Artículo 2.º de la Constitución española:
"La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patría común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autodetermianción de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas."
Esto es lo que dejaron escrito los "papis de la Constitución", grandes cerebros ellos, muy bien pagados; muy reconocidos; muy premiados. Que no supieran lo que estaban haciendo; que les diera igual ocho que ochenta; que no entendieran que es una nación; que tomaran una región por bagatela, que para ellos la autodetermianción fuera parejo a un auto muy bien termiando o qué me se yo qué, ya es otra cosa. Pero lo que dice la Constitución es lo que dice. A lo mejor la cuestión catalana es cosa de que tanto los políticos, como Herrera, Carlos, locutor de ustedes de la Cadena COPE para estar bien informados, y otros de semejante catadura moral, se lean la Constitución.
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Nación de naciones y Catalunya una nación
16.12.2019
El PSC en su 14è Congrés que se ha celebrado este fin de semana, ha aprobado la definición de España como "nación de naciones" y Catalunya una "nación". Por otra parte nada nuevo ni en el PSC ni en el PSOE, que han venido usando esa expresión en diferentes momentos, a su conveniencia política, según los tiempos. La definición de Catalunya como nación por parte del PSC, pese a no ser ninguna novedad, ha removido las aguas y causado malestar entre los barones más conservadores del PSOE, justo cuando Pedro Sánchez negocia su investidura con ERC.
El nuevo texto añade la
expresión "nación de naciones", después de la polémica generada sobre
la definición de Catalunya como "nación" y de España como país
"plurinacional", dos nociones aprobadas en la ponencia política y que ya aprobó en su anterior congreso.
La nueva reformulación, se ha hecho a petición expresa del primer
secretario, Miquel Iceta. La expresión "nación de naciones" para definir
España ya fue defendida y utilizada por el propio Pedro Sánchez cuando
en julio del 2017 suscribió la declaración de Barcelona, donde el PSOE y
el PSC apostaban por la vía federal y una reforma de la Constitución
para articular una nueva organización territorial: La nación de naciones es la España que vendrá, el centralismo es el pasado. "Y el federalismo que defendemos los socialistas será la garantía de que exista un futuro común".
García Page y Lambán, entre otros históricos, como Rodríguez Ibarra (Si Pedro Sánchez forma gobierno con Podemos y los independentistas, yo me voy del PSOE),
cuestionan el pacto con ERC y cargan contra Iceta. Los presidentes
muestran su malestar con el líder del PSC después de que reclamara
"respeto" hacia los independentistas. La
crisis en Catalunya es siempre un terreno delicado para el PSOE, aunque
Sánchez tiene manos libres para llegar a un entendimiento. Con
este panorama, no se espera una revuelta como en el año 2016, cuando el
poder territorial del partido impidió a Sánchez llegar a Moncloa con el
apoyo de los independentistas. Desde que se hizo de nuevo con las
riendas del partido y tras su llegada al Gobierno, el poder de Sánchez
es total.
Llegados a este punto, me permito referirme al artículo De la Nación de Naciones que publiqué en 2012 y que aparece en mi libro Reflexiones Republicanas,
en el que analizo estas ideas y conceptos que estuvieron de actualidad
ya por entonces, sobre la cuestión española, catalana y otras
nacionalidades.
En su artículo 2, la Constitución española
establece que se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación
española y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las
nacionalidades y regiones; sin terminar de explicar el concepto nación,
nacionalidades o región. Conceptos ambiguos, con múltiples
interpretaciones y connotaciones políticas. Fue la solución consensuada
en 1978, al tan traído tema de la "unidad" de España, superando el
concepto utilizado por la dictadura: "España, unidad de destino en lo
universal", que diciendo mucho supuestamente, no terminaba de saberse
que quería de decir en su más estricto sentido. Además, con la fórmula
que se adoptó en 1978, se salvaba la situación creada durante la Segunda
República Española con Cataluña, País Vasco y Galicia. Hoy las ideas
siguen encendidas, los intereses vivos y la unidad de la nación y la
existencia de nacionalidades cuestionadas.
El término nación
tiene, al menos, dos diferentes acepciones: una político-jurídica y la
otra socio-ideológica. Anthony. D. Smith define la nación como "una
comunidad humana con nombre propio, asociada a un territorio nacional,
que posee mitos comunes de antepasados, que comparte una memoria
histórica, uno o más elementos de una cultura compartida y un cierto
grado de solidaridad, al menos entre sus élites". Generalmente la nación
surge sobre bases mitológicas, cuentos fantásticos de batallas
ancestrales y de héroes poderosos o villanos, inventados para gloria de
quienes lo cuentan y para la manipulación de la voluntad de los humildes
alrededor de una bandera, que generalmente representa los intereses del
poder.
La Constitución de Cádiz dedicaba sus cuatro primeros
artículos a la nación española, en términos acordes con el principio,
entonces revolucionario, de soberanía nacional. La Constitución de 1931
constituye un precedente directo, al establecer que "La República
constituye un Estado integral, compatible con la autonomía de los
Municipios y las Regiones" y sobre esta base se aprobaron los Estatutos
de Cataluña (1932), el País Vasco (1936) y Galicia (1938). Se trata del
modelo que, con importantes modificaciones, seguirán los constituyentes
en 1978.
Durante el debate constituyente de 1978, las posiciones
críticas a este precepto, fueron múltiples. Se produjo una oposición
frontal al término "nacionalidades" por considerarlo ambiguo,
discriminatorio y peligroso, confuso e innecesario (fue la posición de
Alianza Popular). Otra posición contraria, minoritaria, de los
nacionalistas más extremos, eran partidarios de suprimir el vocablo
Nación, por entender que España no es una Nación sino un Estado formado
por un conjunto de naciones. Otra posición más ambigua respecto a los
rasgos nacionales unitarios la defendió el PNV que se limitaba a
declarar que "la Constitución se fundamenta en la unión, la solidaridad y
el derecho a la autonomía de las nacionalidades que integran España".
Por último la Minoría Catalana defendió que aun reconociendo la unidad
nacional proponía que "la Constitución se fundamenta en la unidad de
España, la solidaridad entre sus pueblos y el derecho a la autonomía de
las nacionalidades que la integran".
La posición de los llamados
padres de la Constitución fue sesuda, amplia y diversa. Herrero y
Rodríguez de Miñón entendió que el término nacionalidades se refería a
"hechos diferenciales con conciencia de su propia, infungible e
irreductible personalidad". Roca Junyet entendía que “nacionalidades” se
refería a "Nación sin Estado, con personalidad cultural, histórica y
política propia... dentro de la realidad plurinacional de España,...
como Nación de Naciones". Peces-Barba proponía que "la existencia de
diversas naciones o nacionalidades no excluye, sino todo lo contrario,
hace mucho más real y más posible la existencia de esa Nación que para
nosotros es fundamental, que es el conjunto y la absorción de todas las
demás y que se llama España". Y Solé Tura lo definía como "un estado de
conciencia colectivo que se fundamenta no sólo en la historia, en el
pasado común, en la lengua, en la cultura o en la realidad económica
sino también en una forma determinada de concebir su propia realidad
frente a las otras".
Ideas, principios y filosofía, cargadas de
buena voluntad y de intereses políticos e ideológicos, como no podía ser
de otra forma y por una u otra razón, ninguno de acuerdo y por eso
salió adelante. La votación del Pleno del Congreso reveló el carácter
consensuado entre las principales formaciones políticas de la versión
finalmente aprobada: 278 votos a favor, 20 en contra y13 abstenciones.
En el Senado el resultado fue parecido: 140 votos a favor, 16 en contra y
11 abstenciones. No se si hoy las posiciones serían diferentes.
Hasta
aquí el artículo de 2012 y seguimos hablando de lo mismo. Han pasado
cuarenta y un años desde que se promulgó la Constitución, −nacida tras
una cruel dictadura, que nos privó hasta de los más elementales derechos
fundamentales−, tiempo suficiente como para que la sociedad española se
plantee una lectura actualizada del texto, que apoyamos en aquel
tiempo, quienes anhelábamos igualdad, libertad y democracia.
La resolución del PSC, aboga por "una España y una Catalunya más federal"
y afirma que las nuevas formas de relación, decisión y su articulación
han de ser fruto de reformas acordadas entre fuerzas catalanas, pactado
en todo el Estado y refrendado por el conjunto de la ciudadanía. Esto se
traduciría en principio, en un nuevo Estatut y una reforma de la
Constitución, que se debería impulsar en el momento que existiesen las
mayorías parlamentarias suficiente para aprobar dichos cambios.
A pesar del malestar que genera la subida de tono de algunos barones, la dirección del PSOE optan por guardar silencio más allá de la respuesta de algún dirigente, como Odón Elorza:
"Con respeto a las opiniones de Lambán −que quiere ahora un pacto con
Ciudadanos− y García-Page, tras la consulta realizada a la militancia
socialista, quiero expresar mi total apoyo al acuerdo con Unidas Podemos
y a la compleja negociación con ERC. Por cierto, contra el mareo y el
vértigo, biodramina". El PSC ha levantado la bandera del federalismo.
Al
paso de la cuestión, el lehendakari, Iñigo Urkullu, ha dicho que
Sánchez ya conoce cuáles son las cuestiones que reivindica el Ejecutivo
autonómico en relación al autogobierno vasco. "No estamos en tiempo de tacticismos".
Manifiesta que llevan tiempo pendientes de una mesa en la que se puedan
abordar cuestiones pensando que son estructurales y no coyunturales,
para abordar la cuestión territorial.
La ciudadanía del 2019,
hombres y mujeres menores de 60 años, no pudieron participar en el
referéndum de 1978 y no tienen por qué asumir como suyos, ni los miedos,
ni los anhelos de entonces. Hay que abrir un Proceso Constituyente, que
de respuestas, acordes con los tiempos que corren, a los problemas que
los siglos acarrean.
España es una Nación, como lo son Catalunya,
Euskadi, Galiza, Andalucía, Comunitat Valenciana, Baleares o Canarias
(que bajo el amparo de la Constitución y según sus Estatutos se
consideran nacionalidades o nacionalidades históricas). Para el PSC, el
federalismo es "la mejor expresión de la unión y la unidad en la
diversidad" de esta España "plurinacional". Es tiempo de abrir un
Proceso Constituyente, que recoja estos anhelos, desde una perspectiva
dinámica y viva, no sacramental, como corresponde a un Estado social y
democrático de Derecho, en una República federal.
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