Casa Real Corrupción — 21 febrero 2014
“¿Qué sabe usted de “Mixta África”?”, preguntó el juez Castro. Y a la infanta Cristina
se le desató un poco la lengua: “Sé que mi marido prestaba servicios de
asesoramiento a “Mixta África” y ahora, preparando la declaración con
mis abogados, hemos podido ver ese documento”. Al resto de las preguntas
sobre “Mixta Africa” contestó con “no sé nada”, “no lo recuerdo” o “lo desconozco”, tal y como hizo en 511 ocasiones.
Lo cierto es que la firma de la infanta aparece en la compra de unas
acciones de Aizoon a “Mixta Africa”, que a su vez había adquirido antes Iñaki Urdangarín. Al final, 150.000 euros acabaron en una cuenta en La Caixa con firma de la propia Cristina y desde ésta se devuelven también 150.000 euros a “Mixta Africa” en un cheque que nunca se cobró. Una operación “rara”, según el juez, y que la propia Agencia Tributaria la califica de “muy extraña” y “ficticia”. Y tanto: los periodistas Ignacio Cembrero y Jesús Duva desvelaron que el rey Juan Carlos y el entonces presidente Zapatero mediaron en el caso del jeque Al Waleed, socio de Cristina y Urdangarín en Mixta Africa y acusado de violación por su víctima, Soraya Heilmann Cano, a quien una jueza de Ibiza impidió examinar el ADN del semen de su violador que había caído en su ropa. Al jeque lo defendía el abogado Horacio Oliva, que ha asesorado a más de una veintena de políticos corruptos, narcotraficantes y banqueros.
Como la infanta no recuerda nada, “Espía en el Congreso” le refresca la memoria: “Mixta Africa” es una empresa inmobiliaria del jeque Al Waleed, sobrino del rey de Arabia Saudí, Abdalá bin Abdelaziz, quien llama “hermano” a Juan Carlos. Y el jeque Al Waleed logró un imposible: que el rey y el entonces presidente Zapatero
le felicitaran públicamente por haber logrado enterrar judicialmente
una grave acusación de violación a una joven modelo española. Una juez
de Ibiza cerró el caso sin practicar siquiera la prueba de ADN al semen
encontrado en sus ropas, pero el monarca y el político se pusieron de parte del rico saudí, que además tiene entre sus amistades a una mujer que se ha hecho famosa en España: la princesa Corinna.
El jeque o príncipe Al Waleed –se hace llamar de las dos formas– veranea en Mallorca, es amigo del rey y es uno de los hombres más ricos del mundo. Fue denunciado por violar a la modelo española Soraya Heilmann Cano
utilizando narcóticos para adormecerla y subiéndola sin su
consentimiento a su lujoso yate “Turuma”, anclado en aguas baleares. El
jeque quería organizar una fiesta aprovechando que no estaba su esposa y
ordenó a sus guardaespaldas que trajeran “carne fresca española” de las
discotecas de Ibiza. La joven Soraya cayó en sus garras.
La jueza nº 3 de Ibiza, Carmen Martín, que instruyó el sumario, nunca quiso analizar los restos de semen en las ropas de la joven y su abogado, Max Turiel,
denunció “presiones tremendas” para que el caso no prosperara
judicialmente. El Consejo General del Poder Judicial no intervino ante
tan escandalosa inhibición. ¿Quién movió los hilos judiciales?.
Bien asesorado desde las alturas, el jeque contrató al abogado Horacio Oliva, letrado de los principales políticos españoles acusados de corrupción y de relevantes capos del narcotráfico o de la banca: Jesús Gil (Marbella), Enrique Sarasola (Metro de Medellín), Guillermo Galeote, Carlos Navarro (Filesa), Yolanda Barcina (Navarra), Rafael Vera (Gal), Félix Millet (CiU), Antonio Barrientos (Estepona), Pedro Arahuetes (Segovia), Fernando del Valle (Ballena Blanca), Manuel Delgado Solís (Gurtel), etc… Horacio Oliva también asesoró al banquero cántabro Emilio Botín por los casos de las indemnizaciones millonarias a Amusátegui y Corcóstegui y de las cesiones de crédito. También ha defendido al presidente de Telefónica, César Alierta por el ‘caso Tabacalera’. Y al ex presidente del BBVA, Emilio Ybarra, por el caso de los fondos de pensiones del banco.
El letrado preferido de la “casta” logró que la jueza enterrara el asunto de la violación de Soraya Heilmann Cano sin las más mínimas diligencias. Pero el jeque reclamó a España algo más: quería resarcirse del escarnio –y seguramente de la enorme bronca de su esposa, una mujer árabe de linaje y de armas tomar– y reclamó un comunicado oficial de la Casa Real española. Tan insólita petición tenía un precio: se estaba negociando el “AVE del desierto” para empresas españolas y Al Waleed presumía de tener mano en la concesión.
Dicho y hecho: Zarzuela llamó a su periodista favorito, Juan Luis Cebrián, editor del diario “El País”, y este movilizó a dos de sus mejores redactores para escribirlo: a Jesús Duva e Ignacio Cembrero les impusieron un meloso y almibarado titular: “El rey se alegra del archivo de la denuncia contra un príncipe saudí”. En el texto informaban que “el rey Juan Carlos envió el pasado domingo una breve carta al príncipe saudí príncipe Al Waleed bin Talal bin Abdulaziz al Saud
mostrándole su “alegría” y su “felicitación” por que la justicia
española haya archivado la denuncia de una joven modelo hispanoalemana
que le acusaba de violación, según han confirmado fuentes de la Casa del
Rey”. Pero los periodistas desvelaron algo más, que hoy se debe leer
entre líneas:
“Fuentes diplomáticas han informado ahora que el acaudalado
príncipe saudí requirió también ayuda del entonces presidente del
Gobierno, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, y a la
Embajada de España en Riad. A través de estas vías se le aconsejó al
magnate que tuviera paciencia, haciéndole notar que la justicia acabaría imponiéndose”, hasta el punto que tras el archivo de las actuaciones judiciales, “el embajador Pablo Bravo entregó personalmente a Al Waleed el pasado domingo una carta de don Juan Carlos
en la que el monarca se alegra de la decisión del tribunal”. El encargo
estaba cumplido y los periodistas solo pudieron dejar entrever que el
rey y el presidente del Gobierno habían movido Roma con Santiago para
que Al Waleed no fuera investigado. El virgo de la joven Soraya fue sacrificado por el “interés de Estado” de la “marca España”. Ninguna asociación feminista española, fuertemente subvencionadas, denunció la tropelía o se solidarizó con la víctima.
Según los periodistas Pedro Agueda y Alicia Gutiérrez,
“Urdangarin se embolsó 365.328 euros entre 2006 y 2009 gracias a sus
supuestos conocimientos del negocio inmobiliario en Marruecos. Esa cifra
es la suma de los trabajos que la consultora Aizoon SL, propiedad de Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón,
facturó en cuatro ejercicios a “Mixta África”, una promotora
inmobiliaria con sede en Barcelona y participada por grandes holdings
internacionales”.
¿Como llegó la pareja real hasta “Mixta Africa”? Solo se sabe que alguien de muy alto rango sabía que Corinna era una estupenda “introductora” o “intermediaria”. Durante un viaje
oficial de los Reyes a Arabia Saudí –al que Corinna acudió por decisión
de Juan Carlos en el mismo avión militar que la reina Sofía, dos ministros del Gobierno y una docena de empresarios españoles–, la princesa alemana planificó y concertó una entrevista con Al Waleed. Ya antes había organizado la agenda del monarca en viajes oficiales a Kuwait y Emiratos Arabes Unidos.
Pese a estar aún convaleciente de su operación en el talón de Aquiles de su pie izquierdo, acudió con Corinna a este último país para presenciar el Gran Premio de Fórmula 1 de Abu Dabi. La alemana fue agasajada por las autoridades como consorte del Rey, y compartió mesa y mantel con las primeras damas de otros mandatarios invitados al evento, entre ellos los presidentes de Ruanda, Gabón o Chechenia. Al rey le regalaron además dos ferraris solo por haber hecho acto de presencia.
Corinna también lo acompañó en el más célebre viaje a Bostwana y al banquete que las autoridades del Estado alemán de Baden-Württemberg ofrecieron a Juan Carlos en 2006 en el castillo de Schöckingen:
“Corinna fue la persona que se ocupó de todos los detalles antes de que
llegara el rey. Le organizó la agenda y concertó las citas con las
personas que debía conocer. Ella controlaba cada uno de los detalles. A
tal punto que hasta el responsable de protocolo de la Casa del Rey
estaba desconcertado”, dijo un testigo. El letrado Max Turiel asegura que Wolfgang List, fotógrafo alemán, posee abundante documentación gráfica de Corinna actuando junto al rey, señala a Bonnie Young como una amiga de Corinna que podría declarar ante la justicia española y a Manfred Osterwald, el alemán que organizó esa recepción al rey “en la que la señora Corinna aparece sentada junto al monarca. Posteriormente fue condenado por corrupción”.
Como propietario del emporio empresarial Kingdom Holding Company, el jeque Al Waleed es dueño de “Mixta Africa”. Tiene sede en Barcelona y Urdangarín recaló allí cuando era presidente Luis Hernández de Cabanyes,
que no supo explicar ante el juez cual era la experiencia del ex
jugador de balonmano en temas inmobiliarios y aún menos en Africa.
Alguien se lo impuso “desde arriba”. Como la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín llegaron a formar parte de ese 7% de “otros accionistas” de “Mixta Africa” y a cambio de qué es un secreto que de momento ni el juez Castro ni nadie ha conseguido revelar.
A la pareja real se les pagó también en acciones de “Mixta Africa”, una constructora que, por cierto, se dedica a la “vivienda social” en el continente negro y por ello está participada por el Banco Mundial.
Pero sus proyectos más emblemáticos son de todo menos “sociales”:
viviendas de alto standing, complejos turísticos y hasta hoteles de
lujo. “Alguien” les consiguió un crédito marroquí de 20 millones de euros
junto con los permisos para construir, que en el reino alauita se
pierden en el laberinto de las mil y una noches. Y no fue precisamente
Urdangarín o Cristina, que apenas conocen estos entramados, sino
“alguien” de España con enorme influencia sobre el rey Mohamed VI. Alá los cría y ellos se juntan…
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