¿De verdad
las tropas norteamericanas liberaron Mauthausen?
Por Ángeles Maestro. Red Roja
Kaosenlared / 06.05.2019
A nosotros y a nosotras nos
corresponde restablecer el hilo rojo de la continuidad histórica de la lucha
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(Tanque USA entre la multitud del campo nazi de exterminio. La pancarta de vienvenida estaría puesta antes de que llegaran los americanos, no? A no ser que para joderle la exclusiva a los comunistas se adelantaran a ponerla Eduardo Inda y Paco Marhuenda, pero aun con todo, estaria puesta antes de que llegaran los americanos, no?)
En numerosos países de Europa
se celebra la victoria de las tropas aliadas sobre la Alemania nazi en la II
Guerra Mundial, hecho especialmente trascendente cuando asistimos a un
fortalecimiento generalizado de las organizaciones fascistas, y los grandes
mitos se reproducen. Una vez más se repetirá como hecho trascendental el
desembarco de las tropas aliadas en Normandía y se minusvalorará el hecho
trascendental la liberación de la mayor parte de Europa por la URSS que pagó
para ello el durísimo precio de veintisiete millones de muertos. Casi nadie
hablará de cómo los gobiernos aliados hicieron oídos sordos a las reiteradas
peticiones de Moscú de abrir un frente en el oeste y que sólo llevaron a cabo
la “Operación Overlord”, en junio de 1944, con el tiempo justo para impedir la
entrada del Ejército Rojo en Berlín[1], cosa que no
lograron.
El objetivo de situar la
intervención de EE.UU como decisiva para la victoria, clave para imponer la
reconstrucción europea bajo su hegemonía, en particular a través de la OTAN,
tiene también otro episodio, de especial trascendencia para nosotros: el de la
supuesta liberación del Campo de Mauthausen por tropas norteamericanas.
El mito se repite pese a la
existencia de un documento gráfico bien conocido: la foto de la llegada al al
Campo de vehículos blindados USA en el que se ve a centenares de prisioneros
bajo una enorme pancarta que preside la puerta de entrada en la que se lee “Los
españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras”. La pregunta es
obvia: ¿Quiénes habían liberado Mauthausen cuando llegaron los estadounidenses?
La historia de la organización
de la resistencia en el interior del Campo protagonizada por los comunistas
españoles está documentada y tiene un valor inmenso. En Mauthausen, a
diferencia de lo ocurrido en otros Campos nazis en los que el exterminio se
produjo prácticamente sin oposición, se forjó durante cuatro años una
importante organización clandestina internacional que salvó centenares de vidas
y liberó el Campo antes de la llegada de las tropas aliadas.
La hazaña, desconocida por la
inmensa mayoría y realizada en las más duras condiciones imaginables, está
cuajada de apellidos españoles.
Existen algunos documentos,
pero sin duda es el comunista español Mariano Constante[2] quien la
ha relatado con tanto rigor histórico que es conocido como el “notario de
Mauthausen”. En su relato me baso.
Comienza la organización.
La organización empezó a
gestarse el 22 de junio de 1941. Las tropas nazis ocupaban un país tras otro,
comenzaba la invasión de la URSS y todo parecía hundirse. Esa noche la
dirección decidió desinfectar el Campo y concentró a todos los prisioneros,
desnudos, bajo un frío intenso, en los garajes. Allí los miembros del Partido
Comunista de España decidieron organizarse, elegir a ocho de ellos para la
dirección y tratar de extender la organización a otros compatriotas. Se había
constituido el germen del Comité Internacional de Mauthausen. El objetivo
principal era mantener la moral y los principios en medio de la barbarie.
Constante lo explica así: “Se trataba de hacer comprender a unos y a otros que,
para luchar en el interior del campo, era necesario tener una voluntad
inquebrantable de combate y esperanza, sin la cual nada era posible; tener
confianza en la victoria final; luchar contra la depravación y la corrupción,
evitando hacer el juego de los SS, para perjudicar a otros presos políticos;
solidaridad total en cualquier momento y circunstancia; hacer lo posible para
impedir que los de “delito común” nos robasen nuestra escasa comida; intentar
introducir españoles de confianza en los lugares de trabajo donde hubiera
posibilidades de ayudar a los demás y, en lo posible, también en las barracas;
conseguir informaciones y vigilar la conducta de los SS, con el fin de hacer
frente y prever sus reacciones; establecer contacto con los deportados
políticos de otras nacionalidades”.
Las actividades contemplaban
aportar algunos gramos de comida suplementaria los mas débiles e intentar
evitarles las tareas más duras, lograr puestos que permitieran la movilidad
dentro del Campo, ocultar a los enfermos para que no fueran exterminados o
realizar sabotajes mínimos como la rotura de alguna herramienta para
“entorpecer su producción destruyendo parte – una ínfima parte, es cierto – del
potencial de guerra del III Reich”.
Poco a poco la organización se
extiende con la llegada, a partir de principios de 1942, de prisioneros
políticos de todos los países europeos, algunos de ellos excombatientes de las
Brigadas Internacionales. La organización va logrando introducir a compañeros
de confianza en la cocina, la limpieza, la enfermería o las oficinas de la
administración. La tela de araña se iba tejiendo. En la segunda mitad de 1942,
en medio de las matanzas y de las torturas, las noticias de la resistencia
soviética y la posterior derrota de los nazis en Stalingrado, fortalecen la
confianza en la victoria de quienes habían creído en ella cuando no había ni un
rayo de esperanza.
La llegada de un importante
contingente de deportados franceses entre 1943 y 1944, comunistas, socialistas,
católicos, y sobre todo, dirigentes militares de la Resistencia, permite el
fortalecimiento del Comité Internacional y, sobre todo, la constitución del
Aparato Militar Internacional (AMI). El aragonés Miguel Malle fue el
responsable máximo del Estado Mayor (EM) del AMI, integrado por cuatro
miembros, entre los que estaba el dirigente checo de las Brigadas
Internacionales, Arthur London, y Mariano Constante. A este Aparato se
incorporó también el coronel soviético Pirogoff.
La red se fortalece, a pesar
de las continuas bajas, y se consigue acceder a un aparato de radio que tenían
escondido miembros de las SS y que les permite obtener informaciones emitidas
por Londres o Moscú. Meses después, además del continuo robo de armas a los SS,
la organización obtiene un nuevo recurso: un aparato de radio propio que se
consigue introducir oculto en un cubo de basura.
En abril de 1945, mientras se
sucedían las derrotas alemanas – los norteamericanos bombardeaban la cercana
ciudad de Linz y los soviéticos habían ocupado Viena – llegó la noticia de que
el comandante del Campo, Ziereis, había recibido la orden de Himmler de
liquidar a todos los prisioneros. Se debía ejecutar aprovechando una alarma
antiaérea, verdadera o falsa, y se les eliminaría mediante una gigantesca
explosión provocada en las naves que ya estaban siendo acondicionadas por los
propios prisioneros, los cuales serían previamente gaseados dentro.
La organización clandestina se
acelera, intensificando la obtención de información mediante documentos
conseguidos por quienes limpiaban las oficinas, haciendo guardias nocturnas,
sacando del Campo documentos y fotografías obtenidas clandestinamente por el
fotógrafo Paco Boix que acreditaban la barbarie del exterminio y las visitas de
los jefes nazis y, sobre todo, asegurando la disciplina y la coordinación para
evitar bulos.
La liberación.
A finales de abril, el
comandante Ziereis dio la orden de movilizar a los españoles para combatir a
las tropas soviéticas que se acercaban a Mauthausen. Formados frente a las
ametralladoras que les apuntaban desde las torretas nadie dio un paso al
frente. “Fue un momento en el que todo podía ocurrir y, totalmente conscientes
de ello, estábamos dispuestos a jugárnoslo todo: las pistolas y las botellas de
bencina estaban a punto. Viendo que no doblegaría nuestra actitud, Ziereis
ordenó romper filas. Estoy seguro de que tuvo miedo”.
Pocos días después, por la
noche, los guardias de las SS fueron sustituidos por la guardia urbana de
Viena. “Algunos SS capturados después de la liberación nos confirmaron que
Ziereis temía una sublevación general y había preferido retirarse al pueblo de
Mauthausen con sus SS”. Una delegación del Comité Internacional conminó a la
guardia urbana para que entregasen todas sus armas.
El 5 de mayo de 1945, poco
antes de las dos de la tarde dos vehículos blindados y un jeep del ejército
norteamericano entraron en el campo. Los guardias huyeron abandonando todas sus
armas.
La gran pancarta preparada por
los republicanos españoles se colocó y se hizo la famosa foto.
Cuando el Comité
Interrnacional (CI) se dirigió a los norteamericanos para conocer sus
intenciones y explicarles la situación, el oficial al mando les explicó que
aquella era una patrulla de exploradores que se había extraviado y que, en
realidad las tropas norteamericanas estaban a 40 kilómetros de allí. Cuando el
CI les informó de que los SS estaban cerca “los norteamericanos se marcharon
sin entrar en el interior del recinto, prometiéndonos un regreso rápido con
medios bélicos suficientes para defendernos. Así que quedábamos solos para
hacer frente a lo que surgiera…”
“En el campo la confusión era
total. Algunos prisioneros habían asaltado la armería y otros desvalijaban los
almacenes de las SS donde estaban almacenados los pocos víveres que quedaban.
Afortunadamente teníamos una organización a punto y un aparato militar
disciplinado. Los miembros del AMI habían permanecido en sus puestos, esperando
recibir órdenes de nuestro EM. Los jefes militares fueron convocados para
recibir órdenes y en pocos minutos todas las disposiciones necesarias fueron
tomadas y ejecutadas”. El orden interno fue restablecido y donde antes estaban
los SS dando órdenes de exterminio ahora estaba el Estado Mayor Internacional.
La lucha no había terminado.
Combatientes españoles y soviéticos del Mauthausen se enfrentaron a los SS
replegados desde Checoslovaquia haciéndoles huir tras duros combates. Las
tropas de los jefes del Campo, Ziereis y Bachmayer estaban al otro lado del
Danubio y se preparaban para atacar el Campo. Para evitarlo había que tomarles
la delantera y evitar que atravesaran el río por el único puente intacto, el
del ferrocarril. Los combates dirigidos por el EM de Mauthausen, en los que
participaron sobre todo soviéticos, españoles y checos, impidieron que los
primeros tanques alemanes Tigers pasaran por el puente.
El 6 de mayo, los SS hicieron
varios intentos de atravesar el Danubio que fracasaron a pesar de que tenían
tanques, cañones y ametralladoras. La resistencia del Campo sólo tenía
ametralladoras y Panzerfaust (tubos antitanques) robados al enemigo que usaban
por primera vez. La situación, era crítica y la resistencia no podía durar
mucho, por lo que valoraron volar el puente del ferrocarril con los propios
explosivos que los nazis habían colocado.
El ataque de los soviéticos de
la llanura de Ens obligó a las SS a trasladar allí parte de sus efectivos y la
presión sobre la resistencia se redujo, pero la lucha continuaba. “Aquello era
una Torre de Babel, donde teníamos que traducir todas las órdenes dadas (…) Por
todos los lados las órdenes de rendirse habían sido dadas a las tropas alemanas
y Berlín ya había caído en manos del ejército soviético. Con todo, para
nosotros la lucha continuaba… Era nuestro destino. Habíamos sido los primeros
en combatir contra las hordas hitlerianas y estaba escrito que seríamos los
últimos en soltar las armas”.
Por fin, una columna de
tanques americanos hizo su aparición y la batalla terminó.
Un largo periplo les esperaba
a los republicanos españoles hasta llegar a ser acogido por Francia, pero eso
ya es otra historia.
Nada tiene que ver este relato
con la historia oficial. Es sin embargo, una epopeya dirigida por comunistas
españoles, realizada por quienes decidieron resistir y organizarse contra la
desesperación y la muerte. Es la constatación histórica de la continuidad de la
lucha emprendida en la guerra española y que se prolongó en suelo europeo
contra la Alemania nazi; del empleo de la experiencia organizativa y del
combate internacionalista. Del convencimiento de que la derrota del enemigo más
poderoso, es posible siempre que exista la voluntad inquebrantable – como ellos
decían – de resistir, y de la capacidad de la organización para vencer.
Probablemente sea por eso, por
lo que el relato oficial tiene tanto interés en ocultar hazañas como esta. Nos
quieren derrotados, impotentes e ignorantes. A nosotros y a nosotras nos
corresponde restablecer el hilo rojo de la continuidad histórica de la lucha,
no sólo para rendirles el merecido homenaje, sino para saber de dónde venimos y
quiénes somos.
Nota: Una parte de esta
información la obtuve a partir de los testimonios de Tomás Martín, hermano de
mi madre y representante del Partido Comunista de España en el Comité
Internacional de Mauthausen. Mariano Constante y Miguel Malle, le consideraban
su hermano.
Escribí un relato biográfico
sobre la dimensión política de su vida que lleva por título “La voz a ti
debida”[3]. Es una
historia particular, pero que lleva impreso el mismo sello de heroismo, de
dolor, de firmeza ideológica y de solidaridad que nos legaron miles demujeres y
de hombres de la mejor generación de nuestra historia.
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[1] Pauwels, Jacques, R (2000).El mito de la
guerra buena. Editorial Hiru
[2] Constante, Mariano (1974). Los años rojos.
Editorial Círculo de Lectores.
[3] Maestro, Ángeles (2016) La voz a ti
debida. https://redroja.net/index.php/noticias-red-roja/noticias-cercanas/4137-la-voz-a-ti-debida
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¿Cuántas personas murieron en la Segunda Guerra Mundial?
PUBLICADO POR:Marga Arzabal
vix.com
Imagen: Stars The World War II Memorial
La historia del siglo XX es la historia de las guerras. Nunca antes se habían librado dos guerras de la magnitud y duración de la Primera y Segunda Guerra Mundial. Nunca, además, con tan poco tiempo entre el desarrollo de una y otra. Lo más impresionante de estas guerras es, sin dudas, la cantidad de personas que fallecieron en ellas. Millones, entre militares y civiles, fundamentalmente en Europa, pero también en otras partes del mundo.
Hoy es el turno de hablar de la Segunda Guerra Mundial,
¿sabes cuántas personas murieron en ella? Las cifras son realmente
impresionantes. El siguiente vídeo es una animación de la cantidad de
soldados y civiles que murieron en los diferentes momentos de la guerra,
diferenciados, además, entre países.
El vídeo está en inglés, pero puedes agregar subtítulos haciendo
clic en el «CC», debajo a la derecha. Disfruta esta impresionante
infografía sobre la cantidad de muertes en la Segunda Guerra Mundial.
Murieron 400 mil soldados norteamericanos, 200
mil polacos, 292 mil franceses y 500 mil yugoslavos. El ejército nazi
perdió pocos soldados al inicio de la guerra, tan solo 16 mil. Luego,
los nazis perdieron 500 mil militares luchando contra Estados Unidos y
el Reino Unido en el Frente Oeste, pero la cifra más alarmante la
encontramos en el Frente Oeste, donde Alemania se enfrentó, sin éxito, a
la Unión Soviética. Solo en Europa, el ejército Alemán perdió 2,8 milllones de soldados durante la Segunda Guerra Mundial. A esta cifra hay que agregarle los soldados alemanes que murieron en el norte de África, además de los militares nazis de los países aliados a la Alemania Nazi.
Los Aliados ganaron la guerra gracias a la Unión Soviética,
y ésta sufrió el mayor número de muertes miltares: 8.7 millones de
soldados soviéticos murieron en la Segunda Guerra Mundial. Aunque es un
número muy disputado y algunos dicen que la cifra alcanzó los 40
millones.
¿Acabaste de verlo? ¿Qué me dices de las muertes de civiles? ¿Conocías estas cifras? Más allá del famoso dato de los 6 millones de judíos,
muchos millones más murieron por otras causas, principalmente militares
y civiles durante la ocupación. Aún hoy, más de 70 años después, estas
cifras nos siguen sorprendiendo y espantando. ¿Qué opinión te merece a
tí?
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