Elecciones en el reino de España
Rebelión
19.12.2015
Crisis que dio
lugar a medidas de austeridad, impuestas por el Gobierno, para superar los
problemas financieros, que trajo consigo desigualdad, pobreza, desalojos
forzados, desempleo y la lógica indignación de una población que comenzó a
exigir cambios en todos los niveles de la sociedad. El FMI ha señalado que
“España no recuperará hasta el 2017 todo el Producto Interno bruto -PIB-
perdido en la crisis”. Un país en constante zozobra económica, devenido en la
antítesis del ensoñado territorio quijotesco entregado al personaje literario
Sancho Panza en premio a sus esfuerzos, acompañando al Caballero Andante de la
Triste Figura. España se debate así, en su más grave crisis desde el fin del
franquismo, que hace muy complejo el volver a verla como en la inmortal obra de
Cervantes donde la ínsula prometida “no es movible ni fugitiva: raíces tiene
tan hondas, echadas en los abismos de la tierra, que no la arrancarán ni
mudarán de donde está a tres tirones”.
Más aún, el FMI
ha señalado, que es muy probable que España sufra un freno de considerable
magnitud a partir del año 2016, retrasando aún más la recuperación económica de
un país que ha vivido una doble recesión con una caída de su PIB del 7%. Tales
cifras y el largo proceso de ajustes, desempleo con cinco millones de parados
que supera el 20% en un nivel que sólo puede compararse a la derruida Grecia.
La recapitalización del sistema bancario, la carga de su deuda soberana, la
inmigración de parte importante de su juventud más calificada, las rebajas
permanentes de las notas crediticias, la especulación de bienes raíces que
generó no sólo una burbuja inmobiliaria sino que un drama social asociado a los
desalojos de familias que no pudieron seguir pagando sus viviendas, siguen
situando a España en una precaria situación política, social y económica.
Ha quedado de
manifiesto que la fórmula exigida por la Troika europea, para ir en ayuda de
España no ha surtido efecto, que el gobierno derechista del Partido Popular de
Mariano Rajoy ha fracasado estrepitosamente y que el gobierno que surja de las
elecciones generales del 20 de diciembre próximo tendrá la extremadamente
difícil misión de tratar de levantar a una España, que ha sufrido la más severa
crisis económica desde el fin del franquismo. Una crisis que con la fuerza de
un Huracán ha puesto en peligro la estabilidad social de un país , que hasta
hace pocos años se consideraba más cerca de las grandes ligas europeas, que de
los avatares que sufrían permanentemente otros miembros de la Eurozona como
Grecia, Irlanda o Portugal.
La cruda
realidad indicó que España estaba más cerca de la segunda división europea que
aquella encabezada por el eje Berlín-Paris. La situación del cuarto banco más
grande de España: Bankia y su multimillonario rescate fue la expresión
palpable, que la esencia del sistema financiero español estaba carcomido por
hambrientas termitas, que aumentan con relación a su situación fiscal y
flexibilidad, así como la carga de su deuda soberana. El 26 de mayo de 2012,
justo hace ahora tres años, Bankia protagonizaba el rescate más caro de la
historia de España: 22.424 millones de euros en ayudas públicas –de lo cual
sólo ha devuelto el 3%- para la que fue la octava nacionalización de una
entidad financiera española durante la crisis. La deuda pública de España, en el mes de septiembre del 2015,
llegó a un billón de euros, según el último reporte del Banco de España. Esto
implica un aumento de casi 7 mil millones de dólares respecto al mismo periodo
del año anterior. Debido al aumento del Producto Interno Bruto (PIB) de España,
la deuda pública es equivalente al casi 98 % de su PIB.
España trató
desesperadamente de tratar de salir de la crisis apelando primero a medidas
emanadas del propio gobierno de Rajoy, para después sucumbir ante las
exigencias de la Troika e implementar aquellas medidas que en su momento han
tenido que ejecutar Grecia, Irlanda y Portugal: reforma laboral, ajuste fiscal,
reforma financiera, reducción del aparato del estado y a pesar de ello la prima
de riesgo país, en plena crisis llegó a su nivel máximo histórico de 477
puntos. Pero, como suele ser la c onducta humana de mirar la paja en el ojo
ajeno, el Ministro de Economía Luís de Guindos solicitó a los líderes europeos
que den una respuesta ante la situación de Grecia ya que “la inestabilidad
política de ese país ha sido el factor que ha desencadenado la subida de la
prima de riesgo y la caída de la bolsa”.
LA DESHUMANIZACIÓN
DE LA ECONOMÍA En estos años de recesión y estancamiento secular, señala el economista Joaquín Estefania, muchas de las instituciones han dejado de funcionar bien por la corrupción -confusión entre lo privado y lo público- la lottizzazione -su reparto por parte de los principales partidos políticos- o porque se han quedado viejas en la era de la globalización. “En cuanto a las distintas modalidades de capital, el modelo de producción se ha jibarizado -es más pequeño- y está marcado por el enorme endeudamiento público y privado, que en conjunto asciende a alrededor del 300% del PIB. Cuando se habla de cambio del modelo generalmente se introducen las reformas estructurales necesarias para esa mutación: la fiscal, la financiera, la energética, la del mercado de trabajo, la reforma empresarial, etcétera. En el caso de España se suele destacar, entre sus fortalezas, la del sector exportador en sectores como la banca, la distribución, la agroalimentación, las infraestructuras, el turismo, las energías renovables o la telefonía... Pero en el resto del cóctel pocas veces se incluye la debilidad estructural del capital humano”.
El gobierno de
Rajoy ad portas de las elecciones generales ha sido un gobierno mediocre,
incapaz de llevar adelante el proceso de recuperación de España, que ha
entregado la soberanía de la nación hispana a organismos como el Banco Mundial
y el Fondo Monetario internacional. Como prueba del pésimo manejo gubernamental
los inversores extranjeros abandonaron la deuda pública española, como alma que
lleva el diablo. Cerca de 150 mil millones de euros abandonaron la cartera
internacional de bonos y letras del estado ibérico entre enero del 2012 y mayo
del año 2015, según datos entregados por el Banco de España. La inversión
extranjera bajo este panorama de “sálvese quien pueda” ha pasado de suponer el
50,8% del total de la deuda española en diciembre del 2011 hasta quedar en un
35% a fines del mes de mayo del 2015.
La oposición al
gobierno del PP en España coincide que las medidas tomadas por el gobierno de
Rajoy han sido un fracaso, repitiendo lo que se hizo en Grecia, aunque allí el
origen de la crisis fue la deuda pública y en España es la privada, que pide a
gritos la intervención del mismo Estado que se suele despreciar cuando las
cosas andan bien en la máxima que las ganancias son privadas pero las pérdidas
deben ser sociales. Tanto Ciudadanos como Podemos, colectividades que competirán
en las generales del próximo 20 de diciembre – presentando así el nuevo
panorama político español de rompimiento del bipartidismo – sostienen que no se
puede seguir sometiendo a la población española a medidas de ajuste como las
vividas en Grecia sin que ello signifique la posibilidad de una explosión
social.
Voces como las
del Premio Nobel de Economía 2010 Christopher Pissarides señalan, que las
medidas que se tomen, sean estas en Grecia, España, Latinoamérica o cualquier
otra región del mundo deben evitar ajustes que empobrecen a vastas capas
sociales. Es necesario un "relajamiento de las medidas económicas tan
estrictas que adoptan algunos países, especialmente España, que condicionan su
crecimiento económico con una tasa de desempleo muy elevada. España necesita
algo más: crecimiento para garantizar que la calidad de la deuda bancaria no se
empeore, que no aumente la morosidad y que no aumenten las dificultades de los
bancos.
Los analistas
económicos, que suelen tratar de explicar las dificultades que trae consigo el
no aplicar las recetas de los organismo financieros, pero no se explican y
menos avizoran soluciones para los seres humanos perjudicados por una economía
profundamente deshumanizada, la inestabilidad financiera española –unida a las
crisis en Grecia, Portugal, Italia e Irlanda amenazan con convertir el rescate
de las entidades bancarias en un círculo vicioso que cuestiona, sobre todo, la
zona euro. Para proporcionar más ayudas, el gobierno español –este o el que
salga de las elecciones del 20 de diciembre- deberá emitir más bonos,
empeorando sus propias finanzas.
Para el
analista Tim Lister, el interés de los bonos a 10 años de deuda soberana
emitidos por España ha aumentado hasta un 7%, lo que es considerado como
insostenible por los mercados internacionales. La situación de España es aún
más desalentadora que la de Grecia pues, aunque parezca que es “demasiado
grande para fallar”, también podría ser “demasiado grande para ser rescatada”
con los recursos disponibles. España representa cuatro veces y media el PIB de
Grecia y ello es un freno a dejarla caer” y con elecciones a la vuelta de la
esquina y ante la posibilidad que listas que se alejan del establishment
político como Ciudadanos y Podemos, tal vez los organismos financieros prefieren
dejar caer va España.
La Comisión
Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE) en sus últimas visitas
inspectivas y de control de la economía hispana, han emitido sendos informes
sobre la “vulnerabilidad" de la economía española frente a posibles crisis,
sobre todo debido al alto nivel de paro y deuda. Se ha concluido, igualmente,
que los riesgos de que España no devuelva al Mecanismo Europeo de Estabilidad
los 38.200 millones de euros que aún debe del rescate son "muy
bajos". "Todavía quedan retos para el sector financiero español
(…) Un stock de crédito que todavía está bajando y el actual entorno de bajos
tipos de interés plantean un riesgo a la sostenibilidad a largo plazo de la
rentabilidad de los bancos". Tras estos informes la Troika ha solicitado
al Gobierno de Mariano Rajoy que mantenga el impulso reformista, en particular
aplicando plenamente la ley de unidad de mercado. Ello implica tomar medidas
para reducir la dualidad en el mercado laboral entre aquellos trabajadores
fijos y los temporales (o precarios) aprobando la ley –que lleva ya tres años
sin salir a la luz– para liberalizar los servicios profesionales.
España sí o sí
deberá tomar medidas de corrección que vayan más allá de los consabidos ajustes
fiscales, y pago social de las deudas privadas. Esto porque el G7 conformado
por el grupo de países más ricos del mundo, exigió la adopción de medidas so
pena de ahondar una crisis de incalculables consecuencias. Y cuando el G7 habla
entonces hay que correr. Las voces que más se han alzado son las de Estados
Unidos y Canadá que han exigido tomar medidas decisivas para resolver la crisis
de la deuda y la fragilidad del sector bancario, principalmente español. Esto,
bajo la perspectiva crítica que la zona euro no ha actuado lo suficiente, para responder
a la escasa capitalización bancaria y construir así unos cortafuegos adecuados.
Ni en
Washington, ni Berlín, Bruselas o París se espera que un gobierno, ya en su
postrer adiós, tome medidas profundas en lo que queda de legislatura –ya no las
tomó con relación a la protección de su población, en contraste con el
salvataje hecho al sistema bancario y financiero– “La crisis está terminando”
fue la frase más repetida por el gobierno de Rajoy en los últimos años. La
crisis no terminó y no tiene visos de desaparecer de esta insula barataria que
enfrentará, el próximo 20 de diciembre, un reto político de envergadura –las
duodécimas elecciones generales desde la transición democrática–.
Elecciones muy
particulares, como nunca antes en España ya que por primera vez el bipartidismo
podría romperse en añicos ya que entran en juego, con posibilidades, partidos
que en las últimas elecciones generales o no existían, como Podemos, o se
circunscribían a una comunidad como es el caso de Ciudadanos en Cataluña. Lo más
probable es que quien triunfe en lase lecciones tenga que pactar sí o sí para
formar gobierno, donde el peligro mayor para aquellos que reclaman cambios
estructurales en España es que el Partido Popular -PP- y el Partido Socialista
Obrero Español (PSOE) –que se han repartido el poder desde el año 1978 en
adelante– formen un contubernio que genere el temido gatopardismo, al fin y al
cabo entre bueyes no hay cornadas.
La población
deberá decidir si acompaña a una clase política, que no ha dado el ancho en materia
de protección a la población, cuando más se necesitaba el paraguas del Estado o
se le da un voto de confianza a agrupaciones, que si bien carecen de la
experiencia en el manejo del Estado, al menos promueven la implementación de
medidas donde el ser humano está en el centro de las preocupaciones. Artículo del autor cedido por Hispantv
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