La derecha está siendo
derrotada
Por Emir
Sader
Rebelion
| 01/07/2022 |
Fuentes: Rebelión [Imagen: Reunión de mandatarios neoliberales (Macri, Duque, Bolsonaro y Piñera), de los que solo sobrevive el brasileño, durante la cumbre de Unasur celebrada en Santiago de Chile en 2019. Créditos: Cubanet]
En este
artículo el autor analiza la situación política en América Latina, dando por
terminado el ciclo neoliberal.
La derecha
latinoamericana ha tenido dos picos en las últimas décadas. En el primero,
implementó dictaduras militares en algunos de los países más importantes del
continente. Cuando se enfrentó abiertamente a la democracia, se mostró
identificada con la represión, la violencia y la exclusión social.
Fue derrotada
con el agotamiento de estos regímenes, seguidos por procesos de transición
democrática. La imagen de la derecha se identificaba con la dictadura y la
ruptura de la democracia.
Se valió de
transiciones truncadas, que sólo restablecieron la democracia liberal, sin
democratizar la sociedad en su conjunto y sin reducir las desigualdades
sociales y regionales, para cambiar la agenda. Introdujo el tema de la
inflación y el desequilibrio de las cuentas públicas como tema central. Y, a
partir de ahí, introducir políticas neoliberales.
La derecha
comenzó a identificarse con el neoliberalismo, con sus políticas de
descalificación del Estado, privatización, desregulación de las economías,
apertura del mercado interno, globalización. Tuvo éxito en la primera década,
cuando las sociedades estaban convencidas de que el principal problema de los
países era la inflación.
Cuando se
superó el pico de la inflación, estos gobiernos se agotaron, porque no
implementaron políticas sociales, no lucharon contra las desigualdades. La
inflación misma volvió, porque sus raíces no habían sido atacadas.
En ese momento,
las derechas latinoamericanos estaban agotadas. Surgieron gobiernos
antineoliberales, que asumieron la lucha contra las desigualdades como objetivo
central. Frente a ellos, la derecha estaba desarmada.
Intentaron
centrar su lucha en combatir la corrupción, además de retomar los ataques al
Estado. Los gobiernos antineoliberales reanudaron el crecimiento económico con
distribución del ingreso, sin aumentar la inflación.
Para retomar el
gobierno, la derecha apeló a un golpe de Estado y a una nueva ruptura de la
democracia en Brasil y Bolivia. Ganó unas elecciones en Argentina, perdiendo
poco después, al demostrar que no tenía otro proyecto que el ya agotado
neoliberalismo.
Vio como los
gobiernos neoliberales eran derrotados en México, Honduras, Chile, Colombia,
además de la perspectiva de su derrota en Brasil. Esto complementa una derrota
global de la derecha prácticamente en todo el continente. Estados Unidos nunca
ha estado tan aislado en América Latina. Solo tiene países menores en el
continente, como Uruguay, Ecuador, Paraguay, como sus aliados.
¿Qué quedará
para la derecha latinoamericana, si se confirma este extenso bloque de
gobiernos de izquierda en todo el continente? Si estos gobiernos logran retomar
el crecimiento económico acompañado de políticas de distribución del ingreso,
sin retorno a la inflación, ¿qué bazas le quedarían a la derecha para presumir?
Además del tema
permanente de la corrupción, vuelve al tema de la inflación -como en el caso
típico de Argentina-, pero en general es neutralizada y derrotada. No hay
políticas sociales en el continente más desigual del mundo. Ya no es capaz de
descalificar al Estado cuando, en la crisis de la pandemia y la guerra en
Ucrania, el Estado fue llamado a implementar medidas urgentes, para combatir la
recesión, para enfrentar el hambre y la miseria.
La gran derrota
en esta tercera década será la derecha latinoamericana, ya sea en su modalidad
de extrema derecha –como en el caso de Brasil- o en la derecha tradicional
–como en los casos de Argentina, Chile, Colombia, México o Bolivia-.
El futuro de
América Latina, por lo tanto, está en manos de la izquierda, de los gobiernos
antineoliberales. Su éxito y la consolidación de la derrota de las derechas
latinoamericanas dependen de su capacidad, integrando gobiernos progresistas,
de fortalecer la democracia en el continente y de implementar políticas no sólo
antineoliberales sino posneoliberales para superar al neoliberalismo.