, qué duda cabe, pero una parte de un problema mucho mayor. Un
problema del que da cuenta no solo la agonía de Doñana, sino también los
reiterados incendios, cada vez más devastadores, el avance de la
desertificación, la conversión del agua en un privilegio que condena a un
número cada vez mayor de andaluces a pasar sed, la agricultura superintensiva –
particularmente la del olivar, que está convirtiendo el solar andaluz en un
desierto con árboles-, los cientos de hectáreas dedicadas a lo que
perversamente se denomina huertos solares, el que el río grande que vertebra
Andalucía hace mucho que haya perdido su nombre, porque hace mucho que su cauce
no lleva agua al mar, una actividad minera que degrada y envenena acuíferos por
décadas, que contamina el aire y mata a una parte de la población andaluza…
Manifestaciones y efectos todos de un desarrollo que se dice sostenible, pero
que es el más insostenible de todos, porque a no tardar será incompatible no
solo con la vida humana sino con la vida en general.
Hace mucho que en Andalucía el objetivo de preservar la vida y nuestro
patrimonio natural no está en el centro de la política ni de la economía,
actividades que no solo se llevan a efecto sin el concurso ni la participación
del pueblo andaluz, sino contra el pueblo andaluz.
Esta situación se ve agravada porque el pueblo andaluz carece, carecemos,
de instrumentos políticos que nos permitan decidir sobre esta cuestión tan
crucial, porque las andaluzas y los andaluces no tenemos una conciencia clara
de la necesidad y la urgencia de conservar nuestro patrimonio natural y de la
responsabilidad que ello implica y porque acudimos a los problemas tratando de
controlar los síntomas o las manifestaciones pero sin enfrentarlos de raíz.
La agonía de Doñana puede y debe ser un revulsivo, porque nos pone ante los
ojos que nuestro patrimonio natural está en peligro y en breve su situación
podría ser irreversible, si no lo es ya.
Es urgente llamar la atención sobre la magnitud del problema ecológico que
tenemos en Andalucía, pero señalando la raíz del mismo. Para ello es necesario
pensar la ecología no como una cuestión de gestión técnica, sino de agencia
política; es urgente pensar el ecologismo desde una perspectiva transformadora,
señalando la raíz de los problemas y centrando nuestro análisis en Andalucía.
Alcemos la voz, sí, para exigir que cese el expolio extractivista que asola
nuestra tierra y nuestras vidas, pero también para proponer una lógica
ecológica distinta, desde el ecofeminismo político. No es casualidad que en una
tierra como Andalucía, considerada zona de sacrificio del capitalismo y
especializada en exportar naturaleza, habiten las mujeres más empobrecidas y
explotadas de la rica y civilizada Europa. No olvidemos la sed de Doñana, pero
señalemos que tras ella está no solo el expolio del agua sino también la
esclavitud femenina andaluza e inmigrante. No olvidemos que el rojo de los
frutos rojos es un rojo de sangre humana, la que recorre las venas de las manos
femeninas esclavizadas.
Son los análisis ecofeministas los que evidencian la relación entre la
explotación de la naturaleza – de la que se dice que nosotras formamos parte- y
la explotación de las mujeres. Es la mirada ecofeminista la que cuestiona el
concepto de desarrollo y el actual modelo de explotación de la naturaleza,
importante especialmente en Andalucía, atentatorio contra la vida.
En Andalucía se está librando con toda su crudeza un combate, del que la
agonía de Doñana, la contaminación minera, el expolio de los bienes naturales, el
despojo de nuestros derechos, el trabajo esclavo, principalmente femenino, no
son sino manifestaciones de una misma y terrible realidad. En Andalucía se está
librando una dura lucha por la vida, por todas las vidas. De nosotros, del
pueblo andaluz depende que la vida deje de ser un recurso explotable y vuelva a
ser un derecho inalienable.
¡Por una Doñana viva, por un pueblo andaluz sin sed de agua y de derechos.
Viva Andalucía Libre!
Granadina. Escritora y feminista radical. Miembro de Asamblea de Andalucía.
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