La vigencia de un texto publicado en septiembre de 1966
El desarrollo del
subdesarrollo
Fuentes: Monthly
Review
18.02.2021
Tomado de
Pensamiento Crítico, La Habana, número 7, agosto de 1967. pp. 159–172.
No podemos
esperar formular teorías y programas adecuados sobre el desarrollo para la
mayoría de la población mundial que sufre de subdesarrollo, sin antes conocer
como su pasado económico y su historia social dieron lugar a su actual
subdesarrollo. No obstante, casi todos los historiadores sólo se ocupan de los
países metropolitanos desarrollados y prestan escasa atención a las regiones
coloniales y subdesarrolladas. Por esta razón la mayor parte de nuestras
categorías teóricas y nuestras guías para la política de desarrollo provienen
exclusivamente de la experiencia histórica de las naciones avanzadas
capitalistas de Europa y de Norteamérica.
Y puesto que la
experiencia histórica de los países coloniales y subdesarrollados ha probado
ser muy diferente, las teorías en nuestro poder fallan en reflejar
completamente el pasado de la parte del mundo subdesarrollada. Y lo que es aún
más importante; nuestra ignorancia de la historia de los países
subdesarrollados nos lleva a aceptar que su pasado y hasta su presente se
asemejan a las etapas primitivas de la historia de los países hoy
desarrollados. Esta ignorancia y esta aceptación nos ha Ilevado a serias falsas
concepciones sobre el subdesarrollo y el desarrollo contemporáneo. Además, la
mayoría de los estudios del desarrollo y del subdesarrollo adolecen de no tomar
en cuenta las relaciones económicas y otras entre las metrópolis y sus colonias
económicas a lo largo de la historia de la expansión mundial y del desarrollo
del sistema mercantilista y capitalista. Por consiguiente, la mayoría de
nuestras teorías fracasan en explicar la estructura y desarrollo del sistema
capitalista como un todo y en tener en cuenta su generación simultánea de
subdesarrollo en algunos lugares y desarrollo económico en otros.
Generalmente se
sostiene que el desarrollo económico ocurre en una sucesión de etapas
capitalistas y que los actuales países subdesarrollados están todavía en una
etapa, a veces descrita como una etapa histórica original, por la cual las
actuales naciones desarrolladas pasaron hace mucho tiempo. Sin embargo, el más
modesto conocimiento de la historia muestra que el subdesarrollo no es ni
original ni tradicional que ni el pasado ni el presente de los países
subdesarrollados se parece, bajo ningún concepto importante, al pasado de los
países actualmente desarrollados.
Los hoy países desarrollados nunca
tuvieron subdesarrollo aunque pueden haber estado poco
desarrollados.Es también ampliamente sabido que el subdesarrollo
contemporáneo de un país puede ser concebido comoproducto o reflejo de sus
propias características o estructuras económicas, políticas, sociales y
culturales. Pero la investigación histórica demuestra que elsubdesarrollo
contemporáneo es, en gran parte, el producto histórico de la economía pasada y
actual y de otras relaciones entre los satélites subdesarrollados y los
actuales países metropolitanos desarrollados. Lo que es más, estas relaciones
son parte esencial de la estructura y el desarrollo del sistema capitalista
a escala mundial en conjunto. Un punto de vista relacionado con esto y
también ampliamente erróneo es que el desarrollo de esos países
subdesarrollados y, dentro de ellos, de sus áreas domésticas más
subdesarrolladas, debe ser y será generado o estimulado por la difusión de
capital, instituciones, valores, etcétera, en los mismos desde las metrópolis
capitalistas nacionales e internacionales.
Las
perspectivas históricas basadas en la experiencia pasada de los países
subdesarrollados sugieren que, por el contrario, el desarrollo económico de los
países subdesarrollados puede ocurrir actualmente sólo independientemente de la
mayoría de esas relaciones de difusión.
Evidentes
desigualdades de renta y diferencias culturales han llevado a muchos
observadores a ver sociedades y economías «duales» en los países
subdesarrollados. Cada una de las partes está supuesta de tener una historia
propia, una estructura y una dinámica contemporáneas, ampliamente independiente
de la otra. Se supone que sólo una parte de la economía y la sociedad ha sido
afectada, en forma importante, por relaciones íntimas económicas con el mundo
capitalista «exterior»; y esta parte, se ha vuelto moderna, capitalista y
relativamente desarrollada precisamente a causa de este contacto. La otra parte
es considerada como diversamente aislada, basada en la subsistencia feudal o
precapitalista y por lo tanto más subdesarrollada. Creo por el contrario, que
toda la tesis de la «Sociedad dual» es falsa y que las recomendaciones de
política a las que lleva, si se siguen, sirven solamente para intensificar y
perpetuar las propias condiciones de subdesarrollo que supuestamente deben
remediar.
Gran cantidad
de evidencias, que aumentan por día, sugieren y estoy seguro que serán
confirmadas por las futuras investigaciones históricas, que la expansión del
sistema capitalista en los siglos pasados penetró efectiva y totalmente aun los
aparentemente más aislados sectores del mundo subdesarrollado. Por
consiguiente, las instituciones y relaciones económicas, políticas, sociales y
culturales que observamos actualmente ahí, son productos del desarrollo
histórico del sistema capitalista tanto como lo son los aspectos más modernos o
rasgos capitalistas, de las metrópolis nacionales de estos países
subdesarrollados. Análogamente a las relaciones entre desarrollo y
subdesarrollo a nivel internacional, las instituciones subdesarrolladas
contemporáneas de las llamadas áreas atrasadas o doméstico-feudales de una
región subdesarrollada son, no menos, producto de un simple proceso histórico
de desarrollo capitalista como también lo son las llamadas instituciones
capitalistas de las supuestas áreas progresivas. En este trabajo me gustaría
esbozar los tipos de evidencias que respaldan esta tesis y al mismo tiempo
indicar ciertos lineamientos futuros a los que podrán seguir estudios e
investigaciones fructíferos.
II.
El secretario
general del Centro Latinoamericano para la Investigación en Ciencias Sociales
escribe en el diario del Centro: «La posición privilegiada de la ciudad tiene
su origen en el periodo colonial. Fue fundada por el Conquistador para servir
los mismos fines que sigue sirviendo hoy en día: incorporar la población
indígena a la economía producida y desarrollada por el Conquistador y sus
descendientes. La ciudad regional era un instrumento de conquista y es aún hoy
un instrumento de dominio.»[1] El Instituto Nacional Indigenista de México
confirma esta observación cuando señala que «la población mestiza, de hecho,
siempre vive en la ciudad, centro de una región intercultural, que actúa como
metrópoli de una zona de población indígena y que mantiene una íntima relación
con las comunidades subdesarrolladas que une el centro con las comunidades
satélites».[2] El Instituto va hasta señalar que «entre los mestizos que viven
en la ciudad núcleo de la región y, los indios que viven en las zonas
campesinas del interior hay, verdaderamente, una más cercana interdependencia
económica y social de lo que se puede apreciar a primera vista» y que las
metrópolis provinciales «al ser centros de intercambios son también centro de
explotación.»[3]
Y así, esas
relaciones metrópoli-satélites no están limitadas por el nivel imperial o
internacional sino penetran y estructuran la propia vida económica, política y
social de los países y las colonias latinoamericanos. Así como la capital
nacional y colonial con su sector de exportación se convierte en satélite de la
metrópoli ibérica, y más tarde de otras, del sistema económico mundial, este
satélite inmediatamente se convierte en una metrópoli colonial y después
nacional en relación con los sectores de producción y la población del
interior.
Aún más, las
capitales provinciales que a su vez son ellas mismas satélites de la metrópoli
nacional —y a través de ésta, de la metrópoli extranjera— son al mismo tiempo
centros provinciales alrededor de los cuales giran en órbita sus propios
satélites. En esta forma, toda una cadena de constelaciones de metrópolis y
satélites relaciona todas las partes del sistema total de su centro en Europa o
los Estados Unidos a los puntos más lejanos de los países latinoamericanos.
Cuando
examinamos la estructura metrópoli-satélite, nos encontramos con que cada uno
de los satélites, inclusive las hoy subdesarrolladas España y Portugal, sirven
como instrumento para extraer capitales o sobrantes económicos de sus propios
satélites y encaminar parte de estos sobrantes hacia la metrópoli extranjera de
la cual todas son satélites. Sin embargo, cada metrópoli nacional o local sirve
para imponer y mantener la estructura monopolística y las relaciones de
explotación de este sistema, como el Instituto Nacional Indigenista de México
lo llama, mientras sirva los intereses de las metrópolis que se aprovechan de
esta estructura global, nacional y local para promover su propio desarrollo y
el enriquecimiento de su clase gobernante.
Estas son las
características principales y que aún perduran y que fueron establecidas en
Latinoamérica por la Conquista. Además del examen del establecimiento de esta
estructura colonial en su contexto histórico, el enfoque propuesto requiere el
estudio del desarrollo — y subdesarrollo — de estas metrópolis y satélites de
Latinoamérica a través del consiguiente y aún en vigor proceso histórico. En
esta forma podemos comprender por qué ha habido y todavía hay tendencias, en
las estructuras latinoamericanas y capitalistas del mundo, que parecen llevar
al desarrollo de la metrópoli y al subdesarrollo de los satélites y por qué,
particularmente, las metrópolis satélites nacionales, regionales y locales de
Latinoamérica confrontan el hecho de que su desarrollo económico es, cuando
más, un desarrollo subdesarrollado.
III.
El
actualsubdesarrollo de América Latina es el resultado de su participación
secular en el proceso del desarrollo capitalista mundial; en lo que a mí se
refiere, creo haberlo mostrado en estudios sobre la historia económica y social
de Chile y Brasil.[4] Mi estudio sobre la historia chilena sugiere que la
Conquista no sólo incorporó totalmente este país a la expansión y al desarrollo
del mundo mercantil y más tarde al sistema capitalista industrial, sino que
también introdujo las estructuras monopolísticas metrópoli-satélite y el
desarrollo del capitalismo en la economía doméstica y la propia sociedad de
Chile. Y esta estructura penetró y permeabilizó todo Chile rápidamente. Desde
entonces y en el transcurso de la historia mundial y de Chile, durante los
periodos del colonialismo, del libre comercio y del imperialismo, así como
actualmente, Chile ha sido enormemente marcado por las estructuras sociales y
políticas del subdesarrollo satélite. Este desarrollo del subdesarrollo
continúa hoy tanto en la creciente satelización de Chile por la metrópoli
extranjera, como a través de la cada día más aguda polarización de su economía
doméstica.
La historia del
Brasil es, quizás, el caso más claro de ambos aspectos de subdesarrollo,
nacional y regional. La expansión de la economía mundial desde el comienzo del
siglo XVI convirtió paulatinamente el noreste, el interior de Minas Gerais, el
norte y el centro sur (Río de Janeiro, Sao Paolo, Paraná) en economía de
exportación y las incorporó a las estructuras y al desarrollo del sistema
capitalista mundial. Cada una de estas regiones sufrió lo que pudo parecer un
desarrollo económico durante el periodo de su respectiva edad de oro. Pero fue
un desarrollo satélite que no era ni autogenerado ni autoperpetuado. Según fue
declinando el mercado o la productividad de las primeras tres regiones, el
interés de la economía doméstica y extranjera se fue desvaneciendo; y fueron
abandonadas para que desarrollaran el subdesarrollo en que viven actualmente.
En la cuarta región, la economía del café sufrió un destino similar aunque no
tan serio (pero el desarrollo de un sustituto sintético del café promete
asentarle un golpe mortal en un futuro no muy lejano). Toda esta evidencia
histórica contradice la tesis generalmente aceptada de que los latinoamericanos
sufren de una «sociedad dual» o de una supervivencia de las instituciones
feudales y que éstos son obstáculos importantes a su desarrollo económico.
IV.
Durante la
Primera Guerra Mundial y más aún durante la Gran Depresión y la Segunda Guerra
Mundial, Sao Paolo comenzó a edificar un aparato industrial que es,
actualmente, el mayor de América Latina. La cuestión que se plantea es si el
desarrollo industrial sacó o sacará al Brasil del ciclo de desarrollo y
subdesarrollo satélite que ha caracterizado hasta ahora sus otras regiones y su
historia nacional dentro del sistema capitalista. Yo creo que la respuesta es
negativa. Domésticamente y hasta ahora, la respuesta es bien clara. El
desarrollo de la industria en Sao Paolo no ha producido grandes riquezas para
las otras regiones de Brasil. Al contrario, las ha convertido en satélites
coloniales internos, las ha descapitalizado aún más y consolidado y hasta
profundizado más su subdesarrollo. Existen pocas evidencias que nos permitan
sugerir que este proceso es susceptible de reversión en un futuro más o menos
lejano excepto en que los pobres provincianos migran y se convierten en los
pobres de las ciudades metropolitanas. La evidencia es, considerada desde el
exterior, que aunque el desarrollo inicial de la industria de Sao Paolo era relativamente
autónomo está siendo poco a poco satelizado por la metrópoli capitalina
extranjera y sus futuras posibilidades de desarrollo están siendo
progresivamente restringidas.[5] Este desarrollo —mis estudios me llevan a
creerlo— parece destinado a ser un desarrollo subdesarrollado o limitado,
mientras se realice dentro del actual marco económico, político y social.
Debemos
incluir, en resumen, que el subdesarrollo no es debido a la supervivencia de
instituciones arcaicas o a la existencia da falta de capital en las regiones
que se han mantenido aisladas del torrente de la historia del mundo. Por el
contrario,
el
subdesarrollo ha sido y es aún generado por el mismo proceso histórico que
genera también el desarrollo económico: el desarrollo del propio capitalismo.
Este punto de
vista, me complace confesarlo, está ganando adeptos entre los estudiantes de
América Latina, está probando su valor al aportar nueva luz al problema del
área y ofreciendo una mejor perspectiva para la formulación de las teorías y los
lineamientos.[6]
V.
El mismo
enfoque histórico y estructural puede también conducir a mejores teorías y
lineamientos de desarrollo generando una serie de hipótesis sobre desarrollo y
subdesarrollo como las que estoy probando en mis actuales investigaciones. Las
hipótesis se derivan de las observaciones empíricas y de las presunciones
teóricas que dentro de esta estructura metrópoli-satélite que abarca al mundo
entero, las metrópolis tienden a desarrollarse y los satélites a
subdesarrollarse. La primera hipótesis ya fue mencionada más arriba: es decir,
que en contraste con el desarrollo de la metrópoli extranjera que no es
satélite de nadie, el desarrollo de las metrópolis subordinadas y nacionales
está limitada por su estatuto de satélite. Esta hipótesis es quizás más difícil
de probar que las siguientes, porque parte de su confirmación depende de la
prueba de las demás hipótesis.
No obstante,
esta hipótesis parece estar generalmente confirmada por la no-autonomía y el
no-satisfactorio desarrollo económico y especialmente industrial de las
metrópolis nacionales de América Latina, como documentos de los estudios ya
citados.
Los ejemplos
más importantes y al mismo tiempo másconfirmantes son las regiones
metropolitanas de Buenos Aires y Sao Paolo, cuyo crecimiento sólo comenzó en el
siglo XIX, que no fue obstaculizado por herencias coloniales, pero que es y
sigue siendo un desarrollo satélite ampliamente dependiente de la metrópoli
exterior, primero de Gran Bretaña y después de los Estados Unidos.
Una segunda hipótesis
es que los satélites sufren su mayor desarrollo industrial capitalista clásico
cuando y allí donde sus lazos con la metrópoli son débiles. Esta hipótesis es
casi diametralmente opuesta a la tesis generalmente aceptada que eldesarrollo
de los países subdesarrollados es consecuencia del mayor grado de contacto con
y la mayor difusión desde los países desarrollados metropolitanos. Esta
hipótesis parece estar confirmada por dos clases de aislamiento relativo que
América Latina ha experimentado en el curso de su historia. Uno es el
aislamiento temporal causado por las crisis de guerra o depresiones en las
metrópolis extranjeras. Aparte de algunas de menor importancia, sobresalen
cinco periodos de grandes crisis que parecen confirmar la hipótesis. Estos son:
la depresión europea (especialmente la española) del siglo XVII, las guerras
napoleónicas, la Primera Guerra Mundial, la depresión de los años 30 y la
Segunda Guerra Mundial. Está claramente establecido y generalmente reconocido
que el desarrollo industrial reciente más importante —especialmente de
Argentina, Brasil y México, pero también de otros países tales como Chile— han
tenido lugar precisamente durante los periodos de las dos grandes guerras y la
depresión intermedia. Gracias al consiguiente debilitamiento de los lazos
comerciales y de la inversión durante esos periodos, los satélites iniciaron un
crecimiento marcado de industrialización autónoma. La investigación histórica
demuestra que lo mismo sucedió en América Latina durante la depresión europea
del siglo XVII. Creció la manufactura en los países latinoamericanos y muchos
de ellos, como Chile, se convirtieron en exportadores de productos
manufacturados. Las guerras napoleónicas hicieron brotar movimientos de
independencia en América Latina y esto debe quizás interpretarse como una
confirmación, en parte, dela hipótesis de desarrollo.
La otra dase de
aislamiento que tiende a confirmar la segunda hipótesis es el aislamiento
geográfico y económico de regiones que en un tiempo estuvieron relativa y
débilmente integradas y unidas al sistema mercantilista y capitalista. Mi
investigación preliminar sugiere que en América Latina fueron esas regiones las
que iniciaron y experimentaron el más prometedor desarrollo económico
autogenerado del más clásico tipo industrial capitalista. Los casos regionales
más importantes son probablemente Tucumán y Asunción, tanto como otras ciudades
como Mendoza y Rosario, en el interior de Argentina y Paraguay, durante el
final del siglo XVIII y comienzos del XIX. Los siglos XVIII y XIX en Sao Paulo,
antes de que se comenzara el cultivo del café allí son otro ejemplo. Quizás
Antioquia en Colombia y Puebla y Querétaro en México, son otros ejemplos. A su
manera, Chile fue también un ejemplo puesto que, antes que la ruta marítima
alrededor de Hornos fuese abierta, este país estaba relativamente aislado al
final de un largo viaje de Europa vía Panamá. Todas estas regiones se
convirtieron en centros de manufactura y hasta de exportación, generalmente, de
textiles, durante el periodo que precedió a su incorporación efectiva como
satélites del sistema capitalista mundial, colonial y nacional.
Claro está que,
internacionalmente, el caso clásico de industrialización a través de la
no-participación como satélite del sistema capitalista mundial es obviamente,
el del Japón después de la Restauración Meiji. Por qué, podemos preguntamos, el
pobre en recursos y no satelizado Japón fue capaz de industrializarse a fines
del siglo, mientras los países latinoamericanos ricos en recursos y Rusia, no
fueron capaces de hacerlo y la última fue fácilmente vencida por Japón en la
Guerra de 1904, después de los mismos 40 años de esfuerzos por el desarrollo.
La segunda hipótesis sugiere que la razón fundamental es que Japón no fue
satelizado ni en el periodo Tokugawa ni en el Meiji y por lo tanto no tuvo su
desarrollo estructuralmente limitado como los países que fueron satelizados.
VI.
Un corolario de
la segunda hipótesis es que, cuando la metrópoli se recuperaba de sus crisis y
restablecía los lazos de comercio e inversión que reincorporaban totalmente a
los satélites al sistema, o cuando la expansión metropolitana trataba de
incorporar las regiones previamente aisladas al sistema mundial, la
industrialización y el desarrollo previo de estas regiones eran estrangulados o
canalizados en direcciones que no son autoperpetuadas ni prometedoras. Esto
sucedió después de cada una de las cinco crisis más arriba citadas. La renovada
expansión del comercio y la difusión del liberalismo económico en los siglos
XVIII y XIX estrangularon e hicieron retroceder el desarrollo de la manufactura
que había tenido América Latina durante el siglo XVII y en algunos lugares al
comienzo del siglo XIX. Después de la Primera Guerra Mundial, la nueva
industria nacional del Brasil sufrió serias consecuencias por la invasión
económica norteamericana. El aumento en la tasa de crecimiento del producto
bruto nacional y particularmente de la industrialización en toda la América
Latina fue también retrasada y la industria se volvió muy satelizada después de
la Segunda Guerra Mundial y especialmente después de la recuperación de la
postguerra coreana y la expansión de la metrópoli. Lejos de haberse
desarrollado mucho más desde entonces, los sectores industriales del Brasil y
más conspicuamente de Argentina se han vuelto estructuralmente más y más
subdesarrollados y menos y menos capaces de generar la industrialización
continuada y/o el desarrollo sostenido de la economía. Este proceso, que la
India sufre también, está reflejado en una escala general de la balanza de
pagos, inflación y otras dificultades económicas y políticas, y promete no
doblegarse ante ninguna solución que no aporte cambios estructurales.
Nuestras
hipótesis sugieren que, fundamentalmente, el mismo proceso ocurrió, aún más
dramáticamente, con la incorporación al sistema de regiones previamente no
satelizadas. La expansión de Buenos Aires como satélite de Gran Bretaña y la
introducción del libre comercio en interés de los grupos gobernantes de ambas
metrópolis destruyeron la manufactura y parte de lo que quedaba de la base
económica del interior, previamente casi próspero. La manufactura fue destruida
por la competencia extranjera, se cogieron las tierras y se convirtieron en
latifundios por la economía rapaz y creciente de la exportación, la
distribución intrarregional de la renta se hizo más desigual y las regiones que
se estaban desarrollando previamente se convirtieron en simples satélites de
Buenos Aires, y a través de éste, de Londres.
Los centros
provinciales no claudicaron sin lucha ante la satelización. Este conflicto
metrópoli-satélite fue, en mucho, la causa de la larga lucha armada y política
entre los Unitaristas de Buenos Aires y los Federalistas de las provincias y se
puede decir que fue la única causa importante de la Guerra de la Triple Alianza
en la cual Buenos Aires, Montevideo y Río de Janeiro, alentadas y ayudadas por
Londres, destruyeron no sólo la economía autónoma en vías de desarrollo de
Paraguay, sino casi mataron toda su población que no aceptaba someterse. Aunque
sin dudas éste es el ejemplo más espectacular que tiende a confirmar la
hipótesis, yo creo que la investigación histórica sobre la satelización de los
trabajos agrícolas previos, relativamente independientes, y de las incipientes
regiones manufactureras, tales como las islas del Caribe, lo confirmarán en el
futuro.[7]
Estas regiones
no tuvieron ninguna oportunidad contra las fuerzas de desarrollo y expansión
del capitalismo y su propio desarrollo tuvo que ser sacrificado al de los
demás. La economía y la industria del Brasil, Argentina y otros países que han
sentido los efectos de la recuperación metropolitana desde la Segunda Guerra
Mundial sufren hoy mucho el mismo destino, aunque, por suerte, en grado menor.
VII.
Una tercera
hipótesis principal derivada de la estructura metrópoli-satélite es que las
regiones que están aquí actualmente más subdesarrolladas y con mayor aspecto
feudal son aquellas que tenían lazos más estrechos en el pasado con la
metrópoli. Son las regiones que eran los mayores exportadores de materias
primas y las fuentes principales de capital para la metrópoli extranjera y que
fueron abandonadas por ésta cuando por una razón u otra, los negocios
decayeron.
Esta hipótesis
contradice la tesis generalmente sostenida de que la fuente del subdesarrollo
regional es su aislamiento y sus instituciones precapitalistas. Esta hipótesis
parece estar ampliamente confirmada por el anterior desarrollo supersatélite y
el presente ultrasubdesarrollo de las, en un tiempo exportadoras de azúcar,
Antillas, noreste del Brasil, distritos exmineros de Minas Gerais, en Brasil,
tierras altas del Perú, Bolivia y los estados centrales mexicanos de
Guanajuato, Zacatecas y otros, cuyos nombres se hicieron famosos hace siglos
por su plata. Con seguridad no hay mayores regiones en América Latina que
sufran en la actualidad más intensamente la maldición del subdesarrollo y la
pobreza; sin embargo, todas esas regiones, como Bengala en la India, una vez
fueron proveedoras del flujo sanguíneo mercantil y del desarrollo capitalista
industrial — de la metrópoli. La participación de estas regiones en el
desarrollo del sistema capitalista mundial les proporcionó, ya en su edad de
oro, las estructuras típicas del subdesarrollo de una economía de exportación
capitalista. Cuando el mercado de su azúcar o de la riqueza de sus minas
desapareció y las metrópolis las abandonaron a su propio destino, sus ya
existentes estructuras económicas, políticas y sociales prohibían la generación
autónoma del desarrollo económico y no les dejaba otra alternativa que volver a
sí mismas y degenerar en el ultrasubdesarrollo que actualmente encontramos en
ellas.
VIII.
Estas
consideraciones sugieren otras dos hipótesis relacionadas: una es, que el
latifundio, sin tener en cuenta si hoy se nos presenta como una finca o
hacienda, nació típicamente como empresa comercial que creó sus propias
instituciones que le permitieron responder al aumento de la demanda en el mercado
nacional y mundial ampliando sus tierras, su capital y su trabajo e
incrementando el abastecimiento de sus productos. La quinta hipótesis es que
los latifundios que parecían aislados, basados en la subsistencia y
semifeudales, actualmente vieron declinar la demanda de sus productos y de su
capacidad productiva. Estos se encuentran principalmente en las antes
mencionadas regiones de exportación minera y agrícola, cuyas actividades
económicas decayeron en general. Estas dos hipótesis corren parejas a la noción
de mucha gente y a la opinión de algunos historiadores y otros estudiosos sobre
elasunto, de acuerdo con las cuales las raíces históricas y las causas
socioeconómicas de los latifundios y de las instituciones de América Latina
deben buscarse en la transferencia de las instituciones feudales de Europa y/o
en las depresiones económicas.
La evidencia
para probar estas hipótesis no se abre fácilmente a la inspección general y
requiere un análisis detallado de muchos casos. No obstante, se puede obtener
cierta evidencia importante confirmatoria.
El aumento de
los latifundios en la Argentina y Cuba, durante el siglo XIX es un caso claro
en apoyo de la cuarta hipótesis, y de ninguna manera puede ser atribuido a la
transferencia de instituciones feudales durante los tiempos coloniales. Es
evidentemente lo mismo que sucede en el resurgimiento de los latifundios
particulares postrevolucionarios y contemporáneos en el norte de México, que
producen para el mercado norteamericano y de otros semejantes en la costa del
Perú y las nuevas regiones de café en Brasil. La conversión de las islas del
Caribe, tales como Barbados, de haciendas agrícolas en economías exportadoras
de azúcar en distintas épocas, entre los siglos XVII y XX, y el aumento
resaltante de los latifundios en estas islas, también parecen confirmar la
cuarta hipótesis; el aumento del latifundio y la creación de las instituciones
de servidumbre, que más tarde fueron llamadas feudales, ocurrieron en el siglo
XVIII y han sido concluyentes en demostrar que fueron los resultados y las
respuestas a la apertura de un mercado de trigo chileno en Lima.[8] Aun el
aumento y la consolidación del latifundio en el México del siglo XVIII —que la
mayoría de los estudiosos expertos han atribuido a una depresión de la economía
causada por la baja de la minería y una escasez de mano de obra india y a la
consiguiente introversión y ruralización de la economía— ocurrió en un momento
en que la población urbana y la demanda crecían, se hizo aguda la carestía de
productos alimenticios, los precios alcanzaron niveles altísimos y el
aprovechamiento de otras actividades económicas tales como minería y comercio
exterior declinaron.[9] Estos y otros factores hicieron más provechosa la
agricultura en las haciendas. Y así, hasta este caso parece confirmar la
hipótesis de que el crecimiento del latifundio y sus condiciones de
servidumbre, al parecer feudales, en América Latina ha sido siempre y es aún la
respuesta comercial a la creciente demanda y que no representa la transferencia
o supervivencia de instituciones ajenas que se han mantenido más allá del
alcance del desarrollo capitalista. El surgimiento de los latifundios, que
actualmente están verdaderamente, más o menos (aunque no totalmente) aislados,
puede ser atribuido a las causas explicadas en la quinta hipótesis; es decir,
la declinación de las empresas agrícolas provechosas establecidas con
anterioridad, cuyo capital era y cuyo sobrante económico corrientemente
producido aún es transferido a otro lugar por propietarios y negociantes,
quienes frecuentemente son las mismas personas o familias. Probar esta
hipótesis requiere un análisis aún más detallado, parte del cual he comenzado
en un estudio sobre la agricultura del Brasil.[10]
IX.
Todas estas
hipótesis y estudios sugieren que la extensión global y la unidad del sistema
capitalista, su estructura monopolista y su desarrollo desigual en el
transcurso de la historia y la consiguiente persistencia del capitalismo más
bien comercial que industrial en el mundo subdesarrollado (incluyendo sus
países más industrialmente adelantados) merecen mucha más atención en el
estudio del desarrollo económico y cambio cultural de la que hasta hoy han
recibido. Porque, aunque la ciencia y la verdad no reconocen fronteras, serán
probablemente las nuevas generaciones de científicos de los propios países
subdesarrollados las que más necesitan y más podrán dedicar la atención
necesaria a estos problemas y aclarar el proceso del subdesarrollo y del
desarrollo. Es a ellos a quienes en el último término corresponderá la tarea de
cambiar éste ya no aceptable proceso y eliminar esta miserable realidad.
No serán
capaces de alcanzar estos objetos si importan estereotipos estériles desde las
metrópolis, que no corresponden a su realidad económica de satélites y no
responden a sus necesidades de liberación política.
Para cambiar su
realidad deben primero comprenderla. Por eso, yo espero que una mayor
confirmación de estas hipótesis y un mayor empeño en el enfoque propuesto,
política y estructuralmente, pueda ayudar a los pueblos de los países
subdesarrollados a comprender las causas y eliminar la realidad de su
desarrollo de subdesarrollo y del subdesarrollo de su desarrollo.
Notas:
[1] América
Latina, Año 6, número 4, Octubre-Diciembre 1963. p. 8.
[2] Los
centros coordinadores indigenistas, Instituto Nacional Indigenista,
México, 1962. p. 34.
[3] Ibídem. pp.
33–34,88.
[4] «Desarrollo
y Subdesarrollo capitalista en Chile» y «Desarrollo y Subdesarrollo capitalista
en Brasil», en Capitalismo y Subdesarrollo en América
Latina que será publicado próximamente por Monthly Review Press.
[5] Ver también
«El crecimiento y descenso de los sustitutos de importación», Boletín Económico
para América Latina, New York, IX, número 1 Marzo 1964; y de Celso Furtado, Dialéctica
del Desarrollo, Río de Janeiro, Fondo de Cultura, 1964.
[6] Otros
utilizan tesis similares, aunque sus ideologías no les permiten llegar a
conclusiones lógicas, entre ellos Aníbal Pinto de Chile: Un caso de
desarrollo frustrado, Santiago, Editorial Universitaria,
1957; Celso Furtado: La formación económica de Brasil,
Río de Janeiro, Fondo de Cultura, 1959 (traducido recientemente al inglés y
publicado bajo el título The Economic Growth of Brasil por la
University of Carolina Press); y Caio Prado Júnior: Historia Económica de
Brasil, Sao Paolo, Editora Brasiliense, 7ma. edición, 1962.
[7] Ver por
ejemplo, Ramón Guerra y Sánchez, Azúcar y Población en las Antillas, Habana,
1942, 2da. edición, publicada como Sugar and Sodety in the Caribbean, New
Haven, Yale University Press, 1964.
[8] Mario
Góngora, Origen de los «inquilinos» de Chile central, Santiago,
EditoraUniversitaria, 1960; Jean Borde yMario Góngora, Evolución de la
propiedad rural en el Valle del Puango, Santiago,Instituto de Sociología
de la Universidadde Chile; Sergio Sepúlveda, El trigo chileno en el
mercado mundial, Santiago, Editorial Universitaria, 1959.
[9] Woodrow
Borah hace de la depresión su tema central en Nuevo siglo de depresión
de España,Ibero Americana, Berkeley, número 35–1951; Francois
Chevalier, La formación de los latifundios grandes en
México, México, Problemas industriales y Agrícolas de México, VIII
número 1, 1956 (traducido del francés y publicado recientemente por la
University of Carolina Press). Los datos que basan mi interpretación en contra
han sido sacados de estas obras. Este problema se plantea en mi «¿Con qué modo
de producción convierte lagallina el maíz en huevos de oro?» El Gallo
Ilustrado, Suplemento de El Día, México números 175 y 179, octubre 31 y noviembre
28, 1965; y se analiza más profundamente en un estudio sobre la agricultura
mexicana en preparación.
[10]
«Capitalismo y el mito del feudalismo en la agricultura del Brasil», en Capitalismo y
Subdesarrollo en América Latina, citado en el (4).
Monthly Review, septiembre de 1966.
André Gunder Frank (1929–2005): Pensador social, economista y sociólogo
alemán. Uno de los creadores de la Teoría de la Dependencia en la década de los
´60 del siglo XX.
Fuente: https://medium.com/la-tiza/el-desarrollo-del-subdesarrollo-8621730a163a
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