El coste de los servicios básicos (luz, gas y agua) han subido el triple
que los salarios desde el 2007
Por Agustí
Sala
Kaosenlared
12.02.2015
Hay quien dice que lo único más veloz
que la luz es su precio. Y tiene un cierto sentido. Desde el 2007, el último
año de bonanza económica y previo al estallido de la crisis, la factura
eléctrica se ha encarecido más del 56% de media para la familia-tipo (una
potencia contratada de 5,75 kilowatos […]
Hay quien dice que lo único más veloz
que la luz es su precio. Y tiene un cierto sentido. Desde el 2007, el último
año de bonanza económica y previo al estallido de la crisis, la factura
eléctrica se ha encarecido más del 56% de media para la familia-tipo (una
potencia contratada de 5,75 kilowatos y un consumo anual de 3.487 kilowatios
por hora al año, según el perfil que recoge el Instituto para la
Diversificación y el Ahorro de la Energía), frente al 12,3% del salario medio y
el 15,4% del índice de precios de consumo (IPC) durante el mismo periodo.
Los incrementos varían en función de la
potencia contratada y el consumo, pero son elevados y han situado las tarifas
españolas en los niveles más altos de la Unión Europea (UE), como refleja
Eurostat. Y una de las consecuencias es que la factura eléctrica ha pasado de
suponer para el caso elegido una media 2,6 de cada 100 euros de los ingresos a
3,58.
Jorge Morales de Labra, uno de los
mayores expertos del sector, director general de GeoAtlanter, y miembro entre
otras entidades de la junta directiva de la Plataforma por un Nuevo Modelo
Energético, destaca que si el esfuerzo medio para pagar el recibo de la luz ha
aumentado casi el 40%, significa que hay mucha gente para la que supone mucho
más. Y recuerda que el Consejo Social Europeo considera que un hogar se
encuentra en situación de pobreza energética cuando ha de destinar a esos
servicios más del 10% de sus ingresos.
MÁS
PARADOS
Otro de los problemas es que en el 2007
había más gente en el mercado laboral español (20,3 millones de ocupados) y
menos parados (1,8 millones), mientras que en la actualidad los ocupados son
17,5 millones, casi tres millones menos; y los parados son 5,5 millones, 3,7
millones más. Y estos últimos tienen que hacer frente a las facturas de
servicios esenciales, que son mucho más caras que antes de que estallara la
crisis. Porque la luz no es el único servicio básico que ha subido mucho más
que el conjunto de los precios y que el salario medio. También el gas y el agua
se han encarecido muy por encima, con alzas acumuladas de casi el 30% y el 25%
para los perfiles elegidos.
Para estimar el alza del gas se emplea
el hogar-tipo que utiliza la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia
(CNMC): una familia en zona mediterránea con tarifa 3.2, la más habitual, y un
consumo anual de unos 6.000 kwh al año. Los precios de referencia son los que
recoge Eurostat y, según el sector, no respondían a la realidad hasta el 2012
por discrepancias metodológicas con el Gobierno y al aumento afirman que es del
10%. El mayor gasto de gas se concentra en invierno y en las zonas más frías,
la factura puede duplicarse con respecto a la tomada como referencia.
Por su parte, el coste del agua en el
área metropolitana de Zaragoza acumula un incremento desde el 2007 del 23%. Y
eso que la capital aragonesa es la única de las grandes ciudades españolas que
gestiona el servicio de forma directa sin recurrir a una concesión
administrativa. Las mayores subidas se registraron en 2008 y 2009, coincidiendo
con el inicio del suministro desde Yesa (más caro que el procedente desde el
Canal Imperial).
Suponiendo que los casos empleados para
analizar la evolución de los precios fueran para la misma familia, la suma del
gasto anual por estos servicios se habría encarecido casi el 50%, el cuádruple
que los salarios y el triple que la inflación. Si se comparan estos costes de
luz, gas y agua con el salario medio, estos recibos han pasado de suponer 5,4
de cada 100 euros de los ingresos totales del hogar estudiado a casi siete (6,97).
Esto supone un incremento de casi el 30% en lo que respecta al esfuerzo
destinado a pagar servicios básicos.
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