Cómo EE. UU. se entrega al capital a expensas de la economía mundial
TERCERAINFORMACION
/05.04.2023
La saga de la
conspiración entre el Gobierno y las empresas de Estados Unidos y las políticas
de secuestro de intereses especiales ha ocupado nuevamente los titulares
mundiales cuando tres bancos estadounidenses quebraron el mes pasado.
BEIJING, 5 abr (Xinhua) — Detrás de
la hegemonía financiera estadounidense, el capital de EE. UU. ha definido las
«reglas del juego» del mercado internacional de capitales. Sin embargo, el país
norteamericano simplemente disfruta de «dividendos» de su estatus sin asumir
las responsabilidades correspondientes.
Durante años, la economía más grande
del mundo ha permitido que el capital «secuestre» la política y obstruya las
regulaciones, generando estragos financieros en todo el mundo una y otra vez.
CAPITAL MANIPULA REGULACIÓN
La reciente crisis bancaria es otro
claro ejemplo de la notoria «política de la puerta giratoria» cuando se trata
del mecanismo entre altos funcionarios gubernamentales, empresas y viceversa.
El mes pasado, las entidades
reglamentarias estadounidenses cerraron Signature Bank, con sede en Nueva York.
Para sorpresa de los observadores, el excongresista estadounidense Barney
Frank, quien dio su nombre a la ley Dodd-Frank, se unió a la junta directiva
del banco en 2015, dos años después de dejar el Congreso.
Cuando Frank estuvo en el cargo,
presionó a este órgano legislativo para que aprobara la Ley Dodd-Frank y abogó
por una regulación más estricta en pos de evitar que se repitiera la crisis
financiera. Después de dejar el cargo y unirse a la junta de Signature,
defendió públicamente la desregulación financiera e incluso pidió al Partido
Demócrata que aceptara el cabildeo de Wall Street.
En cuanto al Banco de Silicon Valley
(SVB, por sus siglas en inglés), también en quiebra, solo un miembro de su
junta directiva había hecho una carrera en banca de inversión, mientras que el
resto eran importantes donantes demócratas.
Entonces, la raíz del caos
financiero en Estados Unidos es que el capital se encuentra en el centro del
sistema económico, manipulando la regulación y generando riesgos y peligros.
Desde fines de la década de 1980,
Estados Unidos ha socavado el poder de los reguladores financieros.
Antes de la crisis financiera
internacional de 2008, el desarrollo de operaciones mixtas en el sector
financiero de EE. UU. se había disparado, mientras que la regulación no había
seguido el ritmo, lo que resultó en una rápida acumulación de riesgos
financieros. Finalmente, el colapso de las hipotecas de alto riesgo y el estallido
de las burbujas inmobiliarias desencadenaron una grave crisis económica
mundial.
Luego, la reforma regulatoria
financiera de EE. UU. introdujo requisitos más estrictos para los «bancos de
importancia sistémica», requiriendo que aquellos con más de 50 mil millones de
dólares en activos se sometan a las pruebas anuales de resistencia de la
Reserva Federal (Fed).
Sin embargo, el Gobierno de Estados
Unidos no aprendió de la dura lección. Debido a la presión de instituciones
financieras como SVB, la Administración Trump forzó al Congreso en 2018 a
elevar el umbral de activos para las pruebas de resistencia a 250 mil millones
de dólares. Los bancos estadounidenses cerrados recientemente por los
reguladores se beneficiaron, en consecuencia, del nuevo monto.
Lo que fue más extraño aún es que un
mecanismo regulatorio defectuoso permita a los banqueros actuar como
«jugadores» y «árbitros» a la vez.
La Fed de San Francisco, como ente
regulador, fue demasiado lento a la hora de detectar problemas en SVB, mientras
que el director ejecutivo de este último, Gregory Becker, era incluso jefe del
directorio de la Fed de San Francisco antes de que el banco quebrara el mes
pasado. Y el senador estadounidense Bernie Sanders lo llamó «uno de los
aspectos más absurdos de la quiebra del Banco de Silicon Valley».
RESULTADOS DEL DESORDEN FINANCIERO
Las consecuencias del caos
financiero de Estados Unidos incluyen permitir que el capital se desate y
provoque el caos mundial.
En nombre de la innovación, el
capital de Wall Street se ha entregado a la especulación imprudente y ha
amplificado los riesgos financieros, causando graves daños a la economía real.
La hegemonía del capital estadounidense ha perturbado al mundo tanto como su
hegemonía militar.
En las décadas de 1980 y 1990, los
fondos especulativos fueron parte de la innovación en los instrumentos
financieros de Estados Unidos. Durante la crisis financiera de 1997 en Asia,
estos fondos extendieron sus tentáculos para sacar riqueza de Tailandia,
Indonesia y Corea del Sur.
Con la retirada de una gran cantidad
de capital internacional, las burbujas económicas de los países del sudeste
asiático estallaron una tras otra y, por lo tanto, su desarrollo económico se
vio gravemente afectado.
Antes de la crisis financiera
internacional de 2008, algunas agencias de calificación crediticia se
disfrazaron de guardianes «autorizados» y «justos» del mercado financiero de
EE. UU. y etiquetaron los activos de alto riesgo como «de alta calidad».
Los estadounidenses comunes y los
inversores globales son víctimas de la hegemonía capitalista, mientras que los
oligarcas financieros se benefician de ella. Los inversores que perdieron su
dinero en la reciente crisis bancaria descubrieron que varios ejecutivos de SVB
habían vendido acciones para cobrarlas precisamente antes del colapso del
banco. Por ejemplo, Becker vendió 3,6 millones de dólares en acciones de su
banco menos de dos semanas antes de la quiebra del mismo.
La economía estadounidense se ha ido
convirtiendo gradualmente en «un juego de suma cero entre los poseedores de
riqueza financiera y el resto de Estados Unidos», dijo Wallace Turbeville,
exbanquero de Goldman Sachs.
Desde los problemas creados por los
fondos de cobertura en 1997 hasta el desorden por la crisis de las hipotecas de
alto riesgo de EE. UU. en 2008 y la agitación en curso en los bancos de EE. UU.
y Europa, Estados Unidos ha estado renovando formas de desestabilizar la
economía mundial, mientras que el papel de su capital como «generador de
crisis» se ha mantenido intacto.
A medida que Estados Unidos dirige
el curso de la hegemonía financiera internacional, enfrenta un escrutinio
global sobre sus políticas económicas y financieras y la efectividad de sus
regulaciones de mercado.
Al permitirse la corrupción del
Gobierno y las empresas, tolerar la falta de supervisión efectiva y permitir
que el capital se desboque, Estados Unidos ha estado defraudando a su pueblo y
socavando su credibilidad a nivel global.
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