martes, 19 de marzo de 2013

O NOS ORGANIZAMOS O RUINA


SYRIZAs, CUPs y la izquierda anticapitalista

 (1/3)

Óscar Simón
La Hiedra 
Rebelion 17-03-2013 

Este artículo continúa el debate sobre el futuro de la izquierda combativa que hemos tenido en las páginas de La Hiedra con Manel Márquez y militantes de Gorripidea, Red Roja y Lucha Internacionalista. Oscar Simón, de En lluita-En lucha, habla de las posibilidades de un frente amplio contra los recortes, la necesidad de un referente político anticapitalista y la experiencia positiva que representa la CUP-AE. 

En las calles se grita: “¡No es una crisis, es una estafa!”. Yo suelo gritar: “¡Es una crisis y es una estafa!”. En realidad, en las calles no se está negando que exista una crisis, sino que las supuestas soluciones que aportan las élites mundiales sólo lo son para unos cuantos y en cambio constituyen una estafa para el resto, ya que se privatizan los beneficios y se socializan las pérdidas.

No obstante es necesario clarificar que el capitalismo está en crisis. Incluso, como ha señalado David Harvey entre otros, China y Brasil dan muestras de agotamiento y sufren unas enormes burbujas inmobiliarias, que de hecho son las que están “tirando del consumo interior” como ya lo hicieron en EEUU o aquí mismo hace unos años, con los resultados que ya conocemos.

Es decir, la producción irracionalmente excesiva de edificios expandió monstruosamente los sectores asociados, y los créditos hipotecarios permitieron la compra masiva de coches, televisores de plasma… por parte de la clase trabajadora, que paradójicamente veía como sus salarios reales caían. Hoy, se mire por donde se mire, existe una capacidad de producción que excede en mucho la capacidad de consumo (ya sea porque se produce por encima de las necesidades o porque la gente no puede pagar los productos existentes). Además, la dinámica depredadora del capitalismo profundiza la crisis ecológica. Una crisis alimentaria en la que se encuentran sumidas más de 850 millones de personas en el sur global y cada vez más habitantes de las ‘prósperas’ ciudades occidentales. A lo que hay que añadir la crisis democrática, en la que los ‘mercados’, es decir los ricos del mundo, imponen sus decisiones a continentes enteros (de nuevo la estafa). 

Hasta aquí un cuadro general. La crisis, a pesar de ser global, no se manifiesta de la misma manera en cada parte del planeta, sino que la reordenación de las relaciones de producción, diplomáticas, imperialistas o financieras, entre otras, varían según la posición que ocupa cada territorio dentro del sistema global. La UE, en competencia con China, India, Brasil o EEUU, está apostando por la devaluación interna para abolir las conquistas laborales a la vez que convierte los servicios públicos en fuentes de negocio. La socialdemocracia tradicional no sólo no está consiguiendo articular una alternativa a los recortes, sino que además en los lugares más fuertemente inmersos en la crisis (Portugal, Grecia o el Estado español) está perdiendo representatividad en todas y cada una de las elecciones. Partidos como el PSOE o el PASOK, fundamentales en la configuración de los Estados español y griego, carecen hoy de un proyecto netamente diferenciado de sus contrincantes del Partido Popular Europeo.

En Francia el PSF, a pesar de haber ganado las elecciones con un discurso de izquierdas y de acaparar en sus manos la mayor cantidad de poder de la historia de la V República, es incapaz de romper con la doctrina neoliberal. En Alemania, el SPD —encabezado por el millonario Peer Steinbrück, antiguo ministro de economía del gobierno de coalición presidido por Merkel— además de encaminarse hacia una derrota electoral sigue, prácticamente, a pies juntillas las políticas neoliberales del ex canciller Schröder… que hoy es asesor de la enorme empresa gasística rusa, Gazprom. En Italia, la socialdemocracia tradicional ha adoptado el modelo del gran partido de centro izquierdo que, encabezado por Luigi Bersani (ex ministro de los gobiernos social-liberales del Olivo), intenta emular el modelo del Partido Demócrata de Obama.

A la izquierda del social-liberalismo han apareciendo nuevos proyectos, desde Syriza (Grecia), a Die Linke (Alemania) y Front de Gauche (Francia), que se oponen al neoliberalismo desde posiciones propias de la socialdemocracia clásica. Es decir, hablando de fiscalidad progresiva y servicios sociales, al estilo de los capitalismos de los países nórdicos.

En cuanto a la izquierda anticapitalista, en Alemania la vemos participando mayoritariamente dentro de Die Linke, en Francia el NPA no está consiguiendo superar la división interna que durante los últimos años bloquea al partido, en Grecia parte de la izquierda anticapitalista se encuentra dentro de la coalición Syriza y otra se encuentra agrupada en otra coalición, ANTARSYA, cuyo carácter es claramente revolucionario. En resumen, podemos decir que en Europa la izquierda revolucionaria tiene desarrollos muy desiguales, así como proyectos políticos muy diferentes. En el fondo esto que en apariencia podría parecer contradictorio no lo es tanto, dado que en cada territorio tanto la situación política como la propia historia de las organizaciones y los movimientos puede llevar a caminos diferentes para conseguir el mismo objetivo, que no es otro que la revolución social. Sin pretender dar lecciones, sí que es posible afirmar que en la actualidad en el aquí y ahora aparecen dos caminos en el horizonte: o bien se busca la creación de un espacio a la izquierda de partidos como el PSOE, con vocación de encuadrar a toda la izquierda desde IU hasta las organizaciones y personas anticapitalistas, o bien se articula desde el anticapitalismo un proyecto propio claramente diferenciado. 

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