Catorce
voces femeninas contra el miedo
Publicado el 7 de julio de 2023 / Por Iñaki Urdanibia
KAOSENLARED
Ya en el título del
libro del que hablo y recomiendo en esta página, puede verse de qué va la
cosa: «Tranquilas. Historias para ir solas por la noche»,
editado por Lumen. Doce narradoras: M.ª Fernanda Ampuero, Nerea Barjola, Aixa
de la Cruz, Jana Leo, Roberta Marrero, Lucía Mbomío, Silvia Nanclares, Edurne
Portela, Carme Riera, Marta Sanz, Sabina Urraca, Gabriela Wiener, que ven
acompañados sus textos por las ilustraciones de Sara Herranz [las enumero por
el orden alfabético que consta en la portada del volumen, que no coincide con
el orden de los textos].
No hace falta que
servidor explique nada, ya que las cosas están claras hasta al alarido y los
relatos presentados lo dejan más claro si cabe. Son historias vividas en
primera persona o en compañía que presentan algunos episodios vividos por las
escritoras, situaciones igualitas o similares que bien pueden ampliarse a
muchas otras féminas. No entraré en el detalle, ni el destripe, de cada uno de
las narraciones presentadas, evitando también destacar unas sobre otras de las
historias, ni tampoco buscaré un denominador común, aunque algunos de estos
últimos podrían buscarse, y hallarse a lo largo de la lectura de los diferentes
relatos, que en bastantes ocasiones son confesiones.
Asoma en todos, el
temor de las mujeres a salir de noche, lo que provoca que entre amigas se
acuerden maneras de avisarse si las cosas pintan mal: si aparece el monstruo, o
el lobo con piel de cordero, que se presta a llevar a una joven a su casa,
repitiendo la jugada hasta que el final el caballero, es un decir, resulta
rana. Están los consejos de madres y abuelas que advierten que se ha de tener
cuidado, mejor cuidadito, a la hora de salir de noche. Hay
situaciones padecidas en las que es mejor someterse a la follación antes
de poner en riesgo la propia vida. Aparecen igualmente asuntos relacionados con
la compostura y con el atrevimiento y descaro de algunas amigas que resultan
fatales, al hacer que algunos desaprensivos piensen que tales jóvenes están
buscando guerra y, en especial, esperan que ellos les sirvan de consuelo.
Rozando el análisis sociológico se relaciona las violencias contra las mujeres
con las relaciones de poder, resultando que el que puede, puede, y que aún no
dándose una relación causal entre clase social y violencia contra las mujeres,
sí que se puede extraer la conclusión de que las mujeres con menos recursos
están más expuestas a padecer las agresiones. Mosquean las historias en las que
en el propio seno familiar algún señor, es un decir, suelta algún comentario acerca
del culo de una chiquilla, lo que traerá como consecuencia el acomplejamiento
de por vida, cuestión aplicable a las alusiones a la gordura. La metáfora del
juego del Go también puebla alguna páginas, al mostrar que se
ha de seguir ciertos movimientos que puedan suponer la esquiva, el escape…en
medio de una correlación de fuerzas desfavorable, en un toma y daca en el que
se da una disputa por el terreno, se trata de conquistar libertades, plasmado
en tres sujetos (el filósofo, el matemático y el informático) y sus distintas
reacciones. No faltan las llamadas al cabreo y a la respuesta ante las
agresiones, como tampoco la reivindicación del feminismo como agarradero a la
dignidad, y…desde el bosque de los cuentos infantiles a la pura y dura realidad
de las calles solitarias, los portales, los parajes oscuros, las sombras
amenazantes –todo un afuera que deviene permanente amenaza-, y los
nombres propios que planean en la mente (Diana Quer, Nagore Laffage, las tres
chicas de Alcàsser –Desirée Hernández, Toñi Gómez y Miriam García-. Rocío
Wanninkhof, Sonia Carabantes, Marta del Castillo, Laura Luelmo…), así como las
circunstancias de sus asesinatos: discotecas, auto-stop, y algunas historias en
las que se narran las repetidas agresiones sufridas, etc., etc., etc. Se palpan
los silencios y la vergüenza, poco menos que culpable, tras sufrir la agresión.
Referencias a películas y personajes y valoraciones en ellas expuestas, y el
verso de Alejandra Pizarnik: «La jaula se ha vuelto pájaro / que haré con
el miedo / qué haré con el miedo».
Un libro de narraciones
que de hecho se convierte en una fenomenología del miedo, como si de un trabajo
de campo se tratase, con no pocas lecciones que se pueden extraer de sus
páginas, que son un grito, catorce, muchos más, contra el miedo por el mero
hecho de ser la mitad del cielo, mujer.
“Un
libro visceral, escrito desde las entrañas”, dicen las editoras del libro, a lo
que me atrevo a añadir: necesario en su reivindicación.
Por Iñaki Urdanibia
para Kaosenlared
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