Los aliados de la OTAN se debilitan
DIARIO
OCTUBRE / agosto 10, 2022
Los planes de militarización global auspiciados por la OTAN y los de prolongar la guerra en Ucrania se ven interferidos por crisis políticas en varios países europeos
Alberto Acevedo.— A la sofocante ola de calor y de incendios que
soportan el viejo continente y buena parte de los Estados Unidos y Canadá con
un elevado costo en daños materiales, vidas humanas y destrucción de
ecosistemas, se suma una ola de inestabilidad política debido a un
entrecruzamiento de factores diversos, que curiosamente afectan a los
principales socios de la OTAN y debilitan el frente anti ruso, alentado por el
Pentágono en su desesperado esfuerzo por soportar en sus hombros al ya
debilitado presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski y su corrupto régimen
neofascista.
Las
expresiones de crisis económica, política y social, emergen como agua que se
escapa entre los dedos. La más reciente es la que vive Italia, con la renuncia
del primer ministro Mario Draghi, después de que se rompió la coalición de
gobierno que lo soportaba, el parlamento le negó un voto de confianza, y el
mandatario se vio obligado a abandonar el cargo, mientras el presidente Sergio
Mattarella se veía impelido a disolver el parlamento y convocar elecciones
anticipadas.
Italia
es la tercera economía de Europa y uno de los principales socios de la OTAN.
Draghi había asumido importantes compromisos de asistencia militar al régimen
de Zelenski, y por consiguiente se embarcó en la aventura de las sanciones a
Rusia, presionadas por la Casa Blanca desde Washington.
Cunde la mala racha
Antes
de su renuncia, el primer ministro italiano se había visto obligado a aplazar
una serie de reformas sociales urgentes, para atender diversas crisis que
sacuden el país, como la de la pandemia del covid-19, la inseguridad energética,
y los efectos de la situación en Ucrania. Esta conjunción de factores sume al
país en el caos, en momentos en que Europa se prepara para una recesión sin
precedentes y la llegada del invierno, sin el suministro del gas ruso, una
situación inédita, que va a costar vidas humanas.
Un
destino similar acompaña al primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, que
ha debido presentar su renuncia después de sucesivos escándalos de corrupción.
El mandatario británico, por razones de protocolo, permanece en el cargo hasta
el momento en que su partido, el conservador, se ponga de acuerdo en el nombre
de la persona que habrá de sucederlo.
Una
particularidad de la crisis británica es que, en un ramillete de seis o siete
aspirantes al cargo de primer ministro, absolutamente todos son aún más de
derecha que el mandatario caído en desgracia, y entre las promesas que empiezan
a esbozar figura la rebaja de salarios de los trabajadores del sector público,
a los que califican como una rémora.
Escenario preocupante
Está
el aplazamiento de recortes fiscales, el incremento de las privatizaciones y
una serie de medidas económicas que sin lugar a dudas aumentarán el desempleo.
El
presidente de Francia, Emmanuel Macron, no ha renunciado. Apenas acaba de
iniciar su segundo mandato, después de unas elecciones en las que ganó, sí,
pero con una votación considerablemente menor a la obtenida en su primera
administración.
El
proceso electoral ha dejado un escenario preocupante y peligroso. Un país que
políticamente está dividido en tres bloques: Uno el ganador en los comicios,
que representa al gobierno de Macron, en realidad la minoría política más
grande, de acuerdo a los resultados de las urnas. Un segundo bloque es el de la
extrema derecha, que lidera la parlamentaria Marine Le Pen, con un programa
nacionalista y xenófobo.
Régimen autoritario
La guerra en Ucrania divide a la Unión Europea y crea
contradicciones interimperialistas
Y
un tercer bloque, el de la izquierda, unida en torno a la figura de Jean-Luc
Mélenchon, que se convirtió en la segunda mayoría en las elecciones
legislativas.
En
la idea de relegar a un segundo plano el acumulado electoral de la izquierda,
se produce una complacencia del macronismo con la derecha, que roza en la
complicidad. El ascenso de la extrema derecha marca un cambio de época que, sin
romper con el neoliberalismo, pone de presente la posibilidad de que, entre
ambos, se consolide un nuevo régimen autoritario, que restrinja las libertades
políticas y limite los derechos sociales en pos de austeridades derivadas de la
ortodoxia económica.
Turquía
es uno de los socios más importantes de la OTAN. Pero cada vez le resulta un
socio incómodo a la Alianza Atlántica. El presidente de esa nación Recep Tayyip
Erdogan se opuso al ingreso de Suecia y Finlandia a la OTAN, y terminó
imponiendo a la alianza militar una serie de condiciones que favorecen sus
intereses políticos y su liderazgo en la región.
Piedra en el zapato
Aceptó
finalmente el ingreso de las dos naciones europeas a la alianza militar, pero
se ha apartado de algunas orientaciones atlánticas. Ha dicho, por ejemplo, que
de ninguna manera se sumará a las sanciones contra Rusia por su participación
en el conflicto de Ucrania. Algunos analistas occidentales aseguran que Erdogan
se convierte cada vez más en “una piedra en el zapato” para la administración
Biden en Estados Unidos.
Quedaría
por mencionar a Alemania, el socio más importante de la comunidad europea, no
solo desde el punto de vista económico sino militar. Las noticias que llegan de
ese país no son alentadoras. La recesión en marcha, la crisis de alimentos, la
crisis energética, la de salud derivada de la pandemia, golpean con fuerza a la
primera economía del viejo continente.
Ahora
acaban de declarar una emergencia con miras al invierno que se avecina, pues
Alemania se estremece ante la escasez de gas, por la reducción de suministros
por parte de Rusia, como respuesta a las sanciones impuestas por Occidente.
Segunda humillación militar
El
gran hacedor de la trama de la guerra, el gran titiritero del caos generalizado
que invade a Europa, los Estados Unidos, no se encuentra mejor que sus socios
europeos. En medio del unanimismo de la gran prensa corporativa, que en general
reproduce los folletos de la OTAN en torno a la crisis de Ucrania, resulta
revelador un artículo reciente del rotativo Asia Times, con sede en Hong Kong, uno de los medios más
destacados de ese continente.
Señala
el rotativo que la Casa Blanca se equivocó totalmente al promover la extensión
de la guerra en Ucrania. Ahora Estados Unidos debe afrontar un doble desastre:
una recesión en casa y una segunda humillación militar en menos de un año. Pues
luego de la derrota en Afganistán, ahora sufrirá la humillación de tener que
salir de Ucrania con el rabo entre las patas.
Sin
lugar a dudas, este panorama general debilita en gran medida a los socios de la
OTAN y resiente el boicot a Rusia y los plantes de revertir la situación en
Ucrania en favor de Washington.
FUENTE: semanariovoz.com
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