Feijóo necesita resucitar a
ETA
Rebelion / España
Fuentes: Nueva Tribuna|
15/07/2022 |
Las víctimas
del terrorismo son patrimonio de nuestra democracia. No pertenecen a un bando o
a otro, y cualquiera que pretenda reivindicarlas para sus intereses políticos
no sólo está cometiendo una torpeza, sino que está incurriendo en una villanía.
Por desgracia, el PP no es la primera vez que incurre en esa villanía. Ya de
antiguo quebrantó los pactos, escritos y no escritos, en los que había el
consenso de considerar el problema del terrorismo como un asunto de Estado.
Y Feijóo ha
caído en su propia trampa, demostrando que no es el líder de un PP renovado,
sino que incurre en los mismos tics que el más rancio PP, expulsado del
Gobierno mediante una moción de censura por corrupto y por tramposo. Ni viene a
cuento pedir por cuenta propia un minuto de silencio por una víctima de ETA,
que al final suena lo mismo que si hubiera pedido un ave maría. Porque no sólo
está utilizando a una víctima del terrorismo con interés partidista, sino que
la utiliza como arma arrojadiza, cuando a fin de cuentas termina identificando
su oposición al Gobierno con lo que llamó “rebelión cívica contra ETA”.
Y Feijóo
contempló satisfecho -desde el asiento prestado para aparecer no sé si como
líder o como padrino de la oposición- estas maniobras, porque pertenecían a un
plan preconcebido: el de celebrar partidistamente aniversarios de víctimas de ETA (primero
Ortega Lara, después Miguel Ángel Blanco…), tratando de trasladar a la
desesperada un mensaje cargado de impudicia: ellos son la viuda provocada por
ETA.
Feijóo se sale
del devenir histórico de nuestra democracia cuando asume esta táctica “resesa”
(se la escribo en gallego para hacérsela más genuina y significativa): es
decir, revenida, incluso a punto de criar moho. Y lo hace cuando programa
liturgias en ese sentido, amparado por algunas de sus terminales mediáticas,
como la Sexta, sin ir más lejos.
No son errores,
sino la expresión de una voluntad que trata de identificar al Gobierno de
coalición y a sus apoyos con el pasado del terrorismo en España. Una
descalificación malintencionada y sin fundamento, que no tiene más propósito
que buscar votos en la España de fuera de Euskadi. Pretensión que hace agua si
se la contempla desde el punto de vista de la lógica.
En primer
lugar, porque el PP no ha tenido el menor escrúpulo de pactar con Bildu cuantas
veces lo ha necesitado; en segundo lugar, porque ese mismo PP negoció con ETA,
y de manera insólita (Aznar dixit) llegó a calificar a la banda terrorista de
“movimiento de liberación nacional”; en tercer lugar, porque Bildu -aparte de
llevar tiempo participando en la vida democrática de nuestro país, y de estar
presente, y gobernando, en diversos municipios- no ha apoyado ni una sola
propuesta de ley o de decreto-ley del Gobierno que no haya tenido un carácter
claramente democrático. Y, sobre todo, porque la única forma digna y
democrática que existe de recordar a ETA en estos momentos es festejando su
desaparición hace ya más de una década.
Malas artes,
pues, las de Feijóo y su equipo, desde el punto de vista democrático y desde el
punto de vista de la convivencia política en un Estado de Derecho. Que además
demuestran una estrechez de miras a la hora de pensar en la Memoria
Democrática.
Al igual que
las víctimas del terrorismo de ETA son patrimonio de nuestra Democracia, lo son
también las víctimas del franquismo, que es terrorismo fascista. Y también en
ese terreno, Feijóo demuestra mezquindad a la hora de discriminar a estas
víctimas respecto a las víctimas del terrorismo de ETA. Se ve que sigue
dispuesto a que en el PP no entre la democracia de manera plena, y que él mismo
y su partido, siguen manteniendo un vínculo con el pasado de la dictadura, nada
sano para nuestra convivencia política y social. Porque alimentan las dos
fatídicas Españas con las que quiere acabar definitivamente la Ley de Memoria
Democrática.
Alberto Núñez
Feijóo se muestra, pues, cicatero a la hora de cumplir con su promesa de
renovar a un Partido Popular que viene de una negra historia propia, cargada de
corrupciones, de sectarismo y de comportamientos nada ejemplares a la hora de
colaborar con la Justicia. Así no, don Alberto. Así no contribuye usted ni a
dignificar su partido ni a construir democracia y convivencia. Así se hace
usted perfectamente prescindible, y se convierte en un fraude, en la tarea de
seguir construyendo la España de los derechos y libertades que la mayoría de
nuestros ciudadanos exige y necesita.
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