Entrevista (de urgencia) a Miquel Porta sobre el
COVID-19 y los manifiestos
«Tras las consideraciones científicas, los políticos
deben atender a otras sensibilidades»
REBELION
24/03/2020
Fuentes: Rebelión
Miquel Porta
Serra es doctor en medicina
y máster en salud pública. Trabaja en el Instituto Hospital del Mar de
Investigaciones Médicas (IMIM) de Barcelona, es catedrático de Medicina
Preventiva y Salud Pública de la UAB y catedrático adjunto en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill
y en la Universidad de Nueva York (EEUU). Ha impartido
clases en numerosas universidades del mundo; entre ellas las de Harvard, Nueva York y McGill (Canadá), Imperial
College (Londres), Kuwait, y otras en Brasil, México y Noruega. Como
investigador, ha publicado varios centenares de trabajos de investigación en
revistas de primer nivel. También es director de A
dictionary of epidemiology (2008, 2014), una obra cuyas
definiciones sobre epidemias y pandemias son en estos momentos de referencia en
todo el mundo.
Miquel Porta es
asimismo un profesional con una notable proyección pública, que interviene
regularmente en los medios de comunicación, comprometido con el diálogo social
y con las organizaciones que trabajan a favor de la justicia, el medio ambiente
y la ciencia.
En 2018 publicó
su primer libro de divulgación dirigido al público general sobre la
contaminación interna de las personas y las maneras de reducirla: Vive más y
mejor reduciendo tóxicos y contaminantes
ambientales (ed. Grijalbo). En 2019 publicó como editor, en Los Libros de
la Catarata, la obra colectiva Los imaginarios colectivos, la salud pública y
la vida. Para conversar desde las artes sobre nuestro bienestar en sociedad.
Cinco, seis
preguntas, no le robo mucho tiempo. Sé que estos días, aunque confinado
estrictamente, también está trabajando intensamente.
En algunos de
sus comentarios que circulan en la red le he notado algo crítico respecto al
que llaman “Manifiesto de los 70” (https://elpais.com/sociedad/2020-03-21/un-grupo-de-cientificos-reclaman-el-confinamiento-total-de-la-poblacion.html),
¿por qué?
Porque un
“manifiesto”, como todo el mundo sabe o debería saber, no prioriza explicar un
trabajo científico. No es un vehículo de comunicación científica. Lo que un
científico hace en estos casos es enviar el trabajo a una revista para que se
haga ‘revisión por pares’ (colegas) y luego se publique, cosas que en esta
pandemia ya se han hecho con celeridad, por ejemplo por el grupo de Imperial
College y The Lancet.
¿Un
“manifiesto” no es un canal para la comunicación científica?
No, no lo es.
El manifiesto en cuestión busca adhesiones y busca jugar un papel (que puede
estar justificado en otras ocasiones y para determinadas finalidades) en el
juego mediático-político. Cuando se buscan adhesiones, se priorizan otras
cosas, no la comunicación científica ni el pensamiento crítico. Nadie puede
engañarse. Estos temas son esenciales para la calidad democrática de una
sociedad y para la efectividad de nuestra respuesta social, sanitaria y
científica a la pandemia.
Pues además,
conviene no olvidarlo, está el peligro de que el investigador ingenuo y de
buena fe (y conozco algunos entre los firmantes) sea usado en beneficio de
determinadas opciones políticas o ideológicas. En el caso que comentamos, por
el secesionismo o el independentismo, que son opciones legítimas pero cuyos
intentos de aprovecharse de la pandemia son indecentes y muy dañinos.
Esa utilización
de los contenidos científicos del manifiesto –que los hay y merecerían un
análisis riguroso– ha ocurrido efectivamente, con el apoyo de los medios
habituales.
¿Los
profesionales que se han adherido al manifiesto no tienen libertad para
difundir el texto como les plazca?
Para quienes
sabemos algo de epidemiología y salud pública es inconcebible, es una falta de
respeto y de profesionalidad increíbles, que en el contexto actual no se
utilicen los canales técnicos y políticos habituales, que los hay y funcionan
(imperfectamente, por supuesto, como casi todo en la vida). Hay centenares de
profesionales que son despreciados, objetivamente, por estos aficionados al
“activismo pandémico”, y lo digo con pesar.
Que digan que
lo han enviado a Moncloa sería de un infantilismo o de un egocentrismo
lamentables si así fuese. ¿Tan importantes se creen, a tanta obsequiosidad
están acostumbrados algunos de los líderes del manifiesto? Pero me temo que las
actitudes son otras.
En salud
pública existen canales que funcionan, instituciones, procedimientos de
análisis epidemiológico, y su respeto y utilización es esencial en una sociedad
democrática.
Lo que han
hecho los promotores del manifiesto ya sería poco profesional en una epidemia
de las habituales, pero en el caso de la actual pandemia es de una extrema
gravedad. Cualquier experto en epidemiología lo sabe y muchos ciudadanos
también lo ven.
Y además es
imprescindible reconocer la autonomía de lo político: una vez consideran con
rigor los conocimientos científicos, los políticos deben atender a otras
sensibilidades, factores objetivos y tempos. No verlo es de una bisoñez más
bien triste.
De hecho, me ha
parecido entender que usted también señala una diferencia básica, esencial,
entre especialistas en un área determinada y gestores de salud pública.
Es evidente. No
descubro nada nuevo. En una epidemia, y también en otras circunstancias,
cualquier profesional tiene que tener en cuenta lo que él sabe sobre su ámbito
de investigación y lo que no sabe; por ejemplo, sobre cómo se gestiona una
epidemia. No es lo mismo, en absoluto. Es enojoso que un investigador actúe
como si no tuviese conciencia de la diferencia entre el conocimiento en su
limitada parcela de trabajo y el conocimiento necesario para gestionar una
pandemia. Permíteme un ejemplo…
Adelante con él
Una cosa es ser
un buen albañil o una buena arquitecta, un buen trabajador o trabajadora de la
construcción, y otra cosa distinta es gestionar el urbanismo de una ciudad,
asunto en el que, por supuesto y en condiciones normales, puede aportar sus
ideas como cualquier ciudadano/a. Además, y subrayo de nuevo este punto pues es
muy importante, si alguien tiene algo que aportar usa los cauces establecidos
entre todos, democráticamente. No de cualquier forma y de cualquier modo. En el
caso de un profesional de la ciencia y/o de la salud pública, por los cauces
establecidos que todo el mundo conoce y practica.
Pero se podía
apelar, si me permite, a la libertad de cada uno, a la responsabilidad…
En una pandemia
como la que estamos sufriendo no se obra así, no se hacen estas cosas. No es
propio de profesionales, de científicos responsables que mantienen a raya sus
intereses.
En una pandemia
como esta, las aportaciones científicas (que sean realmente tales), libres de
sesgos personales o políticos, pueden y deben hacerse llegar fácilmente a los
compañeros y compañeras que están trabajando razonablemente, muy intensamente,
aunque puedan equivocarse en tal o cual decisión, como nos podemos equivocar
todos.
No había otra
pueden decir…
Había otras
opciones: Como he dicho, publicar con celeridad un artículo tras peer-review
y luego explicarlo en los medios, y en cualquier momento enviarlo a los
expertos y autoridades del Ministerio de Sanidad. Una revista seria no habría
puesto problemas a que el trabajo se compartiese con las autoridades. Diálogo
científico y respeto democrático.
¿Cuál es su
mayor inquietud?
Me vuelve a
preocupar que personas expertas en un área muy limitada de conocimiento (más o
menos relacionada con las epidemia, entre los adheridos al manifiesto hay de
todo), personas sin experiencia en gestión de la salud pública, opinen sobre
temas muy complejos, y que lo hagan, aparentemente cuanto menos, sin conciencia
de sus limitaciones… o incluso de sus propios intereses. Personas que han sido
jefes de alguno de los promotores están claramente preocupadas por la búsqueda
de notoriedad, la búsqueda de recursos para las propias investigaciones (que
deben buscarse, sí, pero de otros modos) y por la supeditación a agendas políticas
en detrimento de los procedimientos científicos.
Otras
adhesiones son de buena fe, conozco a esas personas y son gente respetable.
Entiendo sus
objeciones y, sin menoscabo de su valor, me pregunto si ello influirá en la
pandemia.
Ya está
influyendo. Primero, “nos va muy mal”, me decía esta mañana una responsable de
gestionar la pandemia, en referencia a como dificulta su trabajo tanta opinión
de experto en los espacios públicos. Segundo, nos estamos jugando miles de
vidas y millones de euros en decisiones sobre el tipo de confinamiento.
Decisiones sanitarias y económicas con un impacto brutal en la vida de la
gente. A pesar de todo ello, no quiero olvidar el comportamiento espectacular,
ejemplar, de millones de personas y de tantísimos profesionales. Tenemos un
capital social y humano extraordinario y en ellos confío para atenuar los
efectos devastadores que ya está teniendo esta pandemia.
Nada más.
Muchas gracias por su tiempo y por sus reflexiones.
Muchas gracias
a vosotras y a las lectoras. Salud y serenidad.
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