Haga
del cuestionamiento un antídoto contra la alienación, recomienda Frei Betto. Y
define valores y actitudes que nunca debieron abandonar los territorios de la
izquierda. O sea: menos palabrería y más estar con los de abajo.
Diez consejos navideños y de
fin de año para los militantes de Izquierda
El Viejo Topo
2 enero, 2023
Yo diría que
militantes de Izquierda, somos todos aquellos que sin llamarnos
izquierdistas creemos en el proyecto de un mundo mejor, de solidaridad con los
oprimidos, y de lucha por la imposición de la justicia social.
Verifique periódicamente si usted es
de Izquierda.
Adopte el
criterio de Norberto Bobbio: para la derecha la desigualdad social es tan
natural como la diferencia entre el día y la noche. La Izquierda, en
cambio, la considera una aberración que debe ser erradicada.
Atención: Usted
puede estar contaminado por el virus socialdemócrata cuyos principales síntomas
son usar métodos de derecha para obtener conquistas de Izquierda y,
en caso de conflicto, agraviar a los pequeños para no quedar mal con los
grandes.
La cabeza piensa donde pisan los pies.
No se puede ser
de Izquierda sin «ensuciarse» los zapatos donde el pueblo vive,
sufre, se alegra y celebra sus creencias y sus victorias. Teoría sin práctica
es hacerle el juego a la derecha.
No se avergüence de creer en el socialismo.
El escándalo de
la Inquisición no hizo que los cristianos abandonaran los valores y propuestas
del Evangelio. Igualmente, el fracaso del socialismo en Europa del Este no debe
inducir a descartar el socialismo del horizonte de la historia humana.
El capitalismo,
vigente hace 200 años, ha sido un fracaso para la mayoría de la población del
mundo. Hoy día somos 6 mil millones de habitantes. Según el Banco
Mundial, 2.800 millones sobreviven con menos de 2 dólares al día; y 1.200
millones con menos de 1 dólar diario. La globalización de la miseria no es
todavía mayor gracias al socialismo chino que –a pesar de sus errores– asegura
alimentación, salud y educación a 1.200 millones de personas.
Sea crítico sin perder la autocrítica.
Muchos
militantes de Izquierda cambian de lado cuando pierden la perspectiva.
Desplazados del poder se vuelven amargos y acusan a sus compañeros(as) de
errores y vacilaciones. Como dijo Jesús, ven la paja en el ojo ajeno y no la
viga en el propio. No se esfuerzan por mejorar las cosas. Se convierten en
meros espectadores y jueces y, al poco tiempo, son cooptados por el sistema.
Autocrítica es
no solamente admitir los propios errores. Es aceptar la crítica de los(as)
compañeros(as).
Conozca la diferencia entre militante y «militonto».
«Militonto» es
aquél que se jacta de estar en todo, de participar en todos los eventos y
movimientos, de actuar en todos los frentes. Su lenguaje está repleto de
lugares comunes y consignas y los efectos de su accionar son superficiales.
El militante
profundiza sus vínculos con el pueblo, estudia, piensa, medita, se cualifica en
una determinada forma y área de actuación o actividad, valoriza los vínculos
orgánicos y los proyectos comunitarios.
Sea riguroso en la ética de la militancia.
La Izquierda actúa
por principios. La derecha, por intereses. Un militante
de Izquierda puede perder todo –la libertad, el empleo, la vida–
menos la moral. Al desmoralizarse, desmoraliza la causa que defiende y encarna.
Presta un inestimable servicio a la derecha.
Hay
sinvergüenzas disfrazados de militantes de Izquierda. Se trata de sujetos
que piensan, en primer lugar, en su ascenso al poder. En nombre de una causa
colectiva, buscan primero su interés personal.
El verdadero
militante –como Jesús, Gandhi, el Che Guevara– es un servidor, dispuesto a dar
la propia vida para que otros vivan. No se siente humillado por no estar en el
poder, ni orgulloso de su posición. Él no se confunde con la función que
cumple.
Aliméntese con la tradición de Izquierda.
La oración es
necesaria para cultivar la fe, el cariño para nutrir el amor de pareja, «volver
a las fuentes» es necesario para mantener el ardor de la mística de la
militancia. Conozca la historia de la Izquierda, lea (auto) biografías como «El
diario del Che en Bolivia» o novelas como «La madre» de Gorki o «Las uvas de la
ira» de Steinbeck.
Prefiera el riesgo de errar con los pobres a tener la
pretensión de acertar sin ellos.
Convivir con
los pobres no es fácil. Primero, existe la tendencia a idealizarlos. Después se
descubre que entre ellos existen los mismos vicios que hay en otras clases
sociales. No son mejores ni peores que los demás seres humanos. La diferencia
es que son pobres, o sea, personas privadas injusta e involuntariamente de los
bienes esenciales para una vida digna. Por eso estamos del lado de ellos. Por
una cuestión de justicia. Un militante de Izquierda jamás negocia los
derechos de los pobres y sabe aprender de ellos.
Defienda siempre al oprimido aunque aparentemente no
tenga la razón.
Son tantos los
sufrimientos de los pobres del mundo que no se puede esperar de ellos actitudes
que no siempre aparecen en la vida de los que tuvieron una educación refinada.
En todos los sectores de la sociedad hay corruptos y bandidos. La diferencia
consiste en que en la élite, la corrupción se realiza con la protección de la
ley y los bandidos son defendidos mediante mecanismos económicos sofisticados,
que permiten que un especulador lleve a todo un país a la penuria.
La vida es el
mayor don de Dios. La existencia de la pobreza clama al cielo. No espere nunca
ser comprendido por los que permiten la opresión de los pobres.
Haga del cuestionamiento un antídoto contra la
alienación.
Muchas veces
dejamos de luchar para no escuchar el llamado divino que nos exige nuestra
conversión, es decir, un cambio en el rumbo de nuestra vida. Hablamos como
militantes y vivimos como burgueses, acomodados o bien en la agradable posición
de quienes se erigen en jueces de los que luchan.
Fuente: la haine.
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