Biden atemorizó a sus pares de América Latina con una
eventual guerra atómica
Rebelion / España
| 13/06/2022 |
Fuentes: CLAE
Entre los objetivos de EE.UU. estaba mostrar al mundo una figura de
autoridad, aunque no puede ocultar las cada vez mayores grietas.
En el último
día de la Cumbre de las Américas, los jefes de Estado presentes en un almuerzo
“de altura”, escucharon de boca del presidente estadounidense Joe
Biden una alerta concreta sobre el escenario global, en el que Washington
no descarta la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial, ante el temor de
que entren en escena las armas nucleares tácticas que tiene Rusia… y también
las estadounidenses.
Más allá de
interpretarlo como una alerta, muchos de los presentes lo asumieron como
un intento de presión (y terrorismo verbal) para alinearlos con las
políticas de la Casa Blanca. Después de la burrata y antes del pollo, té helado
mediante, Biden mencionó el tema al pasar, con la intención de
transmitir a los mandatarios su escepticismo sobre un final cercano para la
guerra en Ucrania: «Conozco mucho a Putin y por eso sé que no puedo esperar
mucho de él», fueron sus palabras,
El discurso
inaugural de Biden estuvo centrado en la agenda de la “democracia en las
Américas” con eje en que el continente debe ser la “región más democrática” del
mundo, relato que le sirve para defender las exclusiones, pero también para
marcar sus diferencias con el proyecto trumpista (y sus seguidores como Jair
Bolsonaro).
Biden contó lo
de la eventual guerra terminal como si compartiera un secreto con sus amigos:
«Tengo información clasificada que no puedo compartir con ustedes, pero el
riesgo de una Tercera Guerra Mundial es muy grande. Y las consecuencias son
inimaginables». Cerca de él sonreía el asesor especial del gobierno de Estados
Unidos, Christopher Dodd (quien estuvo de gira en mayo para presionar
la presencia de los países en la cumbre), una suerte de maestro de
ceremonias en el almuerzo.
Uno de los que
habló, fue el presidente argentino Alberto Fernández, quien había ofrecido un
duro discurso en nombre de la Comunidad de Naciones Latinoamericanas y
Caribeñas (Celac), quien le dejó en claro al casi octogenario mandatario
estadounidense que la guerra está causando sufrimiento en el resto de América,
y por eso los países del hemisferio sur tienen que ser parte de la discusión.
«En el
norte se pelean y en el sur pasamos hambre. Los países del sur tenemos que
estar involucrados», dijo (según reporta el diario prooficialista argentino
Página12). Y señaló que América Latina juega un papel central en este
escenario, siendo el mayor productor de proteínas y el que cuenta con la
energía que el mundo va a demandar.
Biden se jugaba
dos partidas simultáneas: el alineamiento del “patio trasero” y detener la
sangría de votos que pone en entredicho la posibilidad de conservar en
noviembre la mayoría parlamentaria demócrata. Para Biden y sus asesores, la
participación de Venezuela y Cuba, en particular, podría tener efectos adversos
por parte del electorado más conservador en las elecciones intermedias. La
exclusión de estos dos países y Nicaragua fue repudiada por la gran mayoría de
los países de la región.
Asesores de
presidente participantes en la cumbre calificaron como “un discurso cínico, el
de Biden”, cabeza de un régimen que poco tienen que ver con la democracia, que
estuvo detrás del golpe institucional en Brasil, el cívico militar en Bolivia,
los intentos golpistas en Venezuela, el apoyo al genocidio en Colombia para
garantizar la coca para su mercado, y que apoya a toda una serie de dictaduras
alrededor del mundo.
La propuesta de
Biden no estuvo acompañada, sin embargo, por una autocrítica sobre las
sanciones a países soberanos, ni sobre las reglas de juego económicas y
financieras impuestas por los grupos concentrados, las multinacionales y sus
socios locales, las elites latinoamericanas y caribeñas, siempre socorridas por
las delegaciones diplomáticas estadunidenses repartidas en la región.
Uno de los
problemas mayores para entablar un diálogo es el desconocimiento que tienen los
funcionarios estadounidenses de la historia y de la realidad latinoamericana y caribeña.
Unos creen que todo al sur del Río Bravo es México o la Amazonia; otros que el
Caribe se divide entre islas para hacer turismo, el “peligro comunista” de Cuba
y quizá Haití… Y poco les interesa ese desconocimiento: no saben ni les
interesa, explicaba un alto funcionario ecuatoriano en Washington
¿Seducir a Bolsonaro?
El encuentro
entre el presidente brasileño, Jair Bolsonaro y el estadounidense Joe Biden no
puede entenderse fuera del contexto de la organización de la Cumbre de las
Américas en Los Ángeles y el temor de realizar una Cumbre vacía, ante la
amenaza de faltazos de los presidentes de los países más grandes de América:
México y Brasil.
Lo que queda en
claro es que a Estados Unidos le resulta cada vez más difícil alinear a socios
y aliados tradicionales detrás de su retórica belicista en la guerra de
Ucrania. En América Latina, no logró obtener el apoyo de los países más
grandes, Brasil y México, sin los cuales es evidente ante el mundo la
percepción global de mayores dificultades de su control sobre la región.
La ausencia del
presidente brasileño Jair Bolsonaro hubiera significado un gran revés para
Biden, tras la deserción activa del mexicano Andrés Manuel López Obrador. Si
bien Biden le hizo exigencias al presidente brasileño, centrándose en las
elecciones y la Amazonía, las moderó en tono diplomático, para evitar que el
ultraderechista brasileño se sumara al bloque de países ausentes-
Su ausencia
hubiera terminado por sellar el fracaso de la Cumbre, dejando más en evidencia
el declive de la hegemonía estadounidense, que logró en la cumbre que solo 20
de los países signara la declaración final. Y Biden se vio obligado a
conceder un encuentro personal con Bolsonaro, por primera vez desde
2020, tratando de no tensar aún más las relaciones con el ejército brasileño,
actor clave no sólo en la seguridad impulsada por Washington en la región, como
en el apoyo al mandatario ultramontano.
Para Bolsonaro,
por su parte, el encuentro con Biden no fue menor, ya que es uno de los
presidentes “paria”, de los más aislados a nivel internacional, máxime cuando
simultáneamente se conoció la desaparición del periodista británico, Dom
Phillips, y del indigenista Bruno Pereira, en la Amazonía. Moraleja: Bolsonaro
no escatimó elogios para Biden, como ante lo hiciera con Donald Trump.
Bolsonaro
calificó el encuentro como «excepcional, mucho mejor de lo que esperaba» y ante
una CNN presurosa por entrevistarlo, se declaró “asombrado” con Biden, y
también dijo que su relación con Trump era cosa del pasado.
Y también se
abstuvo de continuar su cantinela sobre el fantasma del fraude electoral de
cara a unas elecciones en octubre que se le presentan por demás difíciles. En
Los Ängeles señaló_ “Estoy seguro de que se llevará a cabo en este espíritu
democrático. Llegué por la democracia y estoy seguro que cuando deje el
gobierno también será de forma democrática”. En la Cumbre no se animó a repetir
que sólo dejaría la silla presidencial preso o muerto.
Sobre la agenda
climática, Biden transmitió el mensaje de que quiere que Brasil acepte más
abiertamente la injerencia estadounidense e incluso elogió sorpresivamente el
“buen trabajo” de Brasil para defender la Amazonía. Este probablemente debe
haber sido uno de los temas previamente acordados entre EE.UU. y Brasil, un
intercambio de favores impuesto, en el que cada parte busca sacar provecho del
encuentro.
Entre los
objetivos de EE.UU. estaba mostrar al mundo una figura de autoridad, aunque no
puede ocultar las cada vez mayores grietas. Biden busca establecer puentes con
Bolsonaro en un marco en el que el espresidente Lula da Silva tampoco está en
alineamiento con su política e incluso lo ha criticado. No hay un alineamiento
automático entre Lula y Biden.
Existen
diferencias importantes, como la guerra en Ucrania, en la que Lula culpa no
solo a Putin sino también a Zelensky del conflicto. Por parte del Partido
Demócrata existen diferencias sustanciales con Bolsonaro, principalmente porque
dirige el país más grande de América Latina y que hasta no hace mucho elogió a
Trump.
Los analistas
brasileños señalan que las declaraciones del actual presidente brasileño expresan
una disciplina que la Casa Blanca logra imponer y un servilismo que Bolsonaro
sabe que es difícil de desafiar. Biden se presenta como un «demócrata», busca
imponer límites a las aventuras de tipo trumpista por parte de Bolsonaro,
aprovechando una mayor subordinación de su parte, y al mismo tiempo se ubica en
mejores condiciones de negociar con la fórmula Lula-Alckmin.
*Sociólogo, Codirector del Observatorio en Comunicación
y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis
Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
No hay comentarios:
Publicar un comentario