OCCIDENTE POR NO PERDER SU
HEGEMONIA
Alberto Cruz
Sociología
Crítica
23.03.2022
La guerra en
Ucrania no es formalmente una guerra porque ni Rusia ha declarado la guerra a
Ucrania ni este país a Rusia. Esta es la razón por la que la ONU no utiliza esa
palabra y sí «conflicto». Por esto mismo, los países occidentales que están
ayudando con armas y «voluntarios» a Ucrania no se convierten en cobeligerantes
de derecho, aunque lo sean de hecho. Esto tiene una explicación larga y prolija
según el derecho internacional en la que no hay que entrar ahora.
Sí hay que
entrar en la esquizofrénica forma en la que Occidente se enfrenta a esta
situación que revierte en su cara porque, en sentido estricto, asistimos a lo
mismo que ha venido haciendo Occidente: Rusia está aplicando su «momento Irak»
o su momento «responsabilidad de proteger». ¿Cuántas veces hemos oído decir a
Occidente, especialmente a EEUU (o Israel) eso de «tenemos todo el derecho a
tomar medidas para salvaguardar nuestra seguridad?». O eso de «tenemos todo el
derecho a proteger a la población con una intervención humanitaria?». Lo
primero se dijo en Irak, Afganistán, Gaza… Lo segundo, en Yugoslavia, Somalia,
Serbia, Libia, Siria, Kosovo… Sobre todo, en Kosovo, que es el precedente que
Occidente (EEUU y la UE) quisiesen borrar de la historia y por eso siempre
dijeron que era «único». Pues no, no lo es mal que les pese. En el caso de la
negativa a que Ucrania se incorpore a la OTAN, se desmilitarice y se
«desnazifique», los argumentos de Rusia, es evidente que prevé su seguridad. En
el caso de proteger a la población del Donbás, lo mismo.
Quiérase o no,
y aunque sea en sí misma una violación del derecho internacional, Rusia está
aplicando la misma receta que hemos visto antes. Lo que lo hace diferente es
que antes era a mayor gloria de Occidente, para consolidar su hegemonía, y ahora
es en detrimento de Occidente, para consolidar su decadencia.
Esto es a lo
que estamos asistiendo, a la pérdida de la hegemonía occidental en todos los
aspectos. Ucrania es solo un eslabón en esa lucha agónica por parte de
Occidente de no perder su hegemonía. Estábamos entrando en una nueva era de
forma evidente, pero Rusia nos ha metido del todo de un empujón. Nos fijamos en
la guerra, en los tiros, pero esa no es la guerra importante.
Y como el
empujón es definitivo, Occidente solo tiene una respuesta, que no es militar
porque está en inferioridad de condiciones. Rusia es superior militarmente a
todo Occidente, junto (OTAN) o separado. Y lo es no en cantidad de soldados,
aviones o barcos, sino en calidad: las armas hipersónicas. Y lo saben. Por eso Occidente
ha utilizado la única arma que le queda: la económica (1). Se está atacando a
una economía del G-20 y es un precedente, que los chinos están mirando con
detenimiento, de lo que está dispuesto a hacer para no perder su hegemonía.
Solo con las
sanciones Occidente se ve a sí mismo como el guardián del «orden basado en
reglas» en el que viene insistiendo desde hace años -que no el derecho
internacional porque prohíbe las sanciones si no son impuestas por el Consejo
de Seguridad de la ONU- y el uso de las instituciones financieras es la única
palanca que tiene para ello.
Se han
congelado los activos en el extranjero del Banco Central de Rusia para que
Rusia no pueda maniobrar con su moneda. Eso solo significa que se intenta hacer
colapsar el sistema financiero ruso.
Si esto no abre
los ojos definitivamente a todos los países del mundo que quieren liberarse de
la cárcel occidental, ya nada lo hará. Sin duda es un buen golpe, pero para
nada definitivo. Sin duda Rusia es consciente de ello y del riesgo de tener
dólares como moneda de reserva, aunque en estos momentos es muy limitada, a
solo el 17% del total, pero el euro y la libra están en una proporción más o
menos igual por lo que un poco más de un tercio de las reservas rusas están
amenazadas.
Pero Rusia no
está sola, tiene a China y el camino ruso es un camino sin retorno… para el
dólar. El empujón ruso para un nuevo orden multilateral es también el empujón
definitivo al dólar como moneda de reserva global porque al igual que con
Venezuela, o Irán, o Afganistán (dineros robados por Occidente) el mensaje que
se lanza, una y otra vez, y esta es la definitiva, es que el dinero de los
países no es en realidad el dinero de los países, sino de Occidente, que deja o
no deja usar a su discreción.
Es el momento
para crear un nuevo orden monetario en el que los países sean mucho menos
susceptibles a la influencia de EEUU o Europa. Un nuevo orden monetario en el
que se va a volver al oro para respaldar las monedas y algo así es lo que
tienen en mente los chinos.
El dólar ya
está en mínimos, y bajando, como moneda de reserva global. El año 2022 comenzó
con otra bajada significativa, del 60’5% en 2021 al 59’15% (hay que tener en
cuenta que el año 2000 estaba en el 71’93%). Su declive es imparable, tal y
como reconoce el propio FMI al afirmar que «los bancos centrales han abandonado
el dólar de forma gradual». Es decir, que no es un calentón sino una política
decidida y meditada que se va a acrecentar con lo que se acaba de hacer con
Rusia. Al mismo tiempo, y como también dice el FMI, el euro está «estancado»
desde hace mucho tiempo y solo hay una moneda que sube de forma inexorable: el
renminbi, que terminó 2021 con un 2’70% de uso en las transacciones financieras
mundiales (40’51% el dólar y 36’65% el euro) y antes de la intervención rusa en
Ucrania se colocaba ya en el 3’20%, superando claramente al yen japonés
(2’79%). Y eso que no está internacionalizado aún.
Igual esto es
realmente lo que hay detrás de lo que vemos y que más allá de la razón
esgrimida por Rusia, la «desmilitarización y desnazificación» de Ucrania, está
el cambio de política monetaria mundial y el fin de la hegemonía del dólar, y
en menor medida del euro, como monedas de reserva globales.
Una de las
sorpresas que vemos es que Rusia no ha respondido aún a las sanciones
occidentales. Cuando se le impusieron tras la anexión de Crimea (que Rusia
justificó no solo en la decisión de la población, sino en el precedente de
Kosovo) apenas tardó un mes en responder con sus contrasanciones que, según la
UE, han supuesto para los fondos europeos una pérdida de 276.000 millones de
euros por los que, sorprendente y grotescamente, ha denunciado a Rusia por
«práctica desleal» ante la Organización Mundial del Comercio. La UE puede
sancionar, pero a ella no se le puede sancionar. Esto es, a las claras, el
«orden basado en reglas» que propone Occidente y que es muy simple: yo hago las
reglas y tú las sigues.
La no respuesta
de Rusia puede ser debida solo a dos razones, y entramos en pura especulación:
espera controlar la situación en Ucrania a corto plazo, pongamos un mes o dos,
y el descenso económico mundial -con las consiguientes dificultades para todo
el mundo, incluyendo a Occidente como ya se está viendo- va a hacer que esas
sanciones se reviertan.
Mientras tanto,
se da la paradoja de que mientras los países occidentales que impusieron las
sanciones atraviesan grandes momentos de angustia por la falta de suministros
en contraposición a Rusia, que se está adaptando a la situación mucho más
rápido y con gran facilidad. No hay duda que se preparó a fondo a estas
sanciones para proteger su mercado interno, para garantizar que no haya
interrupciones en la cadena logística y que la población no sufra. Y no hay
duda que una de sus grandes bazas es la nacionalización de las empresas
occidentales que han abandonado el país si no retornan en un futuro próximo.
Esta es la razón por la que muchas de ellas hablan de «suspensión temporal de
las operaciones» en Rusia mientras pagan los salarios de los empleados.
El documento
ruso-chino de febrero
En cualquier
caso, es evidente que Rusia no hubiese dado el paso en Ucrania si no estuviese
lo suficientemente segura de contar con el apoyo de China. El pasado 4 de
febrero ambos países firmaron un documento (2) que es no solo un muy serio
toque de atención a Occidente, sino un cambio de juego total: la declaración
conjunta brinda un apoyo total a Rusia, respalda su demanda de garantías de
seguridad y se opone a la expansión de la OTAN. Es decir, hay un compromiso
real de China de mitigar y/o ayudar a Rusia frente a las sanciones con que ya
entonces se amenazaba.
Este documento
se debería leer con detenimiento porque, entre otras cosas, se habla de una
coordinación en el Consejo de Seguridad de la ONU, en la defensa del derecho
internacional y el rechazo al «orden basado en reglas» que quiere imponer EEUU
y que sumisamente siguen sus vasallos europeos.
También hay
algo que va más allá de lo que se dice en ese documento, es la demostración
práctica del fortalecimiento de los vínculos no solo políticos, sino
económicos, entre los dos países, especialmente de petróleo y gas por parte de
Rusia y la construcción de un nuevo gasoducto, el «Poder de Siberia 3» en un
plazo de tres años. El «Poder de Siberia 2» entrará en vigor este año y ya está
en funcionamiento el «Poder de Siberia 1». Para quien quisiese ver, era la
demostración práctica de lo poco que le importaba a Rusia, como ya se decía, el
continuar o no con el gasoducto «Corriente del Norte 2» hacia Alemania y que no
era más que un intento, tal vez el último, de mantener un vínculo con Europa
pero que no es imprescindible, en absoluto, para su economía. Desde hace un
tiempo su mirada va más hacia el Este que hacia el Oeste.
Y otro aspecto
importante del documento citado es que en él China elude hablar de Ucrania,
incluso de Crimea, mientras que Rusia sí habla de Taiwán. Es una clara
concesión rusa que permite a China seguir manteniendo su estrategia de no
involucrarse en cuestiones internas. Eso se está viendo ahora con nitidez, con
China negándose a seguir el coro de condenas occidentales y separándose
claramente de las mismas.
Este flanco lo
tiene cubierto Rusia sin la menor duda. Habrá más o menos aceleración en los
movimientos, pero los pasos son claros. Por ejemplo, el uso por parte rusa del
renminbi chino como alternativa a las sanciones. Aún son movimientos
incipientes dado que Rusia está obligando a pagar en rublos a los occidentales,
puesto que ha sido desconectada del SWIFT (el sistema de transacciones
financieras internacionales controlado por Occidente), pero el hecho de que el
9 de marzo el Banco Ruso de Comercio Exterior, uno de los sancionados por
Occidente con la desconexión del SWIFT, anunciase la apertura de un depósito en
renminbis con una tasa de interés anual del 8% indica por dónde van las cosas
porque no solo serán los rusos, sobre todo los que se dedican a la
exportación-importación, quienes van a realizar todas sus operaciones en
renminbis a partir de ahora porque el interés es muy lucrativo para ellos, sino
que también los chinos podrán tener cuentas en este banco, y lo harán dado que
el interés en China por este tipo de operaciones de comercio exterior es del 3%.
Es uno de los
primeros pasos conocidos de la inserción rusa en el Sistema de Pagos
Interbancarios de China, es decir, la alternativa china al SWIFT. A 31 de
enero, el SPIC tenía activos 43 bancos e instituciones de África, 159 de
Europa, 943 de Asia (de ellos 541 chinos), 23 de Oceanía, 29 de América del
Norte y 17 de América del Sur (3). Eso hace un total de 1.214 bancos e
instituciones que están ya conectadas al sistema chino, bien de forma total o
parcial (como es el caso de los europeos y estadounidenses, sobre todo). Esto
significa que en estos momentos el sistema chino ya está trabajando con el 11%
de lo que engloba el sistema SWIFT. Y eso significa que todos están utilizando
ya las transacciones fronterizas en renminbi-yuan porque es la única moneda que
utiliza. Y eso que los chinos consideran que su sistema está aún en las
primeras fases. De hecho, hablan de CIPS 1 y CIPS 2.
Formalmente
ningún país excluido del SWIFT puede utilizar el dólar, el euro, la libra
esterlina, el yen y el renminbi. Formalmente, porque siempre hay rendijas. Pero
eso no ocurre ni con el SPIC chino ni con el propio sistema ruso, el Sistema de
Transmisión de Mensajes Financieros -que ya tiene nuevas incorporaciones puesto
que nada más comenzar la crisis se adhirieron al mismo 23 bancos e
instituciones de Bielorrusia, Armenia, Kazajistán y Tayikistán, o lo que es lo
mismo, todos los países que forman parte de la Unión Económica Euroasiáticca-,
que pueden utilizar las monedas que consideren aunque se da preponderancia
tanto al renmimbi en un caso (y en exclusiva) como al rublo en otro. Un dato
relevante es que la UEE tiene su economía desdolarizada en un 70%, por lo que
ahora se desdolarizará por completo.
El ejemplo de
Irán
Cuando a Irán
se le expulsó del SWIFT en 2012, exclusión que duró tres años, el daño a su
economía se calcula que fue de entre un 30% y un 50% por las dificultades para
vender su petróleo. Se dice que fue eso lo que obligó a Irán a aceptar el
acuerdo nuclear que se firmó en 2015. Se dice. Los iraníes, como es lógico,
siempre lo han negado. Y entonces no había alternativas al SWIFT.
Ahora Irán no
está excluído del SWIFT, pero sí sujeto a sanciones «de máxima presión» por
parte de EEUU que le impiden utilizar el dólar, tiene restringido el euro (por
el miedo europeo a las sanciones de EEUU) y otras monedas occidentales, pero es
fácil adivinar por dónde se está escapando y por qué no se ha hundido en el mar
desde que EEUU violó el acuerdo en 2018 e impuso sus sanciones, ilegales según
el derecho internacional (que no según su «orden basado en reglas» y que tan
entusiastamente siguen sus vasallos). Y aunque la Corte Internacional de
Justicia de La Haya emitió una sentencia en octubre de 2018 favorable a Irán y
diciendo que no se podían sancionar recursos financieros para compras
humanitarias, a Occidente le dio igual: su orden y sus reglas. Como a la UE con
la denuncia contra Rusia en la OMC.
Todo esto es
para indicar que las vías de salida de Rusia son muchas más de las que nos
cuentan quienes han impuesto las sanciones y que ocultan su miedo a la pérdida
de su hegemonía.
A 12 de
febrero, últimos datos conocidos, es decir, justo antes de la guerra, el 17%
del comercio entre Rusia y China se hacía en renminbis-yuanes y el 12% de todas
sus reservas monetarias están en esta moneda, por dar un par de datos. No hay
duda que a corto plazo habrá algún retroceso en la economía rusa, pero no a
medio ni mucho menos a largo plazo. Occidente está ansioso de dos cosas: de
demostrar que sigue teniendo poder y de conseguir alguna victoria. Y la única
que tiene es la propaganda. En eso, sin duda, es un maestro. Por eso vemos lo
que vemos todos los días.
Un dato
relevante es que el SWIFT no mantiene fondos ni administra cuentas, solo
proporciona un servicio de transmisión de mensajes. Es decir, que si entre el
que vende y el que compra hay acuerdo, por ejemplo en la forma de pago, sin
intermediario alguno, el comercio se mantiene como de costumbre. Y en este
contexto hay una noticia que debería hacer reflexionar a más de uno: Rusia e
India «estudian» la posibilidad de incrementar su comercio en rublos y rupias.
A lo mejor esto ayuda a entender la abstención de India en la votación del CS
de la ONU que pretendía condenar a Rusia por su intervención en Ucrania.
Por supuesto
que si el sistema chino ya contiene un 11% del SWIFT es más que probable que
con la guerra en Ucrania se incremente. Debido a los hábitos, a las
dependencias (mentales y económicas) de Occidente por parte de muchos países
aún queda un camino para que el SWIFT pierda su predominio (y, con él,
Occidente), pero cada vez se acortan más los plazos.
En esta lucha
agónica de Occidente hay que presentar alguna victoria, y por ello el discurso
es homogéneo, por ahora: hemos sancionado a Rusia con el SWIFT y la vamos a
hundir. No se hundió a Irán hace seis años, y es más débil que Rusia. Y, a
medida que pasa el tiempo, la realidad aparece con nitidez. Por eso en los
últimos días estamos asistiendo a un rechazo de la UE a la propuesta de
Washington de sanciones a las exportaciones de petróleo de Rusia. Si se tiene
en cuenta que el presupuesto de Rusia se cerró con una estimación del precio
del barril de petróleo en 45 dólares (y supera los 100), se ve cómo resisten
países como Irán o ahora Rusia.
El momento es
crucial porque las sanciones occidentales son la última baza que quienes
gobernaban el mundo pueden jugar y que va a dar lugar a una división económica
global entre Occidente y las economías alineadas con Rusia (y China) que están
abiertas a separarse del actual sistema financiero dominado por EEUU,
acelerando así una amplia reorientación económica global. En pocas palabras,
esto va a tener un evidente impacto demoledor en el estatus del dólar
estadounidense como moneda mundial, y el euro de rebote, que ya está bajando
año tras año de forma notoria y que ahora se acelererá. Con su declive
asistiremos al definitivo declive occidental. Por eso, y no por otra cosa, es
lo que está peleando Occidente, para retrasar (porque no lo puede evitar) su
pérdida de hegemonía.
P.D.- Cuando este artículo iba a ser enviado para su publicación el
Ministerio de Finanzas de Rusia anunció el pago de la deuda en yuanes (14 de
marzo). Aunque ha dicho que esta medida es temporal y que la pretensión rusa es
pagar su deuda en rublos (con lo que los occidentales salen perdiendo por la
depreciación de la moneda rusa) el salto que va a dar el yuan en las
transacciones finacieras es espectacular y hay quien ya anuncia que va a llegar
al 10% antes del 2030.
Ese mismo día
otras tres noticias pusieron las cargas de demolición definitiva a la hegemonía
occidental:
a) La Unión
Económica Euroasiática y China anunciaron que desarrollarán un proyecto para un
sistema monetario y financiero internacional independiente. Se basará en una
nueva moneda internacional, que se calculará como un índice de las monedas
nacionales de los países participantes y los precios de las materias primas.
b) Bielorrusia
y Rusia acuerdan eliminar el dólar en las operaciones de los recursos
energéticos.
c) India y
Rusia están explorando la posibilidad de utilizar el yuan chino como moneda de
referencia para valorar el mecanismo comercial de la rupia y el rublo.
Por si todo
ello fuese poco, un día más tarde, el 15, otra con un nivel explosivo aún
mayor: Arabia Saudita está negociando activamente con China para vender parte
de su petróleo en yuanes en lugar de dólares.
—-
Notas
(1) El nuevo
concepto de la guerra de EEUU: las sanciones económicas como instrumento ante
la debilidad militar, https://lahaine.org/bV1y
(2) http://en.kremlin.ru/supplement/5770
(3) https://www.cips.com.cn/en/participants/participants_announcement/56048/index.html
CEPRID
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