Marx, Engels y el romanticismo
Michael Löwy
Sociologia Crítica
03.05.2019
Fuente: DE RE HISTORIOGRAPHICA
Michael Löwy (Sao Paulo, Brasil, 1938) es sociólogo y filósofo marxista
franco-brasileño. En 2001 fue coautor del Manifiesto Ecosocialista
Internacional. Es un gran especialista del hecho religioso y en particular, de
lo que él mismo define como cristianismo de liberación (conocido como teología
de la liberación). La producción científica de Löwy ha sido muy variada,
aunque cabe destacar su interés por la sociología de la cultura y, en especial,
por la sociología de la religión. Se ha centrado también en la sociología del
conocimiento, el mesianismo y las utopías en la cultura judeo-germana, Marx y
el marxismo, el nacionalismo y el internacionalismo, entre otros ámbitos.
Löwy es desde
1978 director de investigaciones del Centre National pour la Recherche
Scientifique (CNRS). En 1981 comenzó a enseñar en la
prestigiosa École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS)
de París y en 1984 le fue otorgada la medalla de plata del CNRS al mejor
investigador social. Actualmente es director de investigaciones emérito de
dicha institución y sigue ejerciendo la docencia en la EHESS. Además, forma
parte del consejo de redacción de revistas como Actuel Marx,
ContreTemps y Écologie et Politique, y es conferenciante del Instituto
Internacional para la Investigación y la Formación de Ámsterdam
(IIRF). Löwy vive en París desde donde, además de relacionarse con las
corrientes marxistas revolucionarias europeas, mantiene intensos nexos,
políticos e intelectuales, con Brasil. Ha participado, desde sus inicios, en el
Foro Social Mundial donde ha presentado diversas ponencias. Es coautor
del Manifiesto Ecosocialista Internacional (con Joel Kovel).
También fue uno de los organizadores del primer Encuentro Ecosocialista
Internacional, celebrado en París en 2007. (Referencia del Boletín de El Viejo
Topo).
El tema sobre
el cual me gustaría discutir con ustedes es el tema de la relación del
pensamiento de Marx y Engels y del marxismo, de manera más amplia, con el
romanticismo. Tengo que empezar explicando qué entiendo yo por romanticismo,
porque si no, no queda claro por qué veo una relación muy importante,
significativa, del pensamiento de Marx con el romanticismo.
Si uno abre un
manual de historia de la literatura o del arte, se define como romanticismo a
una escuela literaria de principios del siglo XIX en Francia, Alemania e
Inglaterra. Esa me parece una visión muy estrecha. En realidad, el romanticismo
es algo mucho más amplio, mucho más profundo, es una de las principales formas
de la cultura moderna desde fines del siglo XVIII hasta hoy.
Para dar un
ejemplo, si ustedes conocen las Obras completas de Lenin, saben que Lenin
escribió un folleto que se llamó En contra del romanticismo económico.
Entonces, aparentemente, existe no solamente un romanticismo literario,
artístico, poético, sino también un romanticismo económico.
El romanticismo
es, en realidad, un movimiento cultural que atraviesa todos los campos de la
cultura humana –el arte, la literatura, la filosofía, la teología, la política,
las ciencias sociales, la antropología, la economía–; está presente en todos
esos terrenos. Y ese movimiento cultural empieza más o menos en la segunda
mitad del siglo XVIII, y tiene su primer portavoz importante en el filósofo
francés Jean Jacques Rousseau. Pero se va a desarrollar en el curso del siglo
XIX. Y mi opinión, la tesis que yo tengo es que continúa desarrollándose
también en el siglo XX, hasta hoy. Hasta hoy hay manifestaciones del
romanticismo, aunque no se autodenominen necesariamente románticas.
Manuscrito de los Grundrisse
Para esta
afirmación yo me atengo a esa frase de Marx no muy conocida, aunque me parece
muy significativa, en los Fundamentos de la crítica de economía
política [Grundrisse], en donde dice: “La crítica
romántica del capitalismo va a seguir acompañando al capitalismo como su
sombra, hasta que llegue el día bendito en que se acabe con el capitalismo”. Así
que hasta que no se acabe con el capitalismo, seguirá existiendo la crítica
romántica al capitalismo; eso dice Marx.
¿En qué
consiste entonces esa crítica? Esa es una manera de definir al romanticismo que
tiene Marx. Para Marx el romanticismo no es solamente una escuela literaria,
sino que es una protesta cultural en contra del capitalismo; o de una manera
más amplia, en contra de la civilización industrial capitalista moderna. Ese es
el corazón, digamos, el centro, la esencia del concepto, en el sentido
hegeliano y marxista, del romanticismo: es una protesta cultural contra la
civilización capitalista moderna, refiriéndose a valores sociales, culturales,
políticos, religiosos, precapitalistas, o premodernos, o preindustriales.
Entonces, en el romanticismo hay esos dos elementos: una crítica, una protesta,
un rechazo muchas veces profundo, rotundo, radical, visceral, de la
civilización capitalista moderna. Pero en nombre de valores de un pasado real o
imaginario, un pasado precapitalista. Eso es la quintaesencia o el concepto de
romanticismo. Para esa definición me apoyo sobre lo que dice Marx.
Y también en
otros trabajos de sociología marxista, como los de György Lukács, y toda una
serie de trabajos que toman esa definición, pero trato de resumir lo que me
parece la esencia del romanticismo.
¿Cuál es la
relación que tienen Marx y Engels con el romanticismo? La tendencia general del
estudio sobre Marx y Engels es verlos a ambos como herederos de la filosofía de
las Luces, del racionalismo, de la ideología del progreso. Eso es, un poco, lo
contrario del romanticismo. Entonces, entre el romanticismo y la filosofía de
las Luces hay una diferencia bastante nítida. Así se ve tradicionalmente al
marxismo. Y muchas veces hasta el mismo Marx se refirió de manera muy positiva
a la filosofía de las Luces, al materialismo, a la teoría científica y
materialista de la filosofía de las Luces y al racionalismo moderno. Esa sería
la vertiente esencial del marxismo. Y, sin dudas, lo es. Pero creo que esa
manera de percibir las raíces filosóficas y teóricas del marxismo deja a un
lado otro componente, otra dimensión, otro aspecto del pensamiento de Marx y de
Engels, y después del marxismo, que me parece fundamental, que es el aspecto o
la dimensión romántica. Que sí existe.
Exposición conmemorativa del bicentenario del
nacimiento de Marx (Rheinischer Landesmuseum, Trier [Tréveris])
Y también
muchas veces se dejan de lado las fuentes románticas del pensamiento de Marx y
de Engels. Es decir, Marx y Engels se han inspirado no sólo en la filosofía del
progreso, la filosofía de las Luces, el materialismo, la dialéctica hegeliana,
etc., sino también en varios pensadores y escritores románticos. Ese es un
primer aspecto que me gustaría subrayar: las fuentes románticas del pensamiento
de Marx y de Engels. Luego voy a dar algunos ejemplos.
En el campo de
la crítica de la economía política, tradicionalmente se ve la relación de Marx
con los economistas clásicos: Adam Smith, David Ricardo, etc. Efectivamente,
Marx se refiere a ellos en sus escritos, los critica, los discute, los utiliza,
en parte adhiere a esa teoría clásica, y en parte es su principal crítico. Pero
uno no percibe, inicialmente, que había otro tipo de economía política.
Precisamente, la economía política romántica, que tenía su principal
representante en un economista suizo que se llamaba Sismondi.
Jean-Charles-Léonard Simonde de Sismondi (1773-1842)
Marx empieza
diciendo que Sismondi, que es el representante de ese socialismo pequeño
burgués, fue el primer economista que hizo una verdadera crítica del
capitalismo. Y Marx empieza a hacer una lista de las críticas que se hicieron
del capitalismo, y vemos que son en buena parte las mismas que le hace Marx. Es
decir, el capitalismo como pauperización de las clases populares, la
enajenación del trabajador, el desempleo, las crisis económicas. Toda una serie
de cosas que los economistas clásicos burgueses no hablan. No hablan de la
crisis económica, de la enajenación del trabajador. Entonces, en esa sección
del El Manifiesto Comunista hay un homenaje de Marx a Sismondi, un
reconocimiento de una gran deuda intelectual y política a este economista. Toma
la crítica pero no acepta las soluciones que propone. Sismondi propone volver
atrás. Pero Marx no quiere volver atrás, quiere ir hacia el futuro. Pero sí
utiliza la crítica que hace del capitalismo.
Y aquí vemos
otro aspecto importante del romanticismo. Los románticos sólo son parte del
rechazo del capitalismo por la nostalgia de un pasado real o imaginario. A
partir de ahí se van a marcar dos corrientes dentro del romanticismo. Una que
quiere volver al pasado, que es regresiva, pasadista, y en algunos casos
reaccionaria. Y hay otra corriente del romanticismo, que considera que la
vuelta al pasado es imposible, es una ilusión. No se trata, por lo tanto, de
volver al pasado, sino de dar una vuelta por el pasado en dirección al futuro.
Es decir, utilizar elementos que han quedado en el pasado pero para construir
un futuro nuevo, utópico, revolucionario.
Entonces hay
dos vertientes bastante distintas dentro del romanticismo. Una conservadora o
tradicionalista. Otra utópica y revolucionaria. El aspecto romántico en Marx es
parte de esa corriente del romanticismo utópico revolucionario. Pero en su
reflexión Marx va a tomar aspectos y elementos de varios críticos románticos
del capitalismo.
Honoré de Balzac (1799-1850)
Tomaré sólo dos
ejemplos que parecen dar interés a Marx y Engels. Uno es el escritor francés
Honoré de Balzac, autor de La comedia humana. La comedia
humana es un análisis de la civilización burguesa, un análisis crítico, y una
crítica que es romántica –porque Balzac era un hombre que se identificaba con
el pasado precapitalista–. Desde el punto de vista político era un conservador,
quería volver a la monarquía. Pero eso le daba una distancia crítica hacia la
civilización burguesa, y la veía por lo tanto en toda su desnudez.
Entonces, hay
una frase de Engels sobre Balzac, que es muy interesante. Dice “yo
aprendí más sobre lo que es la sociedad burguesa, el capitalismo, etc., leyendo
las novelas de Balzac que con el conjunto de los historiadores, economistas e
investigadores de estadísticas profesionales de su época”. Engels, el
gran científico social, el gran crítico de la economía política, dice eso. Es
muy interesante y bastante sorprendente esa afirmación. Generalmente la gente
no se fija en eso, pero creo que es interesante. Es la obra de un escritor, un
crítico romántico. Aunque fuera conservador y reaccionario, Balzac le dio
instrumentos a Engels para entender, para criticar, para analizar la sociedad
capitalista.
Y el otro ejemplo
es una cita de Marx, que es muy semejante a la de Engels, cuando dice lo
siguiente. Se refiere a un grupo de escritores ingleses del siglo XIX, sus
contemporáneos, que son Charles Dickens y dos mujeres: Charlotte Brontë y Mrs.
Gaskell. Marx se refiere a los tres, los define como “una espléndida
cofradía de escritores de ficción ingleses, cuyas páginas elocuentes y vivas
trajeron al mundo más alegatos sociales y políticos que todos los políticos,
publicistas y moralistas profesionales juntos”. Es casi la misma cita.
Es decir, Marx encontró en las novelas de esos autores un análisis y una
crítica que son románticos, porque esos escritores son románticos, que han
nutrido su conocimiento de cuáles son las contradicciones, las alienaciones y
la parte deshumana de la civilización burguesa. De eso se trata en último
análisis.
¿Cuáles son
esos aspectos del romanticismo que encontramos en la teoría y el pensamiento
histórico y social de Marx y de Engels? Yo voy a apuntar apenas algunos de los
aspectos.
El primero es
el interés muy grande de Marx y de Engels por ciertas formas de sociedad
precapitalistas. No tanto la sociedad feudal sino las sociedades o comunidades
primitivas. O como dicen ellos, el comunismo primitivo. Entonces, Marx y Engels
van a utilizar los trabajos de una serie de antropólogos, muchos de ellos de
inspiración romántica, que han estudiado las comunidades primitivas, o las
formas comunitarias primitivas, y Marx y Engels se van a referir de manera muy
frecuente a esos trabajos.
Georg Ludwig von Maurer
(1790-1872)
(1790-1872)
Para dar un
ejemplo, una carta de Marx a Engels, de 1868, a propósito de un antropólogo e
historiador alemán que se llama Georg L. von Maurer. Entonces, Marx dice que la
primera crítica que se hizo de la sociedad moderna tenía una perspectiva
romántica medieval. Pero ahora aparece un nuevo tipo de crítica de la sociedad
burguesa, que corresponde a una orientación socialista. Y consiste en ir mucho
más allá de la Edad Media, hacia la época primitiva de cada pueblo. Y uno queda
muy sorprendido de encontrar que lo que es el más antiguo elemento. Sin
embargo, es el más moderno, que es el principio de la igualdad social. Es
decir, lo que encontramos en esas comunidades primitivas, rurales,
precapitalistas, arcaicas son las ideas de la igualdad social, que para
nosotros son muy modernas, porque precisamente son lo que queremos para la
sociedad futura. Entonces, aquí vemos esa dialéctica entre el pasado y el
futuro. La igualdad social que existía en el comunismo primitivo fue destruida
por el aumento de la propiedad privada, del Estado, de la familia patriarcal,
etc. Entonces, lo que fue por un lado el progreso, el desarrollo de los modos
productivos, de la civilización y de la propiedad privada fue, también, desde
el punto de vista social, una regresión. Se destruyó la igualdad, el espíritu
comunitario, que existía en esas sociedades primitivas. Ese es el contenido de
esta carta de Marx a Engels, de 1868.
Y más tarde
Engels, en una carta a Marx, vuelve a esta problemática, también discutiendo
los trabajos de Maurer. Y ahí dice lo siguiente: “Tenemos que superar el
preconcepto de la filosofía de las Luces, del siglo XVIII, según el cual a
partir de la Antigüedad, de la Edad Media, hubo un constante progreso para lo
mejor. Esta visión nos impide ver el carácter contradictorio y antagonista del
progreso real, y también los elementos de regresión social”. Yo creo que este
pasaje de Engels es también muy interesante, porque tiene que ver con esta
cuestión.
Primero, Engels
rechaza la idea ingenua de un progreso lineal, que viene del comunismo
primitivo, la esclavitud, el sistema feudal, el capitalismo, la sociedad
industrial, el socialismo, todo como si fuera una línea de progreso constante.
Entonces la rechaza como si fuera ingenua. Y en cambio habla del carácter
contradictorio del progreso. El progreso en la historia siempre fue
contradictorio. Es decir, del comunismo primitivo a la esclavitud hubo
progreso, las fuerzas productivas se desarrollaron, la civilización griega y
romana eran más avanzadas que el comunismo primitivo, pero es un progreso
contradictorio, porque produjo una forma social inhumana, como era la esclavitud.
Entonces, tenemos que ver el carácter contradictorio del progreso, y los
elementos de regresión que están en el seno del llamado “progreso”. Es decir,
necesitamos una visión dialéctica del progreso. El proceso histórico, los
avances, por un lado son o pueden ser, al mismo tiempo, dialécticamente,
regresiones.
Lewis Henry Morgan (1818-1881)
Un libro en el
que se desarrolla esa problemática romántica, filosofía romántica
revolucionaria de la historia, es quizás el libro de Engels que se llama El
origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado. En ese libro,
Engels se va a apoyar en el trabajo de dos grupos de antropólogos, de
historiadores, como el mismo Maurer, pero también en otros como Lewis Henry
Morgan –norteamericano– que ha estudiado las comunidades indígenas, las tribus
indígenas norteamericanas, los cherokees en particular, en el curso del siglo
XIX, antes de que fueran exterminadas por la civilización blanca
norteamericana.
Entonces Engels
se refiere mucho a esos trabajos, los utiliza, los interpreta a su manera. Y
subraya las cualidades humanas, sociales, culturales que venían de esas
comunidades indígenas, “atrasadas”, arcaicas, etc. Dice lo siguiente: “Qué
constitución admirable tenía esa organización tribal. Sin soldados, sin
guardias, sin policía, sin nobleza, sin reyes ni gobernantes, sin alcaldes, sin
prisiones, sin procesos. Todo funciona de manera natural. Todos, en esa
comunidad, son iguales y libres, incluyendo a las mujeres. Si comparamos la
situación de esa comunidad, de ese comunismo primitivo, con la inmensa mayoría
de lo civilizado de nuestros días –década de 1880, cuando escribe esto–,
es enorme la distancia entre el proletario y el campesino de hoy y el antiguo
miembro libre de esa comunidad”.
Todos los
criterios que permiten a Engels hablar de una regresión social son entonces, la
libertad, la igualdad, pero también una cierta degradación moral. Había una
cierta ética comunitaria en esas comunidades que hacen a Engels hablar de una
caída, una quiebra de las alturas de la inocencia y de la moralidad de esa
vieja comunidad para la sociedad moderna, y una verdadera degradación ética.
Uno puede imaginar
que ese planteamiento de Marx y de Engels es solamente histórico. Que cuando se
refiere al comunismo primitivo constata que tenía una serie de cualidades
humanas que se perdieron con el llamado progreso y la llamada civilización,
simplemente por una cuestión histórica. Pero no es así. Para Marx y Engels es
también una cuestión política, en la medida en que para ellos el comunismo
moderno, la utopía socialista de una sociedad sin clases, debería reformular,
retomar, vivir como una cierta forma de renacimiento –obviamente, bajo una
forma nueva, moderna– de estas cualidades sociales, humanas, éticas, que
existían en la sociedad primitiva. Entonces, para Marx y Engels aquí hay una
relación entre el proyecto futuro, revolucionario, de la utopía comunista, y lo
que se ha perdido en el desarrollo de la civilización y destruido en la
comunidad.
Ahora lo más
interesante de esa significación política concreta de la comunidad primitiva, y
de esa concepción romántica de la historia en Marx y Engels, son los manuscritos
de ellos sobre Rusia de fines del siglo XIX. En esa época, en Rusia se había
desarrollado un movimiento muy importante, apoyado en los campesinos, el
movimiento populista revolucionario, que planteaba la posibilidad o la
esperanza de construir el socialismo en Rusia a partir de las tradiciones
comunitarias, rurales, de los campesinos rusos. Era una revolución contra el
zarismo que permitía la transición de Rusia al socialismo, sin pasar por todas
las etapas del capitalismo que conoció Europa occidental.
Ese movimiento
interesó mucho a Marx y a Engels. Los dos consideraron este punto de vista de
los primeros revolucionarios rusos con bastante simpatía. Y una primera
manifestación de eso es cuando Marx escribe una carta, en 1877, a un periódico
revolucionario ruso donde dice lo siguiente: “El desarrollo futuro de Rusia
no tiene necesariamente que pasar por todas las etapas que conoció Europa
occidental. No hay un camino único en el proceso histórico. No hay ninguna
razón para que Rusia tenga que pasar por todos los horrores de la revolución
industrial, del desarrollo del capitalismo, de la explotación, de la
destrucción del campesinado libre. El análisis que yo hice en El Capital del
desarrollo del capitalismo, se refiere a Europa occidental, a Inglaterra, Francia,
Alemania, no necesariamente se refiere a Rusia. Rusia puede, eventualmente,
conocer otro camino y otro tipo de salida”. Esa es la primera afirmación de
Marx, que es desde el punto de vista metodológico muy importante.
Vera Ivanovna Zasulich (1849-1919)
Pero más tarde
escribe otros dos textos sobre Rusia que son muy interesantes. Uno es una
respuesta a una simpatizante de Marx que vive en Rusia, llamada Vera Zasulich,
después dirigente del partido socialdemócrata ruso, quien le preguntaba qué
opinión tenía respecto de esa cuestión del desarrollo que puede tener Rusia, y
el papel de la comunidad rural en ese contexto. Entonces Marx le contesta, y
tenemos la carta, y los textos preparatorios, porque esa carta le dio mucho
trabajo, hizo varios textos preparatorios, y tenemos todo ese material. Y la idea
fundamental de Marx es la siguiente. Existe la posibilidad, tal vez, no es una
seguridad, de que Rusia no deba atravesar todos los horrores del capitalismo
que conocieron todos los pueblos de Europa occidental. Existe también la
posibilidad de que Rusia pase casi directamente del sistema autoritario feudal,
bárbaro, del zarismo, a una sociedad de tipo socialista; en la medida en que
este proceso de transición al socialismo se pueda apoyar en las tradiciones
comunitarias, rurales, que persisten a pesar de todo, del feudalismo, del
capitalismo, entre los campesinos rusos. Tradiciones comunitarias antiguas,
primitivas, atávicas, que vienen del pasado y que no han desaparecido. Y que
pueden servir de punto de partida para un desarrollo en dirección al socialismo.
Esa es un poco la idea, bastante heterodoxa, que desarrolla Marx en esas
cartas.
Y poco después
Marx vuelve a eso, que es en uno de sus escritos del año 1881, en un prefacio a
la edición rusa de El Manifiesto Comunista. Y Marx y Engels,
en ese prefacio dicen que existe la posibilidad de que la revolución en Europa
no empiece en Alemania o Francia o Inglaterra como habían dicho muchas veces,
sino en Rusia, porque es ahí donde la situación estaba más explosiva. Y en ese
caso, la revolución de ellos se va a apoyar en esa tradición comunitaria,
colectivista, de los campesinos rusos, para iniciar el proceso de transición al
socialismo. Siempre y cuando esa revolución rusa sea acompañada por una
revolución en el resto de Europa. Es decir, esa revolución sólo podría
realmente triunfar si tuviera el apoyo de una revolución europea, de los otros
países. Pero puede empezar en Rusia.
Esta discusión
tiene consecuencias políticas para el marxismo. Y voy a dar un ejemplo que
tiene que ver con la agresión del colonialismo. El siglo XIX es el siglo de la
gran expansión comercial, y en particular es la época en que Inglaterra va a
conquistar la India. Y al conquistar la India, va a implantar en India formas
modernas de distribución capitalista, y de producción, va a desarrollar los
ferrocarriles. Es decir, va a haber progreso capitalista para India. Pero a
hierro y fuego. La guerra imperialista.
Mujer bengalí transportando a
un comerciante inglés, imagen
comúnmente datada en 1903
un comerciante inglés, imagen
comúnmente datada en 1903
Entonces Marx,
en los primeros tiempos, en los primeros textos sobre el colonialismo inglés en
India, de 1853, tiene una visión del colonialismo que nos parece muy rara. Dice
que “el colonialismo es mortal, es monstruoso, es infame, es asesino; pero
trae progreso económico, trae formas modernas de producción, trae los
ferrocarriles y eso es positivo”. Entonces en el último análisis el
colonialismo juega un papel objetivamente progresista, y que conviene, porque
trae la producción moderna para la India. Ese es el primer enfoque.
El segundo
enfoque, años más tarde, corresponde a los ‘80. Marx va a tener un enfoque muy
distinto, en el cual él ve las consecuencias del colonialismo fundamentalmente
por su lado negativo. Entonces escribe lo siguiente en una carta del año 1881
[los borradores –inéditos– de la carta a Vera Zasulich. N.K.]: “Hablando
de la India oriental, nadie puede ignorar, excepto siendo Henry Maine” –que era
un aristócrata inglés reaccionario colonialista–, “y otras personas de la misma
clase, que en la India la supresión por el colonialismo inglés de la unidad
colectiva común de las tierras” –que era el sistema de producción
tradicional de la India–, “no sólo fue un acto de vandalismo inglés, sino
que empujó al pueblo de India no para adelante sino hacia atrás”.
Entonces ahí no
hay progreso objetivo de las fuerzas productivas. En lo esencial, lo que
resultó del colonialismo fue una regresión social de la gente, del pueblo
campesino, que vivía en sus comunidades, y que aun siendo pobres tenían una
mínima garantía de subsistencia en sus comunidades. Son expulsados de sus
comunidades, sus comunidades son destruidas, la propiedad comunal rural es sólo
estatuida, y a partir de ahí se producen los fenómenos de grandes hambres
colectivas que mueven a millones y millones de campesinos. Eso es lo que quiere
decir Marx cuando dice que la colonización y la política económica de la
colonización no empujó al pueblo de India para adelante sino para atrás.
Ahora ese
enfoque yo diría hoy que es “romántico”, en el sentido de que rechaza la idea
de un progreso lineal, y percibe todo lo que el comercio capitalista y el
desarrollo productivo de la civilización produjo de regresión social. Y compara
este hito de pauperización de la población campesina indígena con el estatuto
que tenía en el pasado precapitalista que, por lo menos, les garantizaba su
subsistencia. Obviamente, la perspectiva histórica de Marx no es volver a las formas
tradicionales, rurales, precapitalistas. Obviamente no se trata de eso, no se
trata de una restauración del pasado, sino de una perspectiva socialista para
el futuro; pero partiendo de esa experiencia del pasado, de existencia
comunitaria rural. Ese es un aspecto del romanticismo del marxismo.
El otro aspecto
que a mí me parece también muy importante, es el tipo de crítica que hacen Marx
y Engels al capitalismo. Obviamente, esa crítica es la madre de toda una
crítica de la explotación. En El Capital el tema principal es el de la
explotación del trabajador por el capitalista. Pero la crítica de Marx es más
amplia, no es únicamente el tema de la explotación. La crítica de Marx al
capitalismo, a la infamia del capitalismo, no tiene únicamente la explotación
como objeto sino también otros aspectos. Y es en esos otros aspectos en los que
entran temas típicamente románticos.
Uno de esos
temas, que aparece en toda la historia del romanticismo, es la crítica a la
rentabilización, a la monetarización y a la cuantificación de todas las
relaciones humanas y de todas las cualidades sociales por el capitalismo.
Es decir, el
capitalismo destruye, diluye, disuelve todos los valores cualitativos –el amor,
la amistad, la solidaridad, el honor, la fe–; todo eso es disuelto como en un
ácido por el capitalismo, que lo sustituye por un único criterio, que es el
cuantitativo. Ya no hay bueno ni malo, ni bello ni feo, sino que hay el que es
10.000, 1.000.000, 10.000.000 de libras, pesos, dólares, o lo que sea. Ese es
un tema fundamental de crítica romántica al capitalismo, que Marx y Engels
retoman en sus escritos, y que aparece de manera central en un escrito de Marx
que todos ustedes conocen, que se llama Manuscritos
económico-filosóficos de 1844.
Manuscritos de Marx (1844)
Ahí Marx y
Engels dicen que en la sociedad del pasado existía la posibilidad de un
intercambio de honor por honor, amistad por amistad, amor por amor. En el capitalismo
la tendencia cada vez más dominante es la de cambiar honor por dinero, amistad
por dinero, amor por dinero. Entonces él dice eso del proceso de prostitución
general de la sociedad. No sólo en la relación del amor, sino en todos los
actos de los individuos que tienen por único objetivo la ficción del tener, del
acumular capitales de dinero, de mercancía; y los valores cualitativos, las
cualidades humanas, sociales, culturales, afectivas, eróticas, todo eso tiende
a ser disuelto en el proceso de cantidad de mercancía, o del dinero. Hay muchos
aspectos, no voy a citar todos, son bien conocidos por ustedes.
El otro tema
parecido que aparece es la oposición que hace Marx, y ya en El Capital,
entre el valor de cambio y el valor de uso. Y es un poco lo mismo, reformular
el tema de la economía. ¿Qué es el valor de uso? Es el valor cualitativo que
tiene una cosa, los objetos: un libro para leer, un caballo para transportarse,
una silla para sentarse. Entonces los productos tienen un valor de uso. Y dicen
Marx y Engels, sobre todo en El Capital, que en las sociedades
precapitalistas, en la antigüedad y en el medioevo, o en las comunidades
indígenas, o primitivas, etc., lo importante eran los valores de uso. Es decir,
la gente producía objetos en función de su valor de uso, sobre todo.
En la sociedad
capitalista, lo que importa es el valor de cambio, que es cuantitativo, es la
cifra. Es el cambio que se hace de la mercancía por el dinero. Entonces hay una
sustitución del valor de uso por el valor de cambio. El valor de uso ya no
importa, sólo interesa en la medida en que pueden vender a la mercancía.
Entonces tenemos productos y mercancías que tienen cada vez menos valor de uso
y existen únicamente en función de su valor de cambio, en su transformación
posible en dinero y en capital.
Primer volumen de El Capital con
anotaciones manuscritas de Marx
Entonces así se
plantea esa oposición a la sociedad capitalista moderna fundada en la
dominación casi exclusiva, total, abrumadora, del valor de cambio, en la que
todo se vende por su valor de cambio; dicen Marx y Engels que cada cosa es
llevada al mercado y cambiada en función a su valor de cambio, mientras que los
valores de uso son excluidos o marginados, o sometidos a la ley del valor de
cambio.
En tanto que en
una sociedad socialista o poscapitalista –dicen Marx y Engels– otra vez la
producción tendrá por objetivo la producción de valores de uso. Es decir, ya no
se podrán considerar a las sillas o a los libros en función de su precio de
venta, sino que se considerarán en función de su valor social, cultural, etc.
Entonces, la sociedad comunista será una sociedad de producción de valores de
uso. Ese es un tema central de la crítica marxista de la economía política que
retoma en cierta manera una crítica romántica al capitalismo.
Puedo seguir
dando otros ejemplos, pero me parece clara la idea fundamental que en la obra
de Marx encontramos una vertiente, una dimensión, un aspecto, una sensibilidad
romántica. Claro que no es el único aspecto, sino que es un aspecto importante.
Y si lo dejamos de lado, si lo ignoramos, perdemos la riqueza de lo que es el
pensamiento de Marx. Un pensamiento que es resultado de una síntesis dialéctica
entre el pensamiento racionalista, materialista, científico, de la filosofía de
las Luces y del gran idealismo alemán, con esta crítica de ese contexto
romántico en tanto civilización burguesa. Es la síntesis de los dos y sintetiza
la singularidad del pensamiento de Marx y de Engels. Pero generalmente se ve
sólo un aspecto, sólo una vertiente, y se pierde una parte muy importante.
Quiero decir,
en el poco tiempo que me queda, algo sobre la continuación de esta historia. Es
decir, el desarrollo del componente romántico en la historia del marxismo en el
siglo XX.
Voy a dar,
simplemente, algunos ejemplos. Empezaré con una pensadora del marxismo clásico,
que es Rosa Luxemburgo. Es autora de un libro que se llama Introducción
a la economía política. Ahora bien, los libros de economía política
marxista empiezan con la mercancía, con el capitalismo, etc. El libro de Rosa
Luxemburgo empieza con el comunismo primitivo, y casi la mitad del libro es
sólo el comunismo primitivo, es muy sorprendente. Y hace un análisis del
comunismo primitivo, que es una forma de subsistir, no sólo de las tribus de América,
de Alaska, sino también del pasado de Europa y en el mundo entero, que hubo una
etapa de desarrollo social, que continúa existiendo, que es la del comunismo
primitivo. Ella la analiza, siguiendo la tradición de Engels, subrayando todas
sus cualidades humanas de igualdad, de democracia, de antiautoritarismo,
etcétera.
Habla también
de América latina, eso es interesante. Habla del comunismo primitivo en el
Imperio Inca, donde había toda una estructura burocrática y dictatorial, pero
en la base funcionaban las comunidades. Y ella subraya ese elemento
latinoamericano. Y Rosa Luxemburgo explica que el comunismo del futuro,
obviamente, no es la vuelta al comunismo del pasado, pero que hay una cierta
relación entre los dos. Y hay una fase en la que desde el punto de vista del
futuro de la humanidad, cuando exista el nuevo comunismo moderno, del futuro,
donde se va a decir que la historia de la propiedad privada fue un pequeño
paréntesis entre miles de años de la historia del comunismo primitivo y miles
de años del comunismo moderno. Entre los dos hubo un pequeño paréntesis que fue
la historia de la propiedad privada, del capitalismo, etc. Eso es curioso.
Otra teoría muy
interesante es la de que en los países del Tercer Mundo –Asia, África y América
latina–, están muy vivas las tradiciones comunitarias. El comunismo primitivo
aún está presente, mucho más presente que en Europa o que en EE.UU. Entonces
dice que tratemos de pensar una alianza del proletariado moderno de los países
industriales, con los campesinos de las comunidades de los países del Tercer
Mundo que representan aún la continuidad del comunismo primitivo. Entonces
habría una alianza entre el comunismo moderno proletario, el comunismo
tradicional campesino, como forma de la unidad antiimperialista entre
trabajadores del centro y de la periferia.
José Carlos Mariátegui (1894-1930)
Ahora esa
temática la vamos a encontrar en un pensador latinoamericano pocos años después
de ese libro de Rosa Luxemburgo. Un pensador latinoamericano que seguramente no
conocía ese libro que fue publicado sólo en Alemania, que era muy poco conocido
fuera. Pero lo vamos a encontrar bajo una forma un poco distinta, pero con una
idea muy semejante. Quiero hablar de José Carlos Mariátegui. Es no sólo el más
grande pensador marxista en América latina, sino que además también representa
lo más típico del marxismo moderno. Y eso se manifiesta en muchos aspectos del
pensamiento de Mariátegui, en la importancia que le da a la emoción, a la fe,
al mito, a la mística. Todos esos elementos son característicos del
romanticismo. Pero también en su concepción de la revolución peruana y
latinoamericana, en la cual él subraya de manera muy semejante a Rosa
Luxemburgo la persistencia de tradiciones comunitarias entre los campesinos
peruanos, andinos y latinoamericanos.
Socialismo y
comunismo moderno que, obviamente, no son una vuelta al comunismo inca. No
queremos Incas, no queremos reyes dictadores. El comunismo moderno incluye el
principio moderno de la libertad. Pero sí un retorno a la tradición
comunitaria.
Entonces
Mariátegui dice que nuestro socialismo, en América latina, no puede ser calco y
copia de otras experiencias, sino que tiene que ser una creación heroica. Y él
hablaba también en tanto futuro en América latina, que también era la única
respuesta posible a la dominación imperialista, un socialismo indoamericano, un
socialismo enraizado en las tradiciones culturales de los pueblos de América
latina.
Entonces Rosa
Luxemburgo y Carlos Mariátegui. Y hay muchos otros, aunque no hay tiempo de
analizar a todos, pero voy a nombrarlos. Está también el judío alemán Ernst
Bloch, que se autodefinía como romántico profesional porque era también
marxista. Los primeros escritos filosóficos de György Lukács, el filósofo
marxista húngaro. Algunos de los representantes más importantes de lo que se
llamaba la escuela de Frankfurt: Walter Benjamin, Adorno, Horkheimer, Marcuse,
que son también parte de esa vertiente del marxismo romántico. Algunos
pensadores franceses como André Breton –el fundador del surrealismo-, que es
también un representante muy interesante de lo que es el marxismo romántico. El
filósofo marxista francés Henri Lefevre, uno de los inspiradores del movimiento
de Mayo del ‘68 en Francia, junto con Guy Debord, fundador del situacionismo,
también un romántico marxista.
Y en Inglaterra
tenemos toda una corriente de la historiografía inglesa, cuyo representante más
conocido es el historiador E. P. Thompson, que también representa muy bien esa
corriente romántica del marxismo.
Estos ejemplos
muestran que siguió existiendo en el siglo XX una corriente del marxismo en el
sentido amplio, no el marxismo ortodoxo únicamente, en el cual esa dimensión
romántica, ese elemento romántico, esa protesta romántica en contra de la
civilización industrial capitalista sigue muy presente. Y creo que este
momento, entonces, es parte de la riqueza del pensamiento marxista desde Marx y
Engels hasta hoy, es uno de los componentes importantes de la crítica actual y
del rechazo social, ético, moral y político al capitalismo y del proyecto de
una nueva sociedad: de la sociedad de la utopía comunista.
[1] Löwy, M. (18 de Septiembre de 2016). https://marxismocritico.com.
Obtenido de https://marxismocritico.com: https://marxismocritico.com/2015/12/14/marx-engels-y-el-romanticismo/
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