Paradojales resultados de
una fake news
Por Atilio A. Boron
Rebelion
18.07.2020
La
mentira creada por dos periódicos reaccionarios de Argentina tuvo un efecto
inesperado: engañó y les hizo pasar un papelón a quienes son sus incansables
promotores.
Ayer
por la tarde Clarín y La Nación titulaban
su edición digital con grandes caracteres celebrando el pronunciamiento del
gobierno argentino en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU reunida en
Ginebra. Engullendo sin la menor perspicacia la noticia -incompleta y
tendenciosa, y por lo tanto falsa- difundida por la “prensa independiente” la
dirección del PRO no tardó en emitir una declaración en donde “felicitaba” al
gobierno argentino por su “reconocimiento, tardío pero correcto, sobre la
gravísima situación venezolana.” El comunicado titulado “Mejor tarde que nunca”
fue firmado por Patricia Bullrich y Fulvio Pompeo (no confundir con Mike, el
Secretario de Estado, aunque uno y otro piensen igual) culmina con una
exhortación al gobierno para que sostenga esta actitud “en el tiempo, en los
distintos ámbitos políticos y diplomáticos existentes, con el fin de apoyar un
proceso que permita sin más demora la celebración de elecciones libres e
independientes en Venezuela.”
En
este caso la verdad a medias que creó la fake news engañó y
les hizo pasar un papelón a quienes son sus incansables promotores. En efecto,
a poco andar se conoció la versión completa de la postura argentina en donde se
ratificaba: a) el reconocimiento de Nicolás Maduro como el único presidente
legítimo de Venezuela; b) la legalidad del llamado a elecciones parlamentarias
convocadas por el gobierno bolivariano para diciembre de este año; c) se
reafirmaba la condena al bloqueo y las sanciones económicas, que exacerbaban
los sufrimientos de la población; d) y se hacía lo propio con el principio de
no intervención tema sobre el cual, en el programa de Víctor Hugo Morales por
la AM 750, el presidente reafirmó que nadie tenía derecho a decirle a los
venezolanos como debían arreglar sus problemas. “Ni yo, ni Trump, ni nadie”
sentenció, para desconsuelo de una derecha colonizada que sí le asigna ese
derecho al presidente de Estados Unidos. Además, en la entrevista Fernández
recordó la frustrada intervención de José Luis Rodríguez Zapatero para
normalizar el proceso electoral en Venezuela y que fue saboteada, a último
momento y cuando estaba todo resuelto, por la actitud antidemocrática de la
oposición.
El
resultado: una fake news que le jugó una mala pasada a la
derecha. Para colmo, con sus aclaraciones en el día de hoy, el presidente se
alejó aún más del Grupo de Lima al que juzgó como irrelevante e
irrepresentativo; y descalificó explícitamente -y llamándolo por su nombre- los
presuntos derechos que el ocupante de la Casa Blanca esgrime para inmiscuirse
en los asuntos internos de Venezuela. Reafirmó también su rechazo al golpe y la
dictadura en Bolivia y el compromiso de la Argentina con el ex presidente Evo
Morales y cuantos bolivianos busquen asilo en este país.
Dos
conclusiones surgen de este episodio: primero, que es imprescindible alinear a
la Cancillería con las posturas de la Casa Rosada. No hay que ser un lince ni
capaz de ver bajo el agua para percatarse que las melodías que resuenan en el
Palacio San Martín no gozan del agrado del presidente. Y para jugar un papel
positivo en el concierto regional o internacional este país tiene que tener una
política exterior, no dos, y evitar que el presidente tenga que salir a aclarar
ante los medios qué fue lo que hizo o dijo la Cancillería.
Segunda
conclusión: la Argentina podría haber ido un poco más lejos en su intervención
en Ginebra. Por ejemplo, cuestionando la imperdonable –y permanente- omisión
que Michelle Bachelet hace del tema de las sanciones económicas y el bloqueo a
Venezuela cada vez que examina la situación de los derechos humanos en ese
país. Podría también haber manifestado su insatisfacción ante el hecho de que
la funcionaria no hubiese utilizado la misma vara para juzgar el criminal
accionar de las fuerzas policiales en Chile, con sus casi cuatrocientas
personas que quedaron ciegas o perdieron un ojo, amén de las mujeres violadas y
los miles de detenidos y la treintena de muertos durante la represión; o
señalar la incongruencia de hablar de “tortura y malos tratos y la violencia de
género” a manos de las fuerzas de seguridad en un continente en donde el
maltrato (que no siempre es tortura) y la violencia de género son pan de cada
día, incluyendo a la Argentina. Pese a ello a esa señora sólo le preocupa lo
que pueda ocurrir bajo el gobierno de Nicolás Maduro al paso que ignora las
masivas violaciones de los derechos humanos perpetradas en Chile por el régimen
de Piñera o en la dictadura boliviana.
Podría
también el gobierno argentino haberle solicitado que tornase su inquisitiva
mirada hacia la vecina Colombia en donde según la agencia EFE, nada sospechosa
de simpatías chavistas, el gobierno de Iván Duque fue responsable o cómplice
del asesinato de 100 activistas sociales y políticos entre el 1º de enero
y el 15 de mayo de este año.* Pero Bogotá es un proxy del gobierno de Estados
Unidos y Bachelet, en su papel de sumisa sirvienta de la Casa Blanca, ni se le
pasa por la cabeza hacer tal cosa y prefiere lanzar sus dardos contra la
República Bolivariana en lugar de hacerlo contra el narcogobierno colombiano.
En
fin, haciendo las sumas y las restas, gracias a la fake news de Clarín y La
Nación la política del gobierno argentino hacia Venezuela quedó
dibujada con perfiles más nítidos y esperanzadores. Y esto es una buena
noticia.
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