Los destrozos
de Rajoy
Rebelión
Ctxt
07.06.2018
El daño principal no se puede describir con números:
fue acabar con el pacto social. Algunos datos cruciales sirven para
desacreditar la propaganda desplegada estos días
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PRE
RAJOY
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RAJOY
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DIFERENCIA
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Dif. %
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Renta media por persona (euro
a valor constante)
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13.902
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13.690
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- 212
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-1.5
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Lo que gana el 20% más rico
frente al 20% más pobre
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6,3
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6,6
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+ 0,3
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-
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Personas en riesgo de pobreza
o exclusión social
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12.104.691
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12.634.519
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+ 529.829
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-
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Personas en riesgo de pobreza
y exclusión (porcentaje)
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25,9 %
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27,2%
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+1,3
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-
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Hogares con pobreza energética
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1.157.357
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1.884.226
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+ 726.869
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-
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Salario real. En euros de 2011
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30.402
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28.854
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- 1.548
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- 5,1%
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Asalariados pobres
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23,5%
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27.8%
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4.3
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-
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Gastos en educación. Estado y
CCA. Millones euros
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47.137
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44.914
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- 2.223
|
-
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Gastos en educación.
Porcentaje del PIB
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4,4%
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4%
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- 0,4
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-
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Gastos en sanidad. Estado y
CCA. En millones de euros
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69.240
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67.598
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+ 1.162
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-
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Gastos en sanidad. Porcentaje
del PIB
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6,5%
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6%
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-0,5
|
-
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No
es de esperar que uno se azote públicamente. Sólo los inmisericordes consigo
mismos lo hacen y son muy pocos. Menos aún los políticos. Y menos todavía los
políticos que hayan actuado contra el bienestar de los ciudadanos. En cualquier
constitución civilizada se reconoce el derecho de toda persona a no declarar
contra sí misma y a no confesarse culpable. La Constitución Española lo hace en
su artículo 24. No cabía esperar por tanto que, en su despedida como presidente
del Gobierno, Rajoy reconociese los destrozos causados. Si no reconoció ante un
tribunal de justicia sus responsabilidades en el caso Gürtel, menos podía
pensarse que fuera a reconocer en el Congreso de los Diputados un daño mucho
mayor. “Ha sido un honor dejar una España mejor de la que encontré”, dijo
Rajoy. Tenía sus razones para hablar así. Le escuchaban los diputados de su
partido, tan derrotados como él, a los que no podía defraudar. Y tendría, digo
yo, razones íntimas: casi todo el mundo intenta conservar su autoestima. Lo que
resulta más chocante es que analistas o informadores pretendan construir
argumentos sesgados para valorar positivamente la gestión económica de Rajoy.
Se
aduce, por ejemplo, que el Producto Interior Bruto, el PIB, creció en el
periodo de su gobierno. Tuvo un aumento en los seis años que van de 2011 a 2017
del 6,5 por ciento. Una subida bastante pobre, más si se tiene en cuenta el
bajo nivel de actividad económica que registró el último año antes de la
llegada del Gobierno del PP. Pero eso no es lo importante. Para saber cómo
llegó esa mejora tímida a los ciudadanos es necesario comprobar cómo se
repartió la riqueza generada. Se la reparten las empresas y los trabajadores.
También lo refleja el PIB. Entre el final de 2011 y el de 2017 lo que se
llevaron las empresas aumentó el 12 por ciento. Por su parte, lo que le
correspondió a cada asalariado subió en cambio el uno por ciento. Y si se
descuenta el encarecimiento de la vida (el dinero de 2017 valía menos que el de
2011) la renta por asalariado fue un 3,7 por ciento más baja al final del
tiempo de Rajoy que antes de la llegada del PP al poder.
Los
indicadores económicos al uso, el PIB, la marcha de la bolsa, la prima de
riesgo o el IPC, sirven para conocer algunas facetas de la actividad económica.
El resultado de la actividad económica, sin embargo, se mide por el bienestar
de la gente y ahí no sale. Hay otros datos que lo reflejan.
La
renta. Es lo que gana cada año el conjunto de las personas, ya sea por su
salario o por sus inversiones. Con los datos disponibles del INE, puede
calcularse la renta media por persona: en 2011 fue de 13.902 euros. En el
último año completo de Rajoy, 2017, fue de 13.690 euros, descontando el aumento
del coste de la vida, la inflación. Un 1,5 por ciento menos. Es decir, nos
empobrecimos. Claro, no todos. La mitad de la gente con menos renta vio caer
sus ingresos un siete por ciento, mientras que la otra mitad, la de más
ingresos, la mantuvo inalterable. Cuando el PP llegó al Gobierno, el 20 por
ciento más afortunado económicamente ganaba 6,3 veces más que los del otro
extremo. Era ya mucho si tenemos en cuenta que en Alemania o Francia
representaba 4,5 veces. Pues con Rajoy los más pudientes han pasado a ganar 6,6
veces lo que se lleva el 20 por ciento con menos ingresos. Ha aumentado la
desigualdad.
Esto
ha llevado a otro dato más trágico: el aumento de la pobreza. En 2011 había ya
12 millones de personas en riesgo de pobreza y exclusión social. Era mucho.
España era el undécimo país de la Unión Europea con más pobres. El paso del PP
por el Gobierno lo ha empeorado: ha convertido en pobres a medio millón más de
personas. Ahora sólo nos superan seis países de la Unión.
Claro,
esto tiene su traducción en la vida real, por ejemplo, la pobreza energética.
Casi dos millones de hogares declaran que no pueden mantener su casa a
temperatura adecuada, que pasan frío. Son 726.000 hogares más que cuando Rajoy
llegó a la Moncloa. El año pasado las compañías eléctricas, de gas y de
petróleo del IBEX ganaron casi 9.000 millones de euros, un 8 por ciento más que
en el ejercicio anterior. Ese es el contraste.
La
pobreza se extendió no sólo a los parados o los jubilados. Afectó también a los
que trabajan, no sólo en tiempos de Rajoy. Al llegar había ya un 23,5 de
asalariados en riesgo de pobreza, pero durante su mandato han aumentado un 18
por ciento aquellos a los que el producto de su trabajo no les da para cubrir
sus necesidades: ahora suponen casi el 28 por ciento de los asalariados. Esto
no es por casualidad, sino fruto de una actuación política: la llamada
devaluación salarial aplicada por las empresas e impulsada por el Gobierno a
través de la reforma laboral. Los sueldos han bajado entre la llegada y la
salida del PP del poder un 5,1 por ciento, en términos reales, es decir,
descontado el incremento del coste de la vida. Pero ese sacrificio no se ha
repartido igual. La encuesta anual de estructura salarial del INE, cuyos
últimos datos son de 2016, divide los sueldos en 10 tramos, de acuerdo con su
cuantía. Ahí se puede comprobar que el tramo con los sueldos más bajos ha
sufrido una caída del 4 por ciento en el periodo Rajoy, mientras que el tramo
de los que más ganan ha gozado de una subida del 3 por ciento. La precariedad
salarial, ya existente antes, se ha incrementado con Rajoy con el aumento de
los contratos a tiempo parcial respecto a los de tiempo completo.
Repasamos
ahora los servicios esenciales que prestan las administraciones públicas a los
ciudadanos y los estragos sufridos a manos del Estado y de las comunidades
autónomas, por orden de Rajoy. La educación: fue uno de los bastiones del
Estado de Bienestar contra el que primero se dirigió el PP. En 2011, el gasto
público educativo era 2.200 millones mayor que al final del periodo negro. La
sanidad fue otro blanco de los grandes recortes. Ahora el gasto sanitario es
1.642 millones menor que en 2011. El gasto en dependencia tampoco se libró de
la tijera: en 2018 hay presupuestado un 7 por ciento menos para esta partida
que en 2011.
Las
pensiones han subido y su gasto ha aumentado, sobre todo por el mayor número de
pensionistas, que además reciben una pensión superior, puesto que trabajaron en
años con sueldos mejores que sus antecesores. Pero la subida ha sido escasa: la
pensión mínima se ha incrementado en estos seis años el 4,3 por ciento. Con
ello no compensa el incremento del coste de la vida, la inflación, que alcanzó
el 4,8. Y lo que es más grave: el recorte de los salarios ha contribuido a que
la recaudación de la Seguridad Social haya sido escasa. La solución: Rajoy se
ha gastado el Fondo de reserva de la Seguridad Social, bien repleto cuando
llegó a la Moncloa. En total se ha fundido 74.000 millones de euros.
La
inflación, el aumento del coste de la vida, se ha moderado algo. En los seis
años de Rajoy los precios al consumo han aumentado el 4,8 por ciento. Pero no
todo se ha comportado así. Han bajado claramente la gasolina y el gasóleo. No
han subido, o lo han hecho muy poco, los productos o servicios de los que una
persona puede prescindir si vive con estrecheces: ropa, menaje, ocio. Pero
servicios esenciales de los que el ciudadano difícilmente puede prescindir se
han disparado. Entre 2011 y 2017 el pago por estudiar en la universidad,
básicamente las tasas, se incrementó un 35 por ciento. La ampliación del copago
por las medicinas a pensionistas, contribuyó a encarecer el gasto farmacéutico
de los ciudadanos en un 17 por ciento desde que llegó el PP hasta que se ha
tenido que ir. El recibo de la luz es ahora un 14 por ciento más caro.
Esta
es la economía que afecta a personas, pero sí, hay cosas más distantes a ellas
cuyos efectos terminan afectando también al bienestar de la gente. Por ejemplo,
el dinero que el Estado, las comunidades autónomas o los ayuntamientos han
tomado prestado y tienen que devolver, la deuda pública. No es necesariamente
malo que se endeuden para hacer frente a necesidades básicas o para gastarlo en
impulsar el desarrollo. Sin embargo, el Gobierno de Rajoy recortó los gastos
destinados a estas cosas y al mismo tiempo endeudó más al Estado. Ahora la
deuda pública supera el billón de euros (1.144.298 millones de euros) que
equivale al 99 por ciento del PIB. Cuando el PP tomó el mando suponía el 70 por
ciento. Ha aumentado en 400.000 millones de euros: un 54 por ciento. Una parte
de la deuda se debe a los 58.000 millones gastados en rescatar a los bancos, la
gran mayoría durante el mandato de Rajoy. Sin embargo, mientras esto ocurría, más
de 400.000 familias fueron expulsadas de sus casas por los bancos al no poder
pagarlas, la mayoría (300.000) durante el mandato de Rajoy. A ello hay que
sumar las que abandonaron sus viviendas sin necesidad de ser expulsadas.
Para
mejorar la economía a largo plazo es necesario cambiar el modelo productivo. Y
para esto, es clave la apuesta por la investigación, el desarrollo y la
innovación. Pues bien, Rajoy decidió reducir drásticamente el gasto en I+D+i.
Cuando se ha ido, es un 17 por ciento más bajo que cuando llegó. Y eso que los
recortes de Zapatero ya dejaron temblando esta partida presupuestaria.
Esto
último da pie para aclarar que esto empezó antes. En mayo de 2010, cuando el
Gobierno socialista de Zapatero cedió a la presión de los que mandan en la
Unión Europea e inició el camino. Rajoy tomó el relevo con virulencia y
multiplicó los destrozos. El principal de ellos no se puede describir con
números: fue acabar con el pacto social establecido.
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