Expertos en demoscopia advierten de la desmovilización del electorado de
izquierdas
Rebelion
09/11/2021
Fuentes: Nueva
Tribuna
La derecha está viviendo un momento dulce en las
encuestas, que sitúan al Partido Popular y a Vox en clara
ventaja sobre la actual coalición de Gobierno. O, al menos, en mejores cifras
que las de hace dos años. Los conservadores aseguran que se trata de un «cambio
de ciclo» impulsado por la victoria de la madrileña Isabel Díaz Ayuso el
pasado 4 de mayo. El líder del principal partido de la oposición, Pablo
Casado, repite machaconamente que el presidente del Gobierno, Pedro
Sánchez, debe convocar elecciones anticipadas porque la legislatura ha
entrado «en vía muerta».
Sin embargo, el
socialista ya ha trasladado públicamente su intención de agotar la
legislatura, constituida en enero de 2020, y sus socios parlamentarios no
quieren, tampoco, romper relaciones, aunque de momento no garantizan
su apoyo a las cuentas públicas del próximo año, superado ya el
primer escollo de las enmiendas a la totalidad. Las formaciones que conforman
el Ejecutivo, PSOE y Unidas Podemos, confían en aprobarlas para mandar un claro
mensaje a quienes buscan que el Gobierno se rompa.
Al mismo tiempo, ambas
formaciones son conscientes del desgaste que acarrean por los roces en el seno
de la coalición (el primer gobierno conjunto en España), el último a propósito
de la reforma laboral, pero confían en revertir la situación de
cara a los próximos comicios generales. Lo cierto es que según se desprende de
las últimas encuestas, el electorado de PSOE y Unidas Podemos se
encuentra actualmente desmovilizado frente a una derecha
activa.
Según los últimos datos
que arroja el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), los votantes de
ambos partidos en las últimas elecciones tienen una menor tasa de fidelidad que
los de PP y Vox. Además, en el dato de «voto+simpatía», el PSOE es el partido
de los cuatro con mayor transferencia de votos hacia la abstención.
Ante este escenario, infoLibre ha contactado con varias voces expertas en
demoscopia y ciencia política para ahondar en las posibles razones de esta
desmovilización.
¿Una
desmovilización coyuntural o fruto de la desilusión?
Todos los expertos
consultados destacan, en primer lugar, la ausencia de citas
electorales a la vista, lo que no permite calibrar bien el estado de
ánimo de los votantes. Sin embargo, también perciben una cierta desmovilización
del electorado de izquierdas que, si se prolonga en el tiempo, puede propiciar
un cambio en el gobierno de la nación, con PP y Vox al frente. «Según nuestras
estimaciones, si ahora hubiera elecciones el porcentaje de participación sería
menor al de 2019», explica el doctor en Sociología y director del gabinete demoscópico
Elemental Research, José Pablo Ferrándiz.
Ferrándiz aprecia una
tendencia a la abstención en el electorado de izquierdas, pero cree que
actualmente se trata de una «desmovilización que no es política» sino «coyuntural».
En ese sentido, explica que, al ostentar el gobierno la izquierda, ese
electorado no está «tan tensionado» como el de la derecha, que responde con
«mayor vehemencia» a cualquier medida que venga por parte del Gobierno. «Hay
una movilización de la derecha porque no están en el gobierno, porque les
molesta lo que hacen los socialcomunistas, como llaman ellos al
gobierno de coalición», sintetiza.
A diferencia de
Ferrándiz, la socióloga y politóloga Marta Marcos, consultora
de comunicación en Gad3, sí cree que esta desmovilización está relacionada con
la «desilusión» y las tensiones en el seno del Gobierno. «La
desmovilización viene en gran parte ligada a la desilusión. Se
gestó hace unos años un proceso necesario e ilusionante para los más ubicados a
la izquierda y el centroizquierda del espectro político. Tanto PSOE como Unidas
Podemos aprovecharon su tiempo en la oposición y prometieron a través de sus
respectivos programas electorales una serie de reformas que, lógicamente, no
eran tan sencillas de llevar a cabo una vez en el Gobierno. Mucho menos en un
Gobierno entre dos fuerzas que difieren en contenido y en forma en numerosas
ocasiones, como vemos, por ejemplo, con la derogación de la reforma laboral»,
expone.
En ese punto también
coincide Javier Lorente, profesor de Ciencia Política en la
Universidad Rey Juan Carlos. «La derecha suele estar ligeramente más
movilizada, pero no es porque ahora esté en la oposición, sino porque la
derecha tiene un programa y lo cumple, mientras que la izquierda no». A
juicio de Lorente, a la izquierda le resulta mucho más complicado aplicar
reformas y se encuentra con mayores resistencias en el ámbito internacional
para aplicar leyes de calado. «El descontento influye siempre de un modo u
otro», sintetiza.
Por lo que respecta
a Silvia Claveira, profesora de Ciencia Política en la Universidad
Carlos III de Madrid, sí percibe una tendencia a la desmovilización del
electorado de izquierdas, aunque destaca que esa situación podría revertirse en
campaña electoral. «Las campañas no son muy efectivas para cambiar el voto de
un partido a otro, pero sí para activar a los del propio
partido. Y claro, actualmente no estamos en un proceso de movilización»,
destaca. «Es normal que entre elecciones haya una parte del
electorado que se desenganche, los contextos son menos ricos en información
política, hay muchos votantes que se desactivan», apoya Lorente.
Una
derecha unida contra el Gobierno sin el ‘lastre’ de Ciudadanos
La ventaja que tiene
actualmente la derecha frente a su situación en el año 2019 es que ya no está dividida
en tres, ya que Ciudadanos ha quedado prácticamente borrado del mapa. La
preponderancia de PP y Vox podría facilitar su ascenso al Gobierno. «Esa
movilización del elector de las derechas, en plural, se produce por hartazgo
del Gobierno y como contagio del ámbito autonómico. La posibilidad de sacar
de La Moncloa a la izquierda les apasiona», valora Marcos. Según su
lectura, «la esperanza en los suyos y el odio hacia los otros son dos motivos
fundamentales por los que la derecha está más movilizada. Detener esos
sentimientos es, francamente, complicado», remacha.
Ferrándiz resalta que
el sistema electoral en España, dominado por circunscripciones pequeñas y
medianas donde la traducción de votos a escaños no es estrictamente
proporcional, penaliza la fragmentación electoral de los bloques
ideológicos. En ese sentido, destaca que ambas formaciones tienen más fácil
sumar sin Ciudadanos como rival a batir, pero también destaca que necesitan ser
autosuficientes para alcanzar la mayoría, porque tienen «muy complicado sumar a
otras formaciones» para llegar a la mayoría absoluta. Para el sociólogo,
esta lucha cuerpo a cuerpo entre ambos partidos fuerza un giro de Casado a la
ultraderecha, ahora que los votantes de Cs «ya han vuelto al PP».
Por su parte, Lorente también
destaca que esa unión de la derecha es positiva para PP y Vox, pero resalta el
daño que puede hacer a la extrema derecha la España Vaciada, que prevé presentarse a los próximos
comicios generales en varias provincias. «Vox era la
tercera formación en liza en muchas de esas provincias —resalta—, por lo
que la España Vaciada puede ser un actor que dinamite mayorías», afirma. «Es un
fenómeno que tenemos que tener en cuenta a futuro».
El
precedente de las elecciones madrileñas: «El miedo a Vox no moviliza»
La campaña de las
elecciones madrileñas dejó un panorama desolador para la izquierda: Ayuso, la
candidata del PP, obtuvo más escaños que las tres formaciones progresistas
juntas (Más Madrid, PSOE y Unidas Podemos). Aunque los expertos consultados
insisten en que ese resultado no es extrapolable a nivel nacional, fue una
inyección de moral para un PP en horas bajas tras el fracaso en Cataluña de
meses atrás. «El resultado de Ayuso no se puede extrapolar a Casado. Ella
era la candidata de Vox pero Casado no es el candidato de Vox», resume
Ferrándiz.
Asimismo, el sociólogo
destaca que el miedo a Vox con mensajes apocalípticos no funciona, «si es que
en algún momento lo hizo». «En Madrid hemos visto que estos mensajes
maximalistas de ‘fascismo o democracia’ o ‘comunismo o libertad’, no llegan a
la sociedad, ni en la derecha ni en la izquierda», opina. A su juicio, ahora
que Vox ya está instalado en los distintos parlamentos autonómicos y
consistorios municipales, «su presencia no supone un gran elemento
movilizador«, señala.
Lorente coincide con
Ferrándiz. «Las elecciones de Madrid mostraron que la gente no tiene
ningún miedo a Vox«, señala el profesor de la URJC. En ese sentido sí que
aprecia que la opinión pública ha dejado de tener miedo a la extrema derecha
porque nuestro país «tiene una comunión de medios perfectamente armónica con
una agresividad en contra del Gobierno que nunca ha tenido la
izquierda». «Están muy movilizados, crispados, y eso explica muchas cosas. Las
horas de desinformación, tertulias y portadas crean opinión pública, y puede
haber un efecto de movilización que se va a transformar en votos en algunos
casos y en abstención en otros».
¿El
electorado de España se inclina hacia el centroizquierda?
Una de las (escasas)
certezas a nivel demoscópico es que una alta participación electoral
se ha traducido históricamente en una preponderancia del bloque de la
izquierda sobre el de la derecha. «La escala ideológica no ha variado casi
nada desde la instauración democrática. El PP siempre ha obtenido peores
resultados cuando ha habido más movilización, por ese motivo cuando Rajoy y Aznar
obtuvieron sus mayorías absolutas la participación se situó por debajo de la
media», recuerda Ferrándiz.
«Ahora, se podría decir
que hay una suerte de empate técnico entre bloques: 11
millones de votos de la izquierda y 11 de la derecha, por lo que no me atrevo a
decir que pasará a futuro. Es un escenario más complejo que antes», opina el
sociólogo. La prueba de que una mayor participación no supone una victoria de
la izquierda la encontramos en las recientes elecciones madrileñas. A Lorente
le sorprendió. Creyó que la izquierda podría dar la sorpresa tras certificarse
esa alta participación, aunque finalmente fue al contrario; Ayuso obtuvo un
resultado mejor que el que le auguraban las encuestas.
Marcos destaca que
«España es un país ideológicamente diverso, pero en los últimos años,
especialmente a raíz del movimiento 15M, los ciudadanos se han ido moviendo
hacia el centroizquierda. Es fundamental entender, sin embargo, que eso no
tiene por qué trasladarse directamente al voto, especialmente porque la
ideología no siempre está presente como principal motivo a la hora de
votar», zanja.
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