El capitalismo de las partes interesadas en Davos
SINPERMISO.INFO
24.O1.2020
El capitalismo
de las partes interesadas: esa es la manera de 'moldear' el capitalismo en algo
que incluya a todo el mundo. Ese fue el mensaje de Klaus Schwab, el cofundador
del Foro Económico Mundial (FEM), que ahora cumple 50 años con su festejo anual
en Davos, Suiza.
Schwab fue
profesor de políticas de negocios en la Universidad de Ginebra desde 1972 hasta
2002. Desde 1979, ha publicado el Global Competitiveness Report, un informe anual
que evalúa el potencial para aumentar la productividad y el crecimiento
económico de los países de todo el mundo, escrito por un equipo de economistas.
Durante los primeros años de su carrera, formó parte de muchos consejos de
administración de empresas, como Swatch Group, Daily Mail Group y Vontobel
Holdings. Fue miembro del comité de dirección del conocido grupo
Bilderberg. Este grupo realiza una conferencia anual desde 1954
para reforzar el consenso entre las elites para apoyar el "capitalismo
occidental de libre mercado" y sus intereses en todo el mundo. Estas
reuniones son privadas y a ellas asisten los poderosos del mundo.
Schwab dirige
ahora el FEM como un lugar de encuentro y de reflexión para la élite global
empresarial, del sector público y de la academia, con miras a desarrollar ideas
para hacer que el capitalismo funcione. La nueva presidenta de la Comisión de
la Unión Europea, Ursula von der Leyen, se desplazó este año a Davos para decir
en la reunión que "Davos es el lugar donde se previenen los conflictos,
se inician los negocios y se terminan las disputas. Gracias a Klaus Schwab por
reunir a gente brillante y por su visión sobre cómo dar forma a un futuro mejor
para el mundo".
¿Y qué cree
Schwab que queremos ahora? Un capitalismo de las partes interesadas (stakeholder
capitalism; se traduce también como "grupos de interés"). "En
general, tenemos tres modelos entre los cuales elegir. El primero es el
‘capitalismo de accionistas’, adoptado por la mayoría de las corporaciones
occidentales, que sostiene que la meta principal de una corporación debe ser maximizar
sus ganancias. El segundo modelo es el ‘capitalismo de estado’, que confía al
gobierno la responsabilidad de establecer la dirección de la economía, y que ha
cobrado importancia en muchos mercados emergentes, entre ellos China. Sin
embargo, en comparación con estas dos opciones, la tercera es la más
recomendable. El ‘capitalismo de las partes interesadas’, un modelo que propuse
por primera vez hace medio siglo, que posiciona a las corporaciones privadas
como fideicomisarios de la sociedad y es claramente la mejor respuesta a los
desafíos sociales y ambientales de hoy".
Así que las
grandes corporaciones deberían ser los ‘fideicomisarios de la sociedad’ y la
principal fuerza para resolver ‘los desafíos sociales y ambientales de hoy’.
Necesitamos reemplazar el ‘capitalismo de accionistas’ que es el modelo
dominante en este momento. Eso es porque "el enfoque exclusivo en las
ganancias provocó que el capitalismo de accionistas se desconectara cada vez
más de la economía real. Muchas personas se dan cuenta de que esta forma de
capitalismo ya no es sostenible". También hay una reacción popular
frente al fracaso del 'capitalismo de accionistas' y su incapacidad para
enfrentar la creciente desigualdad de ingresos y riqueza, el cambio climático y
los desastres medioambientales y el impacto de las nuevas tecnologías. El
capitalismo de las partes interesadas, en cambio, según Schwab, puede "acercar
al mundo a la consecución de objetivos compartidos".
Pero, ¿qué es
este capitalismo de las partes interesadas? Schwab ofrece lo que él llama
el Manifiesto de Davos. En él se apela a que las
empresas traten a los clientes con dignidad y respeto, que respeten los
derechos humanos en todas sus cadenas de suministro, que actúen como guardianes
del medio ambiente para las generaciones futuras y, lo que es más importante,
que midan el rendimiento “no sólo en cuanto al retorno a los accionistas,
sino también en cuanto a la forma en que logren sus objetivos ambientales,
sociales y de buena gobernanza". En la práctica, entonces, el
capitalismo como sistema de producción con fines de lucro debe transformarse en
un sistema que involucre a otros sectores de la sociedad como parte de un
sistema de 'metas compartidas' dirigido por las corporaciones.
Con esto se
hace eco de los mismos temas presentados por economistas y políticos más
radicales que buscan modificar el capitalismo para hacerlo funcionar para más
gente. Está el ganador del premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz, con
su 'capitalismo progresista' y luego está la
aspirante a la presidencia demócrata Elizabeth Warren con su 'capitalismo responsable'. En todo ello, el
objetivo es encontrar una manera de 'moldear' a las corporaciones capitalistas
para que tengan en cuenta a todas las 'partes interesadas', es decir, los
trabajadores, los clientes, los gobiernos locales, etc. – todos trabajando
juntos. Todos esperan que se pueda influenciar o persuadir a los capitalistas
para que actúen para reducir la desigualdad, mejorar el medio ambiente y
adoptar políticas morales para la inversión. Como dice Schwab "Los
líderes empresariales tienen ahora una oportunidad increíble. Al darle un
significado concreto al capitalismo de las partes interesadas, pueden ir más
allá de sus obligaciones legales y cumplir con su deber para con la sociedad".
Por supuesto,
esto es una tontería engañosa. De hecho, como Nick Buxton señala, "el
afán de lucro siempre ganará", y prosigue: "en ninguna parte
se mencionan los mecanismos para asegurar el cumplimiento, la legislación o la
reglamentación para garantizar que las empresas acaten sus compromisos. Es
un proceso totalmente voluntario que depende completamente de la
autorregulación, que no pone en tela de juicio el objetivo primordial de las
corporaciones de obtener ganancias”.
Mientras Schwab
y otros en Davos hablaban de que las mega-corporaciones estaban tomando la
delantera en la solución de los problemas sociales mundiales y no sólo ganando
dinero, el presidente de los EEUU, Donald Trump, se presentó para decir a la
élite allí reunida que era una gran noticia que los mercados de valores estaban
alcanzando nuevos máximos, que el capitalismo se encontraba muy bien gracias, y
que no hay necesidad de pesimismo ni de hablar de crisis ambientales o del
aumento de la desigualdad.
Al mismo tiempo
que Schwab emitía su Manifiesto de Davos, Oxfam publicó su informe anual sobre la desigualdad mundial.
Según Oxfam, los 2153 multimillonarios del mundo tienen ahora más riqueza que
los 4,6 mil millones de personas que constituyen el 60% de la población
mundial. Los 22 hombres más ricos del mundo tienen ahora más riqueza que todas
las mujeres de África. Las mujeres y las niñas dedican 12,5 mil millones de
horas de trabajo de cuidado no remunerado cada día – una contribución a la
economía global de al menos 10,8 billones de dólares al año, más de tres veces
el tamaño de la industria tecnológica mundial. Conseguir que el uno por ciento
más rico pague sólo un 0,5 por ciento de impuestos adicionales sobre su riqueza
en los próximos 10 años equivaldría a la inversión necesaria para crear 117
millones de puestos de trabajo en sectores como el cuidado de ancianos y niños,
la educación y la salud.
Hasta allí
tenemos el liderazgo corporativo en la reducción de la desigualdad. Y lo mismo
ocurre con el cambio climático. Las temperaturas medias mundiales alcanzaron
niveles récord en 2019; y los incendios de matorrales causaron estragos en
Australia, mientras que las inundaciones azotaron a Indonesia. Sin embargo,
el informe de las Naciones Unidas sobre la actual brecha de
emisiones concluyó que "no hay señales de que las
emisiones de GEI lleguen a su punto máximo en los próximos años; cada año en
que se pospone el punto máximo significa que se requerirán recortes más
profundos y rápidos. Para 2030, las emisiones tendrían que ser un 25% y un 55%
más bajas que en 2018 para poner al mundo en la vía menos costosa para limitar
el calentamiento global a menos de 2˚C y 1,5°C respectivamente". Como
dijo Greta Thunberg en Davos, se habla mucho de cómo afrontar el cambio
climático pero hay poca acción efectiva.
Y luego está el
estado de la propia economía mundial. Mientras que el 'capitalismo de los
accionistas' está en auge, con los mercados de valores en máximos históricos,
el 'capitalismo de las partes interesadas' está luchando. En Davos, el FMI
entregó su informe sobre las perspectivas de la economía mundial en 2020. La
economista principal del FMI, Gita Gopinath, anunció una reducción de sus previsiones
de crecimiento para 2020 y 2021 con respecto a la estimación anterior de
octubre, mientras que la jefa del FMI, Kristalina Georgieva, advirtió que la
economía mundial corre el riesgo de volver a la Gran Depresión de los años 30.
Georgieva dijo que la actual economía mundial podría compararse con los "felices
años veinte" que culminaron con el gran colapso del mercado de 1929.
"El aumento de la desigualdad y la 'creciente incertidumbre' causada por
la emergencia climática y las guerras comerciales evocan la primera parte del
siglo XX, cuando las fuerzas gemelas de la tecnología y la integración
condujeron a la primera edad dorada, los felices años veinte y, en última
instancia, al desastre financiero".
¿Cuál fue su
respuesta? ¡Un sector financiero más inclusivo! "Los servicios
financieros son principalmente algo bueno. Las economías en desarrollo
necesitan más financiación para dar a todos la oportunidad de tener éxito. Si
bien la política fiscal sigue siendo una herramienta potente, no podemos pasar
por alto las políticas del sector financiero. Si lo hacemos, podríamos
descubrir que la década de 2020 es demasiado similar a la de 1920".
Pero, "El asunto es que lo bueno hasta el hartazgo puede convertirse en
algo malo. La excesiva profundización financiera y la crisis financiera pueden
alimentar la desigualdad. Así que tenemos que encontrar el equilibrio adecuado
entre demasiado y demasiado poco".
Nada de esto
inspira confianza en la probabilidad de éxito del ‘capitalismo de las partes
interesadas’. No es de extrañar que una
encuesta global publicada justo antes de Davos encontrara
que más de la mitad de las personas encuestadas creen que el capitalismo en su
forma actual hace "más daño que bien". Esa creencia fue expresada por
una mayoría a través de todos los grupos de edad, género y nivel de ingresos.
De hecho, sólo había seis mercados en los que la mayoría no estaba de acuerdo:
Australia, Canadá, Estados Unidos, Corea del Sur, Hong Kong y Japón. El mayor
apoyo a la declaración se encontró en Tailandia (75 por ciento) y el nivel más
bajo en Japón (35 por ciento). En Estados Unidos, sólo el 47 por ciento estuvo
de acuerdo con la afirmación.
La encuesta también
encontró que el 48 por ciento de las personas encuestadas creen que el sistema
les está fallando, mientras que sólo el 18 por ciento cree que está funcionando
para ellos. El 78 por ciento está de acuerdo en que "las élites se
están enriqueciendo mientras que la gente común lucha por pagar sus cuentas".
Y en 15 de 28 mercados, la mayoría es pesimista sobre su futuro financiero, y
la mayoría cree que no estará mejor dentro de cinco años de lo que está hoy.
Allí no se ve
hay mucho apoyo para el capitalismo, ya sea de accionistas o partes
interesadas.
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