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Escrito por Floren Dimas
Unidad cívica por la República
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Jueves, 09 de Agosto de 2018 03:06
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Permitidme que os
tutee, a vosotros que siempre tratabais de tú a vuestros subordinados, para
entendernos mejor en el plano de igualdad en que nos ha colocado nuestra
condición de retirados. He sido y soy militar por vocación, y si pertenecí a
las fuerzas armadas española en las postrimerías del franquismo, no lo hice
por adherirme como soporte de la dictadura, si no por coherencia con mis
propias habilidades y expectativas personales, porque el ejercicio de la
profesión de militar no es prerrogativa de ningún general, por muy
generalísimo que sea, ni de ningún régimen por mucha intención que tengan de
patrimonializar la carrera militar.
Vais por seiscientos
los que habéis firmado el Manifiesto pro defensa de la memoria del general
Franco, “el Franco militar y no el político”, según decís en vuestro escrito,
como si fuera posible la paranoica tarea de deslindar el Franco-militar del
Franco-político-dictador, queriendo quedaros con el segundo teniente de 17
años y con el general de treinta y tres, como enaltecido ejemplo de
disciplina y demás valores militares, renunciando a la carga histórica
personal del resto de su legado. ¿Disciplina decís…? Recordemos cómo fue
aquello.
En los cuatro días
posteriores al decreto del 23 de abril de 1931, como todos los militares de
carrera, el general Franco realizó públicamente la siguiente promesa:
“Prometo por mi honor servir bien y fielmente a la República, cumplir sus
leyes y defenderla con las armas”, el más importante y solemne compromiso que
vinculaba a un militar con el ejercicio de su profesión. Nada
perdía quién no lo hiciese, porque la ley respetaba sus pagas al abandonar
las fuerzas armadas. Y no obstante Franco prometió. El 18 de julio de 1936,
este mismo general levanta contra la República las armas que esta le había
confiado para su defensa. Estamos ante la comisión del más grave delito que
un militar pueda cometer, por el que renuncia al honor como un valor moral
para guiar sus actos en todos los sentidos de la vida. Así que Franco no fue
disciplinado, si no un traidor.
No voy a hacer
alambicados razonamientos de carácter historiografico, por innecesarios, para
convenceros de que Franco fue, además de desleal, un criminal de guerra, un
convicto de los delitos de crímenes contra la humanidad y crímenes contra la
paz. Y no lo digo yo, lo dijo la ONU en su resolución 39/1946 declarando:
“…En origen, naturaleza, estructura y conducta general, el régimen de Franco
es un régimen de carácter fascista, establecido en gran parte gracias a la
ayuda recibida de la Alemania nazi de Hitler y de Mussolini”.
Hacer abstracción de
la personalidad militar, separándola de la política del personaje, para
justificar una y no cuestionar otra, es un ejercicio de imposible comprensión
que solo el cinismo puede justificar, pues esa misma razón llevaría a
vuestros correligionarios nazis a reivindicar el culto a la memoria de
Hitler, basándose en el valor acreditado por el Cabo Adolf Hitler, acreedor
que fue de la Cruz de Hierro en la I Guerra Mundial, desvinculándolo de su
papel como promotor de la II Guerra Mundial y del Holocausto.
Es aterrador poder
ahora certificar que, tal como sospechábamos algunos, estábamos mandados por
los herederos ideológicos de los que hicieron la guerra con Franco. Debíamos
soportar para no renunciar a nuestra vocación, tener que sufrir vuestros
discursos de inflamado patrioterismo zarzuelero, mientras en las salas de
banderas, en las cámaras y cafeterías de oficiales, en los clubs y durante
las conversaciones relajadas al final de las maniobras, os dedicabais a
soltar la retestinada devoción que os merecía la dictadura franquista y las
“glorias” de aquel dictador despreciable y felón.
Hasta la caída del
muro de Berlín, el Día de las Fuerzas Armadas alemanas fue el 20 de julio,
¿Sabéis qué se conmemora en esa efeméride? El atentado contra Hitler en la
“guarida del lobo”. Una acción que, aunque frustrada, dignifica el compromiso
de altos mandos y civiles alemanes para acabar con el tirano; desde entonces
cada 20 de julio en el patio de armas del Bendlerblock de Berlín, tiene lugar
una solemne ceremonia en la que los mandos del Ejército de la Armada y de la
Luftwaffe, recuerdan y rinden homenaje a aquellos héroes que sacrificaron sus
vidas para acabar con el dictador. Al revés que vosotros, los firmantes del
Manifiesto de adhesión a la memoria de Franco, que amparáis vuestro falso
patriotismo envolviéndoos en la Bandera de España, soñando que lo que hacéis
con la bandera del aguilucho bajo la sombra siniestra del recuerdo al
dictador.
Tenéis la suerte de
vivir en una Democracia, ganada y regada con la sangre y el sacrificio
heroico de los compatriotas que se opusieron al régimen de vuestro caudillo,
Democracia que, por incompleta y poco desarrollada, os permite decir lo que
decís, porque estar en Alemania exaltando la figura del Cabo Adolfo, ya
adivináis el lugar donde podíais estar todos concentrados en estos momentos.
El vuestro no es solo
un manifiesto pro franquista, es un desafío frontal y beligerante hacia el
Gobierno legal y legítimo de España, que este no puede tolerar sin hacer
dejación de su obligación de hacer respetar las leyes, y entre ellas el
artículo 578 del Código Penal que se refiere al delito de enaltecimiento del
terrorismo, porque terrorista fue el régimen de vuestro adorado Franco y a
sus acólitos, vivos o muertos, haciéndolos objeto penal del artículo 607.bis
que señala y castiga los delitos de lesa humanidad, aquellos que justificáis
con vuestra fina cirugía mental, como si con el Valle de los Caídos
estuviésemos ante el debate de qué hacer con los restos del doctor Yekyll y
mister Hyde. No se puede diseccionar la figura de Franco-bueno del
Franco-malo. Solo hubo un Francisco Franco, el que traicionó su promesa,
promovió una cruenta guerra civil y sumió a España y a los españoles en una
dictadura de cuarenta años, llenando las cunetas de nuestra patria con
decenas de miles de asesinados.
En 1945, una
disposición del Mando Militar Aliado en Berlín, ordenó que todos los
monumentos de exaltación del nazismo “fuesen volados con dinamita y sus
escombros triturados en gravilla de obra pública”.
Los que de vosotros
estén de acuerdo en manifestar públicamente su acuerdo con aquel decreto que
de un paso al frente.
Floren Dimas es Oficial del
Ejército del Aire (retirado). Miembro de ANEMOI (“Todos los Vientos”)
(Colectivo de Militares Demócratas Españoles) y miembro de la directiva de
ACMYR (Asociación Civil Milicia y República)
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