La estocada final a Juan Guaidó
Tercerainformación
21/06/2019
Juan Guaidó y Leopoldo López están juntos
desacreditados por la trama de corrupción sobre la «ayuda humanitaria» en
Cúcuta. Foto: RTVE
El plan
parecía limpio y rápido de ejecutarse en el papel, sobre todo con el
avance del bloqueo vía sanciones de la Casa
Blanca, una suerte de preámbulo turbulento en el sector
económico-social de Venezuela que daba pie a un nuevo escenario de
desestabilización para provocar, al fin, un cambio de régimen.
La agenda de John
Bolton se impuso, sobre todo en las formas, con la amenaza militar y
la incorporación de las compañías energéticas estadounidenses en los negocios
venezolanos como cartas primarias. Esto se conseguiría con la construcción de
un «líder local», cercano al aparato del establishment de Washington,
dando forma a un «gobierno en la sombra»: por ello la necesidad de poner a Voluntad
Popular (VP) de frente en la lucha contra el gobierno de Nicolás Maduro, incluso con su principal líder,
preparado en Harvard, encarcelado.
Para infortunio
de la Casa Blanca, el «cese de la usurpación» con Juan Guaidó de protagonista expiró en apenas seis
meses, con el reportaje de PanAm Post sobre la trama de corrupción como una
estocada sensible a la credibilidad política del diputado perteneciente
a VP, y que se lleva consigo a Leopoldo López por complicidad.
Washington y
Miami inflaron diplomática y mediáticamente a Guaidó y ellos mismos se
encargaron, vía Colombia, de desinflarlo. Una trama de intereses en los Estados Unidos decidió que no proseguía, con la
agenda electoral sonando tanto en ese país como en Venezuela.
Golpe interno en la oposición
Lo que sería
una agenda de golpe trazada entre varios factores antichavistas terminó siendo
cooptada por el equipo de Juan Guaidó, apoyado fuertemente por el gobierno
estadounidense, con el desplazamiento de la dirigencia de Acción Democrática,
Un Nuevo Tiempo y Primero Justicia (PJ) de las decisiones a tomar
en el terreno.
Con la
filtración de PanAm Post no sólo descubrimos lo que sabíamos de facto a través
de varias denuncias por medios colombianos y por lógica escuálida, sino que
también dio cuenta de la profunda división que existe en la dirigencia
antichavista por las agendas personales de sus miembros.
El desplazamiento
de PJ y VP de los fondos y recursos de la «ayuda humanitaria» para
construir un red propia de malversación a beneficio del círculo íntimo de
Guaidó y López sólo puede significar un golpe interno a la oposición.
Toda la estafa
en torno a la cifra de soldados desertores de la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana (FANB) y los medios de manutención tenía la intención de
crear un fondo propio a través de los recursos provenientes de Caracas,
en donde también se presentó la actitud derrochadora de Rossana Barrera y Kevin
Rojas. La «defensa a ultranza» de Guaidó y López a sus «emisarios» sólo puede
inferir que ellos también se lucraban de la situación, que la corrupción dada
no era un caso aislado.
Tal comportamiento
no es una sorpresa para los avisados de quiénes son realmente los dirigentes
del antichavismo local e internacional. No en balde, como parte del plan
también estaba el secuestro y la repartición de Citgo, filial de PDVSA
en los Estados Unidos. Las pruebas son claras en ese sentido.
Sin embargo,
tal desplazamiento a beneficio de un pequeño grupo de la oposición es sólo
una ventana más de cómo se han repartido los recursos estadounidenses y
engañado entre ellos en las últimas dos décadas.
Pompeo y los 40 presidentes
Pero no nos
engañemos: lo que avalaron Guaidó y López desde sus influyentes posiciones lo
hicieron con anterioridad los demás dirigentes que hoy piden un lugar como
protagonistas.
Ahí están María
Corina Machado y Antonio Ledezma, que son contrarios a los diálogos en Noruega
y, por ende, de cualquier construcción política para dirimir las actuales
tensiones a lo interno de Venezuela.
Esa situación
se refleja en los 40 aspirantes a presidente que refirió el secretario de
Estado Mike Pompeo, hablando de la imposibilidad de
unirse en un plan sólido para vencer al chavismo.
Cada paso que
da la oposición en los últimos tiempos no hace sino desarticularla y fortalecer
la posición de Nicolás Maduro. El desinfle de Guaidó también tiene que ver con
ese golpe que recibió en simultáneo de todos aquellos que no quieren volver a
la rueda política, con decisiones constitucionales de por medio.
Desde este
punto de vista, con el paso del tiempo, el antichavismo muestra cada vez más su
verdadero rostro. Y con ello, el fracaso como divisa.
Nuevo golpe a la oposición
Avendaño
asegura que la inteligencia colombiana le dio la información. De ser cierto,
podemos inferir que un sector de ese aparato, tal vez autorizado por el
presidente Iván Duque, pretende beneficiar a personalidades
más afines con el actual gobierno colombiano.
En ese
escenario entra María Corina Machado y la extrema derecha venezolana que
impugna a Guaidó por sentarse a negociar con el gobierno y pide la activación
de una guerra multidimensional, que de hecho ya está en curso desde hace años.
Si se conectan
los hilos que unen a PanAm Post con las fuentes que usa para dar un estacazo
mediático a los de VP, más el espaldarazo de Luis
Almagro a una investigación a profundidad con lo sucedido, todo converge
en que se está demandando un cambio desde Estados Unidos en el liderazgo
opositor.
El desgaste de
Guaidó como la figura salvadora del antichavismo ya presenta caducidad en los
tiempos presentes. Incluso el mismo Trump,
según filtró la muy reaccionaria ABC de España,
habría «pasado la página con Venezuela»: el cese de la usurpación más bien se refiere,
ahora, al mismo presidente de la Asamblea Nacional, el frontman de
turno.
La oleada de
filtraciones, de esta manera, sólo confirma que el plan Guaidó está en su
fase «autodestructiva», pues quienes lo inflaron son los mismos que en este
momento están produciendo su debacle.
¿Qué queda para
alguien que pretendía granjearse una buena cantidad de dinero del Fondo Monetario Internacional y el apoyo de la
FANB en una situación como ésta? Parece que es el cierre de telón para un
personaje «desdichado», como lo describe Daniel McAdams, el director
ejecutivo de la Fundación Ron Paul.
El
desplazamiento ahora es de un orden mucho mayor, en el que sale Guaidó con su
improvisada agenda, y de la que el gobierno colombiano recela según lo expuesto
por Avendaño. El golpe a Guaidó fue orquestado en Bogotá.
Y más cerca de las simpatías del uribismo, por afinidad ideológica y enfoque
mafioso, está la Machado.
Iván Duque y
Maria Corina Machado. Foto Mision Verdad
Caída de un gobierno 2.0
El de Guaidó
fue el primer gobierno creado en redes sociales, bajo una operación de márketing
político vendido como producto publicitario, que se instaló con el aval de
Washington.
Ante la
imposibilidad de repetir un 2002 con la correlación de fuerzas a lo interno del
poder en Venezuela, Estados Unidos dio fuerza a un «interinato» que nunca fue,
que legisló, ordenó y gerenció siempre desde la Web y no en el terreno de
lo real. Eso no detuvo que robaran los activos de Citgo, pero tal hecho
dependió más de la fuerza estadounidense que de la voluntad de la oposición en
el parlamento nacional.
En todo caso,
el principal responsable del descalabro en torno al «cese de la
usurpación» en la Casa Blanca es John Bolton, quien se ha visto cada vez más
ridiculizado por parte del propio Trump. En las negociaciones de
su gobierno con el de Corea del Norte, el magnate presidente desautoriza todo
tremendismo proveniente de su Asesor de Seguridad Nacional.
De igual manera
lo hace con Irán. Asimismo con Venezuela.
Esto se hace
evidente con las diferentes filtraciones (vaya el papel que han jugado
últimamente) habidas con relación a las divergencias en forma (mas no en
fondo) en política exterior entre Bolton y Pompeo. El
último, de hecho, refleja mucho mejor la posición negociadora de Trump que las
amenazas militares del bigotón guerrerista.
A fin de
cuentas, fue el mismo Bolton quien aseguró a su presidente que Maduro caía más
pronto que tarde con un «gobierno 2.0». No fue así, ni tampoco lo será. Como
soplan los vientos, también cambia la agenda de los jefes de
Washington y Miami ante el descalabro de la operación Guaidó.
Fueron ellos
mismos quienes cavaron la tumba de su peón en favor de una nueva ruta para
manejar la «situación venezolana». Para mejor o peor, eso está por verse en las
próximas semanas.
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