La mentira,
principal arma de guerra en Ucrania
Por Aram Aharonian
Rebelion
28/02/2022
Fuentes: CLAE - Rebelión
El mundo teme que la humanidad esté al borde de un
conflicto militar de grandes dimensiones: ¿terminal? Hoy no solo asistimos a
una extrema ideologización y parcialidad en la cobertura de los sucesos en
Ucrania, sino que las mentiras y la manipulación del imaginario colectivo se
ven potenciados en las redes sociales y llevan a la hipertrofia de una masa
informativa fuera de todo control y verificación.
Una
vez más, los medios de comunicación –incluyendo las redes sociales- actuaron de
forma alevosa para generar un conflicto que sólo puede beneficiar a los
vendedores de armas, las petroleras trasnacionales, que son los que han atizado
el conflicto. La verdad es la primera víctima de la guerra, decía el griego
Esquilo hace más de 2.500 años. Hoy sabemos que la mentira es un arma de
guerra.
Los
medios hegemónicos instalan la guerra en el imaginario colectivo, cuando lo más
sensato sería lamentar el conflicto por lo que éste implica en términos de
sufrimiento humano y destrucción material e insistir no en la competencia por
demostrar quién es el más fuerte, sino en la necesidad de una solución mediante
el diálogo. Es lo que llaman la guerra híbrida, la mentira como arma y la
verdad como víctima.
La
cobertura de los principales medios de comunicación sobre la crisis de Ucrania
es defectuosa, además de claramente racista y llena de prejuicios, repetidores
de los mantras rusofóbicos fabricados en Washington para instrumentalizar la
guerra de guerrillas geopolítica e ideológica de las “fuerzas del bien”, la
civilización occidental, contra la “fuerza del mal”: los rusos “comunistas”,
los caucásicos y los euroasiáticos.
Mientras,
siguen omitiendo el perfil ultradechista del actual presidente Volodymyr
Zelensky, y de los grupos de extrema derecha y neonazis que participan y apoyan
al gobierno.
Un
enfoque disonante del pensamiento único en un vehículo mediático hegemónico
como el portal brasileño UOL, el viernes 22 de febrero fue la publicación de
una entrevista en la que el analista político estadounidense Andrew Korybko
afirma que “Brasil y Ucrania fueron víctimas de guerras híbridas dirigidas por
Estados Unidos con el objetivo de fortalecer la hegemonía unipolar
norteamericana”.
En
este drama, Occidente (o sea EE.UU. y los países de la OTAN) dio la espalda a
cualquier papel constructivo y se empeñó en utilizar la transitoria debilidad
rusa para crear un mundo unipolar regido por Washington, para lo cual
transgredió sistemáticamente el compromiso de no expandir hacia el este el
manto militar de la OTAN.
En
una prolongación de la guerra fría, que todos creíamos había
terminado hace tres décadas, Occidente se empeñó en instalar en Kiev un
gobierno rusófobo, con lo cual dio pie a la rebelión de las regiones de mayoría
rusa y gestó una suerte de guerra civil que sirvió de caldo de cultivo para el
fortalecimiento de grupos ultranacionalistas e incluso neonazis que han
permeado a las instituciones ucranias, incluido el gobierno.
El
golpe de 2014 en Kiev –que derrocó al gobierno de Viktor Yanukovytch-,
probadamente dirigido, con apoyo de Washington, instauró un Estado vasallo
repleto de armas y de pandillas desaforadas, con frecuencia integradas por
admiradores de Hitler.
Y
si esta incursión rusa se cataloga como violación flagrante del derecho
internacional ¿cómo se debe catalogar a las operaciones de la OTAN en la ex
Yugoslavia, el bombardeo inmisericorde de Serbia y la descarada proclamación de
la independencia de Kosovo, entonces república autónoma del país balcánico? Ni
hablemos de las violaciones estadounidenses al derecho internacional, a la
soberanía e independencia de los pueblos. Los latinoamericanos y caribeños
hemos sufrido decenas de violaciones.
Hua
Chunying, vocera de la cancillería china señaló que «la pregunta clave
ahora es: ¿Qué papel ha desempeñado EEUU en la crisis de Ucrania?». «Es
irresponsable que alguien acuse a los demás de ser ineficaces en la lucha
contra un incendio mientras echa leña al fuego»
En
su mensaje televisado, el mandatario ruso Vladimir Putin afirmó que su objetivo
es desmilitarizar y desnazificar Ucrania para defender a las personas que en
los pasados ocho años han sufrido vejaciones, un genocidio perpetrado por el
régimen de Kiev, en alusión al hostigamiento contra ciudadanos rusófonos, y en
particular a las hostilidades entre el gobierno ucranio y los territorios ahora
reconocidos por el Kremlin como repúblicas independientes, Donietsk y Lugansk,
en el este de Ucrania
Las
reacciones de Occidente no se hicieron esperar: el presidente de Estados
Unidos, Joe Biden, aseguró que su nación planta cara a los matones, calificó de
tirano a Vladimir Putin y afirmó que será un paria en el panorama
internacional, mientras extendía un nuevo menú de sanciones contra dirigentes
rusos y sus familiares, además de un control sobre las exportaciones. Pero dejó
en claro su postura, al reiterar que no iba a enviar soldados estadounidenses a
Ucrania.
El
chileno Luis Casado señala que los rusos son chicos tan malos que
ni siquiera exigen que Occidente cese de organizar guerras en África, como
cuando Francia y Gran Bretaña, con el concurso de EEUU, bombardearon Libia en
el 2011. O como cuando juntos bombardearon Siria durante cinco años, con el
concurso de 20 países asociados a la OTAN. O como Francia, que mantuvo una
guerra durante 14 años en Malí, desde donde acaba de ser expulsada.
“Ni
organizar golpes de Estado como en Burkina Fasso, en donde Francia hizo
asesinar a Thomas Sankara. Para ahorrar espacio no vuelvo sobre la guerra en
Afganistán, ni en Iraq, ni en Irán, ni en Yemen, ni en Somalía… Y tampoco,
desde luego, sobre los innumerables golpes de Estado en América Latina”, añade.
Chomsky y el despliegue de EE.UU. en el este europeo
El
4 de febrero, el intelectual estadunidense Noam Chomsky, hizo un recuento de la
expansión de la OTAN en Europa del Este, lo que él considera una clave para
entender el actual conflicto entre Rusia y Ucrania.
Chomsky
indicó al portal Truth Out que han sido los gobiernos estadounidenses, no la
OTAN como tal, quienes han admitido a países de Europa del Este como sus nuevos
miembros. Así, el ingreso de estas naciones ocurrió aceleradamente a partir de
que Alemania Democrática se integró a Alemania Federal.
Posteriormente
se unieron a la OTAN las naciones que conformaron el bloque socialista europeo:
República Checa, Hungría y Polonia (1999), Rumania, Bulgaria, Estonia, Letonia,
Lituania, Eslovenia y Eslovaquia (2004), Albania y Croacia (2009), Montenegro
(2017) y Macedonia del Norte (2020). Recuerda que Francia y Alemania, países
claves dentro de la Alianza, vetaron el ingreso de Ucrania a la OTAN
precisamente para evitar un conflicto como el que finalmente estalló ahora.
El
canciller ruso, Serguei Lavrov dijo muy claramente en la ONU que para Rusia
eran inadmisibles ‘una mayor expansión de la OTAN en el este y el despliegue de
armas de ataque que amenazan el territorio de Rusia’. Todo eso fue reiterado
por el presidente Vladimir Putin. Para Chomsky, “existe una forma simple de
lidiar con dicho despliegue de armas: no desplegarlas. No existe justificación
para hacerlo. Estados Unidos dice que son armas defensivas, pero Rusia no lo ve
así y con justa razón”.
Mientras
Ucrania trataba de distender la situación, Estados Unidos insistía en echar
leña al fuego al no dar respuesta a las peticiones de Rusia y recalcar que una
invasión era inevitable.
Algunos
analistas europeos señalan que la creciente impopularidad del presidente
estadounidense Joseph Biden y del premier británico Boris Johnson, está
actuando como un impulsor y catalizador importante de este conflicto, ya que
ambos pretenden subir su aceptación entre los votantes escalando la tensión con
Moscú. Junto a la pandilla de la UE, recurren en Ucrania a la vieja treta de
escapar a serios problemas internos mediante la exacerbación al máximo de un
conflicto de política exterior.
Salvar
a Ucrania de una supuesta amenaza rusa y una inminente invasión que se anunció
por tres meses para el día siguiente, es el mantra con ambos gobernantes tratan
de desviar la atención de su crisis política interna. Putin nunca ha
aceptado que Ucrania pueda ser un Estado totalmente independiente al sostener
que rusos y ucranianos forman un solo pueblo y que Kiev no tiene derecho a
ignorar mil años de historia de Rusia.
En
julio de 2021, difundió un artículo de siete mil palabras -“Sobre la unidad
histórica de rusos y ucranianos”-, que envió a todos los miembros de las
Fuerzas Armadas rusas en un claro aviso de que algún día tendrían que asumir la
misión de defender esa interpretación de la historia. Putin reiteró sus ideas
el lunes 21 en su discurso televisado.
La mentira, arma de destrucción masiva: La guerra
cognitiva
La
mentira es un arma de guerra en esta guerra cultural, de cuarta o quinta
generación. La tarea es instaurar la mentira, el bulo, el fake; el chisme sin
corroboración en el imaginario colectivo, para manejar a las masas, atraer a
votantes con engaños. La mentira es un mecanismo de destrucción masiva que
sirve para exonerar de responsabilidades a inescrupulosos empresarios y/o
políticos, criminales o negligentes.
La
guerra de Ucrania comenzó anticipadamente en la prensa y las redes sociales. El
constante discurso de desautorización de la credibilidad de Rusia, va
acompañado de la imposición de que la versión oficial de Occidente es
obligatoriamente veraz. Este es un formato de desinformación. Precisamente, uno
de los formatos de desinformación es aceptar como válida la información oficial
de una de las partes.
La
guerra no empezó con la invasión rusa ni con las tan
difundidas imágenes de los tanques camino a Kiev. Eso es lo que
se ve por televisión, donde la OTAN parece un actor de reparto
dentro de las operaciones, esas que hasta la agencia estadounidense de noticias
AP llamó “desinformación sobre el conflicto ruso-ucraniano”. Pero no sólo se
usan nuevas formas de manipulaci´pon del imaginario, ya que las anteriores
subsisten.
Por
ejemplo, la estadounidense Fundación Nacional para la Democracia, creada en
1983 por el gobierno de Ronald Reagan para financiar proyectos que promuevan la
democracia liberal durante la Guerra Fría, sigue en su labor de construir
subjetividades políticas para desestabilizar país, como ya lo hiciera dos décadas
atrás con las llamadas guerra de colores sobre todo en varios países de Europa.
Ahora,
la Guerra Cognitiva, que ya comenzó a probar (al menos) la Organización del
Tratado del Atlántico Norte con la crisis en Ucrania, resulta un gran desafío;
altera la comprensión y la reacción, de forma gradual y sutil, ante ciertos
acontecimientos. Todo esto tiene efectos nocivos a largo plazo, ya que posee un
alcance universal que afecta a los individuos, a los Estados y las
organizaciones multinacionales.
Se
nutre, en la mayoría de los casos, de las técnicas de desinformación y
propaganda que buscan agotar psicológicamente a los receptores de la
información. Por supuesto, estas tecnologías y el interés en ellas no son
nuevas desde el punto de vista militar. Lo interesante es que en este caso, la
OTAN reconoce que tal vector estratégico formará parte de las guerras del
mañana, junto con la creación de neuroarmas.
El
conocimiento puede fácilmente ser convertido en un arma. Los instrumentos de la
guerra informática van de la mano de las neuroarmas desarrolladas por la nueva
tecnología; por lo que este campo se convierte en un frente de batalla del
futuro. Esto se refuerza con los rápidos avances en las NBIC (Nanotecnología,
Biotecnología, Informática y Ciencias Cognitivas).
El hijo de papá
Como
miembro del Consejo de Administración de Burisma, la mayor empresa privada de
petróleo y gas de Ucrania, Hunter Biden, segundo hijo del presidente Joe
Biden, cobraba 50.000 dólares al mes entre 2014 y 2019, cuando su padre era
el número dos de Barack Obama. Burisma Holding tiene permiso
para explotar los yacimientos petrogasíferos que se encuentran en la península
de Crimea. También puede realizar trabajos en las regiones de Dnepropetrovsk,
Donetsk y Járkov.
Obviamente,
si se interrumpe el acuerdo con Rusia para el gasoducto Stream2, los
beneficiados serán las empresas de petróleo y gas de Estados Unidos y Europa,
como las atrasnacionales Shell y Chevron. En la última década, empresas
estadounidenses entraron activamente en la economía ucraniana y en el sector
del petróleo y el gas. Según el Departamento de Energía de EE.UU., Ucrania
tiene los terceros mayores yacimientos de gas de esquisto de Europa (1.200
millones de metros cúbicos).
Desde
el año pasado Hunter Biden está siendo investigado por el principal fiscal
federal en Delaware por el tema de sus impuestos. Según la prensa, el FBI
lanzó una investigación criminal en 2019 que permanece abierta; se
centra en acusaciones de lavado de dinero.
En
un mundo donde la comunicación se ha convertido en materia prima estratégica
–más rentable aún que el petróleo– y donde se negocia la economía de lo
inmaterial, el control de Internet (y de las redes sociales) otorga a quien
ejerce el poder una ventaja estratégica, geopolítica, decisiva. Parecida al
poder sobre las vías de navegación planetarias que en el siglo 19 permitió a
Inglaterra dominar el mundo
*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en
Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la
Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de
Análisis Estratégico (CLAE)
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