Declaración
de la Coordinación Estatal Contra la OTAN y las Bases sobre los presupuestos
Generales del Estado para 2023
Con
ocasión de la aprobación en el Congreso de los Presupuestos Generales del
Estado para 2023, la Coordinación Estatal Contra la OTAN y las Bases manifiesta
su más rotunda condena al sesgo belicista de estos, que contienen un incremento
desmesurado en las partidas destinadas a los gastos militares, al tiempo que
desatienden las apremiantes necesidades sociales consecuencia de una crisis
sistémica que se profundiza por momentos.
No
se trata únicamente de que el presupuesto del Ministerio de Defensa aumente
casi un 26%, sino de que se multiplican hasta la extenuación los gastos
militares escondidos en otras partidas, dedicados a los programas especiales de
modernización de armamentos, a la investigación y desarrollo, a las cuotas de
organismos militares multilaterales, a organismos autónomos de Defensa o a las
misiones militares en el exterior.
Si
a todo ello se suman el presupuesto del cuerpo militar de la Guardia Civil y
las pensiones de los militares retirados, el total ascendería a más de 27.000
millones de euros, según los criterios establecidos por la propia OTAN. Esto
supone, de facto, un 2,13% del PIB, más del 2% exigido por la propia OTAN y que
el Presidente Sánchez había prometido alcanzar para 2030.
De
todos estos gastos militares, 7.700 millones de euros son para los programas de
modernización, o sea, compra de nuevas armas. Suponen el 30 % del total de las
inversiones del estado. Se hacen a largo plazo contra créditos del Ministerio
de Industria y hoy suponen una deuda de 25.000 millones de euros.
Pero
lo importante de los gastos militares en los presupuestos no es tanto su
cuantía o su incremento, como la utilidad que se les da. De ninguna manera
están destinados a defender a nuestro país de supuestos enemigos.
Por el contrario, los presupuestos militares se orientan a mantener la
industria militar y unas fuerzas armadas disfuncionales, con enormes lastres y
servidumbres: un ejército que dilapida en nuevas adquisiciones mientras
mantiene una carencia crónica en el mantenimiento de los sistemas, cautivo de
un sistema económico colonizado por el complejo industrial militar de los EEUU
sin apenas cesión de tecnología y que invierte ingentes cantidades en armas que
no funcionan o que están destinadas a guerras ajenas.
Pero
además, unas fuerzas armadas en las que perduran los intereses de una casta
militar celosa de su autonomía, con una ratio de 7 mandos por cada 10 soldados,
que mantiene la herencia ideológica del dictador Franco, en las que sus mandos
consideran que son su patrimonio personal y que hacen recurrentes incursiones
en la vida pública para intentar suplantar la soberanía popular.
Para
todo eso son los presupuestos militares. Se nos pretende convencer de que el
enorme incremento responde a exigencias de la guerra; sin embargo, son
simplemente la expresión del juego de intereses, que se aprovecha de la excusa
de una guerra promovida por la autodenominada “comunidad internacional” para
medrar en su inagotable apetito.
Y
como es habitual en los presupuestos presentados por los sucesivos gobiernos,
el gasto real viene a ser más del doble de lo consignado al Ministerio de
Defensa, en un ejercicio de engaño que va dirigido exclusivamente al pueblo
español y no a la OTAN. Todo ello, inscrito en la farsa que supone la política
exterior y de seguridad en un acuerdo parlamentario sin fisuras, en el único
ámbito en el que todas las fuerzas políticas coinciden, obedientes al mandato
del imperio yanqui, sin que se haya oído ni una voz discordante.
Las
fuerzas del progresismo liberal, nuevamente, utilizan su posición de gobierno
para adelantar la agenda imperialista, adoptando medidas que las propias
derechas no se atreverían a tomar en las mismas circunstancias. Le llaman
política de estado y se basa en la profundización de la dependencia y el
sometimiento a los intereses de los EEUU y de los capitales vinculados a ellos,
reforzados con un papel activo en la guerra en Ucrania. Todo ello, con
desprecio de las genuinas necesidades populares, siguiendo las directrices
emanadas de la Cumbre de la OTAN y de su Asamblea Parlamentaria, ambas
celebradas en Madrid, que ha llegado esta última al extremo de declarar a Rusia
como “estado terrorista”.
La
práctica totalidad de las fuerzas parlamentarias han apoyado los presupuestos
de guerra, mostrando así su disposición a continuar con la política de
confrontación con la Federación Rusa exigida por los EEUU, en lugar de avanzar
en una política exterior soberana de convivencia pacífica con otros pueblos y
estados del mundo.
La
paz es el resultado de la correlación de fuerzas: la presión del occidente
colectivo contra la Federación Rusa, la única fuerza hoy en día con capacidad
de confrontarla en su propio terreno, solo será neutralizada y alcanzada la paz
cuando la Federación Rusa haya alcanzado sus objetivos militares de derrota del
nazismo y la eliminación de la amenaza de la OTAN sobre su territorio.
Consideramos
que la derrota de Rusia por la OTAN significaría el final temporal de toda
resistencia a su estrategia expansionista y de saqueo de otros pueblos y
naciones, así como la generalización de un régimen totalitario, de exclusión y
superexplotación de las poblaciones al interior de los países aliados, que no
podemos consentir de ningún modo.
28 de noviembre de 2022
Coordinación Estatal
Contra la OTAN y las Bases
FUENTE: unidadylucha.es
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