El
21 de enero de 1924 fallecía V. I. Lenin. Entre agosto y septiembre de 1917
escribió una de sus obras más relevantes: El Estado y la Revolución. El texto
quedó inconcluso, como él mismo explica en sus palabras finales.
El Estado y la
Revolución. Prólogo y palabras finales
Prólogo a la primera edición (Agosto 1917)
La
cuestión del Estado adquiere actualmente una importancia singular, tanto en el
aspecto teórico como en el aspecto político práctico. La guerra imperialista ha
acelerado y agudizado extraordinariamente el proceso de transformación del
capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado. La opresión
monstruosa de las masas trabajadoras por el Estado, que se va fundiendo cada
vez más estrechamente con las asociaciones omnipotentes de los capitalistas,
cobra proporciones cada vez mas monstruosas. Los países adelantados se
convierten –y al decir esto nos referimos a su “retaguardia”– en presidios
militares para los obreros. Los inauditos horrores y calamidades de esta guerra
interminable hacen insoportable la situación de las masas, aumentando su indignación.
Va fermentando a todas luces la revolución proletaria internacional. La
cuestión de la actitud de ésta hacia el Estado adquiere una importancia
práctica.
Los
elementos de oportunismo acumulados durante décadas de desarrollo relativamente
pacífico crearon la corriente de socialchovinismo imperante en los partidos
socialistas oficiales del mundo entero. Esta corriente (Plejánov, Pótresov,
Breshkóvskaia, Rubanóvich y luego, bajo una forma levemente velada, los señores
Tsereteli, Chernov y Cía., en Rusia; Scheidemann, Legien, David y otros en
Alemania; Renaudel, Guesde, Vandervelde, en Francia y en Bélgica; Hyndman y los
fabianos, en Inglaterra, etc., etc.), socialismo de palabra y chovinismo de
hecho, se distingue por la adaptación vil y lacayuna de los “jefes” del
“socialismo”, no solo a los intereses de “su” burguesía nacional, sino,
precisamente, a los intereses de “su” Estado, pues la mayoría de las llamadas
grandes potencias hace ya largo tiempo que explotan y esclavizan a muchas
nacionalidades pequeñas y débiles. Y la guerra imperialista es precisamente una
guerra por la partición y el reparto de esta clase de botín. La lucha por
arrancar a las masas trabajadoras de la influencia de la burguesía en general y
de la burguesía imperialista en particular, es imposible sin una lucha contra
los prejuicios oportunistas relativos al “Estado”.
Comenzamos
examinando la doctrina de Marx y Engels sobre el Estado, deteniéndonos de
manera especialmente minuciosa en los aspectos de esta doctrina olvidados o
tergiversados de un modo oportunista. Luego, analizaremos especialmente la
posición del principal representante de estas tergiversaciones, Carlos Kautsky,
el líder más conocido de la II Internacional (1889-1914), que tan lamentable
bancarrota ha sufrido durante la guerra actual. Finalmente, haremos el balance
fundamental de la experiencia de la revolución rusa de 1905 y, sobre todo, de
la de 1917. Esta última cierra, evidentemente, en los momentos actuales
(comienzos de agosto de 1917), la primera fase de su desarrollo; pero toda esta
revolución, en términos generales, solo puede comprenderse como uno de los
eslabones de la cadena de las revoluciones proletarias socialistas suscitadas
por la guerra imperialista. La cuestión de la actitud de la revolución socialista
del proletariado ante el Estado adquiere, así, no solo una importancia política
práctica, sino la importancia más candente como cuestión de explicar a las
masas qué deberán hacer para liberarse, en un porvenir inmediato, del yugo del
capital.
El
autor
Palabras finales a la
primera edición
Este
folleto fue escrito en los meses de agosto y septiembre de 1917. Tenía ya
trazado el plan del capítulo siguiente, del VII: “La experiencia de las
revoluciones rusas de 1905 y 1917”. Pero, fuera del título, no me fue posible
escribir ni una sola línea de este capítulo: vino a “estorbarme” la crisis
política, la víspera de la Revolución de Octubre de 1917. De “estorbos” así no
tiene uno más que alegrarse. Pero la redacción de la segunda parte del folleto
(dedicada a “La experiencia de las revoluciones rusas de 1905 y 1917”) habrá
que aplazarla seguramente por mucho tiempo; es más agradable y más provechoso
vivir la “experiencia de la revolución” que escribir acerca de ella.
El autor.
Petrogrado, 30 de noviembre de 1917.
Fuente: V. I. Lenin. El Estado y la Revolución. Con prólogo de Santiago
Armesilla.
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