En Rojava -Kurdistán sirio- y en la Chiapas zapatista se construyen alternativas emancipatorias de nuevo tipo. No son las únicas, hay otras con sus propias formas y tiempos. Una nueva historia se está construyendo y hay que aprender a escucharla.
De Rojava a Chiapas
El Viejo Topo
12 abril, 2021
El Kurdistán es
un pueblo con lengua y cultura propias que habita entre los ríos Tigris y
Éufrates. Desde hace años y de distintas formas, este pueblo lucha por su
autodeterminación. En el pasado, los territorios kurdos estuvieron divididos
por los imperios otomano y persa. Después del reparto imperial que vino con la
Primera Guerra Mundial, el pueblo kurdo quedó dividido entre Irak, Irán, Siria
y Turquía.
La lucha del
pueblo kurdo por su liberación se ha vuelto también una lucha por la
sobrevivencia, en la que enfrentan a ejércitos de gobiernos nacionales, del
Estado islámico y de potencias imperiales. Las organizaciones kurdas son varias
y diversas entre ellas, incluso estas diferencias suelen ser usadas por los
actores interesados en el petróleo de la región para disminuir la resistencia.
Entre las
organizaciones del pueblo kurdo destaca el Partido de los Trabajadores del
Kurdistán (PKK), fundado en 1978, marxista-leninista, y que formó parte de las
luchas anticoloniales que estallaron por aquellos años. Con el paso del tiempo,
el PKK fue transformándose intelectualmente para encontrar un camino
propio, el Confederalismo Democrático, un proyecto que, según Abdullah Öcalan
–figura ideológica y prisionero político– se caracteriza por ser flexible,
multicultural, antimonopólico, orientado hacia el consenso y en donde
la ecología y el feminismo son pilares centrales.
El
confederalismo democrático puede enunciarse como un proyecto anticapitalista,
antipatriarcal, popular, construido por el pueblo kurdo, el cual experimentó
entre 2012 y 2014 un momento paradigmático: la declaración de la
autonomía de facto de Rojava, una región en el Kurdistán
sirio, proceso que encontró eco internacional. En este proceso jugaría un papel
determinante la resistencia armada encabezada por las mujeres kurdas y su congreso
Kongra Star.
Para la
socióloga Azize Aslan, Rojava no es sólo el territorio donde está teniendo
lugar una revolución, es también un territorio donde la idea de una revolución
está redefiniéndose. Su argumento es potente: ahí se construye una red de
asambleas en donde los pueblos toman las decisiones respecto de su futuro. Son
esas asambleas las que posibilitan la democracia directa y el
autogobierno: El propósito del sistema de asambleas populares en Rojava es
organizar un modelo anticapitalista y autónomo para una sociedad sin Estado,
antipatriarcal y ecológica (https://bit.ly/2MJ0NYG).
La profundidad
teórica y práctica de la crítica y alternativa que se construye en Rojava
destaca por varios elementos: es un cuestionamiento a la modernidad
capitalista, al Estado-nación, a la ciencia hegemónica, al patriarcado y al
ecocidio. La crítica viene acompañada de una praxis encaminada
a la construcción –no sin contradicciones– de una modernidad
democrática con su confederalismo, su autonomía, su economía alternativa,
con el protagonismo de las mujeres y también con su ciencia crítica, una
ciencia que dio lugar a la Jineolojî o ciencia de las mujeres, basada en
la ética, la estética, con poder práctico y relacionada con la economía.
Alessia Dro,
del Movimiento de Mujeres del Kurdistán, ha señalado que una de las
contradicciones más grandes de nuestro tiempo es la existente entre la
resistencia de las mujeres y el patriarcado. Esa contradicción, recuperada como
vertebral por la revolución kurda, es lo que propicia que miles de mujeres de
todo el mundo se identifiquen con esa lucha: Para hacer una
transformación, tenemos que lograr cambiar a la sociedad con una perspectiva de
liberación de las mujeres. La liberación de las mujeres significa liberar la
sociedad entera. Eso es algo que los movimientos revolucionarios en el mundo
aún no han elaborado como eje prioritario, y creo que por eso hay mujeres de
muchos lugares que nos unimos al movimiento (https://bit.ly/2PucW4H).
La solidez
teórica y política que ha alcanzado la revolución kurda se refleja en el
reconocimiento de sus pares en otros lugares del mundo. Es con el EZLN y con
las mujeres zapatistas con quienes ha establecido un diálogo fraterno. En
diciembre de 2019 la palabra de las mujeres de Rojava llegó hasta territorio
zapatista, al semillero Huellas del Caminar de la comandanta Ramona, en donde
se realizaba el II Encuentro Internacional de las Mujeres que Luchan: Hoy,
querríamos haber estado junto a las mujeres zapatistas en el encuentro de
mujeres que se ha celebrado allá, pero está claro que en nuestra situación y
con los ataques a nuestro pueblo, esto no ha sido posible. Pero podemos decir
que nuestros corazones están allá y con todas las mujeres en lucha por su
libertad y la de sus pueblos. Porque estamos luchando contra todo tipo de
ocupación impuesta a los pueblos, todo tipo de esclavitud impuesta a las
mujeres. Y estamos juntas en la lucha.
En Rojava y en la Chiapas zapatista se construyen alternativas emancipatorias de nuevo tipo. No son las únicas, hay otras con sus propias formas y tiempos. Una nueva historia se está construyendo y hay que aprender a escucharla.
Artículo
publicado originalmente en La Jornada.
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