Las
derechas europeas vuelven a ensayar sus ejercicios aeróbicos preferidos, los
neonazis pescan en río revuelto, y las izquierdas, entumecidas, se aferran a
los maderos flotantes del navío que transportaba el contrato social de Rousseau.
Ucrania: neonazismo y
rusofobia
El Viejo Topo
13 junio, 2022
Uno. Densa
historia política de Europa y sus inescrutables conflictos de identidad
nacional. Dígale español a un vasco, y verá lo que pasa.
Dígale inglés a un escocés, y verá lo que pasa. Y mientras esperamos
que en Ucrania nórdicos y eslavos terminen su guerra con
besos, veremos que Hitler fue algo más que un accidente en el alambicado
cacumen europeo. Y después dicen que en América Latina
somos nacionalistas. ¡Já!
Dos. Los
partidos alemanes acaban de acordar la creación de un fondo especial de… ¡100
mil millones de dólares! Para gastos de Defensa, claro. Annalena Baerbock
(verde que te quiero verde y ministra del Exterior
del socialdemócrata Olaf Scholz), declaró: Es un buen compromiso
con el que nos aseguramos que la OTAN pueda confiar en
nosotros (agencias). Como si la OTAN, corazón, no se hubiera acostado día
tras día desde 1945, haciendo de tu culto y racional país, un
protectorado de Washington (con o sin muro).
Tres. Las
derechas europeas vuelven a ensayar sus ejercicios aeróbicos preferidos:
marchar a paso redoblado. Aunque no de ganso… por ahora. En tanto, los
neonazis pescan en río revuelto, y las izquierdas, entumecidas, se aferran a
los maderos flotantes del navío que transportaba el contrato social de
Jean Jacques Roussseau.
Cuatro. En
comparación con los locos años 20, el cuadro muestra peligrosas
semejanzas, antes que diferencias. Con el añadido de la loquísima paradoja en
curso: si entonces Rusia era socialista, acontece que hoy, cuando es
capitalista, el casus belli permanece inalterable: la
rusofobia.
Cinco.
Rusofobia: legendaria obsesión de la Mitteleuropa que el abuelo de
los Bush (Prescott Bush, 1895-1972), destacado activista del movimiento
eugenésico, retomó el día que los bolcheviques acabaron con la dinastía Romanov
(1613-1917). Y en el decenio de 1930, junto con otros de la casta divina (Rockefeller,
Ford, Krupp, Thyseen), contribuyó a financiar el rearme alemán (expresamente
prohibido en el Tratado de Versalles), a través de la Union Banking
Corporation, controlada por Averrel Harriman (1891-1986), hijo de Edward, el
magnate de los ferrocarriles gringos.
Seis. ¿Que el
sicoanálisis puede auscultar la rusofobia? Ignórolo. A los iniciados, sugiero
consultar al inglés Arnold Toynbee, autor de un monumental Estudio de
la historia, donde plantea que desde la época del zar Pedro I, El
Grande, todos los imperios intentaron apoderarse de los ingentes recursos
naturales de Rusia (Edades heroicas: relaciones entre civilizaciones y espacio,
tomo VIII, 1954). Y a los no iniciados, recordar las palabras de Victoria
Nuland: A la mierda la Unión Europea (UE).
Siete.
Representante de su país en la OTAN (2005-08), espada de Hillary Clinton y
asesora del secretario de Estado Antony Blinken, la sionista Nuland fue enviada
especial en Ucrania, representando al Departamento de Estado. Y manifestó lo
dicho mientras discutía la estrategia a seguir para
la transición (leáse golpe de Estado), con el embajador de Washington
en Kiev (agencias 7/2/14). Junto con la CIA, Nuland promovió la creación del
temible batallón neonazi Azov. Y en casa, intercambiaba las novedades del
exótico país eslavo con su esposo, el ultraconservador belicista Robert Kagan.
Ocho. Con o sin
los Romanov, con o sin Lenin y Stalin, europeos y anglosajones supremacistas le
endosan a Vladimir Putin: y tú también. Sin embargo (y fuera de si Suecia
ingresará a la OTAN), el dicho hacerse el sueco cierra con los
dirigentes de la UE: Hay tres cosas que recordar: reclamar todo, no
explicar nada y negarlo todo (Prescott Bush).
Nueve. A la
vuelta de la historia, parecería que el galimatías del filósofo filonazi Martin
Heidegger guarda algo de razón: La lógica profunda de la historia
occidental es el nihilismo, que empieza con Platón y se consuma en la esencia
de la técnica moderna, es decir, en la decadencia contemporánea (Franco
Volpi, Sobre Heidegeer: cinco voces judías, Ed. Manantial, Buenos
Aires, 2008, p. 13).
Diez. La obra
de Toynbee (sí, ya sé que no era marxista), cayó en desgracia entre los
historiadores del mainstream. Le reprochaban que su reconocimiento
a los mitos, alegorías y religiones de los pueblos, subestimaba los datos
reales. Asuntos que para asombro de los izquierdistas del mundo entero, fueron
seriamente debatidos en la primera reunión de los países no
alineados (Bandung, 1955).
Once. La guerra
de Ucrania y el nuevo rearme alemán, enviaron al cajón de sastre las grandes
ideas de liberales, conservadores, socialistas, democristianos,
socialdemócratas, eurocomunistas, ecologistas, neomarxistas, etnomarxistas,
posmarxistas, et al. Algunos continúan dando batalla. Pero
obligados, como en el decenio de 1920, a forjar alianzas y coaliciones con las
extremas derechas.
Doce. Aguas con
el futuro. Junto con el virus del mono, el alza exponencial en el precio de los
alimentos viene en camino. No se preocupe: habrá nuevas aplicaciones.
Artículo publicado originalmente en La Jornada.
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