Mentir sin escrúpulos
TERCERAINFORMACION
07/01/2020
Ya no se trata
de disputas ideológicas. Se trata de algo más elemental, esencial: un medio de
comunicación no debe mentir. La mentira es al medio como la estafa a un banco.
Si este no debe hurtar el dinero de sus clientes un medio tampoco debe
escamotear la información que necesita su audiencia, que confía en la
honestidad y ecuanimidad de su fuente informativa.
Desafortunadamente,
lo que hemos visto en la prensa hegemónica a propósito de la elección del nuevo
presidente de la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela en
medios tales como Clarín, Infobae y La Nación
en la Argentina, o El País en España, El Mercurio
en Chile o la CNN en Estados Unidos constituye una monumental
estafa a la buena fe de sus lectores. El periódico español, por ejemplo,
asegura que “La autoproclamación de Luis Parra y la elección de Guaidó en una
sesión alternativa complican el panorama parlamentario.” Titulares
parecidos inundan los otros medios ya mencionados. El problema es que no
hubo tal autoproclamación de Luis Parra. Eso es lo que hacen los amigos de los
diversos integrantes de la pandilla de operadores políticos, que no
periodistas, que medran en nuestro tiempo y que protegen a autoproclamados y
corruptos como Juan Guaidó y Jeannine Añez. Parra, en cambio, del ultraopositor
partido Primero Justicia, no se autoproclamó sino que obtuvo 81 votos de los
140 diputados presentes (de un total de 167) que acudieron al recinto de la AN
y por eso fue proclamado como presidente de dicho órgano legislativo. Quien se
volvió a “autoproclamar” ¡y en las oficinas del diario El Nacional
de Caracas fue Guaidó! , lo cual habla bien a las claras de cual es la función
real de ciertos medios que dicen hacer “periodismo independiente”. A pesar de
la existencia de quórum y de la presencia de diputados de todas las fuerzas
políticas, el hasta entonces Presidente de la Asamblea, Juan Guaidó, se rehusó
a ingresar al Palacio Legislativo e instalar la sesión, tal como era su
obligación, permaneciendo en las afueras de la sede parlamentaria y
pretendiendo hacer entrar a la fuerza a cuatro diputados que por distintas
razones habían sido inhabilitados por el Tribunal Supremo de Justicia. En las
grabaciones se le oye decir que “si ellos no entran yo tampoco.” Estos
finalmente entraron, pero él permaneció afuera. Cabe subrayar que ninguno había
participado en las sesiones del actual período legislativo y que Guaidó, como
presidente del cuerpo, en ningún momento exigió su presencia.
Ante la
ausencia de Guaidó el reglamento de la Asamblea Nacional dispone que el
diputado de mayor edad se instale como Director de Debates y dé comienzo a la
sesión. Se eligió así, con el voto de 81 diputados una nueva Directiva de cinco
miembros, todos pertenecientes a partidos de la oposición. Hay que ser muy
mentiroso, como los medios arriba citados, para hablar de un “golpe
parlamentario de Maduro” cuando la nueva directiva está íntegramente conformada
por políticos de la oposición. O sea, Maduro habría sido tan incompetente que
organiza un golpe parlamentario, supuestamente para favorecer sus planes
políticos, a resultas del cual la nueva Directiva de la AN queda en manos de
¡cinco férreos opositores a su gobierno! Algo no cierra en esta explicación. La
razón: que todo es un relato absolutamente falso de la realidad. Lo que una
prensa honorable tendría que haber dicho es que la elección del nuevo
presidente de la AN fue realizada de conformidad con los requisitos legales, en
el día y el lugar dispuestos por la Constitución (no en una plaza o en las
oficinas de un diario, como hizo Guaidó), que hubo el quórum que manda la ley y
que la votación se hizo ante la presencia de la Junta Directiva saliente, a
excepción de Guaidó, obteniendo la oposición una suma de votos que superaba
ampliamente la mitad más uno de los 140 parlamentarios en el recinto.
¿Cómo explicar
la conducta del “autoproclamado”? Primero, por su irreparable descrédito
en las filas opositoras. Recordar la denuncia en su contra hecha por el
embajador “imaginario” que él mismo nombrara en Colombia, Humberto Calderón
Berti, y que lo acusara de robarse, junto a algunos de sus amigotes, parte
del dinero que la Casa Blanca había enviado para financiar la operación “Ayuda
Humanitaria + Concierto en Cúcuta” del 23 de Febrero y “gastárselo en
prostitutas y licor” aparte, seguramente, en alguna que otra sustancia
prohibida.[1]
Segundo, porque
el acuerdo en la oposición era que habría una alternancia de los partidos que
presidían la AN y que al producirse la renovación de autoridades que tuvo lugar
este 5 de Enero el partido de Guaidó, Voluntad Popular, debía ceder el lugar a
Primero Justicia, y como buen bribón que es ignoró ese acuerdo y trató de salir
airoso victimizándose en un intento patético de ingresar ilegalmente al recinto
de la AN cuando nada ni nadie le impidió hacerlo normalmente, como todos los
diputados de la oposición. Pero tenía que proporcionarle al imperio, la CNN
y la prensa canalla del continente esa foto que toda la derecha necesitaba para
confirmar el carácter dictatorial del “régimen” de Maduro y sumar a los
vacilantes al grupo de la derecha recalcitrante de Latinoamérica. Una farsa muy
bien pensada y actuada, lástima para él que los testigos presenciales y los
videos que circulan profusamente en la red demuestran claramente el engaño.
Tercero, porque Trump le ordenó que no se bajara y siguiera con su fantochada
hasta tumbar a Maduro y, obediente y arrastrado, y con algunas cuentas
pendientes con la Casa Blanca por aquellos dinerillos del 23 F Guaidó obedeció
la orden de su amo.
Un indeleble
torrente de estiércol cae sobre los medios que en lugar de relatar estos
hechos, concretos y probados (inclusive con videos tomados por parlamentarios y
gente que se hallaba en las adyacencias de la sede de la AN y que se
viralizaron por internet) se plegaron al discurso que Washington necesita como
preparación de una eventual aventura militar en Venezuela o de la
intensificación de sus ataques económicos, financieros, informáticos, diplomáticos,
etcétera contra ese país. Mintieron, una vez más, como lo han venido haciendo
desde décadas para promocionar sus intereses y los del imperio, del cual son
sus oficiosos house organs. Estafaron por enésima vez a sus lectores y a
sus audiencias. Pero poco les importa. Lograron lo que se proponían: seguir
confundiendo a la opinión pública y a funcionarios de varias cancillerías
latinoamericanas –desgraciadamente la argentina no fue la excepción- que
compraron las fake news de los medios hegemónicos y carentes de
profesionalismo las admitieron como buenas, emitiendo vergonzosos comunicados
en donde la ignorancia mezclada con la indolencia dio por resultado desatinos
diplomáticos que tomará mucho tiempo y trabajo corregir.
A lo anterior
hay que agregar la creencia muy arraigada en el establecimiento diplomático de
Latinoamérica que si un gobierno se alinea incondicionalmente con Washington
–por ejemplo cerrando los ojos ante el atentado terrorista perpetrado contra
Qassen Suleimani en Irak, o uniéndose al coro que canta loas a Guaidó como el
mesías de la democracia venezolana- su fidelidad será generosamente
recompensada por la Casa Blanca. Argentina ya ensayó esa política de l
“relaciones carnales” propuesta por Carlos S. Menem durante sus largos diez años
de gobierno y terminó en una debacle fenomenal ante la gélida indiferencia del
gobierno de Estados Unidos. Pensar que ahora podrá ser diferente es una muestra
de ingenuidad política, aún teniendo en cuenta el redoblado sometimiento a
aquel país en que dejó el gobierno de Mauricio Macri a su sucesor. Una política
exterior independiente, seria, exenta de grandilocuencias y congruente con la
rica multipolaridad del mundo actual es la mejor carta de presentación para las
difíciles negociaciones que los países del área, y muy especialmente la
Argentina, deben permanentemente entablar con la Casa Blanca. El alineamiento
incondicional a ésta no sólo no ayuda sino que perjudica. Ojalá se tome nota de
las enseñanzas de la historia y se actúe en consecuencia.
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario