EL ACUERDO DE GINEBRA SOBRE UCRANIA, TRADUCIDO
Odnako.org
Rebelión21.04.2014
Traducido para Rebelión por S.Seguí |
Las conversaciones
de Ginebra han dado como resultado un acuerdo que está a favor de todo
lo que es bueno y se opone a todo lo que es malo. Esa es la esencia
básica del mismo; pero ¿qué significa eso? Intentemos traducir este
memorando del lenguaje de la alta diplomacia al lenguaje de la crisis
ucraniana.
El representante del gobierno de Kiev fue invitado a
participar como invitado de piedra, por cuanto no había nada que
discutir con él. En este punto, todos los
participantes estaban de acuerdo. Es decir, no hay gobierno en Kiev, en
el sentido de una entidad que ejerza la autoridad soberana sobre el
territorio de Ucrania. Esto se entiende tan bien en Moscú como en
Bruselas, e incluso en Washington. Por lo tanto, las conversaciones
reales fueron entre EE.UU+UE y Rusia.
La postura de Rusia es
que Kiev no tiene gobierno, tiene una especie de cosa que sólo Dios
entiende. No tiene la menor importancia el nombre con que se lo designe o
quiénes sean. No tienen poder y no controlan nada. No controlan la
economía, ni la energía, ni el ejército, ni la policía, ni siquiera a
sus propios partidarios que se pasean por ahí agitando sus
ametralladoras.
Por su parte, EE.UU+UE afirman: “Eso no es
cierto. Hay un gobierno perfectamente simpático en Kiev, lo creamos
nosotros mismos, y mantenemos conversaciones e incluso firmamos acuerdos
con ellos.”
En vista de la diferencia existente entre estas
dos posiciones, toda discusión es inútil. Por lo tanto, es necesario
realizar un experimento y dilucidar algo bien sencillo: ¿Son estos dramatis personae de Kiev un gobierno o no?
Las autoridades de Kiev tienen que demostrar su validez. Para ello, tienen que desarmar y controlar a sus frikis
partidarios, amnistiar a sus oponentes y comenzar a ejercer el control
sobre el ejército y la policía. Si prueban que controlan la situación,
entonces será posible pasar a la siguiente fase de resolución de la
crisis.
La pelota está ahora pues en su tejado. Si pueden demostrar que son un poder, entonces habrá una solución, paso a paso,
a la crisis. Si no lo consiguen, entonces la crisis se resolverá en su
nombre, y no van a ser invitados a participar, ni siquiera como
invitados de piedra.
Teniendo en cuenta
que estos personajes ya han renegado de un anterior acuerdo
internacional –en febrero pasado– quizás hubiera sido más inteligente
por su parte no firmar ahora éste. Porque si tampoco ahora están a la
altura, entonces nadie va a ofrecerles ningún tipo de cobertura
política; ni Bruselas, ni siquiera Washington.
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