El dogma de mercado y las herejías
que nunca llegan a convertirse en Blasfemias
Las críticas
neoliberales al neoliberalismo
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06.07.2016
Resumen. El artículo analiza los cambios y las
continuidades ideológicas en los procesos de alienación en el marco de la
crisis del capitalismo neoliberal actual, ponderando este plano a partir de la
activación de las capacidades hegemónicas para renovarse (resiliencia).
Mantiene como clave de argumentación el giro en las prácticas discursivas al
interior del pensamiento neoliberal. Este movimiento registra un desplazamiento
discursivo (también de los lugares de enunciación) desde las corrientes ortodoxas (posiciones
consideradas “dogmáticas” y “fundamentalistas” de mercado), hacia
expresiones heterodoxas del neoliberalismo (perspectivas en
las cuales el mercado continúa siendo el eje fundamental para la producción y
reproducción de las relaciones sociales). Los cambios intra-hegemónicos se
caracterizan por el tránsito desde una primera versión de neoliberalismo
tendiente a la “desregulación” (1970-2000) hacia una nueva síntesis o versión
de nuevo cuño: el neoliberalismo regulado o nuevo neoliberalismo (2000-actual).
Este acontecimiento garantiza relegitimar ideológicamente la doxa de
mercado (hoy en crisis) reforzando la continuidad del statu quo para
el capitalismo de época. Una manera para aproximar este hecho, histórica y
actualmente, parte de la reflexión sobre las críticas neoliberales al
neoliberalismo, conceptualizándolas como herejías frente a este pensamiento
en su faceta dogmática.
La herejía es
indispensable para comprobar la salud del dogma. José Carlos Mariátegui
1. Neoliberalismo… ¿sobrevendido? Preliminares
La última
edición de la revista oficial del Fondo Monetario Internacional (FMI): Finance
& Development (Junio 2016), incluye un artículo, titulado suspicazmente:
“Neoliberalism: oversold?” (traducido al español como: Neoliberalismo…
un espejismo?). Ostry, Loungani y Furceri (2016), tres economistas
pertenecientes a ese organismo, reconocen algunos secretos a voces que
estratégicamente han sido omitidos por la ideología dominante.
Por ejemplo, la
emergencia de la agenda neoliberal, la cual varios analistas han venido
ubicando alrededor de la década de 1980s asociada a los gobiernos conservadores
de Reagan y Thatcher había evitado vincular al neoliberalismo ab
origine con el “milagro chileno”. A su manera, estos autores
desmienten la pretendida epifanía planteada en su oportunidad por Milton
Friedman).
Esta primera
alusión resulta importante puesto que si bien no se reconoce explícitamente,
permite seguir subrayando que la plataforma neoliberal irrumpió tempranamente
en América Latina a través de los golpes de Estado, empezando por el asestado
al gobierno socialista democráticamente elegido de Salvador Allende, y la
dictadura cívico-militar que impuso Pinochet en el marco del Plan Cóndor
auspiciado por los Estados Unidos, según lo han ratificado los documentos
desclasificados por este mismo gobierno. Este “modelo” después de haber sido
decretadomanu militari en la región, fue imitado en Inglaterra y
los Estados Unidos, y más tarde desplegado a nivel global, en varias ocasiones
siguiendo su mecanismo inaugural: a sangre y fuego (cuestión crucial que se
omite nuevamente).
En todo caso,
esta declaración fondomonetarista abre de nuevo la oportunidad para seguir
subrayando la naturaleza inherentemente autoritaria y antidemocrática del
neoliberalismo desde su mismo estreno, hasta los tiempos presentes. El
documento destaca además que, si bien la agenda neoliberal habría traído
"beneficios" para el mundo contemporáneo −según los autores, mayores
tasas de crecimiento y competencia internacionales; limitaciones a los Estados
que desgobernaban sus sociedades abusando del déficit fiscal; la expansión del
comercio global, de la cual afirman los autores “rescató” a millones de
personas de la pobreza (¡nunca lo demuestran!); la transferencia de tecnología
hacia los países en desarrollo; y, mejoras en la eficiencia en la provisión de
servicios, entre otras tantas virtudes−, existirían tres promesas incumplidas
por el neoliberalismo que pueden resumirse así:
- Los
beneficios en términos del crecimiento económico son bastante difíciles de
establecer cuando se observan un número amplio de países.
- Los costos en
términos de una creciente desigualdad son prominentes. Tales costos reflejan la
‘contrapartida’ entre los efectos del crecimiento y la desigualdad de varios
aspectos de la agenda neoliberal.
- La creciente
desigualdad a su vez afecta (negativamente) el nivel y la sustentabilidad del
crecimiento. Incluso si el crecimiento es el único o el principal propósito de
la agenda neoliberal, la defensa de tal agenda aún necesita prestar atención a
los efectos distributivos.
Las reacciones
no se hicieron esperar. Para el Financial Times la publicación
ha sido un “inapropiado mea culpa del neoliberalismo” –así se
lee literalmente en una editorial dedicada a este artículo −, puesto que esas
ideas auxilian “(…) regímenes opresivos en todo el mundo que se
posicionan como cruzados contra el neoliberalismo, subyugando a su población
con medidas económicas ineficaces”. Otros comentaristas, en cambio, dicen
estar sorprendidos que desde las entrañas del FMI se haya criticado la
orientación ideológica, política y económica defendida dogmáticamente por ese
organismo durante décadas: el neoliberalismo.
Entre el
calidoscopio de las reacciones, por ejemplo, Dani Rodrik afirmó: “¿Qué
demonios está pasando?… El FMI se une a las críticas al neoliberalismo”.
Por su parte, Naomi Klein (autora del best-seller: “La doctrina del
shock. El auge del capitalismo del desastre, 2008), se preguntó: “el FMI
admite que el neoliberalismo es un fracaso, ahora todos los multimillonarios
que ha ayudado a crear van a devolver su dinero, ¿verdad?” (1). Pero, ¿qué
tan cierto es que el FMI “se une” a las críticas al
neoliberalismo? ¿Cuáles son los alcances y el significado ideológico y práctico
de estas “críticas”?
De entrada hay
que matizar las extrañezas advirtiendo que situaciones como las propiciadas por
el artículo de Ostry et alter y algunos comentaristas, no son
nuevas ni inéditas. Hacen parte de la tendencia más reciente y actual del
discurso hegemónico, el cual pretende seguir reforzando la continuidad del
capitalismo neoliberal aunque bajo una “nueva síntesis”, una versión de nuevo
cuño. Este giro en las prácticas discursivas hegemónicas desde posiciones
consideradas “dogmáticas” y “fundamentalistas” de mercado hacia otras
perspectivas neoliberales en las cuales el mercado es fundamental,
recientemente han sido denominadas de varias maneras: neoliberalismo regulado (Watkins
2010), nuevo neoliberalismo (Puello-Socarrás 2008a y
Puello-Socarrás et alt. 2015) (2).
Aunque estos
acontecimientos no son signos que alertan sobre un cambio de época y de
rupturas, sí evidencian una época de cambios al interiordel neoliberalismo
que debe ser subrayada, teórica y políticamente, con el objetivo de reorganizar
las fuerzas social-populares y retomar las praxis auténticamente contra el
neoliberalismo.
Después de
varios años de ser demostrativas −en frecuencias e intensidades−, especialmente
en NuestrAmérica, las resistencias sociales y populares lograron posicionar
regionalmente una perspectiva de contestación política frente al
neoliberalismo. Incluso, los primeros años del siglo XXI llegaron a elevar
tanto horizontes anticapitalistas como,
“(…) la austeridad acabaría consolidándose como una
forma peculiarmente germana de organizar la economía,
hasta terminar convertida en el principio rector del diseño sobre el
que habría de estructurarse el proyecto europeo… La escuela austriaca también
vendría a transformarse en una especie de cabeza de playa para los
estadounidenses deseosos de recargar sus baterías con nuevos argumentos a favor
de la austeridad” [énfasis propio].
formas alternas-y-nativas,
alternativas al desarrollo neoliberal: v.gr. post-desarrollismos (véase
Escobar, 2005 y Quijano, 2014); paradigmas civilizatorios del Buen-vivir-Bien
como suma qamaña, summa kawsay, ñande reko (véase Yampara
& Temple, 2008); “socialismos raizales” (véase Fals-Borda, 2013). Sin embargo,
este movimiento de alternativas parece hoy ponerse entre paréntesis, entre
varias razones, por inadvertir las influencias que ejercen esta clase de
operaciones ideológicas hegemónicas.
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