Felonía, golpismo, alta traición
Tras calificar al presidente del
Gobierno de golpista ilegítimo felón y traidor, ¿qué es lo siguiente para Pablo
Casado? ¿Pedir al Ejército que haga algo?
eldiario.es
06.02.2019
"El presidente del Gobierno es el
mayor traidor que tiene ahora mismo nuestra propia legalidad".
"El Partido Popular quiere liderar
a la España sensata a la que ya solo le queda el recurso de salir a la calle
para pedir que se cumpla la ley y que no se siga humillando a nuestro
país"
"El presidente está cometiendo un
acto de felonía, está siendo un felón contra la propia continuidad histórica de
la democracia española".
"Es lo más grave que ha vivido la
democracia española desde el 23 de febrero de 1981".
"Pedro Sánchez tiene 84 escaños. Es
un presidente ilegítimo a partir de hoy. Como ilegítimo es un presidente que
cometa delitos de narcotráfico".
"Cada día que pasa Pedro Sánchez al
frente de España es un escarnio a la historia democrática de este país".
"Que ayuden a España a echar a este
okupa, a este incapaz".
"Pedro Sánchez es el mayor felón de
la historia democrática de España, un irresponsable, un incapaz para gobernar,
un desleal que está cometiendo alta traición, un mentiroso compulsivo"
"Ahora empezarán con que
crispamos".
Pablo Casado, presidente del PP, 6 de
febrero de 2019.
Tras una declaración así, y si aceptamos como premisa que Pablo
Casado realmente dice lo que piensa, ¿qué más queda? ¿Cuál es el siguiente
paso? ¿Pedir el apoyo del Ejército contra el Gobierno golpista y felón? ¿Buscar
el apoyo de Donald Trump contra la alta traición de Pedro Sánchez? ¿Proclamarse
presidente legítimo de España este domingo en la manifestación?
La decisión del PSOE de sentarse a
dialogar con otros partidos catalanes, incluyendo a los independentistas e
invitando a todos los demás, no solo es legal, legítima y democrática. Es
imprescindible, salvo que creamos que los problemas políticos se arreglan
solos.
Sin duda fue una enorme torpeza que
fuese el Gobierno y no el PSC quien confirmase que en esa mesa de partidos
asistirá un relator, un mediador, un observador, un moderador, un independiente
o como lo quieran llamar. Fueron más torpes aún las explicaciones de la
vicepresidenta Carmen Calvo, incapaz de aclarar cuestiones básicas sobre las
funciones de ese relator. Tampoco está claro en qué mesa mediará: si en la de
partidos o, como dice Elsa Artadi, en las reuniones bilaterales con el
Gobierno. Son muy escasas las posibilidades de éxito de ese diálogo y es obvio
también que todo esto se cruza con la negociación de los Presupuestos. Pero
nada de todo esto justifica un discurso así por parte de Pablo Casado, una
soflama irresponsable más propia de un espadón del XIX que del presidente de un
partido de gobierno en la Europa del siglo XXI.
Si esta es la respuesta ante la idea de
que varios partidos se sienten a dialogar, imaginen qué habría dicho Casado si
el presidente del Gobierno español hubiese propuesto exactamente lo mismo que
decidió el conservador David Cameron en Reino Unido ante el independentismo
escocés: un referéndum pactado con reglas y condiciones claras.
¿Un relator independiente? ¿Un mediador?
Sí. Igual que hizo Rajoy en sus diálogos
discretos con el independentismo catalán. Lo mismo que hizo Aznar
con la Iglesia en su intento de negociación con el
"movimiento nacional de liberación vasco". Lo mismo que ha enviado la
ONU a España ante otros problemas, como recuerda Elisa Beni en su artículo
de hoy. Lo mismo que se hace en todo el planeta Tierra siempre que
intenta abordar un problema político.
Que el nacionalismo español –hay que
llamarlo así porque es la exacta definición– vea todo esto como "una
humillación" recuerda a cuando a los franquistas cantaban eso de "si
ellos tienen ONU, nosotros tenemos dos". España tiene un serio problema
con la integración de Catalunya. Un problema político, que como todos solo se resuelve
con política. Sentándote a dialogar con el que no piensa como tú.
Hay otras opciones, claro. Pero no son
las que se espera de una democracia europea.
Porque lo de Catalunya es un problema
político, no un problema judicial o de delincuencia común. Y la solución que
propone Casado –ilegalizar a los representantes de una mayoría de los votantes
catalanes, encarcelar a sus principales líderes y abolir las elecciones al
parlamento catalán con un 155 permanente hasta que ganen los suyos– es el
verdadera discurso golpista, autoritario y antidemocrático.
"Alta traición", dice Pablo
Casado. Es un delito muy grave que está en el Código Penal y que se castiga con elevadas
penas de prisión. Si realmente el líder de la oposición dice lo que piensa,
debería plantear un proceso penal en el Tribunal Supremo contra el presidente
español. No una manifestación.
Todo esto por un relator. Imaginen, es
un suponer, qué habría argumentado Pablo Casado si Pedro Sánchez dijera sobre
los independentistas catalanes la mitad de lo que dijo sobre los terroristas de
ETA José María Aznar.
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