viernes, 17 de febrero de 2017

SIN MEMORIA E IGNORANTES HOY, LA MEJOR FORMA DE REPETIR LOS CRÍMENES DE AYER. LOS GRANDES CAPITALES YA HAN ORGANIZADO DOS GUERRAS MUNDIALES, LA PRÓXIMA, COMENZADA YA, SERÁ LA TERCERA

Entrevista a Josep Fontana: «El siglo de la revolución. Una historia del mundo desde 1914».

             
Sociología Crítica
13.02.2017          




El siglo XXI ha traído el desconcierto, la incertidumbre, la falta de confianza en el progreso colectivo y en la democracia. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Josep Fontana reconstruyó en el 2011 el camino recorrido en un libro de 1.200 páginas, Por el imperio, que llegaba hasta la primavera árabe y el movimiento de los indignados. En El siglo de la revolución. Una historia del mundo desde 1914 añade y revisa su copiosa documentación, actualizada hasta hoy mismo. Los datos que proporciona en el capítulo “La era de la desigualdad” son escalofriantes y, si la tendencia no se corrige, muchos de los lectores de hoy serán los futuros pobres.

“Tenía el libro acabado –dice Fontana–, pero quise esperar a ver los resultados de las elecciones norteamericanas. Desde 1945 los presidentes de EE.UU. pueden cambiar la trayectoria del mundo, como sucedía con los emperadores romanos”.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Por muchos factores. Uno de ellos es el miedo. El miedo es determinante en las actitudes políticas. El miedo exagerado a la revolución rusa fue determinante en el fracaso de la II República española o del reformismo de la República de Weimar. Por otra parte este mismo miedo y la fuerza de los sindicatos favorecieron la negociación y las políticas reformistas para contentar a la población.

¿No sucede ahora que hemos olvidado el estupor ante la barbarie de las dos guerras mundiales, cuando se optó por un juego de alternancias, un partido de derechas creador de riqueza y una socialdemócrata para repartirla?

La socialdemocracia tuvo un papel muy importante en la consecución de beneficios como los del estado de bienestar, que se concedían como antídotos a la revolución. En 1968 se pudo ver que la amenaza de nuevos movimientos revolucionarios había pasado, cuando el partido comunista francés se negó a apoyar las protestas estudiantiles, mientras en Praga se frustraban las opciones de un socialismo de rostro humano. Perdido el miedo a la URSS y a la amenaza de la revolución, la minoría del 1 por 1.000 de los más ricos pudo dormir tranquila. ¿Para qué hacer concesiones innecesarias?

¿Qué fecha pone?

El progreso social, entendido como la suma de una distribución más equitativa de los beneficios del crecimiento económico y de una mejora de las condiciones de vida, terminó hacia 1975.

¿Qué sucedió?

Tomando como excusa la crisis de petróleo se emprendió la lucha contra los sindicatos y se favoreció la deslocalización de empresas, lo que debilitó la capacidad de los obreros para mejorar sus condiciones de trabajo y sus salarios. Todo ello contribuyó a una reestructuración económica mundial como base de un nuevo orden corporativo global, sin los obstáculos que oponía el estado-nación.

¿Y ahora?

La crisis que empezó en el 2007 y 2008 empeoró la situación. Lo más grave es que, superada la crisis, la desigualdad se ha desbocado y sigue creciendo día a día. Las consecuencias pueden ser muy serias.

En su libro critica al economista Thomas Piketty.

Sí, porque su planteamiento de que la desigualdad es un rasgo permanente de la historia humana oculta el valor de luchas como las que permitieron los avances conseguidos por el movimiento obrero. Todo ello contribuye a fomentar la idea del que no hay nada que hacer, e incita a la inacción, en unos momentos en que se han ido perdiendo incluso una parte de las conquistas que el movimiento obrero había logrado en siglo y medio de luchas sociales, mientras a los campesinos del mundo subdesarrollado se les arrebata el uso de bienes comunes, como la tierra y el agua.

¿Cómo explica la irrupción de los Trump y Le Pen?

Los ciudadanos que veían como su situación empeoraba han acabado perdiendo la confianza en las élites que les gobernaban, incluyendo a los miembros de una socialdemocracia que ha acabado integrándose en el sistema. Ante la ausencia de una izquierda independiente con la suficiente fuerza, han sido los partidos de extrema derecha quienes han recogido esa ira colectiva. Es un movimiento que empezó en la Europa del Este, adquirió fuerza con el Brexit y ahora toma una nueva dimensión con Trump. Pero a la larga estos partidos no tienen programas que puedan satisfacer sus demandas, de manera que no sabemos qué puede suceder en el futuro.

Pero Trump no está en contra de los intereses de ese poder, más bien al contrario.

Trump procedía del sistema, pero supo mostrarse como alguien que quería acabar con “el pantano de Washington”, de modo que muchos de los que se sentían marginados y olvidados por el viejo sistema, como los trabajadores blancos de una industria decadente o los agricultores, pusieron sus esperanzas en él. La habilidad con que se maneja se puede ver en casos como el de sus propuestas de reducir las regulaciones a la banca, que legitima diciendo que de lo que se trata es de que los bancos puedan dar más créditos a las empresas para que estas puedan contratar más trabajadores, Cuando de lo que realmente se trata es de permitir a la banca que vuelva a sus viejas prácticas de especulación.

¿No se castiga la mentira?

La derecha siempre ha sabido jugar con los prejuicios de la gente. El error de la izquierda ha sido obstinarse en convencer con la racionalidad. La importancia de los prejuicios (raciales, de género, etcétera) es un factor determinante en la toma de decisiones personales.

El miedo a los efectos de la desigualdad , a la catástrofe migratoria, ¿no puede actuar de freno a esa voracidad de la que usted habla?

Todos los analistas coinciden en señalar que el crecimiento de la desigualdad es un peligro muy serio para el futuro, pero nadie está dispuesto a aplicar políticas que la eliminen. A escala internacional sabemos perfectamente cuál es la solución. Si se aplican en África políticas que favorezcan la aparición de sociedades más prósperas e igualitarias, no tendrán necesidad de irse. Pero lo que se hace es quitar a los campesinos las tierras que cultivan y dárselas a compañías extranjeras que las explotan sin miramientos. La situación se irá haciendo explosiva con la combinación de un crecimiento demográfico imparable, la desertización como consecuencia del cambio climático y el consiguiente aumento de la pobreza. Si no hemos sido capaces de resolver el desafío que representan las primeras llegadas de inmigrantes, ¿cómo podremos enfrentarnos a lo que pueden representar millones tratando de asaltar Europa para escapar del hambre y la pobreza?

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