Cuando Himmler se mareó en Las Ventas ante la crueldad del espectáculo
taurino
Rebelion / España
14/07/2023
La corrida se celebró en su honor en 1940, con motivo de su visita oficial
para inspeccionar los sistema de seguridad de la dictadura y preparar la
entrevista entre Franco y Hitler en Hendaya.
Algo más de un
siglo y medio de nuestra historia contemporánea revisa la exposición que desde
el pasado mes de marzo y hasta el próximo 23 de julio se ofrece en La Arquería
de los Nuevos Ministerio de Madrid bajo el título El tragaluz democrático.
Políticas de vida y muerte en el Estado español 1868-1976. Organizada por el
Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática,
la muestra se divide en tres módulos.
El primero
abarca se inicia en el llamado Sexenio democrático, posterior a la revolución
de 1868 (conocida por La Gloriosa), que daría lugar al exilio de Isabel II y a
la pasajera primera República, de la que en 2023 se cumplen 150 años. El
segundo módulo arranca de 1936 y comprende el periodo del conflicto bélico que
vivió este país hasta 1939. y que daría lugar a la muy pasajera primera
República. Finalmente, la muestra ofrece una perspectiva de la dictadura
franquista hasta los inicios de la Transición en 1976.
A pesar del engorroso texto informativo difundido por la entidad organizadora, que tampoco ha sido muy ingeniosa ni explícita con el título dado al evento -forzando esa referencia al libreto teatral de Buero Vallejo El tragaluz-, es muy recomendable la visita a esta exposición, sobre todo por la necesidad que tiene este país de conocer la historia de ese ultimo siglo y medio, tan importante para entender la que vivimos y evitar repetirla en el porvenir.
Entre el
material documental expuesto llama la atención, sobre todo a aquellos
visitantes que procedan de ciudades como Gijón, en donde la derecha extrema
proyecta recuperar la tauromaquia, el cartel que anuncia la gran corrida que se
celebró el 20 de octubre de 1940 en la plaza de toros madrileña de Las Ventas
en honor del Reichsführer S.S. Heinrich Himmler, cuya visita a diversas
ciudades del país discurrió entre los días 19 y el 24 de ese mes. Se trata de
uno de los pocos que el lugarteniente de Hitler hizo durante la segunda Guerra
Mundial a un país neutral.
Tampoco se
trataba de un viaje turístico, como se pretendió hacer creer a la ciudadanía a
través de la correspondiente versión oficial dada a conocer a través de los medios,
sino que tuvo por objeto la inspección de los sistemas de seguridad de la
dictadura franquista, la cooperación policial hispano-alemana en su común
objetivo represor y los preparativos de la entrevista que se celebraría en
Hendaya entre el general Franco y Adolf Hitler.
Las autoridades
del nuevo régimen, instaurado gracias a la ayuda militar nazi-fascista de
Italia y Alemania durante la guerra española y que entonces trabajaban a
destajo en su más activo periodo represor a base de fusilamientos, destierros,
depuraciones y cárceles, creyeron oportuno que la llamada fiesta nacional -en
la que se celebra o festeja la tortura y muerte de los toros en el coso- era lo
más idóneo para homenajear a uno de los más caracterizados criminales de guerra
nazis, promotor de la llamada solución final.
Es de hacer
constar que durante su visita a aquella España de la inmediata posguerra,
Himmler pudo ver algunas cárceles y campos de concentración habilitados para
encerrar a los vencidos, y que quedó sorprendido por la magnitud de la
represión franquista, no por razones humanitarias sino por estimarla
políticamente contraproducente y hasta absurda por la pérdida que comportaba de
mano de obra, si bien el régimen pudo contar con la de los propios presidiarios
republicanos. Se ignora si esta opinión se la participó a Franco durante la
cena que ambos celebraron en Burgos, adonde el dictador español se desplazó
para recibir a la comitiva alemana que había entrado en el país por la frontera
de Irún.
Una vez en
Madrid el 20 de octubre, y después de haber sido recibido en la estación de
Príncipe Pío por el recién nombrado ministro de Asuntos Exteriores Serrano
Suñer, Henrich Himmler asistió ese mismo día por la tarde a la corrida taurina
celebrada en la plaza de Las Ventas. Alguna crónica hay de esa asistencia que
viene a decir que el Reichsführer sufrió una especie un vahído o mareo,
impresionado al parecer por la crueldad del espectáculo. Hasta tal punto fue
así que uno de los diestros partícipes, Pepe Luis Vázquez, se interesó al
saludarlo por su estado de salud, a lo que Himmler respondió que le había
desagradado el espectáculo, al parecerle insoportable el sufrimiento de los
toros.
Como cabe
suponer, ese comentario, de ser cierto, no llegó a publicarse en los medios de
comunicación de la naciente dictadura franquista, de cuyos elogios a la figura
del líder nazi es de destacar el del diario oficial Arriba, al afirmar que “con
hombres como Himmler llegan a su cénit los Estados fuertes”. Aunque se
conservan en las hemerotecas imágenes de lo engalanada que se mostró Madrid con
banderas nazis, después de que la capital de la segunda República hubiera
soportado los reiterados bombardeos de la Legión Condor durante la guerra, no
es probable que algún fotógrafo haya podido captar la instantánea del
Reichsfüher indispuesto ante el sangriento espectáculo ofrecido en el coso
taurino.
Tal documento
gráfico hubiera sido de un incuestionable interés en el tribunal militar
internacional de Nüremberg que juzgó a los cabecillas del nazismo, si bien
Himmler y Goebbels se habían suicidado antes.
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