ENTREVISTA A WALDEN BELLO
China y Estados Unidos: la
amenaza de una deriva militarista
VientoSur
1 OCTUBRE 2021
¿Qué
hay de nuevo en el mundo en este tercer decenio del siglo XXI?
China no es solamente la segunda potencia económica
mundial, sino el centro de la acumulación de capital. El 28 % del crecimiento
mundial entre 2003 y 2018 proviene de China, según el Fondo Monetario
Internacional (FMI). Su crecimiento es dos veces mayor que el de la economía
estadounidense, que desde hace 50 años se ve afectada por un declive
sistemático de la rentabilidad del capital.
¿Por
qué el gran capital representado por las empresas multinacionales decidió
apostar por China?
Hasta la década de 2000 entraron en el mercado de
trabajo cientos de millones de trabajadores (80 millones solamente en la década
de 2010). Hay que subrayar que estos trabajadores venían del mundo rural y su
llegada permitió mantener los bajos salarios en todos los sectores de la
economía china. El salario medio en China equivalía al 2,9 % del salario medio
en EE UU.
¿Quién
se benefició?
Para la empresas multinacionales, el desarrollo de las
tecnologías de la información permitía segmentar el proceso de producción y
repartir las actividades productivas entre varios países en una especie de
cadena de valor. El traslado de un gran número de capacidades productivas a
China, por tanto, no solo era posible, sino también sumamente lucrativo.
Gracias a las normas establecidas por la Organización Mundial del Comercio
(OMC), China sacó provecho de la reducción de cuotas y barreras arancelarias.
China
salía beneficiada…
La alianza entre China
y las multinacionales se basaba en el interés común, pero los objetivos
estratégicos de una y otras eran distintos. En cierto modo, el Estado chino ha
utilizado las inversiones extranjeras como sucedáneo de una clase capitalista
nacional. El desarrollo económico fulgurante ha cambiado China. La renta per capita entre 1988 y 2008
aumentó un 229 %, lo que supera de lejos lo que ha ocurrido en otras partes de
Asia. Por otro lado, esta situación ha creado enormes diferencias entre el 1 %
más rico y el resto. Además, este crecimiento se ha producido en detrimento del
medio ambiente.
¿Existe
una correlación entre el crecimiento chino y el declive estadounidense?
El declive
estadounidense comenzó antes del auge chino. Importantes sectores de la
economía industrial ya eran menos competitivos, menos rentables. Más tarde,
varias empresas estadounidenses migraron a China para contrarrestar esta
tendencia a la baja. Se calcula que en EE UU se perdieron 8 millones de puestos
de trabajo a causa de esta deslocalización, lo que representa un porcentaje del
total bastante bajo. Según los trabajos de Thomas Piketty, la razón principal
del declive económico estadounidense estriba en el aumento de las diferencias
entre los salarios altos y los salarios bajos. De ahí una especie de guerra civil interna, que
incluye una fuerte dimensión de racialización. Millones de personas lo vivieron
como el final del sueño americano.
La
estabilidad de China contrasta con esto…
Las tensiones sociales
que se manifiestan cada vez más no desembocan en una crisis política. Una
oposición bastante reducida quisiera promover una evolución hacia el
liberalismo. Se perciben los efectos de esta crítica en las redes sociales,
pero quienes mandan en China, entre ellos el presidente Xi, están en
condiciones de preservar la legitimidad del Estado, que esgrime a su favor la
prosperidad de la mayor parte de la población. Esto permite a la China actual
proyectar una especie de modelo
chino, que gana esplendor con el megaproyecto de la Nueva
Ruta de la Seda destinada a conectar China con el resto del mundo.
¿Cuáles
son las condiciones que han permitido este avance de China?
Un factor importante ha sido que China no ha dedicado
una parte excesiva de su presupuesto al sector militar. En vez de implicarse en
la gestión de los conflictos en el mundo y el refuerzo de un vasto complejo
militar-industrial como EE UU, Pekín ha logrado ampliar su dominio a través de
la economía, no solo en la propia China, sino también en África y en América
Latina. Mientras que China invertía miles de millones en la economía del Sur
global, EE UU se dedicaba a prestar ayuda militar a sus aliados geopolíticos,
como Israel, Egipto, Arabia Saudí.
¿Y
este proceso continúa?
China ha lanzado recientemente el Banco de Desarrollo
e Infraestructuras de Asia. Este proyecto ha atraído incluso a varios aliados
europeos de EE UU. Decenas de Estados del Sur global se han unido a esta
iniciativa, que les permite disponer de cuatro billones de dólares para
proyectos de infraestructura en el vasto continente eurasiático, así como en
África y América Latina.
¿Cómo
trata el nuevo presidente Biden de gestionar esto?
Trump rompió con el proyecto impulsado desde hacía 20
años al situar los intereses de EE UU por encima de todo. La idea consistía en
castigar a China, sobre todo mediante acciones e intervenciones que
obstaculizaran el desarrollo técnico-científico chino. Biden, más allá de ñas
diferencias retóricas, va en el mismo sentido. Se han reservado más de 250.000
millones de dólares para apoyar la competitividad de las empresas
estadounidenses. China es probablemente la única cuestión en que Demócratas y
Republicanos comparten las mismas posiciones.
¿Podría
conducir esta situación a nuevos conflictos?
Actualmente solo hay un único ámbito en que la
superioridad de EE UU todavía es innegable, que es el sector militar. Nos
hallamos por tanto en una ecuación peligrosa en que el declive económico y
diplomático de EE UU se produce en un contexto en que todavía goza de una
innegable superioridad militar. A su vez, China, aunque está invirtiendo
masivamente en su ejército, está muy rezagada. En la XIX sesión del Congreso
Nacional del Partido Comunista Chino, celebrada el 18 de octubre de 2017, Xi
admitió este retraso. Dijo que China necesitaría 30 años para ponerse a la
altura de EE UU.
China
está realmente rezagada en el terreno militar…
En 2019, el gasto militar de EE UU era del orden de
732.000 millones de dólares anuales, frente a los 261.000 millones de China. El
aumento del presupuesto militar estadounidense es del 5,3 % anual (frente al
5,1 % en el caso de China). Si analizamos los datos más en detalle, veremos que
el contraste es muy fuerte. China dispone de un número limitado de armas
nucleares (260 cabezas nucleares), que en realidad son armas defensivas. EE UU
la supera de lejos (18.000 armas nucleares), que pueden ser un medio para
imponer su dominación. En conjunto, la capacidad militar de China está muy
alejada de la de EE UU. Recordemos que China tiene una única base militar en el
extranjero (en Yibuti), mientras que EE UU tiene 25 tan solo en Asia: en Japón,
Corea del Sur, Guam y Filipinas. China dispone de dos portaaviones construidos
con tecnología soviética un poco anticuada, mientras que EE UU tiene 11,
incluidos los de la VII flota, basada en Asia-Pacífico.
La
superioridad estadounidense se basa en una estrategia…
Incluso en Washington reconocen que la capacidad de
China es de naturaleza defensiva, mientras que la de EE UU es de carácter
ofensivo:
·
Apuesta por el despliegue en el exterior, cerca de los
enemigos reales o supuestos.
·
La doctrina militar aire-mar (AirSea) establece la
necesidad de golpear al adversario en todos los ámbitos al mismo tiempo
(centros de mando, sistemas de radar, lugares de producción y almacenamiento de
misiles, satélites, etc.). Esto incluye el bloqueo de las rutas marítimas y
terrestres.
·
Según Michael Klare, la estrategia estadounidense
implica mantener una gran superioridad sobre las fuerzas del adversario y estar
en condiciones de lidiar dos conflictos de gran envergadura al mismo tiempo y
en todos los terrenos (militar, económico, tecnológico).
Actualmente, la relación de fuerzas es muy
desfavorable a China. Las fuerzas estadounidenses rodean el territorio chino,
especialmente sus regiones costeras, donde se concentran las capacidades
industriales y tecnológicas. Las respuestas de China consisten en desarrollar
la expansión de sus fuerzas marítimas y aéreas en la vasta zona alrededor del
mar de China. En estos momentos, China y EE UU realizan simulacros de combate,
con el riesgo de que se produzcan accidentes o se inicie una escalada.
¿Es
posible cambiar la situación?
Hay que obligar a EE UU a aceptar un acuerdo de
seguridad, que debería ser asumido y supervisado por la Asociación de Naciones
del Sudeste Asiático (ASEAN). Este acuerdo debería incluir la desnuclearización
de la región, la clausura de varias bases estadounidenses y la retirada de las
fuerzas chinas a zonas alejadas, así como un nuevo pacto económico que incluya
el respeto y la protección de la soberanía de los Estados afectados. La obra
clásica de Clausewitz establece que “la guerra es la continuación de la
política por otros medios”, dando por sentado que es el cálculo racional de los
Estados el que puede determinar los niveles de conflictividad. En realidad,
esta fórmula excluye demasiado el contexto de cada nación. Desde su origen, EE
UU no ha dejado de organizar su expansión militar por todos los medios. Hoy, la
mayoría de observadores piensan que la posibilidad de una guerra es elevada,
máxime cuando la disparidad actual en el plano militar favorece a EE UU.
25/09/2020
https://alter.quebec/la-chine-et-les-etats-unis-la-menace-dune-derive-militariste/
Traducción: viento sur
Walden Bello es sociólogo y militante de la izquierda
democrática en Filipinas.
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