EE UU
Democratic Socialists of America dos años después:
¿Dónde estamos? ¿Adónde vamos
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Dan La Botz
Viento sur
22.01.2019
Política electoral: los socialistas y el Partido Demócrata
Aunque DSA es y hace muchas cosas, la política electoral ha galvanizado y
movilizado probablemente a más miembros que cualquier otra actividad. Esto no
es extraño, dado el temor que tienen muchos de que el gobierno autoritario y
nacionalista blanco del presidente Donald J. Trump sea un primer paso hacia
algo peor e incluso hacia el fascismo. La política electoral comporta la
esperanza de cambiar realmente a la gente y los partidos que dominan el
gobierno, asi como las políticas gubernamentales. Y es una actividad que
proporciona alegrías. Las campañas políticas ofrecen a mucha gente la
oportunidad de aportar cosas: la creación de bases de datos, el desarrollo y
diseño de los materiales de campaña, la colocación de puestos en los barrios,
la identificación de votantes y al final la obtención de votos. La labor
electoral, llamando a las puertas y hablando con la gente en sus casas, puede
ser interesante, un aprendizaje real para los y las jóvenes, sobre todo
conociendo a las personas que viven en el barrio y sus ideas. En algunas zonas,
como en la ciudad de Nueva York, DSA ha sido capaz de movilizar a cientos de
miembros y en una ocasión nada menos que a 2.000 personas en campañas locales.
El hecho de haber trabajado en una actividad común también es importante para
DSA de cara a crear un sentido común de identidad.
La labor ha tenido tanto éxito que hoy en día la mayoría de la gente conoce
probablemente a DSA como el grupo que eligió a dos de sus miembras, Alexandria
Ocasio Cortez y Rashida Harbi Tlaib, diputadas al Congreso de EE UU, así como a
otra, la controvertida Julia Salazar, al parlamento del Estado de Nueva York.
Otros candidatos de DSA también salieron elegidos a sus respectivos parlamentos
estatales: Mike Sylvester en Maine, Gabriel Acevero y Vaughn Stewart en
Maryland y Summer Lee, Sarah Innamorato y Elizabeth Fiedler en Pennsylvania.
Muchos otros socialistas triunfaron en elecciones municipales o fueron elegidos
para cargos del Partido Demócrata. Las organizaciones socialistas no veían nada
parecido desde la experiencia del Partido Socialista de América (SPA) en la
década de 1900, aunque la estrategia es ahora bastante diferente de la de
entonces. El Partido Socialista de aquella época presentaba sus propias listas,
no tenía candidatos en las listas de otro partido. Eugene Debs, el sempiterno
candidato presidencial y líder más destacado del SPA, dijo a los votantes:
“Tengo que decir al trabajador que piensa que no tiene ninguna optra opción que
uno de estos dos partidos capitalistas que ambos están comprometidos con el
mismo sistema y que tanto si gana uno como si lo hace el otro, él seguirá
siendo el mismo esclavo asalariado que es hoy.”
DSA, por su parte, ha decidido presentar a la mayoría de sus candidatos
como Demócratas, y aunque la estrategia a largo plazo sea un tanto
indeterminada, puede alimentar ilusiones de que el Partido Demócrata puede ser
reformado. ¿Mantiene DSA, como los viejos harringtonianos, una estrategia de
este tipo? ¿O simplemente utiliza el Partido Demócrata para construir su propia
organización y su propia maquinaria electoral? Hay muchas opiniones al respecto
en el seno de DSA, incluidos algunos miembros que no apoyan para nada presentarse
en las listas del Partido Demócrata.
Podremos comprobar los problemas con que choca el trabajo dentro del
Partido Demócrata viendo el historial de Alexandria Ocasio Cortez, miembra de
DSA cuya victoria en las primarias del Partido Demócrata para elegir al
candidado al Congreso por Nueva York dejó estupefacto al país y entusiasmó a la
militancia de DSA. Hoy, Ocasio Cortez es una progresista ejemplar que ha
participado en una manifestación ilegal en el despacho de [la presidenta del
Congreso de EE UU] Nancy Pelosi para exigir que el Partido Demócrata se
posicione claramente en materia de cambio climático, llamando a un nuevo
contrato social verde, oponiéndose al acuerdo de Amazon en Nueva York y
apoyando a los trabajadores despedidos.
Pero Ocasio Cortez también causó consternación en el seno de DSA cuando
salió en defensa de todos los Demócratas, incluido Andrew Cuomo, a comienzos de
septiembre de 2018. Muchísimos miembros de DSA detestan a Cuomo, y el apoyo de
Ocasio Cortez a su figura chocó a muchos. La dirección neoyorquina de DSA la
criticó por su respaldo a Cuomo y otros Demócratas, escribiendo que “…
rechazamos la ilusión de que el Partido Demócrata es, o puede llegar a ser, una
institución al servicio de los intereses de la clase obrera estadounidense.”
Ocasio Cortez también consternó a muchos miembros de DSA con su mensaje en
Twitter al enterarse de la muerte del senador John McCain:
El legado de John McCain representa un ejemplo sin parangón de decencia
humana y servicio a la nación. Como becaria, aprendí un montón de cosas sobre
el poder de la humanidad en el gobierno, a través de su profunda amistad con el
senador [Robert] Kennedy.
Que una socialista, y presumiblemente antiimperialista e internacionalista,
pueda alabar como “ejemplo de decencia humana” a un hombre que bombardeó
Vietnam, apoyó la invasión de Irak en 2003, llamó a bombardear Irán y
desarrolló una campaña racista contra Obama resulta inaceptable para muchos en
DSA. Incidentes como estos han ocasionado dudas no solo sobre Ocasio Cortez, sino
también sobre la estrategia de permanencia en el Partido Demócrata.
¿Y ahora qué? Algunos miembros de DSA ya han decidido apoyar a Bernie en
2020, con el argumento de que la implicación temprana en su campaña favorecerá
una vez más que se presente un programa económico y social progresista, se
popularice el socialismo y tal vez se pueda reclutar a decenas de miles de
nuevos miembros para DSA. No está claro que el fenómeno Bernie pueda repetirse.
No hay una malvada Hillary Clinton como contrapunto, sino que tendrá que
competir con un montón de otros “Demócratas progresistas”. Tendrá que hacer
frente a acusaciones de machismo en su campaña de 2016. Su plataforma no será
única, pues otros candidatos, que serán sus rivales, han hecho suyas ahora
muchas de sus ideas, y de hecho el conjunto del partido podría adoptarlas de
cara a 2020, aunque sea de forma diluida y a veces corrompida. Después de pasar
dos años haciendo campaña por los Demócratas, no tiene la reputación de
independiente que tuvo antaño. Y la presencia de un candidato socialista en una
elección presidencial ya no será una novedad. Además, para entonces Bernie
tendrá 79 años de edad, que muchos consideran que es excesiva para un
presidente. Al término de su primer mandato tendría 83 años y al final de su
segundo mandato 87 años, dato que siempre entra en los cálculos en una elección
presidencial. Estas cuestiones habrán de afectar necesariamente a personas como
Ocasio Cortez y muchos otros progresistas que han dudado en apoyar a Sanders,
al menos hasta ahora.
Mientras que a DSA le gusta Sanders, no está claro que Sanders aprecie a
DSA. Sanders, después de todo, tiene su propia organización electoral, Our
Revolution, y aunque algunos miembros de DSA participan activamente en su
equipo, no parece que desempeñen un papel político significativo. En la reunión
inaugural del Instituto Sanders en Vermont, en noviembre y diciembre, no
destacó ningún miembro de DSA. El único orador que era miembro de DSA fue
Cornel West, un importante intelectual negro, pero es formalmente miembro de
DSA y no desempeña ningún papel dentro de la organización ni se le asocia con
ella en la percepción pública. Así que algunos miembros de DSA quisieran
aprovechar la campaña de Sanders para dar alas a su organización, aunque no está
nada claro que Sanders vaya a otorgar una función particular al grupo en su
funcionamiento.
El contexto actual
Al tratar de vislumbrar el futuro de DSA conviene tener en cuenta la
situación del país en este momento. A pesar de que los economistas, los medios
y los políticos hablen de una economía en auge, EE UU sigue inmerso en
turbulencias políticas, como lo ha estado desde la gran recesión de 2008.
Trump, que apeló a algunas víctimas de la crisis económica y a quienes temían
perder su condición social, creó una nueva fuerza política populista, basada en
las condiciones generadas por los Republicanos de derechas y los fracasos de
Barack Obama, Hillary Clinton y los Demócratas. Trump y los Republicanos han
conseguido, desde 2016, vaciar por dentro la democracia política mediante la
manipulación de circunscripciones electorales y la supresión de votantes de
diversas maneras, han criticado y recortado programas sociales, socavado
políticas y normativas meioambientales, criminalizado la inmigración y aterrorizado
a los inmigrantes, favoreciendo al mismo tiempo el racismo y contribuyendo al
crecimiento de una extrema derecha que incluye a nacionalistas blancos y
neonazis.
El país ha estado durante dos años al borde de una crisis constitutional al
tratar Trump de crear un Estado unitario con el control por parte de los
Republicanos de los tres poderes, tendiendo hacia un régimen de partido único y
de dominación presidencial, una situación que se vio atenuada, pero no
resuelta, por los avances del Partido Demócrata en las elecciones intermedias
de 2018. Al chocar con los tribunales, Trump ha intentado gobernar por decreto.
En cuanto a la situación económica, el mercado de valores ha experimentado
una evolución errática y en muchos entornos se teme la llegada de una nueva
crisis económica. En esta situación, Trump, quien se mantiene en contacto a
través de Twitter con sus 55 millones de seguidores, conserva el apoyo del
35 % de la población estadounidense que aprueba a su persona sus
políticas. En conjunto, es posible que gane la próxima elección presidencial.
En esta situación, ahora que se acerca la campaña política de cara a la
elección presidencial de 2020, con los Demócratas profundamente divididos y una
veintena de contendientes socialdemócratas y progresistas tratando de obtener
la nominación como candidato del partido, se generará una tremenda presión
política y popular a favor del apoyo, primero, en las primarias, a un candidato
“que pueda ganar”, y después, en la elección, del respaldo a cualquier
Demócrata frente a Trump. Y fuerzas similares intervendrán en todas las demás
elecciones –senadores, congresistas, gobernadores de los Estados, alcaldes y
concejales–, donde los progresistas de Partido Demócrata desempeñarán un papel
crucial en el intento de colocar a los candidatos de izquierda en la cresta de
la ola de lo que una generación antes se llamaba la política burguesa. Y detrás
de todo ello estará, en efecto, la burguesía, que controla las finanzas y la
industria, los medios de comunicación y buena parte de las redes sociales, que
aportará miles de millones de dólares a las cuentas de los comités de apoyo a
los candidatos y tratará de comprar al por mayor a los políticos.
03/01/2019
Dan La Botz es miembro de Solidarity y de Democratic Socialists of America,
así como redactor de New Politics.
Traducción: viento sur
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