Los FMI de las vacunas
Rebelión
27/07/2021
Fuentes: El
tábano economista
La vida no es justa, acostúmbrate a ello (Bill Gates)
Si hay algo
fascinante de la guerra de las vacunas es la diversidad de temas que se
presentan. Algunos más o menos disfrazados, otros claramente camuflados, pero
en general todos apuntan a cómo los más ricos y poderosos se benefician del
desastre de la pandemia y lo empeoran. Convenios secretos, patentes, precios,
tiempo de entregas, beneficios, financiamiento de investigación, organismos que
aceleran el acceso a las vacunas, geopolítica, muestran solo una parte del
abanico de temas.
En este
entorno, Estados Unidos viene retrocediendo en la mayoría de sus lugares de
influencia. En el comercio, frente a la Ruta de la seda, los acuerdos entre China,
Rusia e Irán, y la Asociación
Económica Integral Regional (conocida como
RCEP), el tratado comercial más grande del mundo. Además, la guerra
en Siria, el gasoducto Nord Stream 2, el multilateralismo, presentan algunas
preocupaciones extra para los estadounidenses. Pero si hay un material coyuntural
alarmante, es la diplomacia mundial de las vacunas.
El propio Foreign Affairs mandó
a su gobierno mensajes de todos los colores invitando a vacunar al mundo entero
como muestra de poder. Estados Unidos ha sido eclipsado por Rusia y China,
quienes han comercializado y distribuido agresivamente sus vacunas en el
extranjero, en gran parte para promover los objetivos de la política
exterior. Rusia está utilizando los pinchazos para reforzar su imagen y
perspectivas de inversión. China está donando dosis para ganar influencia
en disputas territoriales y expandir su poder.
La palabra clave
aquí resulta “condicionar”. Al igual que el FMI, como veremos, las vacunas
operaron como un gran negocio, suprimiendo el ya de por si esfumado predomino
estadounidense en gran parte del globo. Los beneficios le ganaron a la
influencia de poder. El paso que sigue es volver los equilibrios a su lugar.
La mayoría de
los países cuyos mandatarios transitaron la pandemia quedaron expuestos,
golpeados, sin capacidad de reacción. La devastación legada de las políticas
económicas neoliberales anteriores a la pandemia cuartaron cualquier grado de
libertad para dar soluciones. Ahora la diplomacia de las vacunas tendrá que
disciplinar nuevamente a los partidos que quieran mantenerse en el gobierno.
Como la deuda es el condicionante central del poder del FMI, veremos que evitar
muertes y subordinas gobiernos es el elemento central de las vacunas.
La influencia
perdida es mucho mayor y más peligrosa de lo imaginada, la geopolítica es
central en este juego. Pongamos unos ejemplos que dejaran expuesta la
idea. La Comunidad
del Caribe (CARICOM) tiene 14 miembros, lo que implica que
tiene más votos en la ONU que toda América del Sur. Desde hace tiempo numerosos
estados caribeños se aprovechan de la competencia entre China y Taiwán. En el
mundo hay solo 15 países que reconocen a Taiwán como estado soberano, de ellos
5 son del Caribe: Belice, Haití, Santa Lucía, San Cristóbal, San Vicente y las
Granadinas. A cambio de tal reconocimiento pueden contar con préstamos, obra
pública, inversiones provenientes de Taiwán. Con la pandemia se sumaron
mascarillas, test rápidos, respiradores, no con la etiqueta “Made in Taiwán”,
sino con otra que dice “Taiwán ayuda”. Los votos en la ONU son importantes.
En
contraposición, República Dominicana cortó sus relaciones con Taiwán hace unos
años, lo que le valió que China alentara tal desaire dominicano enviando un
avión a Santo Domingo con una carga de un millón de vacunas a bordo. La puesta
en escena fue grandiosa, según el artículo publicado por Nueva Sociedad “El Caribe,
China y la geopolítica de las vacunas”.
La parte de la
influencia antes narrada contiene la porción más general de la geopolítica,
ahora nos atreveremos a transitar hacia algo un poco más siniestro. Cuando los
miembros del parlamento europeo se reunieron para leer el primer contrato
públicamente disponible para la compra de vacunas contra la COVID-19,
notaron que faltaba algo. De hecho, falta casi todo: ¿el precio por dosis?
Censurado. ¿El calendario de entrega? Censurado. ¿La cantidad de dinero pagado
por adelantado? Censurada. El contrato en revisión entre la UE con CureVac es
considerado como uno de los más transparentes del mundo, imaginen los demás, y
no lo decimos nosotros, lo hace un excelente artículo del New York
Times.
Los gobiernos
han invertido miles de millones de dólares para ayudar a las compañías
farmacéuticas a desarrollar vacunas y, a su vez, están gastando miles de
millones más para comprar las dosis. El riesgo de la innovación y sus costos
fueron estatales. La demanda también está siendo solventada con fondos
públicos, entonces, ¿por qué las patentes y los beneficios son privados y la
mayoría de los detalles de los acuerdos con esas empresas son secretos? Veamos
un poco este pastel de beneficios fármaco-sanitarios contra el Covid-19.
Hay una tesis
que supone que los gobiernos del primer mundo, dueños de las vacunas, presionan
para, según Zain Rizvi, del grupo de monitoreo Public Citizen, “se esté creando
una escasez artificial de vacunas”, lo que tiene mucho sentido. Ya que, al
menos con esta posición, han logrado, según los documentos disponibles, que las
compañías farmacéuticas obtuvieron plazos de entrega flexibles, protección de
patentes, inmunidad de responsabilidad si algo sale mal, falta de difusión de los
contratos en general y del valor de la dosis en particular. Es decir,
invisibilizaron la mayoría de los términos de los convenios.
Cómo se
consigue esto. Veamos. Estados Unidos tiene comprados 780 millones de
vacunas Pfizer/BioNTech de las cuales 40 millones irán a Covax para
los pobres (5%). Compró 300 millones a Moderna, 400 millones
a Johnson&Johnson y 300 millones a AstraZeneca (no aprobada en Estados
Unidos). Bien, la pregunta ahora es ¿para qué necesita el gobierno americano
2.180 millones de dosis? Supongamos que quisiera poner tres dosis a su
población, que es de 328 millones, necesitaría 984 millones de dosis. Tiene 300
millones para jugar a la diplomacia de las vacunas, que está implementando. Aun
así, le siguen sobrando casi 900 millones de dosis. Idénticas ideas operan para
la Unión Europea. Tiene adquiridas 2.300 millones de dosis y sus habitantes son
447 millones de personas; poniendo tres dosis llegaría a 1.341 millones, y le
sobrarían 959 millones.
Esta lógica
opera no solo en la UE y los Estados Unidos, también para Gran Bretaña. Según
el NYT, poco días después de comenzar la vacunación, las compañías
farmacéuticas Pfizer y AstraZeneca anunciaron que no iban a
poder cumplir con sus plazos de entrega en Europa, lo que causó una
preocupación generalizada debido a la propagación de las variantes
peligrosas del virus, como en la actualidad la variante delta. Aun así, un
punto clave en los contratos, el precio de la dosis, está anulado ya que las
empresas lo consideran un secreto comercial. De hecho, algunas farmacéuticas
han incluido cláusulas en sus contratos de suministro que les permiten
suspender las entregas si los países revelan el precio.
Para entender
los precios. Las facturaciones solo para el 2021 de alguna de estas empresas se
encuentra estimada en un artículo de The Guardian, fruto de
un minuciosos análisis, y a pesar que los datos no pueden ser homogéneos y
comparables en un 100%, ya que, como hemos dicho, el juego es que exista mucho
secretismo y poca transparencia. Según dicho artículo, Pfizer/BioNTech para el
2021 obtendrá ingresos por U$S 22.000 millones, Moderna unos U$S 19.600
millones, Johnson&Johnson más de U$S 12.000 millones. Las diferencias están
no solo en las cantidades sino en los precios.
Si bien está
estipulado que no pueden darse a conocer los precios de las dosis, siempre hay
algún descuidado que los expone. Según Reuters
Sudáfrica, pagará 5,25 dólares por dosis por 1,5 millones de
inyecciones de la vacuna contra el coronavirus, mientras que la UE pagó
2,19 dólares por cada dosis de la vacuna desarrollada por la Universidad de
Oxford y AstraZeneca. Algo similar sucede con Pfizer, un
funcionario belga reveló por error una lista de precios, que
mostraba que los contribuyentes estadounidenses estaban pagando 19,50 dólares
por dosis de la vacuna Pfizer, mientras que los europeos pagaban 14,70 dólares.
Para el estudio de The Guardian antes citado, basado en un
analista de Barclays, la dosis de Pfizer/BioNTech está entre U$S 39 y U$S 30,
dependiendo la cara del consumidor.
Hay una serie
de puntos centrales aquí. Como no se pueden divulgar los precios, esto permite
que la misma vacuna se pueda vender a diferentes valores. También vimos que los
países centrales acapararon las primeras dosis, y lo reafirmaron introduciendo
en los contratos la prohibición de donaciones y reventas de las vacunas. Lo que
se puede hacer es realizar prestamos, de manera que quede asegurada la compra
de la misma vacuna para su devolución y la segunda dosis. Los tiempos de
entrega, por otra parte, se consideran información patentada, por lo que no
existen puntos de referencia públicos con los que se pueda medir el desempeño
de una compañía. O sea, las vacunas llegan cuando la empresa lo decide.
Los gobiernos
firman al menos tres tipos de acuerdos de vacunas. Algunos les compran
directamente a las empresas farmacéuticas. Otros a través de organismos
regionales, como la Unión Europea, y muchos recurrirán al Fondo de Acceso
Global para Vacunas COVID-19 (COVAX, por su sigla en inglés), y aquí comienza
el baile. Que se produzcan y distribuyan vacunas de manera equitativa para una
pandemia global es un rol esencial de Organización Mundial de la
Salud. En su lugar se creó una institución privada para que lo
supervise.
Como el inicio
es poco venturoso, analicemos su constitución y soportemos su papel antes de
saltar de un puente. La pandemia ha tenido muchas paradojas, pero la creación
de un organismo como Covax no es una de ellas. Sobre todo, porque su función no
es distribuir de manera equitativa las vacunas; de hecho no lo hizo, su función
es evitar la cancelación de las patentes interviniendo como muro de contención
ante las arremetidas contras las Big Farma.
El COVAX fue
fundado por la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización y la Coalición para
la Innovaciones en la preparación de Epidemias (GAVI y CEPI, por sus siglas en
inglés), la Organización Mundial de la Salud, el Fondo de las Naciones Unidas
para la Infancia (Unicef), el Banco Mundial, y aquí se comienza a poner turbio,
la Fundación Bill y Melinda Gates. Por cierto, GAVI fue creado por dicha
fundación.
El COVAX cuenta
con dos plataformas financieras diferenciadas para la compra de vacunas contra
la COVID: una para países que están comprando directamente grandes cantidades
de dosis a fabricantes individuales, y otra para países económicamente débiles,
que no pueden financiar la compra de vacunas en este mercado, muy poco
competitivo. En términos políticos, entonces, el mercado mundial está dividido
entre los países más ricos que aplican políticas nacionalistas con respecto a
las vacunas, por un lado, y el resto de países, por el otro, que sufren una
“hambruna de vacunas”.
La primera vía
de financiamiento, que el COVAX denomina amablemente “países autofinanciados”,
consta en sí misma de dos vías. La primera es para aquellos países con
capacidad de ser “países autofinanciados”, pero que consideran que no están
obteniendo los mejores precios ni plazos de entrega, pero otro grupo de estos
países con capacidad de “autofinanciarse” enfrentan otro riesgo. Como son
países ricos, tienen la capacidad financiera de correr el riesgo y firmar
acuerdos de compra con empresas cuyas vacunas todavía están en la fase de
prueba y quizás no la pasen. La idea sigue siendo la misma, generar un clima de
escasez, porque hasta las que no están aprobadas, las tienen las grandes
potencias. COVAX ayuda en esta tarea como intermediario.
La segunda
plataforma, denominada Compromiso Anticipado de Mercado (CAM) del COVAX, está
dirigida a las 92 economías de renta baja y media designadas por el Banco
Mundial, incluidas 12 economías que son elegibles para recibir apoyo de la
Asociación Internacional de Fomento (AIF) del Grupo Banco Mundial, o sea, las
migajas de las vacunas, pero sin que nadie proteste.
Para el COVAX,
su “asociación” con el sistema de las Naciones Unidas es crucial para ganar
legitimidad y obtener aceptación, pero el COVAX restringe efectivamente el
papel de las organizaciones del sistema de la ONU -incluida la OMS- en los
órganos de decisión clave, derivando a las/os representantes de los gobiernos a
órganos asesores. La creación y el sistema en el que transita, la producción,
compra y distribución de las vacunas realizados por las farmacéuticas es
absolutamente brillante, perverso y a la luz del día.
Covax funciona
también como una forma de privilegiar las vacunas transgénicas, patentadas y
altamente experimentales, sobre todo las de ARN de Pfizer, Moderna y Johnson
& Johnson, según un brillante informe de Amigos de la
Tierra. Esta tecnología, basada en el método “ARN mensajero es totalmente
experimental provocó, para tener una idea, que una ley votada por el congreso
argentino, fuera modificado por un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) para
que no se querelle a las empresas o el estado se haga cargo de los costos”.
Es patético que
esto suceda, pero como se ve, ante los contagios y la muerte, las empresas, no
solo generan una idea de faltante de vacunas y encubren los precios, sino que
los gobiernos quedan como buenos o malos administradores o negociadores,
dependiendo de cuantas vacunas consigan. Y esto depende de qué tan
condicionados queden. Geopolítica para ganar respeto y dependencia para obtener
inmunidad no son buenos inicios de una etapa superadora del mundo. Si así nos
comportamos con pandemia, qué esperan acerca de la pobreza.
Fuente: https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2021/07/25/los-fmi-de-las-vacunas/
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