Francia
Movilización tenaz, rabia creciente y una orientación sindical que suscita debates
Rebelión
A l´encontre
12.02.2020
¿"Presionar" al
gobierno o romper con un poder dispuesto a todo para imponer su reforma
jubilatoria? Es la pregunta que se plantea abiertamente cuando, ante una
movilización cada vez más fuerte y a una bronca creciente, Macron se
mantiene inflexible, combinando la represión del movimiento social con
múltiples propuestas de "diálogo" hechas a los sindicatos.
La
pregunta cobra aún más pertinencia ante la "conferencia de
financiación", que se abrió el 30 de enero, sobre el supuesto déficit
del actual sistema de jubilaciones y pensiones: una conferencia cuyos
objetivos son en sí mismos contradictorios con los de una movilización
tenaz, a la vez cambiante y diversa en sus formas, que expresa una
inmensa hostilidad hacia Macron y su gobierno.
RATP y SNCF: Los trabajadores "suspenden" la huelga (mediados de enero)
La conclusión unánime es que la huelga ilimitada, iniciada el 5 de
diciembre en la RATP (buses y metro parisinos) y la SNCF (Ferrocarriles,
sobre todo trenes de cercanías de la región de París), fue excepcional
por su duración y encabezó la movilización general contra el proyecto de
reforma jubilatoria del gobierno. Pero el agotamiento acabó por
imponerse, y los huelguistas del ferrocarril y del metro parisino
esperaron en vano que otros sectores profesionales se declararan en
huelga reprogramable.
Finalmente el 18 de enero, después de 45
días de huelga, el sindicato UNSA-RATP (Unión Nacional de Sindicatos
Autónomos – Ferroviarios) anunció la suspensión de la misma. El día
anterior, sólo las asambleas generales de tres de las líneas de la red
de metros de París habían resuelto continuar la huelga indefinidamente.
Esta declaración marca un punto de inflexión importante: este
sindicato, el más grande de la RATP, desempeñó un papel principal en la
organización de la huelga reprogramable, sobre todo si se tiene en
cuenta que pertenece a una confederación sindical que apoya la esencia
del plan del gobierno.
Así, en pocos días, terminó la huelga
reprogramable en la RATP y en la SCNF, aunque hayan subsistido algunos
focos de resistencia.
El gobierno podía entonces esperar que,
rápidamente, el conjunto de la movilización se apagara, pero no fue así.
La voluntad general de frenar la política de Macron permaneció intacta,
lo que quedó de manifiesto el 24 de enero, el día en que la propuesta
de reforma fue presentada al Consejo de Ministros bajo la forma de dos
proyectos de ley, uno orgánico, el otro ordinario.
Viernes 24 de enero: un nuevo “punto fuerte”
Este nuevo "punto fuerte" de paros y manifestaciones fue más importante
que el anterior del 16 de enero, pero sin llegar, sin embargo, a los
niveles de diciembre: según la CGT (Confederación General de
Trabajadores), hubo más de 350.000 manifestantes en París, y todas las
manifestaciones en todo el país reunieron a 1,3 millones de personas
(800.000 el 16 de enero). Incluso la policía tuvo que admitir un aumento
claro del número de participantes. Tal fue el caso de Lyon (cerca de
20.000 manifestantes según los sindicatos).
El 24 de enero se
produjeron aspectos observados ya antes: una presencia muy fuerte de la
CGT, mucho menos manifestantes de FO (Fuerza Obrera), la presencia de
muchos docentes, en gran parte detrás de las pancartas de la FSU
(Federación Sindical Unitaria, sindicato de docentes, mayoritario), así
como también una escasa participación de trabajadores del sector privado
(con más paros parciales que huelgas). Una vez más, hubo un gran número
de manifestaciones en todo el país (350 contadas), incluso en muchas
ciudades pequeñas (en Bergerac - departamento de Dordoña - por ejemplo,
con 650 manifestantes).
Pero estas manifestaciones mostraron al
menos dos aspectos nuevos: la fuerte presencia de científicos, de
investigadores y de universitarios, y la presencia -nueva por su
importancia- de los abogados, en particular los menos acomodados (hay
70.000 abogados en el país y sus recursos son muy disímiles).
Otros sectores estuvieron presentes en las diferentes manifestaciones de
manera significativa: trabajadores de las alcantarillas parisinas
(mantenimiento de cientos de kilómetros de alcantarillas subterráneas),
personal de los hospitales, trabajadores de la cultura, trabajadores
ferroviarios (de nuevo en huelga ese día) y trabajadores del metro
parisino. También fueron más importantes las manifestaciones de mujeres,
las que denuncian que la reforma jubilatoria gubernamental empeorará
aún más su situación, contrariamente a lo que dice el gobierno.
Movilización importante en la enseñanza pública
Los docentes se ven particularmente afectados por la iniciativa
gubernamental, y la supuesta compensación prometida por el gobierno no
cambiará la brutalidad de esta reforma. La caída del nivel de las
pensiones de jubilaciones para ellos sería del 30%.
Por otra
parte, los profesores de institutos y liceos se enfrentan a una profunda
reforma del último ciclo de secundaria -que rechazan- y que se
complementa con una reforma del bachillerato: en realidad, se trata de
una verdadera destrucción de este diploma nacional, con la introducción
de pruebas organizadas durante el año, instituto por instituto, las E3C
(Pruebas comunes de evaluación continua).
Estos exámenes, que
tienen lugar desde el 20 de enero, por primera vez, provocan la
indignación de los profesores que rechazan la saturación permanente, la
desigualdad de los alumnos frente a los exámenes (según el liceo y la
zona socio-geográfica) y el cuestionamiento del carácter nacional del
diploma.
En esta situación, en la que se combinan varias
reformas para los profesores, se viene gestando el descontento profundo
hacia la política del gobierno, descontento que se concentra contra esas
E3C y muchos son los que intentan bloquear este nuevo sistema de
evaluación.
A pesar de las afirmaciones del ministro de la
Educación, Jean-Michel Blanquer, de que “todo va bien”, la realidad es
muy diferente. De un liceo al otro, en asambleas generales, luego a
través de coordinaciones que adoptan diferentes formas (territoriales,
sobre todo), los profesores resisten: negativa a supervisar los
exámenes, negativa a elegir los temas o capítulos, retención de exámenes
o de notas... Los estudiantes bloquean liceos e institutos, las
iniciativas se multiplican. Muchas instituciones secundarias se ven
afectadas de diferentes maneras, mientras que un sindicato de directores
manifiesta su consternación por las dificultades a las que se ven
confrontados.
La respuesta ministerial ha sido brutal: denuncias
contra los profesores (por ejemplo, denuncias contra 13 profesores en
Montbrison, departamento del Loira, en el Macizo Central), un dirigente
sindical convocado en la comisaría, intervención policial brutal contra
los alumnos de secundaria (intervención policial dentro del liceo
Vaucanson de Grenoble), alumnos de secundaria detenidos por la policía,
etc.
Todo esto no hace más que exacerbar la indignación de los docentes y alimentar las filas de los huelguistas y manifestantes.
Los investigadores se movilizan
Otro frente está emergiendo ante el proyecto de ley sobre la
programación multianual de la investigación. En particular, los
investigadores rechazan las nuevas formas de precariedad previstas por
la Ministra (Frédérique Vidal), los contratos alternativos al estatuto
de funcionario (como los contratos de tipo "tenure tracks").
Así
es como otras luchas empiezan a unificarse contra el proyecto de
reforma de las jubilaciones. ¿Cuál es el punto en común? El profundo
rechazo hacia el gobierno y de todas sus políticas, una lucha muy amplia
en la que los trabajadores son la fuerza motriz, arrastrando detrás de
ellos a otras categorías como, incluso, a los abogados.
Pero
esos combates no pueden sustituir la lucha central contra el proyecto
macronista de reforma de las pensiones y jubilaciones.
Paros sí, pero "presión" controlada
A partir del 5 de diciembre, y durante las largas semanas de huelga en
la RATP y la SNCF, muchos esperaban que otros sectores considerados
decisivos, en particular los estibadores portuarios y los trabajadores
de las refinerías, se implicaran en la huelga: son sectores capaces de
bloquear toda la economía, con importante afiliación a los sindicatos y
que, en el pasado, han demostrado su capacidad de lucha. Esta
expectativa era particularmente fuerte entre los trabajadores de los
ferrocarriles y el metro de París. Otro sector que podía suponer una
amenaza para el gobierno era el sector de la electricidad.
Durante semanas el aparato de la CGT (sindicato con fuerte presencia en
la producción de energía eléctrica) manejó la posibilidad de que estos
sectores se declararan en huelga, pero jugando contra reloj. Y durante
los últimos dos meses, todo ocurrió como si el aparato hubiera querido
"mostrar" al gobierno que podía llegar a bloquearlos... pero teniendo
cuidado de no hacerlo.
Un ejemplo: ¿Qué pasa en los puertos? Se
organizan acciones de "puertos muertos", acciones que duran un día o 72
horas seguidas. Así, del 15 al 17 de enero, luego del 22 al 24. Y una
vez más el 29 de enero. En la práctica, en Marsella, por ejemplo, el
puerto funcionaba al mínimo pero sin estar paralizado.
¿En las
refinerías? La movilización ha sido real desde el 5 de diciembre, pero
la situación varía enormemente dependiendo de cada sitio (ocho en total)
y de cada momento. Y finalmente, durante dos meses, casi no hubo
escasez de combustibles.
De hecho, si bien los huelguistas
bloquearon la salida de combustibles, las refinerías siguieron
funcionando. El ejemplo de Grandpuits (en Seine-et-Marne, a unos 50 km
de París, propiedad de Total), una de las refinerías más implicadas en
el conflicto, es ilustrativo: a partir del 5 de diciembre, los
huelguistas bloquearon toda la producción, pero no cerraron la
refinería, un procedimiento complicado pero clásico (para el
mantenimiento, en particular). A partir de finales de diciembre, al
estar saturada la capacidad de almacenamiento, los huelguistas, en lugar
de detener toda la producción, dejaron salir una pequeña cantidad de
producción. Finalmente, la huelga terminó el 27 de enero.
En
Lavera, en cambio, cerca de Martigues (Departamento de Bouches-du-Rhône,
sur de Francia), los huelguistas de Petroineos iniciaron el proceso de
cierre de la refinería a finales de diciembre, luego lo suspendieron, y
finalmente lo reanudaron el 7 de enero. El secretario de la CGT dijo:
"Fueron los trabajadores los que decidieron ir más lejos, ni siquiera el
sindicato".
Pero esto fue sólo una excepción. Por ejemplo, en
otras dos refinerías cercanas a la precedente, incluida la refinería de
Fos-sur-Mer (Esso), hubo bloqueos, pero no cierres.
El delegado
de la CGT de la refinería de Fos reconoce, sin embargo, que el corte de
la producción "es una buena idea para tener peso al crear escasez de
combustibles, pero", justifica, "los trabajadores no están prontos
todavía". ¿Los trabajadores o la dirección del sindicato?
¿"Presionar", "impresionar" o paralizar la economía?
En el sector de la generación de energía eléctrica, esta cuestión
también se planteó. Las huelgas afectaron varios sitios, como la central
nuclear de Chinon desde el 10 de diciembre. El 26 de enero, uno de los
cuatro reactores de la central nuclear de Bugey fue cerrado por los
trabajadores. Pero, en general, estas medidas no afectan la red de
distribución ni el aprovisionamiento en electricidad.
En Isère
(Departamento situado cerca de los Alpes del norte), el 21 de enero, por
iniciativa de la CGT, los trabajadores de la central hidroeléctrica
Grand'Maison votaron parar la producción y ocupar la planta. Como esta
planta es la más grande de Francia, su cierre podría amenazar la red, al
menos a nivel regional, en caso de un pico de consumo.
Pero esa
no era la perspectiva de los iniciadores de la huelga (la CGT). Para
evitar el colapso de la red, los huelguistas se pusieron en contacto
directo con el gabinete del Ministerio del Interior y con el Comité
ejecutivo de EDF (Electricidad de Francia), para lanzar la alerta en
caso de emergencia. Y luego, en la noche del 21 al 22 de enero de 2020,
restauraron parcialmente la producción.
El responsable local de
la CGT fue muy claro: "No queremos molestar a los usuarios privándolos
de electricidad, pero queremos presionar y decirles: Tenemos el control
de la red eléctrica. Estamos dispuestos a resistir por tiempo
indefinido, y somos capaces de pasar al acto, si fuera necesario 'ir más
lejos', sería por la obstinación del gobierno". [1].
Claramente
no se trata aquí de una lógica de ruptura con el poder, de avanzar
hacia la huelga general, sino de una presión limitada frente al poder.
Aunque el derecho de huelga esté limitado en el sector de la generación
de electricidad, esa limitación está a su vez sujeta a
reglamentaciones: la dirección de EDF puede exigir a los empleados en
huelga que garanticen la producción necesaria para equilibrar la red de
distribución, pero el Consejo de Estado (decisión del 12 de abril de
2013) estipula que la dirección debe haber agotado previamente todos los
medios necesarios para lograr ese equilibrio, en particular recurriendo
al mecanismo del "borrado" (EDF pide en ese caso a ciertos grandes
clientes que reduzcan su producción y por ende el consumo).
Con
la misma lógica de "presión", en la segunda mitad del mes de enero hubo
acciones "relámpago", que incluyeron cortes localizados de energía de
unas pocas horas. Así, el 21 de enero, al sur de París, en Orleans, etc.
¿Con qué intención? El responsable de la CGT-Energía en el departamento
Val-de-Marne explica que se trata de "impactar la opinión".
Esa
táctica de "presión" sólo puede traducirse, en el mejor de los casos,
en ajustes marginales del proyecto de ley, no en su retirada total. Para
lograrlo e infligirle una derrota, es necesario enfrentarse al
gobierno.
Riesgo de desbordes
Todo sucede entonces como si se tratara de canalizar el descontento de los trabajadores y trabajadoras.
Porque muchos trabajadores y trabajadoras están dispuestos a enfrentar
al poder y podrían escapar al control de las direcciones sindicales. El
movimiento de los chalecos amarillos causó una fuerte impresión, y
algunos de ellos siguen estando presentes en las manifestaciones, a
menudo encabezándolas. Los dirigentes sindicales deben tenerlo en
cuenta.
Para esas direcciones, se trata de no ir demasiado lejos
y de dosificar la presión sobre el gobierno. Por su parte, el Primer
Ministro exige que los cortes de electricidad "salvajes" sean
"sancionados".
Pero la voluntad de lucha de muchos trabajadores y
trabajadoras sigue pesando sobre los sindicatos, con diferencias según
los sectores y las empresas. Un representante sindical de la CGT del
sindicato de trabajadores del alcantarillado de París, explica que "si
hubiéramos bloqueado realmente nuestra herramienta de trabajo", las
consecuencias habrían sido catastróficas, y añade: "No queremos llegar a
ese punto. Pero puedo decirte que como sindicato, tenemos que frenar a
los trabajadores, de lo contrario irían mucho más lejos." [2] Esto puede
llevar a fuertes tensiones dentro de las propias organizaciones
sindicales. Ya se ha visto dentro de la federación sindical conciliadora
CFDT (Confederación Francesa Democrática de Trabajadores), cuya
dirección nacional tiene que hacer frente a una muy combativa CFDT-Rail
(Trabajadores ferroviarios).
Lo mismo ocurre dentro de la
también conciliadora federación sindical UNSA (Unión Nacional de
Sindicatos Autónomos), cuya dirección nacional defiende los fundamentos
del proyecto de gobierno, mientras que el UNSA-RATP (ferroviarios), por
su parte, está fuertemente comprometido en la huelga contra este
proyecto de reforma.
Y también lo vemos dentro de la propia CGT,
donde algunos sectores minoritarios del aparato son críticos con la
orientación de la dirección confederal y Philippe Martínez, el
secretario general, siendo la divergencia esencial el nivel de "presión"
que debe ejercerse sobre el gobierno, pero sin poner en tela de juicio
la política de diálogo social aplicada por la confederación sindical.
En este contexto podemos apreciar una breve acción llevada a cabo el 20
de enero. Por segunda vez una incursión de sindicalistas entró en los
locales de la CFDT. "Unas quince personas encapuchadas" (según la CFDT)
supuestamente cortaron la electricidad durante "unos minutos". Esta
acción simbólica fue reivindicada por 9 sindicatos de la CGT-Energía de
Ile-de-France (Región parisina) que declararon: “con este corte de
electricidad, es la conciliación de clases la que se ha quedado a
oscuras".
La dirección confederal de la CGT tardó varias horas
en desaprobar esta acción, la que también forma parte de las tensiones
en el propio aparato de la CGT. Así pues, el objetivo de los que
"invadieron" la sede de la CFDT no era sólo la CFDT...
Philippe
Martínez (secretario general de la CGT), sin embargo, mantiene la misma
orientación. La confederación CGT ha aceptado, durante dos años,
participar en todas las reuniones de consulta relacionadas con esta
reforma jubilatoria. Lo que quedaba por saber era qué haría después de
la carta del Primer Ministro en la que se formalizaba (el sábado 11 de
enero) la "conferencia de financiación" (de la caja de jubilaciones y
pensiones) y se especificaba el mandato otorgado para esta conferencia,
cuya apertura tuvo lugar el 30 de enero.
Durante más de quince
días, la confederación permaneció en silencio. Se limitó a afirmar que
la Conferencia no tendría margen de maniobra, sin especificar si
participaría o no en la misma. El mismo silencio por parte de FO.
Finalmente, dos días antes de la apertura de la conferencia, Philippe
Martínez anunció que "sí", la CGT estaría presente...
“Vamos a ir a la ‘conferencia’ para decir lo que tenemos que decir”
Lo que quiere el gobierno -sin esperar la aplicación de su reforma- es
introducir una "edad bisagra" destinada a retrasar la edad legal de la
jubilación para ahorrar 3.000 millones de euros a partir de 2022 y
12.000 millones de euros anuales en 2027. [3].
La "conferencia
de financiación", propuesta el 5 de enero por Laurent Berger, secretario
general de la CFDT, y aceptada por el gobierno, tiene como objetivo
encontrar otras medios para conseguir hacer los mismos ahorros (que
permitan financiar la reforma gubernamental...). Y eso es lo que deben
decidir los sindicatos que participan en la conferencia. El Primer
Ministro ya estableció el marco: en particular, descarta cualquier
aumento de la llamada "contribución patronal" para encontrar los miles
de millones que se consideran necesarios...
Por lo tanto, esta
conferencia debe considerarse como la cumbre y el objetivo final de toda
la política de diálogo social llevada a cabo en los últimos dos años
por el gobierno de Macron.
Con esto, resulta fácil entender que
haya habido y que haya aún debates en el seno de la CGT y de FO y que
haya sido necesario esperar hasta el 28 de enero para que Philippe
Martínez anunciara [4] que la CGT participaría en esta conferencia,
especificando que él no asistiría personalmente.
Un periodista
que finge estar asombrado le preguntó a Martínez: ¿La CGT va a
participar en una conferencia encargada de encontrar "medios para
financiar una reforma de la que usted exige la retirada?" Respuesta:
"Estamos presentes en todos los lugares donde podemos decir cómo mejorar
nuestro sistema actual".
Más que claro está, perderemos por
completo... excepto que, para los trabajadores, la participación en la
conferencia (propuesta por la CFDT y apoyada por el gobierno) supone la
idea de que, a pesar de todo, todavía habría una posibilidad de diálogo
con este gobierno.
Para completar, unas horas más tarde, Yves
Veyrier (secretario general de FO, Fuerza Obrera, desde 2018) anunció
que participaría personalmente, en nombre de FO, en la conferencia.
En estas condiciones, se celebró el 30 de enero la primera reunión de
la famosa conferencia, al final de la cual el Primer Ministro anunció
una nueva reunión en Matignon (sede del gobierno) en "la semana del 10
de febrero", para tratar los temas del "trabajo insalubre", la
"jubilación gradual", las "transiciones" y las "pequeñas pensiones
garantizadas", todo en el marco de la reforma programada oficialmente.
Por lo tanto, ya no se trata sólo de discutir sobre la edad "crucial" o
bisagra, sino de todos los puntos que la CFDT quiere abordar para dar
su pleno apoyo a la reforma: es una discusión que se lleva a cabo sin
salir del marco de este proyecto de pensiones por puntos.
De
esta manera, el diálogo social, combinado con las huelgas y paros "para
presionar", sólo contribuye a limitar la movilización.
Una movilización cambiante, heterogénea y duradera
El 29 de enero, hubo otro día de huelgas, paros y manifestaciones.
En comparación con el "punto culminante" o “punto fuerte” anterior, el
número de huelguistas y de manifestantes fue significativamente menor,
pero aun así significativo: en París, la mitad de manifestantes, según
la CGT (180.000), así como en muchas otras manifestaciones en ciudades y
pueblos del interior del país. En total y aun así, hubo en total varios
cientos de miles de manifestantes.
Eso no significa que no
habrá en el futuro nuevos movimientos. Por un lado, la huelga se está
replegando en algunos sectores mientras que en otros empieza a
desarrollarse. Es el caso de los sectores afectados por nuevos ataques
anunciados por el gobierno, en los cuales la lucha puntual se combina
con la movilización contra el proyecto gubernamental de reforma
jubilatoria. Tal es el caso de la Universidad.
Así, en Guadalupe
y Martinica (territorios franceses del Caribe), se llevó a cabo una
huelga masiva y prolongada durante más de diez días en el sector de la
educación.
Al mismo tiempo, continúan otras importantes luchas
contra la política gubernamental, incluida la de los médicos de
urgencias y los trabajadores de los hospitales, los que convocan una
nueva manifestación nacional para el 14 de febrero.
La rabia crece; ¿Pero cuál es el objetivo?
Tanto el gobierno como algunos medios de comunicación se han alarmado
por la creciente hostilidad hacia Macron. Llegaron a horrorizarse al
comentar lo que gritaban los manifestantes: "¡Luis XVI, Luis XVI, lo
hemos decapitado! ¡Macron, Macron, también queremos decapitarlo"!
Pero eso no es nada nuevo. Lo que quizás sea nuevo es la fuerza y la
frecuencia con la que Macron y sus ministros son designados y atacados
en las manifestaciones, pancartas y consignas, así como ocurrió en las
múltiples manifestaciones relámpago, como los de los abogados.
El 45% de la población se declara "indignada" ante la situación social y en contra de la reforma jubilatoria.
El propio Laurent Berger, de la CFDT, está preocupado: "Si las
negociaciones no avanzan, seguiremos en esta situación extremadamente
explosiva", explicó el viernes 24 de enero.
El descontento
social se transforma en bronca política y las diferentes
reivindicaciones se entrelazan formando un rechazo total y profundo
hacia el actual gobierno. “Estudiantes, ferroviarios, el mismo Macron,
el mismo combate”, rezaba una pancarta en una manifestación.
Pero el descontento y la indignación, no bastan para definir una
orientación capaz de aislar, de debilitar y de vencer al gobierno.
Lo que es urgente para lograrlo es imponer a todas las direcciones
sindicales que rompan con el diálogo social y que salgan ya de la
“conferencia de financiamiento”. La ruptura con el gobierno pasa por la
ruptura con todo diálogo social. Este paso no es la solución final, pero
nos permitiría deshacernos del primer obstáculo.
Notas
1. BFM TV, 22-1- 2020
2. Le Monde, 26-1-2020
3. Sobre la “edad bisagra”, ver L’insurgé www.insurge.fr
4. Sur France Info, 28 enero 2020.
Serge Goudard es militante sindical, miembro del colectivo que edita el boletín L’insurgé http://linsurge-blog.blogspot. com
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