Tal día como hoy en 1794 moría guillotinado en París uno de los líderes más prominentes de la Revolución Francesa: Maximilien Robespierre. Para él la revolución política debía tener la finalidad de una revolución social.
Contra la constitucionalización de la esclavitud en
las colonias
El Viejo Topo
28 julio, 2021
“PEREZCAN
VUESTRAS COLONIAS SI LAS CONSERVÁIS A ESTE PRECIO”
13 de mayo de 1791, en la Asamblea Constituyente
El problema
colonial suscitó un importante debate en la Asamblea Constituyente, del 11 al
15 de mayo de 1791. El 11 de mayo, Malouet, uno de los que llevaba la voz
cantante del lado derecho esclavista, reclamó una constitución específica para
las colonias, a fin de escapar a la aplicación de los principios de la
Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano: “La población de las
colonias está compuesta por hombres libres y esclavos… Es imposible, pues,
aplicar a las colonias la Declaración de los derechos sin excepción… Es
necesario determinar especialmente para las colonias principios constitutivos
que sean apropiados para asegurar su conservación según el único modo de
existencia que ellas puedan tener”[1].
El 13 de mayo,
Moreau de Saint-Méry, diputado esclavista de la Martinica, propuso una enmienda
apuntando a constitucionalizar el esclavismo en las colonias; él intentaba
matar dos pájaros de un tiro llevando, en esta ocasión, a la Asamblea a
deshonrarse violando los principios de la Declaración de los derechos del
hombre y del ciudadano que había votado el 26 de agosto de 1789[2].
Robespierre
intervino en diversas ocasiones en este debate. El 13 de mayo respondió de
forma fulminante a Moreau de Saint-Méry.
Tengo una
explicación de dos palabras sobre la enmienda; señores, el mayor interés en
esta discusión es conseguir un decreto que no ataque de una forma demasiado
indignante los principios y el honor de la Asamblea.
Desde el
momento en que, en uno de vuestros decretos, hayáis pronunciado la
palabra esclavo, habréis pronunciado vuestro propio deshonor y el
derrocamiento de vuestra constitución. Yo me quejo, en nombre de la propia
Asamblea, de que, no contentos de obtener de ella lo que se desea, se la quiere
forzar a acordarlo de una manera deshonrosa para ella, y que desmiente todos
vuestros principios. Cuando se ha querido forzaros a vosotros mismos a levantar
el velo sagrado y terrible que el pudor mismo del legislador ha sido forzado a
tender, creo que se ha querido conseguir un medio para atacar siempre con éxito
vuestros decretos, para debilitar vuestros principios, a fin de que se os
pudiera decir siempre: alegáis sin cesar los derechos del hombre, los
principios de la libertad; pero vosotros creéis poco en ellos ya que habéis
decretado constitucionalmente la esclavitud.
La conservación
de vuestras colonias es de un gran interés, pero este interés es relativo a
vuestra constitución; y el interés supremo de la nación y de las propias
colonias es que conservéis vuestra libertad y que no derroquéis con vuestras
propias manos las bases de esta libertad. ¡Eh!, perezcan vuestras colonias, si
las conserváis a este precio. Sí, si fuera necesario perder vuestras colonias o
perder vuestra felicidad, vuestra gloria, vuestra libertad, yo repetiría:
perezcan vuestras colonias.
Concluyo de
todo esto que la peor de las desgracias que la Asamblea puede atraer, no sólo
sobre los ciudadanos de color, ni sobre las colonias, sino sobre el propio
imperio francés entero, sería adoptar esta funesta enmienda propuesta por M.
Moreau de St-Méry. Concluyo que cualquier otro proyecto, sea el que sea, es mejor
que éste[3].
A pesar de los
esfuerzos del lado izquierdo, la Asamblea Constituyente votó, el 13 de mayo de
1791: “[…] como artículo constitucional, que ninguna ley sobre el estado de las
personas no libres podrá ser hecha por el cuerpo legislativo para las colonias
si no es a demanda formal y espontánea de las asambleas coloniales”.
Notemos que la
historiografía de la revolución, comprendida la de “izquierda”, no ha visto o
sabido ver la significación de este voto. ¡Algunos incluso han buscado disolver
esta importancia insinuando que habría alguna diferencia entre esclavo y no
libre!
Aimé Cesaire no
se ha dejado engañar por esta distinción falaz y fue el primero en poner a
plena luz el sentido del voto del 13 de mayo de 1791: “Tras tres días de
debate, la Asamblea ratificó. Era cosa grave: una asamblea, elegida para
constitucionalizar la libertad, venía a constitucionalizar la esclavitud más
abominable…”[4].
Algunos meses
más tarde, en la noche del 22 al 23 de agosto de 1791, la insurrección de los
esclavos de Santo Domingo comenzaba, abriendo un nuevo ciclo de las
revoluciones anticolonialistas.
Notas:
[1] Archivos Parlamentarios, 2ª serie, t. 25, p. 752.
[2] Ibid., t. 26, p. 49.
[3] Aimé Cesaire comenta así esta intervención de Robespierre: “Por
primera vez, el asunto era expuesto con toda su amplitud y verdadera dimensión.
La cuestión colonial. Pero también la cuestión de la propia Revolución. Hasta
ahí la Revolución se presentaba como un bloque. El debate colonial introdujo en
la Revolución su propia contradicción, y por ello, una línea nodal: por un lado
aquellos que quieren detener la Revolución; por otro, los que quieren
continuarla y extenderla Por esto, la Revolución se revela a sí misma; toma
conciencia de que ella no es una si no doble; que por esto, ella está llena de
futuro y preñada de una historia”. Toussaint L’Ouverture. La révolution
française et le problème colonial. Présence Africaine, 1961, p. 117.
[4] Ibid., p. 122
Texto extraído del libro de M. Robespierre. Por la felicidad y por la
libertad. Discursos.
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