La
extradición de Assange puede tener lugar mañana, la semana entrante o antes de
las elecciones que en noviembre decidirán qué facción de la extrema derecha
estadunidense se queda con la mayoría del Senado.
Julian Assange: venganza sí, justicia no
El Viejo Topo
18 julio, 2022
Uno. Si la
Divina Providencia o el Destino Manifiesto confirman sus vaticinios, el
periodista australiano Julian Assange (fundador de WikiLeaks) puede
aparecer en cualquier momento en Estados Unidos (EU) después de que Priti
Patel, ministra del Interior de Reino Unido (RU), aprobara su extradición el 17
de junio.
Dos. Queda
confirmado, entonces, que para Londres sólo existe la jurisdicción
universal unilateral de Washington, denunciada en varias ocasiones por
Assange. Porque así funciona la justicia británica (sic): en sentido
opuesto al ingenuo respeto que le merecía al paladín de
los librepensadores George Owell, quien la calificó como rasgo
inglés que trascendía clases e ideologías.
Tres. Falso. En
1998, Augusto Pinochet fue detenido en Londres a pedido del juez Baltasar
Garzón, con el propósito de extraditarlo a España y que fuera juzgado allí por
sus fechorías. En dos ocasiones, la inapelable Cámara de los Lores
(House of Lords), falló a favor de la extradición. Pero en marzo de 2000, tras
ser atendido a cuerpo de rey, el gobierno centro-izquierdista de Tony
Blair inventó una coartada por motivos de salud y el sátrapa regresó
a Chile, donde nunca fue juzgado.
Cuatro.
El caso Assange empezó en abril de 2010, cuando WikiLeaks difundió
el nauseabundo video Asesinato colateral, grabado a bordo de un
helicóptero de artillería en Irak (12 de julio de 2007), y mostrando el
asesinato de 12 civiles en Bagdad, incluyendo dos periodistas de Reuters. Meses
después, WikiLeaks publicó en varios periódicos prestigiosos
más de 70 mil documentos militares secretos de Estados Unidos sobre su guerra
en Afganistán, y en octubre otros 400 mil sobre Irak, revelando 15 mil muertos
civiles más de los calculados por el Pentágono, junto con 250 mil cables
diplomáticos con valoraciones sobre líderes mundiales y secretos acerca de los
programas nucleares y de misiles de Irán.
Cinco. En
agosto de 2010, a pedido de la justicia sueca, Assange fue arrestado en
Londres por la supuesta violación de un par de jóvenes que, finalmente,
retiraron los cargos. Pero en junio de 2012, olfateando la muerte en el aire,
se refugió en la embajada de Ecuador. El presidente Rafael Correa le concedió
asilo y carta de ciudadanía. Siete años más tarde, el gobierno ecuatoriano
cambió y en junio de 2012, a pedido expreso de Washington, el presidente Lenín
Moreno le retiró el asilo y Assange fue capturado.
Seis. Resulta
interesante señalar que cuando Correa concedió el asilo, Estados Unidos ofreció
asilar al periodista ecuatoriano Emilio Palacio (jefe de opinión de El
Universo de Guayaquil), quien había acusado al presidente
de dictador durante el intento de golpe de Estado (septiembre de
2010). Palacio acusó a Correa de cometer “…crímenes de lesa humanidad por haber
ordenado disparar a sus tropas contra un hospital lleno de civiles y gente
inocente”. Una fake a todo pulmón. Palacio no mostró evidencia
de nada, y El Universo recibió el prestigioso premio
Moors Cabot…
Siete. En
Estados Unidos, demócratas y republicanos acusan al periodista australiano de
ser “agente de un Estado protofascista (Rusia, of course), y de
minar la democracia”, según Neera Tanden, directora
del progresista Center for American Progress, así como de haber
cometido 17 presuntos delitos según la ley de espionaje de… 1917. Léase: el
delito de haber abierto una brecha en el muro de silencio político-mediático
del imperio.
Ocho. La
entrega de Assange estaba pactada desde 2017, cuando Donald Trump envió a Paul
Manafort (hoy encarcelado por corrupción) “…para operar un trueque con Lenín
Moreno” (léase retribuciones pecuniarias y acuerdos comerciales). De su lado,
la poderosa Henry Jackson Society, de RU (integrada, entre otros, por la
ultraconservadora Priti Patel), acusa al fundador de WikiLeaks de
“…sembrar dudas sobre la posición moral de los gobiernos democráticos
occidentales con apoyo de regímenes autocráticos” (sic).
Nueve. El
banquero Guillermo Lasso, actual presidente de Ecuador, declaró en junio
pasado: Respetamos el fallo de los tribunales de RU y como país daremos
todas las facilidades que correspondan de acuerdo con aquel fallo. Así las
cosas, la extradición de Assange puede tener lugar mañana, la semana entrante o
antes de las elecciones que en noviembre decidirán qué facción de la extrema
derecha estadunidense se queda con la mayoría del Senado. Trump lo quiere
muerto, y Joe Biden lo calificó de terrorista tecnológico.
Diez. Si tal
fuera el caso (a nuestro entender, sí o sí), Assange se enfrentará a un
simulacro de juicio, con dos sentencias posibles: pena de muerte o 175 años de
prisión. Tal sería la suerte del fundador de WikiLeaks, que en
estos momentos continúa pudriéndose en el penal londinense de Bermash, que
compite con el de Guantánamo en técnicas de tortura y exterminio en cámara
lenta.
Once. Con todo,
la esperanza es lo último que se pierde. No hay que olvidar que Washington
retiró a Nelson Mandela de su lista de terroristas en julio de 2008.
O sea, 14 años después de que el líder de la lucha contra el apartheid y
Nobel de la Paz (1993) ejerciera la presidencia de Sudáfrica (1994-99).
Artículo publicado originalmente en La Jornada.
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