Nadie –o
casi nadie– parece estar interesado en hablar de paz en Ucrania. En número de
muertos –ucranianos, rusos y polacos principalmente– sigue aumentando sin
cesar. ¿Qué se hizo del antaño potente movimiento pacifista internacional? ¿Y
en España?
Ucrania: no hay esperanza de paz
El Viejo Topo
10 enero, 2023
El 14 de
noviembre el medio ruso Kommersant informó de negociaciones
entre EEUU y Rusia. La reunión (evidentemente secreta) tuvo lugar en Ankara.
Los participantes eran del más alto nivel. Por el lado americano, el director
de la CIA, Bill Burns; por el ruso Sergei Naryskhin (director del Servicio de
Inteligencia Exterior). Se supone que discutían las condiciones para la paz en
Ucrania. Zelensky en esta tesitura no es más que un figurante, una figura
borrosa, un peso muerto que desaparecerá en un momento u otro. No había
habido más encuentros desde el 10 de enero. EEUU, en aquel momento, se negó a
reconocer las líneas rojas planteadas por Moscú. Fue el primer aldabonazo de la
guerra. EEUU exigía la retirada de las zonas ocupadas, la devolución del
Dombass. Lugansk y Crimea a Ucrania, el pago de reparaciones de guerra…. Rusia
planteaba quedarse en la situación actual, desmilitarizar el ejército
ucraniano, respetar las líneas rojas planteada por Moscú a la expansión de la
OTAN…Sólo acordaron una comunicación indirecta entre militares para evitar una
escalada nuclear. Rusia ha asegurado que no utilizará las armas nucleares la
primera, EEUU, por el contrario incluye en su doctrina militar el uso de ese
tipo de armamento en primera instancia.
Ese hecho, la
negativa norteamericana a la negociación, ha sido una constante en este
conflicto. La parte rusa ha ofrecido en numerosas ocasiones abrir
negociaciones; sólo por citar algunos ejemplos: el 11 y el 13 de septiembre,
el 26 y el 30 de octubre, el 1 de noviembre… Por el lado norteamericano,
sólo ha hablado de negociaciones el presidente del Estado Mayor Conjunto el
general Mark Milley cuando argumentó en reuniones internas que: «… los
ucranianos han logrado casi todo lo que razonablemente podrían esperar en el
campo de batalla antes de que llegue el invierno y, por lo tanto, deberían
tratar de consolidar sus ganancias en la mesa de negociaciones«.
En este momento
no hay nadie con quien hablar. Zelensky, si se atreviese, sería eliminado
inmediatamente. Washington es el que toma las decisiones. Algunos miembros de
la administración Biden, según el Wall Street Journal, están de acuerdo con la
postura del general aunque han sido silenciados. El conflicto dentro del
ejecutivo de Biden entre los que plantean una guerra total y el otro sector,
menos beligerante, aún no está resuelto. El Secretario de Estado Anthony
Blinken, del sector más duro, pretendía que el Congreso declarase a Rusia
“estado agresor”, paso previo a una declaración de guerra. La recaptura de
Jerson, aunque es una victoria publicitaria, ha servido para que Occidente y
las voces que susurran por un final del conflicto enmudezcan.
La visita de
Zelensky a Washington, en el mes de diciembre, no ha obtenido los resultados
esperados para Kiev. EEUU no enviará nuevo armamento moderno a Ucrania. Sólo
apoyará con otros 1.900 millones adicionales y una sola batería de misiles
Patriot que no modificará la marcha de la guerra, claramente favorable a Moscú.
En estos momentos quien dirige la guerra en Ucrania es un general
norteamericano de tres estrellas y unos 300 oficiales que constituyen el
llamado Grupo (SAG-U, Security Assistance Group-Ucraine).
El presidente
ruso hizo el 24 de diciembre un nuevo llamamiento a las negociaciones. La
respuesta era la esperada. La Casa Blanca pretende escalar aún más el
conflicto. Moscú sabe que la guerra a gran escala se acerca y se prepara para
la misma. La movilización de las tropas rusas alcanzará 1.500.000 de efectivos
en cinco años (ahora dispone de cerca de un millón). Se amplía la financiación
(las sanciones económicas contra Rusia fracasan) los analistas europeos que
calculaban el hundimiento de la moneda y una contracción del PIB superior al
20%, han tenido que admitir que la moneda está fuerte, que el PIB caerá un 2,5%
y se anuncia un crecimiento positivo para el 2023.
EEUU presiona a
sus aliados de la OTAN para intervenir utilizando una u otra escusa. Washington
incita a la guerra pero no dudará ni un minuto en dejar solos a sus aliados, si
las cosas van mal, como hizo en Afganistán. Los gobiernos occidentales oyen y
obedecen, varios países europeos comienzan a sondear a sus poblaciones para
reinstaurar el servicio militar obligatorio. Vientos de guerra recorren Europa.
Polonia, que se supone que tiene unos 10.000 soldados en la guerra ucraniana,
no puede ocultar más sus bajas; ya ha enterrado a más de 1.700 soldados (según
cifras oficiales) y tienen necesidad de construir nuevos camposantos para otros
3.000. Varsovia pretende canjear sangre y dinero por los territorios del oeste
de Ucrania con la excusa de ser, en su momento, una “fuerza de paz o de
interposición”. En Bajmut fuerzas de la OTAN se enfrentan con las tropas rusas;
la batalla ha sido definida, incluso por oficiales norteamericanos, como una
“picadora de carne ucraniana”.
La primavera
será otro momento clave. El ejército polaco ha anunciado el inicio, entre el 23
y 27 de marzo, de unas maniobras que tendrán una duración de 5 semanas[1]. Se pretende movilizar a 200.000
reservistas y someterlos a entrenamiento. Hay ya un flujo constante de
ciudadanos polacos que huyen hacia Alemania para evitar la movilización en
ciernes. Las papeletas de citación han comenzado a repartirse. La población no
parece muy proclive a implicarse más en la guerra. La prensa polaca habla de
70.000 hombres que habrían huido hacia Occidente. El 6 de diciembre el
gobierno polaco hacia público una resolución para aumentar el número de tropas
activas. Moldavia podría lanzar un ultimátum a Transnitria, como afirmó Oazu
Nantoi parlamentario del partido gobernante PAS en la tv moldava. Este político
afirmó que las autoridades moldavas, la OTAN y las fuerzas ucranianas podrían
llevar a cabo una operación militar en el territorio de Transnistria para
desmilitarizar esta región. Además, la situación en los Balcanes entre Kosovo y
Serbia está a punto de estallar. En paralelo las maniobras militares conjuntas
de Bielorrusia y Moscú y la transferencia de tropas rusas hacia la frontera
ucraniana preparan nuevos escenarios. Minsk ha renunciado al tratado que
obligaba a separar, unos 80 Km, las fuerzas militares de la frontera,
Bielorrusia es para Moscú una zona clave y de vital importancia. Polonia ha
fijado como objetivo el enclave ruso de Kaliningrado que forma parte de Rusia.
Finlandia y los países Bálticos pretenden integrarse en la OTAN. Rusia moverá
sus tropas hacia la frontera de esos países. Los acuerdos suscritos para
separar los ejércitos, con una zona de amortiguación de 1.500 km, quedarán
invalidados. El Ministro de Defensa ruso ya ha anunciado la creación de nuevas
divisiones que protegerían el enclave de Carelia y la salida al golfo de
Finlandia y Mar Báltico.
Asistimos a una
nueva guerra industrial donde lo determinante es la producción masiva de armas
de todo tipo. Mientras Rusia parece no tener problemas de suministros, a pesar
del gasto de entre 40 y 50.000 proyectiles diarios, EEUU sólo produce unos
150.000 al mes del mismo tipo. Es tal la falta de proyectiles que Washington ha
tenido que comprar 150.000 proyectiles a Corea del Sur y prolongar los
contratos de misiles antiaéreos ya firmados con Taiwán para enviarlos a
Ucrania. Norteamérica tiene problemas para reponer sus sistemas antiaéreos en
el campo de batalla. Los ejércitos europeos sólo son eficaces sobre el papel y
la propaganda. Alemania, Francia, Reino Unido ha proporcionado armamento muy
defectuoso a Kiev. El fracaso de la industria armamentística alemana es evidente
La corrupción del ejército ucraniano es enorme. España, que anunció el envío de
blindados Leopard, no lo hará porque necesita el permiso de Alemania. Al
no poder ofrecer ese material se limita a entrenar a grupos de soldados
ucranianos. Aunque la Ministra de Defensa sí ha conseguido unos 1.300 millones
adicionales para rearmar al ejército. Militarmente la UE cuenta poco en esta
guerra. EEUU le tiene reservada la faena de financiación del conflicto y el
pago de la reconstrucción si llega a darse. La base productiva de Occidente ha
sido puesta a prueba y muestra enormes carencias.
Mientras
Occidente vacía sus arsenales, Moscú se ha lanzado a robustecer su industria
militar. Rusia pone en marcha su industria militar que hasta ahora había
producido muy por debajo de sus capacidades. Se han impuesto tres turnos de
trabajo y jornadas laborales de seis días en sus fábricas de armamento.
Aparentemente nutre sin problemas las necesidades del frente. Se están creando
de forma acelerada las estructuras económicas que permitirían, si fuera
necesario, la militarización total de la economía.
En el ejército
ucraniano se comienza a tener una aguda necesidad de combatientes. Han sido
movilizados hombres de más de 60 años y adolescentes de 14. Unas 60.000 mujeres
han sido llamadas a filas y seis mil están en primera línea y no solamente como
fuerzas auxiliares. El ejército ucraniano se está desangrando. La tasa de bajas
en la batalla de Bajmut es insostenible. Al parecer Zelensky está rebañando el
plato de la movilización ciudadana y ha tenido que cerrar fronteras con sus
vecinos para evitar deserciones. El soborno para escapar del país ha doblado su
precio pasando de 5.000 o 10.000€. Miles de familias ucranianas esperan
angustiadas noticias del frente que no llegan. Recoger los restos de los
soldados muertos cuesta 300 grivnas
En un desliz la
presidenta de la comisión Europea Úrsula von der Layen afirmaba que Ucraniana
tenía más de 100.000 muertos a los que se le deberían sumar 3 o 4 heridos por
fallecido. La tasa de bajas es, según estos datos, realmente
espeluznante. Los milicianos del Dombass que combaten contra las fuerzas
ucranianas[2] califican
a sus enemigos como “soldados de un día”: es el tiempo medio en que tardan en
convertirse en bajas cuando alcanzan la línea de fuego. El uso masivo, para
mantener la moral en el ejército ucraniano, de los psicoestimulantes y en
especial el captagon, ampliamente proporcionado al ISIS sirio por las agencias
militares occidentales, está haciendo acto de presencia en las filas del
ejército ucraniano.
Rusia ha
conquistado una extensión equivalente a cinco veces la extensión de partida el
24 de febrero. El Mar de Azov ha vuelto a ser ruso. Ha construido un enlace por
tierra entre Rusia y la zona de Crimea. Controla las zonas económicamente más
interesantes de Ucrania… mientras, la sangría del ejército ucraniano parece
imparable. Pero Occidente no quiere oír ningún llamamiento a la paz. Biden y la
UE consideran que no han muerto suficientes ucranianos. La guerra cobrará
impulso incluso durante el invierno que se avecina. En condiciones normales la
segunda/tercera semana de enero se congelará el terreno permitiendo el
movimiento de las unidades blindadas. Mientras, la destrucción de las
infraestructuras energéticas puede provocar, si se cumplen los pronósticos,
otra enorme oleada de refugiados ucranianos. Hasta ahora habían huido hacia el
este más de 2,5 millones de personas. Otros 2 millones lo hicieron hacia Rusia,
cuando se intensificó el bombardeo de la artillería ucraniana contra los
civiles. España alberga a más de 150.000 refugiados según cifras oficiales. El
sobrecoste para la UE para mantener a los refugiados y sólo hasta el mes de diciembre
se acerca a los 30.000 millones de euros. Por otra parte los 27 países de
la OTAN llevan gastados 97 mil millones de dólares en suministros de armas que
todos saben que no se recuperarán y se contabilizarán como déficit público.
La guerra
ucraniana ha dejado de ser local y ha alcanzado todos los niveles. La lucha
entre potencias con fuerzas interpuestas se libra en múltiples escenarios en
forma de pequeños conflictos o amenazadas larvadas; desde el Sahel africano,
pasando por Medio Oriente, Asia, el Ártico hasta el espacio donde más de 500
satélites de doble uso militar y de comunicaciones vigilan los movimientos de
cada ejército. Rusia no puede perder porque de hacerlo desaparecería como
estado; antes utilizará todos los medios a su alcance. Las imágenes de los
terroríficos misiles Sarmat hielan la sangre. Solo uno puede devastar una
superficie tan grande como Francia y estarán operativos (al menos una
treintena) en 2023. La producción en masa de estas armas así como los “Zircón”,
también con capacidad nuclear, se ha iniciado. Todo ello debería servir de
reflexión a los dirigentes europeos. Por su parte la OTAN no quiere perder
porque sería el fin de la presidencia de un Biden que pretende presentarse a la
reelección y cuestionaría el papel de la Organización.
Ha sido la ex
canciller Merkel, posteriormente el ex presidente Poroshenko, finalmente el ex
presidente François Hollande quienes han confirmado que Europa Occidental y
EEUU no querían la paz en la zona. Merkel reconoció que los acuerdos de Minsk de
2014 sólo fueron una añagaza para ganar tiempo, rearmar al ejército ucraniano y
preparar la actual guerra: “Los acuerdos de Minsk de 2014 fueron
un intento de darle tiempo a Ucrania. Ucrania utilizó ese período para volverse
más fuerte, como se ve hoy. El país de 2014/15 no era el país de hoy. Y dudo
que la OTAN pudiera haber hecho mucho para ayudar a Ucrania, como hace hoy»..
dijo en unas declaraciones públicas. El presidente francés en unas
declaraciones al diario Kyiv Post subrayaba: “Sí, Angela
Merkel tenía razón en eso. Desde 2014, Ucrania ha
fortalecido su potencial militar, se ha vuelto completamente
diferente de lo que era en 2014. Se ha vuelto mejor entrenada y
equipada. El mérito de los acuerdos de Minsk es que brindaron tal
oportunidad al ejército ucraniano”.
Cada día que
pasa queda más claro que Rusia, a pesar de lo que pretende la propaganda, no
fue la fuente del problema. Putin, un neoliberal en muchos aspectos, cometió un
error de apreciación. Consideró que la dependencia energética de Alemania y la
UE respecto al gas y el petróleo ruso era condición suficiente para encontrar
puntos de acuerdo con la UE. Se olvidó de la cobardía de los dirigentes
europeos y su profunda fobia anti-rusa. Sirvan de botón de muestra las últimas
declaraciones del canciller alemán Scholz, que son incalificables: «Una
vez toda Europa se unió para repeler a los nazis. Los rusos son sus herederos
directos. La historia se repite, nuevamente trajeron la guerra a nuestra
tierra. Nuestra fuerza está en la unidad, ya no hay alemanes, franceses o
italianos. Ante una amenaza, somos un pueblo, un país. Derrotamos al nazismo
entonces, ganaremos ahora”.
Estados Unidos
sigue perseverando en sus objetivos: debilitar a Rusia, utilizar al régimen de
Ucrania como trampolín y presionar a la UE hundiéndola económicamente. La
guerra OTAN/RUSIA que se libra en territorio ucraniano es la continuación de la
guerra fría. Los cuatro grandes grupos de poder en EEUU, el conglomerado
militar, el energético, el financiero y la oligarquía digital pretenden
destruir a Rusia apoderándose de sus recursos. Es por ello que la victoria es
vital para Rusia. Si el conflicto saliera de los límites de Ucrania, como
pretenden algunas voces en el Pentágono o Londres, rápidamente escalaria.
Las fuerzas
progresistas que ayudaron a levantar el movimiento por la paz y contra la OTAN
en la guerra de Irak están desaparecidas. Del PSOE nada podemos esperar que no
sea marcar el paso que dicte Biden. Los sindicatos mayoritarios han callado
dócilmente cuando los sindicatos ucranianos , algunos en la clandestinidad, han
pedido ayuda porque se han prohibido los convenios colectivos y se ilegalizan
fuerzas sindicales. Los partidos de la izquierda institucional de nuestro país
(PSOE, UP, Bildu, ERC…) han asumido completamente el discurso dominante.
Personajes como la alcaldesa de Barcelona apoyando al alcalde de Kiev (cercano
políticamente a los grupos neo-fascistas) deberían verse como aldabonazos en la
conciencia colectiva de la izquierda. Otros políticos mediáticos, como Yolanda
Díaz, buscan su “legitimidad institucional” apoyando el envío de armas letales
al régimen ucraniano. Para nada tienen en cuenta que es un régimen dictatorial
donde el Partido Socialista Ucraniano, por ejemplo, está ilegalizado, donde los
convenios laborales han sido abolidos (las relaciones laborales alcanzan
niveles de esclavitud), donde se detiene y se asesina a militantes comunistas o
de partidos democráticos y se persigue a sacerdotes ortodoxos. Todo esto
nos debería hacer reflexionar sobre la deriva de una izquierda española
permanentemente atenta a la encuesta electoral y ajena a esta guerra que puede
escalar en cualquier momento. Unas fuerzas progresistas que, perdidas en sus
devaneos palaciegos, únicamente sueñan con no perder, ni el escaño ni sobre
todo los privilegios de los que disfrutan.
Notas:
[1] https://pnz.ru/svo/polsha-opredelilas-s-datoj-zahvata-zapadnoj-ukrainy/?utm_source=smi2#teaserType=middleNews&teaserId=12802049&columnType=middleNews&screenKey=primaryColumnScreen
[2] Son las que han soportado más bajas a diferencia de lo que dice la
propaganda Occidental.
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