¿Quién está detrás de la jueza que procesa a Assange?
Insurgente.org.
27.09.2020
Emma Arbuthnot es la
juez principal que instruye, en Londres, el proceso de extradición de Julian
Assange a Estados Unidos, donde podría ser condenado a 175 años de cárcel por “espionaje”, o
sea por haber publicado, como periodista de investigación,
pruebas de los crímenes
de guerra estadounidenses, como los conocidos videos sobre las masacres
perpetradas contra
civiles en Irak y Afganistán. Durante ese proceso,
en manos de la jueza Vanessa Baraitser, todos los pedidos de la defensa han sido
rechazados.
En 2018, luego de que
Suecia abandonara la acusación de violencia sexual, la jueza Arbuthnot se negó a
anular la orden de arresto, evitando así que
Assange pudiera obtener asilo en Ecuador.
Esta misma
jueza rechazó las conclusiones del Grupo de Trabajo de
la ONU sobre la detención arbitraria de Assange. Tampoco quiso escuchar las
conclusiones del responsable de la ONU
contra la tortura,
quien señaló que «Assange,
detenido en condiciones extremas de aislamiento no justificadas,
presenta síntomas típicos
de una exposición prolongada a la tortura sicológica».
En 2020, mientras miles
de detenidos pasaban a estar bajo detención domiciliaria, como medida contra el coronavirus,
Assange ha sido mantenido en prisión y
se ha visto
expuesto al contagio en condiciones de
debilitamiento físico. En el tribunal, Assange no puede
consultar a sus abogados, se le mantiene aislado en
una jaula de cristal blindado y se le
amenaza de expulsión si osa
abrir la boca.
¿Qué hay
detrás de tanto ensañamiento?
La jueza Arbuthnot
ostenta el título de «Lady» por ser la esposa de Lord
James Arbuthnot, conocido “halcón” del
Partido Conservador y ex ministro de Defensa,
notoriamente vinculado con el complejo militaro-industrial y los servicios
secretos británicos. Lord Arbuthnot es, además, presidente del comité de
consulta británico del Grupo Thales –transnacional
francesa especializada
en sistemas militares aeroespaciales– y
miembro del comité de consulta de la firma Montrose Associates,
que se especializa en
inteligencia estratégica, dos cargos generosamente retribuidos. Lord Arbuthnot
es igualmente miembro de la Henry Jackson
Society (HJS), influyente think tank transatlántico
vinculado al gobierno y a la inteligencia estadounidenses.
En julio pasado, el
secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, participó en una mesa redonda
organizada en Londres por la Henry Jackson
Society. Desde su época de director de la CIA,
Pompeo ha venido acusando a WikiLeaks –el
sitio web fundado por Assange– de ser «un
servicio de
espionaje del enemigo». Esta campaña de Pompeo coincide con
la de la Henry Jackson Society, que acusa a Assange de «sembrar
dudas sobre la posición moral de los gobiernos democráticos
occidentales, con apoyo de regímenes autocráticos».
En el consejo político
de la Henry Jackson Society, junto a Lord Arbuthnot, estaba hasta hace poco
Priti Patel, la actual
ministro del Interior del Reino Unido, precisamente la persona que tendrá que
firmar o no la orden
de extradición contra Julian Assange. A ese grupo de
presión, que viene
haciendo campaña por la extradición de Assange
–bajo
la batuta de Lord Arbuthnot y de otros personajes influyentes– está
estrechamente ligada la jueza Arbuthnot, nombrada por la
reina como
magistrado en jefe en septiembre de 2016,
cuando WikiLeaks ya había publicado –en marzo– los documentos
más
comprometedores para Estados Unidos.
Por cierto, entre
esos documentos están los correos electrónicos de la entonces secretaria de Estado
estadounidense, Hillary Clinton, que revelan el verdadero objetivo de la guerra
de la OTAN
contra Libia: impedir que el
gobierno encabezado por Muammar el-Kadhafi utilizara sus reservas en oro
para crear una moneda panafricana como alternativa al dólar
estadounidense y la franco
CFA –la moneda que Francia impuso a
14 ex colonias africanas.
El verdadero “delito”
cometido por Julian Assange es el de haber abierto una brecha en el muro de silencio político-mediático
tras el cual se esconden
los verdaderos intereses de poderosas élites
que,
desde la sombra protectora que el Estado Profundo les garantiza,
recurren repetidamente a la
carta de la guerra.
Ese es el poder oculto
que acusa a Assange y lo somete a juicio, como cuando se exponía a
los supuestos
herejes a los caprichos y la furia de la Santa
Inquisición. Si se decide su extradición a Estados Unidos,
Assange será sometido a «medidas
administrativas especiales» mucho más duras
que las que ya sufre en Reino
Unido. Será encerrado en una pequeña
celda bajo condiciones
de aislamiento, no podrá tener contacto
con su familia –ni siquiera a través de sus abogados,
quienes también serían
incriminados si se atreviesen a entregarle
algún mensaje. En otra
palabras, entregarlo a Estados Unidos sería
condenarlo a muerte.
Manlio Dinucci
Fuente
Il Manifesto (Italia)
Traducido al español
por la Red Voltaire a partir de la versión
al francés de Marie-Ange Patrizio.
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