El gas y las ataduras europeas
a Washington
Rebelion
06/11/2021
Fuentes: Rebelión
Tras finalizar la II Guerra Mundial, las naciones europeas occidentales y
posteriormente la denominada Unión Europea quedó atada a las directrices y
decisiones que le ha impuesto a lo largo de estos años Estados Unidos.
Se ha
convertido en una práctica irreversible que cuando Washington traza alguna
línea contra un país que no le sea afín o desea alcanzar algún objetivo en el
ámbito internacional, por descabellado que este sea, detrás aparece el apoyo de
la Unión Europea.
Durante la
administración de Donald Trump y en los primeros meses de la presidencia de Joe
Biden, Estados Unidos ha desatado una agresiva campaña político-económica
contra la Federación Rusa, en un intento por detener la fortaleza que ha alcanzado
esa nación euroasiática en diferentes sectores estratégicos después de dejar
atrás el oscuro período que atravesó tras la desintegración de la Unión
Soviética.
Uno de esos
puntos de ataque estadounidense ha sido su oposición a la construcción del gasoducto
Nord Stream 2 a través del mar Báltico que llevará ese preciado combustible
desde la región rusa de Uts-Luga hasta la alemana Lubmin.
A un costo de
11 000 millones de dólares en cuya construcción han participado la empresa
insignia rusa Gazprom y numerosas compañías occidentales, sus dos líneas de 1
234 kilómetros tienen la capacidad para transportar 55 000 millones de metros
cúbicos de gas al año.
Gazprom ya
llenó el primer ramal y casi completó el segundo por lo que en pocos días
estará listo para su explotación aunque se debe esperar por la aprobación de la
comisión reguladora de Alemania y de la Comisión Europea.
Junto con su
gasoducto gemelo, el Nord Stream 1 (puesto en ejecución en noviembre de 2011)
permitirá elevar hasta 110 000 millones de metros cúbicos el suministro anual
de ese combustible proveniente del gigante euroasiático.
Washington
alega que Rusia utilizaría los suministros de gas como arma económico-política
para ejercer presión sobre Europa pero la realidad es que Estados Unidos lo que
quiere es venderle el combustible que extrae en su territorio con la técnica de
fracking que es mucho más costosa, además de agregársele el gasto de
transportarlo por barco.
El gas
estadounidense causa más daño a la ecología; la producción y transporte deja
una huella de carbono entre 2 y 4 veces mayor que el transportado por tuberías.
Otro país que
se opone a la activación del gasoducto es Kiev que lo hace por su animadversión
contra Moscú y por problemas económicos pues el gas ruso también llega a Europa
a través de un gasoducto construido con anterioridad en territorio ucraniano y
la puesta en servicio del Nord Stream 2 podría representarle una pérdida de 1
500 millones de dólares anuales por el servicio de tránsito.
La canciller
alemana, Angela Merkel ha sido una de las impulsoras de poner en marcha el
gasoducto mientras el presidente francés, Emmanuel Macron en recientes
declaraciones al diario inglés Financial Times rechazó las insinuaciones de que
Rusia es la responsable de los altos precios de la energía en Europa.
El presidente
ruso, Vladimir Putin ha ratificado en varias ocasiones que su país esta
dispuesto a enviar a Europa todo el gas que necesite y que si el ente regulador
alemán diera la autorización, el combustible se enviaría inmediatamente por el
Nord Stream 2.
Putin también
señaló que ha sido un error la decisión de la Unión Europea de basarse en un
mercado de energía inestable en vez de firmar acuerdos de suministros seguros
con Gaztrom.
En la
actualidad los precios del gas en Europa han aumentado en casi un 250 %. En
septiembre en el mercado europeo de futuro ya se cotizaba a 950 dólares por mil
metros cúbicos y en octubre llegó en ocasiones a sobrepasar los 1 000 dólares
por esa cantidad.
Varias razones
han sido las causas del encarecimiento como son: el aumento de la demanda
mundial después de las restricciones ocasionadas por la pandemia; el frío
invierno boreal del año pasado, que puso presión sobre los suministros y redujo
los niveles de gas almacenado en el viejo continente; el aumento de la demanda
en Asia de gas natural licuado.
Además, los
servicios de electricidad europeos dependen en gran medida de los precios del
gas a lo que se une la falta de acuerdo entre los Estados miembros y de la
Comisión Europea para tomar medidas reguladoras conjuntas para la compra de
gas.
El presidente
ruso explicó que debido a que los integrantes de la última composición de la
Comisión Europea, propusieron precios de mercado para el gas, algunos países
del viejo continente están pagando ese combustible a precios altísimos,
mientras los que firmaron contratos con Gazprom lo reciben en cerca de 220
dólares.
Después de toda
esta explicación cabe preguntarse: ¿Continuará la Unión Europea siguiendo al
pie de la letra los dictados de Estados Unidos de tratar de impedir la
inauguración final del Nortd Stream 2, u optará por realizar, para bien de sus
habitantes, una política económica más independiente de Washington?
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante
una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para
publicarlo en otras fuentes.
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