¿A esta banda de chorizos de los Rajoys, Pedritos, Naranjitos y Naranjitas concomitantes y personal enmascarado a las órdenes de chorizuela merkel les vamos a votar en las próximas elecciones generales?
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INQUIETANTE ANÁLISIS SOBRE EL ESCÁNDALO DE VW: “DAS AUTO”
Rafael
Poch i Feliu
Sociología
Crítica
07.10.2015
Cómo
hay que leer la colleja que le han dado a Merkel desde Estados Unidos
El
escándalo de Volkswagen con el fraude de las emisiones es la última chorizada
de una empresa de aquel país que prodiga lecciones de moralidad en Europa. Un
dato más en la larga serie de los últimos años, una especie de versión teutona
en el siglo XXI de aquel cutre Celtiberia show de Luis Carandell. El
“Teutonia-show”, podríamos decir; la financiación de la burbuja inmobiliaria en
países como Estados Unidos, España o Irlanda; la crisis de los pepinos, el
aeropuerto de Berlín, la Filarmónica de Hamburgo, el Germanwings, la
eurocanallada griega… Por ahí todo claro, pero, ¿es este escándalo un asunto
técnico? Cuesta creerlo.
Credit
Suisse estima en hasta 78.000 millones de euros el perjuicio que el dieselgatepuede
ocasionar a la primera empresa automovilística alemana. Una bonita suma. Por si
sola ya supera en un 60% el coste del mayor vertido petrolero de la historia,
la catástrofe Deepwater Horizon de la compañía BP en el
Golfo de México de hace cinco años. En París, Axa Investment Managers cree que el
asunto le costará a Alemania alrededor del 1,1% de su PIB.
Según
el economista Andrew Rose, un gurú de la ciencia de la exportación y el
comercio de la Universidad de California, cada punto de caída en el índice de
simpatía que un país suscita, resta un 0,5% a las compras procedentes de ese
país. Sin contar siquiera el efecto que el siniestro factor Wolfgang Schäuble
ha tenido sobre las maltrechas germanofilias en el Sur de Europa, es evidente
que el caso VW va a tener consecuencias devastadoras, pronostica el avispado
economista alemán Thomas Fricke. El sector automovilístico representa más del
17% de la exportación alemana. Pocas cosas podían hacer más daño. Con todo esto
en la mollera, la pregunta que se impone es bien simple: ¿Qué ha pasado
entre Estados Unidos y Alemania para que una agencia del gobierno lance tamaño
torpedo contra Berlín?
Ignorar
esta pregunta sería mucho peor que pensar cándidamente que los parámetros de
emisiones de los automóviles los deciden los burócratas de Bruselas, o que el
sin límite de velocidad de las autopistas alemanas lo decide el cuerpo de
diputados del Bundestag.
La
industria del automóvil pesa mucho en la política. Tiene centenares de
lobbystas en Bruselas (oficialmente 240 declarados, 43 de ellos de VW), que son
los que preparan las normas y envían los proyectos de ley a los políticos como
platos precocinados. Se vio claro en 2013, cuando Merkel vetó y pospuso hasta
2022 normas en materia de emisión, de acuerdo con un guión conjunto de
Daimler-Benz y BMW. La conexión entre políticos y grandes empresas es estrecha
y conocida. Antaño propiedad pública, Volkswagen aún es hoy propiedad del Land
de Baja Sajonia (en un 20%) y todos los políticos de ese Land (por ejemplo el
ex canciller Gerhard Schröder o el actual vicecanciller Sigmar Gabriel)
mantienen estrechos vínculos con la casa. El gobierno alemán conocía perfectamente
el fraude que ahora ha estallado, como sabían los tecnócratas de Bruselas que
los procedimientos para medir emisiones son un timo capaz de competir con el de
la estampita. Lo mismo vale para la proyección mundial y mediática de estas
gigantescas y poderosas empresas.
Se
ha hablado mucho del origen nazi de VW (Seat también fue una criatura del
régimen franquista), pero mucho menos del papel que Volkswagen desempeñó, por
ejemplo durante la dictadura de los generales brasileños (1964-1985)
confeccionando listas negras para los militares entre sus empleados, cuando su
jefe de seguridad en Sao Paolo (desde 1959 hasta 1967) era Franz Stang, ex
comandante de los campos de exterminio nazis de Sobibor y Treblinka, como ha
recordado oportunamente el portalGerman Foreign Policy.
En
París, Le Canard Enchaîné ha denunciado el chantaje al que la agencia encargada
de comprar los espacios publicitarios de VW en la prensa francesa sometió a una
veintena de diarios regionales: si querían seguir recibiendo publicidad y a fin
de no perturbar la campaña de anuncios, debían renunciar a publicar
informaciones sobre el dieselgate durante los días en que se publicaran los
anuncios. Solo tres diarios, sobre una veintena protestaron… Por desgracia este
es el mundo real, y en este mundo hay que ir con el escepticismo y las
preguntas por delante.
Quien
crea que asuntos de tanta trascendencia como un puñetazo en el bajo vientre de
Alemania las decide un fontanero de la agencia ambiental de Estados Unidos, se
equivoca. Cuando se trata de lanzar un torpedo de tal calibre contra un país
amigo, es que ocurre algo en la relación y se quiere lanzar una advertencia,
por lo menos. Las negociaciones del TTIP, el acuerdo de “libre comercio”
diseñado para ponerle la guinda a la gran involución actualmente en curso, no
van bien. En el mundo en general, cada vez más cosas escapan al control de
Estados Unidos, que por ejemplo en Oriente Medio parece carecer de toda
estrategia coherente. Más que nunca hay que mantener bien amarrados a los
vasallos europeos. No sé por donde vienen los motivos de esta fenomenal colleja
que ha recibido Merkel, pero no duden que la ha recibido con toda la bendición
del poder imperial.
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