EN VÍSPERA DE LA GUERRA LOS JINETES DEL APOCALIPSIS SE
PREPARAN
Deutsche Wirtschafts Nachrichten
16.12.2015
Traducido del francés para Rebelión por Caty R. |
Por primera vez
desde hace decenios todas las grandes potencias europeas, así como Rusia y
Estados Unidos, van a entrar en guerra en Siria. Juntos o unos contra otros, no
está claro. El hecho es que esas guerras causan estragos desde hace mucho
tiempo bajo una forma u otra. Tienen un potencial de destrucción enorme. Nadie
sabe exactamente quién es el amigo y quién el enemigo. La situación es
eminentemente peligrosa.
El despliegue
militar de todas las grandes potencias europeas –Gran Bretaña, Francia y
Alemania- así como el compromiso actual de Estados Unidos y Rusia en Siria
llevan a una situación geopolítica extremadamente peligrosa. Muchos
protagonistas actúan enmascarados, de forma anónima o por delegación. La
escalada es consecuencia de una evolución desde hace varios años explotada por
los estrategas militares, los servicios secretos y los grupos radicales. «Nos
enfrentamos a una tercera guerra mundial soterrada», declaró el vicecanciller
austríaco Erhard Busek –que no es realmente un catastrofista- en una entrevista
en el otoño de 2015.
Estrictamente
hablando no nos enfrentamos a una guerra mundial, sino a cuatro niveles
diferentes de guerras estrechamente entrelazadas unas con otras.
La
interconexión del mundo, al contrario de lo que se esperaba, no ha conducido a
la liberación, a más justicia, igualdad, protección de las minorías y
diversidad. Internet, inventado un día por el ejército como una nueva
estructura de comunicación, fue capturado por los servicios secretos, los
grandes grupos económicos, los agitadores políticos y los grandes amasadores de
beneficios. Vivimos la revolución tecnológica en su faceta destructora, la
guerra se ha adueñado de las posibilidades de la modernidad. La muerte por medio
de la tecnología, que parece ser la vanguardia, hace la revolución y barre todo
el globo.
El primer nivel
concierne a las guerras reales. Con los
medios tecnológicos hoy es posible matar de forma aparentemente «limpia». Los drones
se guían a distancia con un joystick –qué denominación obscena en este
contexto- y matan. No hay declaración de guerra. La distinción entre civiles y
militares está abolida. Los autores de lo que se denomina «asesinatos
selectivos» permanecen en la sombra. Ya no hay ejércitos regulares, los
mercenarios combaten por todas partes, las sectas políticas son enviadas a las
guerras por delegación. Los únicos que todavía tienen rostro son los que deben
sufrir las consecuencias. La mayoría de los muertos quedan ocultos, abusando de
ellos una vez más con fines de propaganda.
Pero los
acusadores silenciosos de esas guerras reales sí tienen rostro: son los
refugiados que llegan por cientos de miles a Europa en 2015. Huyen acosados por
guerras cuyos jefes nadie conoce. Han venido a perturbar a Europa en su
comodidad y nos hacen saber que existe la guerra en el mundo.
La segunda
guerra es la financiera. Gracias a la interconexión mundial
es posible hacer circular el dinero por toda la tierra a la velocidad de la
luz. Numerosas manifestaciones hostiles actuales, que nos parecen enigmas, se
preparan de antemano durante mucho. Son el resultado de ataques dirigidos a
otros sistemas financieros. Los gobiernos de los grandes países dirigen
ejércitos enteros de guerras financieras. Actúan en el anonimato. En cualquier
momento pueden provocar la caída de otro gobierno o de una empresa. Están en
posición de manipular, atacar o responder. No se les ve, no se les oye, no se
les conoce. Y sin embargo esas auténticas armas de destrucción masiva en una
noche pueden precipitar a continentes enteros a la desgracia.
La tercera
guerra es la que se denomina ciberguerra. Internet,
esperada por los forofos de la informática y los adoradores de Steve Jobs como
un nuevo paraíso se ha convertido en la antecámara del infierno de la
destrucción. Ahí también los autores y los que manejan los hilos permanecen
ocultos. Infraestructuras enteras pueden ser paralizadas por hackers profesionales.
Hasta qué punto esas estructuras son peligrosas y en qué medida se desarrollan
se manifiesta en el hecho de que recientemente Estados Unidos y China han
iniciado negociaciones sobre un acuerdo de desarme, quieren ponerse de acuerdo
sobre el principio de que la destrucción de barreras, centrales eléctricas,
centrales nucleares e instalaciones de transporte deben excluirse. La
negociación de las grandes potencias sobre su voluntad de evitar la destrucción
lo demuestra, están en condiciones de destruirse. Esas posibilidades ofrecidas
por la guerra inteligente hacen que la bomba atómica parezca una porra
al lado de un caza.
La cuarta
guerra que causa estragos en la era tecnológica es la guerra de la propaganda. De hecho hoy existe la posibilidad de una
libertad y una diversidad desconocidas. Sin embargo la crisis económica y la
erosión del modelo comercial han empujado a numerosos periódicos a los brazos
de los «doctores Spin» de la comunicación y de las máquinas de relaciones
públicas. Hoy los periodistas disponen de poco tiempo y eso los lleva a menudo
a ser menos competentes profesionalmente. Tienen que comer de la mano de los
que no se interesan por la información, sino de inducir al error. En la mayoría
de los países de Europa las emisoras públicas de radio y televisión
supuestamente deberían informar a la opinión pública del fracaso de los
gobernantes. Sin embargo están controladas por esos mismos gobiernos que las
financian. Eso no puede funcionar.
Así arrastran a
los medios de comunicación a las guerras de propaganda que deben orquestar las
guerras reales y las ciberguerras, cuyos recursos son inagotables y donde la
ausencia de escrúpulos es universal.
Las guerras
nunca se desencadenan por razones éticas. Y en el curso de las guerras todas
las partes se convierten en culpables de crímenes. Naturalmente hay grados: el
holocausto, un asesinato racionalmente planificado y técnicamente ejecutado a
escala industrial, de seis millones de judíos en Europa, así como el asesinato,
ejecutado con la misma precisión glacial, de los gitanos, los homosexuales, los
discapacitados y otras minorías, constituyen un suceso único en la historia de
la humanidad. El recuerdo de los crímenes de los nazis y sus diligentes
colaboradores condujo a que Europa, al grito de ¡Nunca más la guerra!, haya
disfrutado de un período inusualmente largo de paz y prosperidad.
Pero los
jinetes del Apocalipsis no desaparecieron. Solo cambiaron de táctica. Hoy,
medio siglo después, esa época dorada parece haber llegado a su fin, todos los
estados están aterrorizados por la revolución tecnológica-industrial o en
efervescencia. Utilizan las nuevas posibilidades para testar la situación y
lanzar globos sonda o crear nuevos hechos auténticos. En los últimos años las
realidades del mundo han cambiado. Casi todos los países tienen problemas
fundamentales que les obligan a actuar. Para muchos de ellos la opción actual
es la huida hacia adelante, es decir, la guerra. Las nuevas tecnologías
permiten a los estados desviar la atención de sus problemas internos con
acciones violentas. Buscan la solidaridad de sus propios ciudadanos con nuevos
chivos expiatorios.
La guerra de
Siria reúne todas estas formas de la guerra moderna. No es totalmente seguro
que se esté radicalizando pero el avión ruso abatido por Turquía nos muestra lo
rápidamente que puede degenerar la situación. Dicho de forma realista, no solo
en Siria, las hostilidades mundiales golpearán por todas partes.
El
sobreendeudamiento mundial, el desequilibrio demográfico, la revolución
tecnológica y sus aplicaciones posibles, así como la desigualdad creciente de
las rentas agitan la era de la globalización como botafuegos. Es posible que ya
nos encontremos en una nueva Guerra de los Treinta Años. Si continúa empeorando
las generaciones que vienen solo encontrarán tierra quemada, como después de la
Guerra de los Treinta Años en Europa [1618-1648, Tratado de Westfalia].
Este texto es
un extracto actualizado del nuevo libro de Michael Maier Das Ende der
Behaglichkeit. Wie die modernen Kriege Deutschland und Europa verändern.
El autor analiza las consecuencias de las guerras modernas para Alemania y
Europa. La esencia de estas guerras es el anonimato, ya nadie sabe quién es
enemigo y quién amigo. El miedo se convierte en el sentimiento dominante
mundial creando así las condiciones ideales para la violencia, la represión y
el totalitarismo. No quedan islas para los afortunados.
Michael Maier
es escritor y periodista austríaco.
Artículo
original en alemán: Am Vorabend
des Krieges: Die apokalyptischen Reiter machen sich bereit , Wirtschafts, 30 de noviembre de 2015.
Fuente: http://www.mondialisation.ca/a-la-veille-de-la-guerre-les-cavaliers-de-lapocalypse-se-preparent/5494712
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