Priorizar la vida o la economía dictará los rumbos urbanos pospandemia
Fuentes: IPS
Lo primero es salvar vidas, exigió la pandemia covid-19,
en un esfuerzo con que se evitó, además, que las pérdidas económicas
fuesen aún más demoledoras si no se hubieran impuesto duros
aislamientos. Pero esa prioridad puede invertirse tras la crisis y
desecharse lecciones que abrirían caminos para modelar mejores ciudades.
“La pandemia sirvió a la toma de conciencia sobre la necesidad de
cambiar el paradigma urbano”, a la vez que despertó “una solidaridad
espontanea de ciudadanos en red, muchos ayudando a vecinos que antes
ignoraban”, apuntó Carmen Santana, una urbanista chilena que vive entre
París y la ciudad española de Barcelona.
La
desigualdad social, bien conocida en América Latina, se hizo más
trágica ahora que se convierte en epicentro de la pandemia y cobra
su precio en vidas, así como la precariedad de los servicios de
salud, la mala nutrición que se refleja en subalimentación y en
obesidad que se reveló un factor de vulnerabilidad a la covid-19.
Queda
la interrogante de si las ciudades, especialmente las grandes
metrópolis que sufrieron el ataque más brutal del coronavirus,
enderezarán su desarrollo hacia necesidades humanas o seguirán en
sus dinámicas dictadas por intereses económicos que les impusieron
disfuncionalidades, según dijeron arquitectos-urbanistas, a los que
IPS entrevistó por teléfono, desde sus distintas urbes.
Es
muy temprano para prever que transformaciones urbanas ocurrirán,
porque ellas dependen del tiempo que durará el aislamiento y el
distanciamiento físico, advirtió Nabil Bonduki, profesor de la
Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la brasileña Universidad
de São Paulo (FAU-USP).
Si
la epidemia pierde fuerza o es controlada por una vacuna o
medicamentos a corto plazo, las urbes volverán a la normalidad con
sus contradicciones anteriores, pero si se prolongan las actuales
rígidas medidas contra aglomeraciones en las calles, espectáculos y
comercio, habrá cambios que aún son imprevisibles, evaluó.
“Ya
es inevitable un fuerte incremento de las actividades virtuales, como
las reuniones empresariales, que se comprobaron muy productivas, el
trabajo remoto y la enseñanza a distancia”, reconoció, desde São
Paulo.
Bonduki,
quien encabezó la elaboración del Plan Director de São Paulo como
concejal en 2013-2014, no cree que haya un retroceso en la búsqueda
de ciudades más densas, con “ocupación de vacios urbanos y áreas
subutilizadas, y quizás apartamientos más grandes”, para incluir
una oficina.
De
todos modos, es el poder político que determinará los rumbos,
aunque es previsible una fuerte presión de la sociedad por mayores
inversiones en salud y reducción de la pobreza, vaticinó.
Su
colega en la FAU-USP, Raquel Rolnik, quien fue relatora
especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho Humano a una
Vivienda Adecuada, de 2008 a 2014, rechaza la creencia difundida
de una correlación entre densidad urbana y propagación del
coronavirus.
“Metrópolis
súper, megadensas como Singapur, Hong Kong y Seúl no sufrieron
ninguna hecatombe, sino una cantidad relativamente baja de víctimas.
En Nueva York, (el distrito de) Manhattan, muy denso, no tuvo más
muertos que Staten Island, menos denso”, ejemplificó.
Acotó
que “en São Paulo y Río de Janeiro, hay favelas donde la covid-19
plagó y en otras no”, para negar el “estigma” que se pretende
pegar a esos barrios hacinados.
“En
Brasil y en el mundo se nota que el mayor contagio tiene más que ver
con el flujo de circulación de personas, que con la densidad”,
prosiguió Rolnik desde São Paulo.
“Ciudades
que atraen mucha gente venida de muchos países, de circulación
global en gran escala, como Londres, Nueva York y São Paulo, se
hicieron focos de la pandemia”, destacó en una lista de urbes a
las que pueden sumarse otras como Milán o Madrid, de los dos países
que fueron epicentros de la pandemia en Europa.
La
simplificación del tema interesa a grupos que construyen, por
ejemplo, condominios de lujo en las afueras de la ciudad, que
intentarían seducir compradores con el alejamiento de la ciudad y la
posibilidad del teletrabajo, acusó.
Son
los mismos intereses financieros que impulsan ciudades “poco
resilientes”, que acumulan problemas como “viviendas cada vez más
caras y más pequeñas” y la contaminación del aire por
automóviles en proliferación, destacó Santana, quien dice tener
“alma chilena, espíritu francés y corazón catalán”.
Los
“especuladores inmobiliarios” son los que tratan de confundir las
aglomeraciones humanas que favorecen el contagio con la densidad
urbana, que puede ser “saludable y sensible”, con más humanos y
menos coches, dijo desde Barcelona, capital de la región de
Cataluña y la segunda ciudad española en población.
Los
vehículos ocupan 50 a 60 por ciento del espacio de las ciudades,
lamentó.
Las
cuestiones urbanas son complejas y sus soluciones no se encuentran en
el “pensamiento piramidal y lineal, sino en el circular”, resumió
Santana, socia de la empresa Archikubik,
que se presenta como un “ecosistema de arquitectura, urbanismo y
paisaje urbano”.
Sus
propuestas para reurbanización, que espera sean mejor acogidas tras
el “frenazo” de la pandemia, comprenden espacios públicos
verdes, barrios productivos, incluso con agricultura urbana, sitios
de la dignidad humana con alojamiento y baños públicos para acoger
refugiados y gente de la calle y la “renaturalización” de las
ciudades.
“Los
animales reaparecieron en las ciudades cuando se salieron los coches
(automóviles), generando una nueva ecología urbana y acercando las
personas a la naturaleza”, celebró.
La
pandemia fomenta una reflexión sobre cómo invertir “la proximidad
física y distancia social” de muchos en la ciudad. “Lo que se
necesita es una densidad razonable, denso por la multifuncionalidad,
con vivienda, trabajo, comercio, esparcimiento, cultura, servicios,
todo en una mezcla local”, razonó Carlos Moreno, profesor de la
Universidad Paris I
Pantheón-Sorbonne.
Este
urbanista y científico francés de origen colombiano, experto en
ciudades inteligentes, innovación tecnológica y sistemas complejos,
prefiere denominar “intensidad social” a la “densidad
razonable”, con locales que combinan las dimensiones económicas,
ecológicas y sociales.
Hay
que promover el “encuentro urbano-humano” en que las personas
dejen de ser “fantasmas digitales socialmente desconectados”,
dijo desde París.
El
posible mayor uso de automóviles constituiría un “triple
retroceso”, porque emiten contaminantes, como el dióxido de
nitrógeno y partículas finas, que agravan la letalidad de la
covid-19, según varios estudios, el aire interior es viciado y el
vehículo somete sus usuarios al “anonimato ciudadano”, observó
Moreno.
El
espacio urbano es de convivencia, generador de vínculos, pero “el
auto no genera ni actividad económica ni vínculos sociales”,
refleja egoísmo y hoy ni siquiera representa estatus social,
concluyó.
Son
temas urbanos cuyo debate debe intensificarse hasta que se realice el
27 Congreso
Mundial de Arquitectos que se aplazó de este año para entre el
18 y el 22 de junio de 2021, a causa de la pandemia. Se espera a
cerca de 15 000 participantes en su sede, Río de Janeiro.
El
aplazamiento tiene la ventaja de preparar mejor el encuentro de la
Unión
Internacional de Arquitectos y ampliar las discusiones incluso
con los efectos ya conocidos del coronavirus en las ciudades, sostuvo
Sergio Magalhães, arquitecto y urbanista que preside el Comité
Organizador.
Río
de Janeiro, designada Capital Mundial de la Arquitectura por la
Unesco (Organización de Naciones Unidos para la Educación, la
Ciencia y la Cultura), exhibirá su centro histórico de casi cinco
siglos y las consecuencias de la pandemia en una ciudad turística.
Brasil
destacará también con ciudades muy maltratadas por los gobiernos
locales y por el nacional, según Magalhães, profesor de la
Universidad Federal de Río de Janeiro y reconocido por la
urbanización de unas 150 favelas de la ciudad en el proyecto
Favela-Barrio en los años 90.
Las
ciudades brasileñas son precarias porque 80 por ciento de sus
viviendas fueron construidas por la propia población, sin ningún
financiamiento o apoyo. De 1950 a 2010 cerca 60 millones de
domicilios urbanos asi nacieron en el país, una hazaña popular.
Otros
40 millones se construirán hasta 2030, aunque la población casi no
crecerá, porque las familias están disminuyendo en miembros,
explicó Magalhães.
Una
causa de los graves problemas urbanos es su expansión territorial,
con baja densidad, dificultando el saneamiento y los servicios
urbanos. Río de Janeiro creció territorialmente tres veces más que
su población desde 1960, ejemplificó.
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario